Valeria Vacó (Caracas, 1994) es una artista plástica cuya obra versa sobre la naturaleza, el erotismo, la psicodelia y el hedonismo. Estudió en el Central Saint Martins (University of the Arts London), obteniendo un Foundation Diploma in Art and Design. Posteriormente cursó una licenciatura en fotografía en el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña (Barcelona). Instalada en Madrid, donde tiene un estudio en Carabanchel, se dedica actualmente a la producción artística y a la exploración centrada en la pintura.
En sus obras, Vacó crea su propia mitología a través de un lenguaje y temas propios. Al observar sus pinturas el espectador se introduce en una serie de narrativas complejas que va desentrañando paralelamente al disfrute de las mismas.
En tus pinturas la fuerza de la naturaleza está muy presente, ¿qué representa el protagonismo de esas plantas?
Creo que por haber nacido en el trópico siento una conexión muy fuerte con la naturaleza, especialmente con las plantas. Disfruto mucho observándolas y viéndolas crecer. Diseñar plantas y flores es una de las cosas que más me gustan de la pintura, es un ejercicio de creación libre y automática, ya que no hay una forma concreta de representarlas, lo que me da mucho espacio para improvisar y divertirme. Como parte del aura fantástica de la obra, me gusta humanizar a la vegetación y, en la mayoría de los casos, convertirla en un elemento igual de importante que la figura humana.
¿Cuáles son las emociones que pretendes destilar con tu paleta de color?
Creo que el objetivo general de los colores que utilizo es generar atracción y jugar con la atención. Últimamente, las sensaciones que busco transmitir son misterio, intensidad, decadencia, confusión y cierta aura de espiritualidad. Experimento con fondos oscuros, mucho contraste y colores vibrantes, una forma de crear escenas que están entre lo glamuroso y lo turbio. También me gusta usar el color para transmitir la sensación de temperatura, especialmente en los paisajes.
"En mi obra busco capturar la estimulación sensorial de la psicodelia y, personalmente, me identifico con los valores del movimiento de los años sesenta, especialmente en la búsqueda de la belleza, la armonía con la naturaleza y la exploración de la conciencia"
¿Cuáles son las razones por la que las retratadas son mujeres y qué fin tienen los objetos que les atribuyes?
Para bien o para mal, creo que el cuerpo femenino tiene una relación cultural más asociada a la belleza. Por lo tanto, cuando quiero crear algo hermoso, para mí es más evidente retratar el cuerpo de una mujer. Por otro lado, pienso que el cuerpo masculino no expresa tan bien el hedonismo o el placer, tiene un punto de rigidez que a veces me cuesta integrar. Aunque, honestamente, más que una decisión consciente, es instintiva. Creo que también, al tener un cuerpo de mujer, es con lo que estoy más familiarizada. El fin de los objetos es sumar información sobre la historia del personaje y ayudar a crear una escena repleta de símbolos que conversan entre sí. Como las joyas, que interactúan con el cuerpo.
¿Qué importancia tiene la psicodelia en tu vida y en tu trabajo?
En mi obra la psicodelia ha sido una revelación gradual. Inicialmente no identificaba mi arte como psicodélico, sin embargo, al investigar más profundamente el movimiento, descubrí muchos puntos en común con mi pintura, como la influencia del modernismo o el uso del color. También recibí varios comentarios sobre cómo mis pinturas evocan una sensación visual similar a los efectos del LSD. Incluso un día, un amigo y coleccionista me llamó para explicarme que últimamente disfrutaba de consumir hongos alucinógenos y contemplar mis pinturas en su salón. Lo tomé como un cumplido y decidí abrazar el término. En mi obra busco capturar la estimulación sensorial de la psicodelia y personalmente, me identifico con los valores del movimiento de los años sesenta, especialmente en la búsqueda de la belleza, la armonía con la naturaleza y la exploración de la conciencia.
Cuéntanos cómo es tu día a día, ¿sigues alguna rutina para trabajar?
“Para bien o para mal, creo que el cuerpo femenino tiene una relación cultural más asociada a la belleza. Por lo tanto, cuando quiero crear algo hermoso, para mí es más evidente retratar el cuerpo de una mujer. Por otro lado, pienso que el cuerpo masculino no expresa tan bien el hedonismo o el placer”
Me cuesta separar mi vida personal de mi vida laboral, todo está bastante entrelazado. Por las mañanas, me levanto a las ocho. Después de meditar, me preparo un té matcha y me visto para pintar. Salgo a pasear a mi perra Marte al parque, allí disfruto de la naturaleza y la diversidad humana. Dependiendo de la hora, puedes encontrar señoras asiáticas practicando coreografías y grupos de ancianos haciendo taichí con espadas. También me encanta ver a Marte corriendo tras los periquitos. Después del paseo, regreso al estudio y empiezo a trabajar. A veces prefiero pintar en el club Bicéfalo. Siempre hay un ambiente divertido y un poco anárquico, es un lugar estimulante para crear y compartir con otros artistas. Otros días prefiero crear sola en mi estudio, escuchando Fleetwood Mac, Jorge Drexler en bucle o algún podcast. A menudo olvido comer hasta las cuatro de la tarde, cuando hago una pausa para “desayunar” con Alex, mi pareja, que también es artista. Luego, vuelvo a pintar y, dependiendo del nivel de concentración que requiera la tarea, me fumo un porrito para entrar en un estado más introspectivo. Termino de pintar alrededor de las nueve, y así acaba la jornada.
¿Qué significa para ti la belleza y dónde la buscas?
Para mí, la belleza es el objetivo del lenguaje visual, le doy mucha importancia a generarla y a ser capaz de percibirla. En mi obra, la belleza es el ritmo que organiza los elementos de la imagen. Considero que una pintura es bella cuando logro conseguir una conversación armónica entre la técnica y el mensaje. Por otro lado, ser capaz de percibir la belleza es un síntoma de estar conectado con la vida y el placer. Las cosas más bellas en las que puedo pensar son: el color azul cobalto, las peonías, el terciopelo, el oro, la nieve y el mar.
¿Qué poder le otorgarías al erotismo que hay en tus obras?
Creo que el erotismo en mi obra es una consecuencia de la búsqueda de la belleza y tiene más relación con el sentido del humor que con el sexo. Tengo un libro de retratos eróticos del siglo XX que consulto para inspirarme, y lo que me fascina es ver cómo lo que era erótico entonces, ahora es un poco ridículo. Eso es lo que busco en mi obra, un erotismo que desmitifique la seriedad del cuerpo desnudo.
¿Cuáles son tus principales referentes artísticos?
Mi obra se influencia de surrealistas como Dorothea Tanning y Max Ernst, de la ilustración modernista de Aubrey Beardsley, del grabado Ukiyo-e de Japón, de los retratos irónicos de Chloe Wise, las escenas fantásticas de Jessie Makinson, las fotografías de Ryan McGinley, la erótica victoriana, la estética retro sci-fi, los desnudos satíricos de John Currin, la poesía visual de Francesca Woodman y los autorretratos de Sasha Gordon. También tomo inspiración de los realities de televisión y el anime.
¿Cuáles dirías que son las diferencias más acusadas en el ámbito artístico entre Venezuela y España?
Llevo mucho tiempo fuera de Venezuela, así que no puedo opinar mucho sobre el panorama actual del arte. A nivel de tendencias, puedo decir que muchos artistas venezolanos actuales están influenciados por el arte cinético y el arte pop, a diferencia de los españoles que, en la actualidad, en mi opinión, están abrazando “la nueva figuración” y formas de expresión más urbanas o naïve.
¿Cuál sería el contexto ideal para fumar un porro en perfecta armonía?
Con Amaranta Buendía en la luna, con dos sillas de playa y un vermut.