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Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

La artista conquense realiza una serie de trabajos sugerentes, en los cuales la organicidad, junto con el uso del color, exudan un fuerte magnetismo. 

No hay mayor placer para los estetas que recorrer la obra de un artista y perderse como un flâneur en todos y cada uno de los recovecos cromáticos y emocionales que ha creado para el disfrute de los espectadores. 

El paseo por el trabajo de Victoria Iranzo (Cuenca, 1989) nos lleva a un exquisito regocijo por lo exótico de su obra, que bebe del orientalismo, y nos posiciona tras una mirada persuasiva en la búsqueda de la belleza, que logra conquistar a través de sus pinturas y esculturas. Lo sugerente vence a la evidencia, y ahí reside el magnético atractivo de todas y cada una de sus piezas. 

Iranzo estudió Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, desde la que hizo un intercambio en la École Nationale Supérieure des Arts Visuels (ENSAV) de La Cambre, Bruselas, gracias a una beca Sócrates-Erasmus. Hizo un máster en Producción Artística por la Universidad Politécnica de Valencia y otro en pintura en la Royale Academy de Amberes. Actualmente, reside y trabaja en Bruselas. 

En el 2014, Iranzo obtuvo la Beca Mario Antolín de Ayuda a la Investigación Pictórica del premio de pintura BMW, y ha sido ganadora del 35.º premio de pintura BMW en la edición del 2020. Su obra se encuentra en las colecciones Juan José Castellano Comenge, BMW Ibérica y Colección DKV, al ser ganadora del premio de Adquisición del Abierto Valencia 2021. 

Hablamos con ella sobre su trabajo, referentes y otras cuestiones para la revista Cáñamo

Plasmas tu trabajo tanto en pintura como en escultura, ¿qué aporta cada una de las técnicas a tu imaginario? 

Fui pintora antes que escultora. Cuando pinto, me sumerjo en un proceso casi meditativo, porque estoy muy familiarizada con el medio, y la escultura es un proceso más lúdico. Mi principal interés con la pintura siempre ha sido la idea de generar una ilusión, de concebir el soporte, los límites del cuadro, como el marco de una ventana abierta a una nueva realidad. En un momento dado, el uso de fotografías limitó las posibilidades de configuración de esa realidad, y empecé a trabajar en tres dimensiones. Las esculturas me permiten materializar las ideas, me acompañan, configuran mi espacio y proceso de trabajo, son los modelos de mis cuadros.

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Lady bug, óleo sobre lino, 160x140 cm (2023)

Hay una clara influencia orientalista en tus obras, ¿qué te ha llevado a esa referencia a priori tan lejana? 

Al principio tomaba referencias por el uso que dan a los ornamentos y motivos florales o vegetales. Fue inconsciente en un principio, pero empecé a interesarme más en sus lenguajes. El hecho de haberme formado en dos escuelas occidentales con un enfoque muy académico estimuló desde muy joven el aprendizaje de la técnica y ese interés por generar ilusión por medio de la pintura, por el trompe-l’oeil y el realismo. Observar arte oriental permitió que me alejase y enriqueciese esa perspectiva. Por otro lado, la concepción y la importancia de la naturaleza de las culturas orientales, cómo se fusiona con el arte y la vida, es un enfoque que intento aplicar conceptualmente en mi trabajo.

La organicidad también marca el pulso de tu trabajo, ¿cuál es la razón? 

La naturaleza es uno de mis intereses principales, tanto conceptual como formalmente. La utilizo como punto de referencia para desarrollar metáforas visuales y suelo situar mis figuras en espacios naturales. Tiendo a realizar muchas comparativas entre desarrollo y acción humana, con la evolución y adaptabilidad natural y animal. El desarrollo tecnológico ha llevado al ser humano a alejarse progresivamente de su conexión con la naturaleza, y me gusta imaginar un mundo paralelo en el que todavía seguimos conectados.

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Arriba, A jungle as background, óleo sobre lino, 160x130 cm (2024), y Gas, óleo sobre lino, 32x24 cm (2022). Sobre estas líneas, A fount of flowers, óleo sobre lino, 50x40 cm (2024), y On the water, óleo sobre lienzo, 150x130 cm (2025).

“En el proceso de creación, la consciencia explora la memoria y traduce experiencias o ideas a través de un lenguaje: pintura, música, palabras... El cannabis altera ese estado de consciencia, y puede facilitar la transmisión o relación de ideas, pero también puede entorpecerlo, depende de la persona”

¿Qué impacto emocional crees que tiene tu paleta cromática, donde hay una preponderancia del rosa y del azul, en el espectador? 

Utilizo el rosa porque es el color que relaciono con el tono de mi piel y mi cuerpo, y es el color que atribuyo a lo carnal y al sexo. También es el color de muchos animales al nacer, vulnerables, cuando todavía no ha crecido el pelo, las plumas o las espinas que les protegerán en su vida adulta. El azul es cielo, aunque no el cielo del país donde vivo… Es el color del cielo de mi pueblo y de muchos recuerdos. Pero también del agua, que es un elemento que se ha repetido en muchas de las etapas de mi trabajo, al que siempre vuelvo y reconstruyo y reformulo como metáfora visual. A veces son ríos, o lagos, o fuentes, o cascadas.

¿Qué valor le das a lo poético en tu trabajo? 

Muchísimo, enorme, no sé. Intento que la poética esté presente en cada parte del proceso, que es un fin en sí mismo. Para mí, la poética está en el momento de la traducción de ideas en imágenes y el interés de que se active el dispositivo de lectura e interpretación de quien observa. Pero también considero poético el uso del medio, la pintura, el color, la aplicación de la materia sobre la tela, el diálogo con el cuadro… Está en todo.

Victoria Iranzo pintando en su estudio de Bruselas. Foto de Carmen Gray

Victoria Iranzo pintando en su estudio de Bruselas. Foto de Carmen Gray.

¿Con la obra de qué artistas te gustaría establecer un diálogo con tus obras? 

Al pensar en diálogo imagino una instalación expositiva, poner a las obras a hablar entre ellas. Mi trabajo bebe mucho de la obra de Louise Bourgeois, pero mis primeros paisajes surgieron del estudio de la pintura de Henri Rousseau, cuando descubrí que él nunca había visto los paisajes que pintaba, sino que eran construcciones hechas a partir de lecturas, descripciones e imágenes aleatorias que había combinado. Creo que en mi trabajo se puede ver la influencia de ambos y la forma en la que he forzado ese diálogo.

¿Sigues alguna rutina para trabajar? 

Me gusta trabajar sola y sin distracciones. Me despierto, hago deporte y voy al estudio. Mi rutina siempre es la misma, pero los horarios cambian; en verano me gusta pintar hasta la noche. Cuando llego al estudio hago café, y por la tarde bebo té con leche. Escucho música, generalmente de ambiente, que marca un ritmo de trabajo pero no lo interrumpe. Trabajo en varias obras al mismo tiempo, sé cuándo la pintura está en el momento de secado que necesito para cada sesión de trabajo, y las voy alternando. Escribo en pequeños dibujos lo que retocar o añadir o retrabajar, así que normalmente llego al estudio con una lista de tareas y voy pasando de una a otra.

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Protected, óleo sobre lino, 160x130 cm (2018), Floating Paradise, tempera y óleo sobre lino, 24x32 cm (2016), Rue Africaine, óleo sobre lino, 195x140 cm (2020).

¿Crees que hay algún tipo de relación entre el consumo de cannabis y la creatividad? 

“El desarrollo tecnológico ha llevado al ser humano a alejarse progresivamente de su conexión con la naturaleza, y me gusta imaginar un mundo paralelo en el que todavía seguimos conectados”

¡Es una pregunta trampa! La relación entre ellos es la relación que se quiera establecer. Lo que creo es que la creatividad es un proceso que, aunque para cada artista es diferente, se compone de etapas de reflexión y de trabajo con el medio. En ese proceso, la consciencia explora la memoria y traduce experiencias o ideas a través de un lenguaje: pintura, música, palabras... El cannabis altera ese estado de consciencia, y puede facilitar la transmisión o relación de ideas, pero también puede entorpecerlo, depende de la persona. La experimentación con drogas por los artistas a lo largo de la historia para alcanzar ese estado es un hecho, pero la creatividad, en esencia, existe con o sin ellas.

¿Qué diferencias ves en el apoyo a los artistas entre España y Bélgica? 

Creo que en España hay mucho apoyo institucional, muchas becas y concursos de adquisición y producción, más que en Bélgica, probablemente. Pero aquí, además de un valor social o cultural, el arte se considera un trabajo. Existe un estatus oficial de artista, un sistema de paro laboral para los trabajadores de la cultura que no reciben una remuneración mensual.

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Câlin, óleo sobre lino, 180x155 cm (2021), The waterfall, óleo sobre lino, 32x24 cm (2022).

¿Y en cuanto a legislación de drogas? 

En Bélgica el consumo es ilegal; no está penalizada la posesión de una pequeña cantidad de cannabis, pero creo que la legislación es similar a la española. En cuanto al consumo, tengo la impresión de que aquí la gente es más tolerante, quizás por ser Holanda un país vecino, o Alemania, donde el cannabis se legalizó el año pasado.

¿Recuerdas cuándo tomaste la noble determinación de que querías ser artista? 

Recuerdo que de niña decía que quería estudiar Bellas Artes, pero nunca tomé de manera consciente la decisión de ser artista, fue una trampa del destino. Me sumergí en esos procesos de los que hablaba progresivamente, y de repente me di cuenta de que, si no sigo llevándolos a cabo, me vuelvo un poco más loqui [risas].

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Forest mannequin, tela, pasta polimética, esmalte, resina y piedra cerámica, 75x30x30 cm (2023) y Velvet creeper mannequin, tela, terciopelo y piedra cerámica, 75x20x20 cm (2023).

De todas las exposiciones que has visitado, ¿cuál dirías que te ha causado mayor impacto? 

La exposición retrospectiva de Vermeer en el Rijksmuseum de Ámsterdam en el 2023 me causó un gran impacto; aún no me he recuperado de eso. Y no sabría qué decir, porque todo lo que diga para describir el aura de esas obras es poco. Creo que Vermeer miraba mucha pintura oriental. Me siento agradecida de haber podido estar ahí.

Para finalizar, cuéntanos cómo sería tu porro ideal. 

Mi porro ideal sería uno de los que ya me fumé en mi primer año de estudiante en Bélgica. Nos juntábamos amigos de la escuela a dibujar, escuchar música, hablar y beber té caliente. Esos compañeros y artistas están ahora repartidos por el mundo y ese momento ya pasó, pero sigue siendo mi porro ideal. 

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Waterfall, óleo sobre lino, 21x16 cm (2024).

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Instalación de la obra Guadalupe, en Forbidden city, Amberes (2019).

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Coral Costume, madera de roble (técnica mixta), 115x50x40 cm (2015).

Victoria Iranzo o la poética de lo orgánico

Tied up, óleo sobre lino, 32x27 cm (2023).

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #328

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