“Igual que en The Twilight Zone se hablaba del macartismo, nosotros vamos a hablar de Apple”. Esta era una de las varias frases que Charlie Brooker y su productora y compañera de batallas Annabel Jones habían subrayado en su pitch de Black Mirror para Channel 4. Estamos en algún momento de 2009 y la dupla se había ganado la confianza de los ejecutivos de esa cadena después de que Dead Set: Muerte en directo (2008), su anterior ficción, se convirtiera en un acontecimiento televisivo y llegara a ser nominada a los Premios Bafta en la categoría de Mejor serie dramática. Tenían a los directivos de ese canal de su parte. Y, contra todo pronóstico, no se equivocaron.
La televisión del siglo XXI no se entiende sin Charlie Brooker, antes y después de Black Mirror. No obstante, esa serie de apenas tres episodios que golpeó nuestras retinas en 2011 se convirtió inmediatamente en un hito de la ficción contemporánea, no solo por su impacto entre el público global en un momento en que la tecnología 2.0 se abría paso en nuestro día a día sino por la manera en que reúne formatos y géneros televisivos de un modo absolutamente brillante. En Black Mirror está la crítica distópica a la actual sociedad 2.0, a los reality shows y al poder de la tecnología, pero también recuperó la ciencia-ficción en televisión y el concepto de serie antológica que, por entonces, se había denigrado. Es cierto, con cada nueva temporada no paramos de decirnos que los nuevos capítulos de Black Mirror no son tan potentes como los primeros, pero, ¿qué otra serie actual ha predicho cómo iba a ser nuestra vida de aquí a cinco años y no se ha equivocado?
Todo nació en Endemol
Un poco de genealogía nos ayudará a comprender cómo se forjó el interés de Brooker en el panorama mediático y tecnológico actual. El creador televisivo se graduó en Comunicación, pero pronto encontró un trabajo vendiendo ¡videojuegos! De hecho, su primera experiencia en el periodismo fue reseñando esos productos y haciendo la tira cómica Cybertwats para la revista PC Zone, aunque pronto se hizo conocido por su tono satírico y su ácida visión de ese mundo. De ahí, pasó a escribir artículos incendiarios en su columna “Screen Burn” para The Guardian a la vez que en la web TVGoHome, y no tardó en lanzarse a la creación televisiva cuando debutaba el siglo XXI: los late night shows The 11 O’Clock Show, Brass Eye o la sitcom Nathan Barley.
Con Screenwipe su estatus se transformó. Emitido en BBC Four entre 2006 y 2008, la primera temporada del programa constaba de tres episodios de media hora de duración y fue un auténtico bombazo. Su propuesta era simplísima: Brooker en el salón de su casa analizando varios programas de la televisión británica con un tono cáustico y chistoso. El resultado, toda una masterclass sobre cómo se hace la televisión (y sus efectos) que le abrió las puertas a cosas todavía más serias.
Dead Set: muerte en directo fue una inmejorable carta de presentación y una serie que todavía hoy, quince años después, no ha perdido ni un ápice de su valor, sometidos como estamos a la exhibición de nuestras vidas en las redes sociales. “Conceptualmente, Dead Set parecía una comedia, con su absurda concepción”, decía Brooker sobre su ficción que sumaba reality shows y zombis en el libro de entrevistas Inside Black Mirror (2018). “Queríamos que fuera un programa de terror televisivo sin concesiones y creíble”, añadía en ese mismo volumen Annabel Jones. “Gran Hermano era el programa más importante de Endemol y, al formar parte de Endemol, esperábamos poder hacer Dead Set de una forma auténtica, con acceso a la presentadora Davina McCall, la casa de Gran Hermano, la marca...”. Estrenada el 27 de octubre de 2008, solo seis semanas después del final de Gran Hermano de aquel año en el mismo canal, Dead Set: muerte en directo revolucionó por completo la ficción de zombis y los realities. Y fue el éxito que permitió que Brooker expandiera aún más su mirada cáustica sobre el mundo.
‘Black Mirror’, el espejo roto de nuestro presente
“Como soy una persona paranoica, en cuanto veo un anuncio en el que todo el mundo está feliz y sonriente, pienso inmediatamente que es un anuncio siniestro de una película distópica. El hecho de que pareciera tan feliz significaba que no podía durar, así que eso me inquietó de inmediato”, contaba Brooker sobre la idea de fondo que le movió a desarrollar Black Mirror: una publicidad de Apple. Con seis temporadas a sus espaldas a lo largo de casi doce años, resulta complicado cuantificar el alcance cultural de esa serie, pero un dato puede servirnos de punto de partida de la relevancia de esa ficción ya en sus inicios: el 4 de diciembre de 2011, más de dos millones de británicos vieron en directo el primer episodio de la primera temporada de la serie, el infame “El Himno Nacional”, en el que el Primer ministro del Reino Unido se ve obligado a tener relaciones sexuales con un cerdo para salvar la vida de la princesa Susannah, que ha sido secuestrada.
“‘El Himno Nacional’ va de la humillación y del apetito del público por la humillación. La audiencia celebrará a cualquiera que esté preparado para ser humillado solo para entretener”, contaba Jones en el libro sobre la serie. Para muchos, no obstante, ese capítulo tenía un sentido más obsceno y se instaló en su memoria como el episodio en que el Primer ministro se folla a un cerdo. Para los británicos, por si no fuera suficiente, esa imagen resucitó en sus cabezas cuando en 2015 el Daily Mail publicó un avance de una biografía no autorizada del entonces Primer ministro David Cameron, en la que sus autores, Michael Ashcroft e Isabel Oakeshott, contaban que Cameron habría introducido su pene en la boca de un cerdo muerto como parte de una ceremonia de iniciación de la Sociedad Piers Gaveston de la Universidad de Oxford.
“Mucha gente preguntó: ‘¿Lo sabías?’”, contaba Jones en Inside Black Mirror . “¡Imagina a Cameron cuando salió ese episodio! Debió de haber pensado: ‘¡Lo saben, carajo! ¡Vienen por mí!’”, continuaba comentando la productora entre bromas. “Cuando eso sucedió”, recordaba Brooker al respecto, “tuve un momento de extraño vértigo. Por un momento me preocupé de que todo en el universo fuera producto de mi imaginación”.
Más allá del conocido como Piggate, la serie lleva más de una década especulando desde una perspectiva ludita sobre cómo el desarrollo pernicioso de una tecnología nos va deshumanizando paulatinamente. Los dispositivos son variados –transferencias de conciencia e implantes tecnológicos siniestros, sistemas de vigilancia y rastreo, redes sociales sospechosas, aplicaciones malignas, videojuegos demasiado reales o perros y abejas robot asesinos– pero el efecto es el mismo: la victoria del más cruel, el sometimiento del más débil.
La vida después de Black Mirror
Ni “Beyond the Sea” o “Demon 79”, capítulos de la sexta temporada, ni siquiera “Bandersnatch”, el episodio interactivo que lanzaron en la Navidad de 2018, han logrado ese impacto inicial de la ficción, pero, aun así, episodio a episodio de Black Mirror, seguimos constatando que Brooker va un paso por delante del desarrollo tecnológico actual, como demuestra el conflicto deshumanizante vía la tecnología face swap (cambio de cara) que se narra en “Joan is Awful”.
Con todo, las creaciones paralelas a Black Mirror condensan a día de hoy al Brooker más creativo, chistoso y subversivo. Un ejemplo es el particular repaso a lo peor del año que desfilaba en A la mierda el 2020 y A la mierda el 2021, ambos para Netflix. Los dos programas están pensados como falsos documentales, con no pocos giros de comedia, en los que imágenes reales de los principales acontecimientos de los últimos doce meses se combinan con el análisis de expertos interpretados por Hugh Grant, Lisa Kudrow, Samuel L. Jackson, Kumail Nanjiani, Tracey Ullman o Leslie Jones.
En la misma línea se sitúa La Tierra según Philomena Cunk, en el que la cómica británica Diane Morgan (vista en A la mierda el…) se pone en la piel de la feliz ignorante Philomena Cunk para llevarnos de viaje por la historia de la humanidad... a su manera. Cero rigor en los cinco episodios de media hora de este falso documental que aborda los hitos de la historia humana –Filosofía, Roma, Edad Media, Renacimiento, Napoleón, Guerra Fría– desde la más maravillosa estupidez y que pone en un brete a todos y cada uno de los académicos que se prestan al contraplano serio. Una serie corta e intensa que, así pues, se burla de las fake news y del negacionismo histórico utilizando su misma medicina.