En Buenos Aires la nieve es como un alien, un fenómeno tan extraordinario que parece de otro mundo. La primera e intensísima gran nevada registrada en la zona se produjo en junio de 1918 mientras que la segunda gran nevada en el área metropolitana bonaerense ocurrió al cabo de 89 años, el 9 de julio de 2007, en pleno Día de la Independencia del país.
Los argentinos, no obstante, han sido también testigos de otra nevada histórica que aconteció antes de que llegara el siglo XXI, cuando Héctor Germán Oesterheld, junto al dibujante Francisco Solano López, publicaron en 1957 la mítica historieta El eternauta, un cómic que marcó la historia del formato en Argentina, cosechó una legión de fans por todo el país y supuso la consagración de su autor. “Acunándose en el aire quieto, de lo alto caían tenuísimos copos; casi transparentes, emanaban una débil luz de trasmundo”, se puede leer en las primeras viñetas del tebeo. “Todo hasta donde se podía ver, se cubría ya de aquella nevada. Nevada irreal, nevada de dibujos animados. Y mortal, terriblemente mortal…”.
Una obra de culto

El obelisco de Buenos Aires bajo una nieve radiactiva.
Con el estreno en Netflix el próximo 30 de abril de la serie El eternauta será la cuarta vez que los argentinos vean la nieve cubrir la ciudad, aunque aquí, como en el cómic original, los copos son el signo del apocalipsis, ya que una tormenta provocada por una invasión alienígena ha aniquilado a la mayor parte de la población mundial y el destino de los hombres parece quedar en manos de un solo hombre, Juan Salvo, un simple padre de familia transformado en combatiente heroico y el eternauta del título que viaja desde un futuro paralelo para presentarse en el hogar del alter ego de Oesterheld y contarle lo que le ha sucedido a la humanidad.
Dirigida por Bruno Stagnaro, realizador de Pizza, birra, faso (1997) y Okupas (2000), y con Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo, la serie de El eternauta ha sido cuidada al máximo con el fin de respetar el legado de un tebeo de culto que ha marcado a varias generaciones de argentinos. De acuerdo con Netflix, se filmó íntegramente en localizaciones reales de Buenos Aires entre mayo y diciembre de 2023, cuenta con el asesoramiento del nieto del autor, Martín M. Oesterheld, y se habla de un presupuesto total de más de 15 millones de dólares. Todo para que la ficción deje de lado las polémicas suscitadas por su fidelidad (o no) al cómic original y sacuda a las nuevas generaciones de televidentes del mismo modo que lo hizo el tebeo en su día.
Su primera aparición fue en el primer número de Hora Cero Semanal, el 4 de septiembre de 1957. En un principio, se trataba de un cuento corto, de apenas setenta viñetas, pero el éxito del primer número supuso que la distopía de Oesterheld ocupara las páginas de ese suplemento casi hasta su cierre. Para hacernos una idea del impacto creativo de este primer número, cada 4 de septiembre desde 2005 se celebra en Argentina el Día de la Historieta, que coincide con la efeméride del original de Hora Cero.

Andrea Pietra, Carla Peterson y Marcelo Subiotto forman parte de un elenco de lujo.
El eternauta tuvo sucesivas reediciones y en España se puede encontrar fácilmente en librerías desde que fue relanzado por Planeta Cómics. También varias secuelas, cuyo tono fue variando al compás de la deriva política de Argentina y del propio Oesterheld. Si el cómic original cabe leerlo en el marco de la deshumanización que vivía el mundo ante la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial, como asegura el experto Miguel Ángel Foncueva, las ediciones que siguieron toman una postura combativa, ética y estéticamente. En 1969, Oesterheld junto a Alberto Breccia publicaron una nueva versión de El eternauta en el número 210 de la revista Gente, que presentaba unos cuantos cambios en el argumento y un dibujo de un expresionismo perturbador, acorde con el clima conflictivo que se instaló en el país con la dictadura militar fruto del golpe de estado del 28 de junio de 1966. Los lectores quedaron horrorizados por la fuerza expresiva de esa versión y, en el número 217 de la revista, los editores publicaron sus disculpas y dieron por terminada la experiencia. Sobre esa tentativa de rehacer El eternauta, su autor dijo: “Fue un fracaso. Y fracasó porque no era para esa revista. Yo era otro: no podía hacer lo mismo”.

Las tres primeras entregas de El eternauta y una de sus viñetas.
Para entonces, Oesterheld estaba bastante implicado en la militancia política en el grupo de los Montoneros y se vio obligado a pasar a la clandestinidad. Escondido en viejas redacciones, escribió El eternauta II (1976), de nuevo con Solano López en el arte, y de inmediato de ser publicada fue censurada por el gobierno militar. El eternauta tercera parte (1983) fue escrito cuando Oesterheld ya había desaparecido, y su guion es obra de Alberto Ongaro, mientras que los dibujos de Oswal y de Mario Morhain están desarrollados a partir de algunos diseños de Solano López. Es el punto de inflexión de un universo que se ha ido expandiendo hasta prácticamente hoy entre publicaciones, historias no editadas, conflictos legales por los derechos de autoría y, sobre todo, el recuerdo del terrible destino de Oesterheld, secuestrado en 1977 y víctima de la dictadura militar de Jorge Videla.
Una adaptación ‘via crucis’

Además de Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo, la serie cuenta con actores como el uruguayo César Troncoso.
Desde que Netflix adquirió los derechos de la obra en 2020, la producción de El eternauta ha generado una gran expectativa, también porque la traslación a la pantalla del cómic ha sido una verdadera odisea. Y es que las célebres tiras de cómics de Oesterheld y Solano López han estado a punto de ser llevadas al cine en varias ocasiones. Adolfo Aristarain mostró su intención de dirigir una versión del tebeo y en una entrevista de 1998 en el diario argentino La Nación contó que no llegó a hacer el guion porque había problemas con los derechos. Además, estaba la cuestión del presupuesto: “Es una película muy cara y donde no hay plata en serio no se puede hacer. Y terminás haciéndola con los yanquis, con lo cual hacés una película de ellos y la base de El eternauta es que es muy porteña”, decía. Otra gran cineasta argentina, Lucrecia Martel, también mostró su interés en adaptar el cómic y en 2008 se anunciaron las primeras tomas de contacto con El deseo, la productora de Pedro Almodóvar. Sin embargo, diversos conflictos con la familia de Oesterheld provocaron que el proyecto fuera finalmente desestimado. Dos de incontables intentos de un proyecto que parece que ahora se va quitar de encima el adjetivo de maldito. Está por ver ahora si la serie de Stagnaro para Netflix cumple con la máxima de Oesterheld, que es la de El eternauta: “El único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual”.