La vida de Taylor Sheridan está forjada con el material con el que se hacen las películas. Nacido el 21 de mayo de 1970 en Cranfills Gap, una pequeñísima población en el centro de Texas de apenas 277 habitantes, según el censo de 2020, Sheridan hizo de todo antes de convertirse en el nuevo rey de la televisión estadounidense.
Durante sus años en Austin, adonde se había mudado para estudiar en la universidad, se ganó la vida pintando casas y cortando el césped que tapizaba los barrios suburbanos. Llegó a Hollywood queriendo ser actor y, en uno de esos giros del destino, cuando su recorrido como intérprete llegaba a su fin, se reconvirtió en guionista y ha logrado ser el showrunner más codiciado del medio. Solo a los muy talentosos les está reservada la oportunidad de estrenar dos series el mismo mes y Sheridan apunta alto. El 14 de noviembre llega a SkyShowtime la quinta temporada de Yellowstone, mientras que su nueva ficción, Landman, estará disponible en la misma plataforma el día 20 de noviembre.
Puede que su larga faceta como actor sea uno de los motivos por los cuales los personajes de sus historias son tan poderosos. Puede que simplemente Sheridan no tenía lo que hay que tener para ser una estrella como Brad Pitt o Kevin Costner y estaba predestinado a realizarse como creador detrás de las cámaras, pero, como se suele decir en las películas, Sheridan lo intentó con todas sus fuerzas. Una serie de roles recurrentes en series como Walker, Texas Ranger, La Doctora Quinn, Policías de Nueva York o CSI le pusieron en el circuito antes de que su papel más importante hasta la fecha, el subjefe de policía David Hale en Hijos de la anarquía, de FX, transformara su carrera por completo, aunque tal vez de la manera más inesperada.
Una temporada en Wyoming
Pese a que Hijos de la anarquía le brindaría una cierta estabilidad económica, Sheridan no estaba contento con la manera con la que los productores le trataban. Esto es, cobraba poco y, a pesar de interpretar un papel regular en la serie, todavía seguía apareciendo en los créditos como estrella invitada. Así contaba su frustración en AdWeek: “Había hecho las dos primeras temporadas de Hijos de la anarquía como estrella invitada, y me parecía bastante injusto. Así que dije: ‘Chicos, ¿qué tal si me pagáis lo que me debéis?’”.
La gota que colmó el vaso llegó cuando, antes de ponerse con la tercera temporada, los productores de la serie le ofrecieron un salario que era “la mitad de lo que están dando a los otros catorce habituales de la serie”. Sheridan reclamó y, con la queja, se le cayó la venda de los ojos: “Me dijeron: ‘No lo vales’. Así que lo dejé y aprendí que probablemente tenían razón, porque llevaba quince años dándome cabezazos contra la pared. Me ganaba la vida a duras penas. No hacía muchos trabajos de los que me sintiera orgulloso”. Para entonces, por si no fuera suficiente, Sheridan y su mujer estaban esperando un hijo, “y no podía imaginarme siete años después de que naciera el niño, diciéndole ‘puedes ser lo que te propongas, hijo, pero no puedo ir a tu partido de fútbol porque tengo una audición de Windex’. Así que dejé de actuar”.
¿Qué iban a hacer, así pues, los Sheridan después de asumir esa chocante realidad? Sin demasiadas perspectivas, Sheridan aceptó el trabajo de gerente en un rancho de Wyoming. El matrimonio se trasladó a una caravana en Pinedale, porque “no permitían familias en el rancho”, y Sheridan se refugió en la escritura gracias a que su mujer tiró de tarjeta de crédito para comprarle el software Final Draft, que le iba a ayudar a dar forma a su guion.
El western de la Gran Recesión
Con la que sin lugar a duda fue la mejor compra de su vida, Sheridan escribió Mayor of Kingstown, cuyas tres temporadas se encuentran en SkyShowtime. La historia tardó diez años en hacerse, pese a ser el primer libreto del showrunner. El guion era tan potente que, tras enviárselo su abogado a varios agentes y productores, se volvieron locos por la historia. En lugar de venderla, Sheridan habló con su letrado y le propuso un plan diferente: “Le dije: ‘Hugh, voy a guardar esto en un cajón y no lo sacaremos hasta que tenga el poder suficiente para hacerla como queremos’. Y tardó 10 años”.
Sheridan debutó en el negocio de la escritura recién cumplidos los 41 años y en menos de un lustro iba a obtener el Oscar por el magnífico guion de Comanchería (2016). Antes, estrenaría crédito como guionista con la aclamada Sicario (Dennis Villeneuve, 2015), por la que recibió una nominación al premio del Sindicato de Guionistas. Las dos cintas son, a todas luces, dos de los thrillers que mejor definen no solo el estado del cine americano de la pasada década, sino también el pulso de un país en constante contradicción consigo mismo.
Si con Sicario firmaba un solidísimo narcothriller que viajaba, mediante una atmósfera sofocante y claustrofóbica, a los infiernos de la violencia fronteriza, Comanchería es, más probablemente, el western que mejor resume la Gran Recesión de 2008, porque, en el filme, Chris Pine y Ben Foster son dos hermanos atracadores de bancos que, con el botín, tratan de amortizar la hipoteca sobre la granja familiar que está a punto de arrebatarles ese mismo banco cuyas sucursales desvalijan.
Así, con una meteórica carrera como guionista, enseguida Sheridan se alió con John Linson para poner en marcha Yellowstone, que estrenó en 2018. Es su proyecto más famoso y longevo, aunque como ha dejado claro en los últimos años, no es el definitivo.
Pozos de ambición
Con películas como Windriver (2017), con Jeremy Renner, Elizabeth Olsen, y Aquellos que desean mi muerte (2021), con Angelina Jolie y Nicholas Hoult; o series como la citada Mayor of Kingstown, Operaciones especiales: Lioness o Tulsa King, cuya segunda temporada, de hecho, acaba de aterrizar también en SkyShowtime para traernos de vuelta a Sylvester Stallone tratando de imponer su imperio criminal en Tulsa y Brooklyn, Sheridan parece empeñado en recordarnos que ni lo de Comanchería ni lo de Yellowstone fueron un golpe de suerte.
Landman es su nueva propuesta serial y, como su anterior éxito, cuenta una historia de ambición con un reparto de lujo. Aquí Sheridan ha dejado de lado las llanuras de Montana para trasladarnos a Texas y contar la historia de una guerra por hacerse con los pozos de petróleo que se esconden en gran parte del estado. Basada en el podcast llamado Boomtown de Imperative Entertainment y Texas Monthly, la ficción también narra la realidad entre la lucha de los de arriba y los de abajo, los trabajadores y los “multimillonarios imprudentes que impulsan un auge tan grande que está transformando nuestro clima, nuestra economía y nuestra geopolítica”, como reza la sinopsis oficial de la serie. Billy Bob Thornton, Demi Moore y Jon Hamm encabezan la lista de actores principales entre los que también están Ali Larter, Michelle Randolph, Jacob Lofland, Kayla Wallace, James Jordan, Michael Peña y Andy García. Con un punto de partida así, ¿volverá a convencernos Sheridan con esta serie de que sigue siendo el mejor cronista del actual Estados Unidos? La respuesta, el 20 de noviembre.