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Entrevista a Fermin Muguruza

Universo Muguruza: musical, visual, combativo y psiquedélico

El último proyecto del cantante vasco es un largometraje de animación para adultos que narra un acelerado periplo ambientado en 1967 que mezcla música, revolución y experiencias psiquedélicas. Aprovechamos la ocasión del estreno de Black is Beltza para conversar con Fermin acerca de su película y de su relación con las drogas.

La carrera artística de Fermin Muguruza (Irún, Guipúzcoa, 1962) se remonta a un primer álbum con Kortatu en 1985, una época que trae a la mente la imagen de cintas de casete regrabadas con el título escrito en rotulador. Durante más de tres décadas, el artista vasco más internacional, figura clave de la contracultura, con tantos seguidores en Europa como en América Latina, censurado y atacado judicialmente en España, no ha parado de publicar ni un solo año, consiguiendo siempre superar su propia cima creativa, reinventándose con proyectos más y más ambiciosos. Tras crear casi cincuenta piezas artísticas entre álbumes de música, recopilaciones, documentales, ficciones, cómics, dvd, colaboraciones, obras de teatro y nuevos grupos de música, el último giro del multidisciplinar Muguruza es un largometraje de ochenta minutos de dibujos para mayores: Black is Beltza.

Muguruza habla con Cáñamo en su lugar de trabajo en Irún en la mañana del 20-N pasado y desvela sus variadas e intensas experiencias con las drogas: momentos mágicos vividos con los psicodélicos, la enfermedad contraída a causa de la heroína y su predilección por la vida acelerada de las anfetaminas. Muguruza habla mucho y rápido, recuerda mil detalles, se va por las ramas, retoma el tema anterior y desvela con entusiasmo los secretos del universo Black is Beltza. Solamente se detiene a meditar un instante al recordar sus propias experiencias con los hongos o el peyote.

Ustelkeria, Negu Gorriak
En su canción Ustelkeria de 1991, Negu Gorriak criticaba el tráfico de drogas y pedía su legalización. Esta canción les costó un largo proceso judicial contra el teniente coronel de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, que finalmente ganaron.

Su protagonista tiene varias experiencias muy potentes con las drogas.

El tema de las drogas me parecía interesante contarlo porque es el momento en el que se da toda esa experimentación y se está defendiendo su consumo. En todos mis trabajos he afirmado, a veces de manera explícita, que estoy a favor de la legalización de todas las drogas. Que todo el mundo debe tener derecho a consumir, como debe tener derecho al suicidio, aunque sea la última decisión que tomas en la vida, valga la redundancia. No debe haber ningún tipo de droga ilegal. En una canción (del grupo Negu Gorriak) concretamente, por la que nos denunció el teniente coronel de la Guardia Civil Rodríguez Galindo, comentábamos esto. Aprovechábamos un caso precisamente de narcotráfico, de la implicación de los cuerpos policiales en la distribución de drogas ilegales, para decir que lo que hacía falta era legalizar las drogas. Poníamos el ejemplo de cuando en Estados Unidos se impuso la “ley seca”: fue cuando más mafias existieron, cuando se consumió el peor alcohol, el más adulterado y cuando más se bebió.

En este momento de la película (los sesenta) empezamos a ver la utilización de la heroína. A mí la canción “Heroin”, de The Velvet Underground, que se hace además en este año 1965, siempre me ha parecido una maravilla. Y la entiendo perfectamente. Defiendo la militancia, la consciencia, el ser activo contra este sistema tan injusto, como lo fue en esa época, como lo sigue siendo ahora. Entonces, la alternativa, decir “yo voy a consumir heroína”, siempre me ha parecido lícita, como consumir cualquier otro tipo de droga. En ese sentido, la protagonista, Amanda, comienza su discurso diciendo: “Aunque entiendo la transgresión de la Velvet Underground, hay una utilización por parte del FBI...”. Y comienza a hablar de cómo se está usando la heroína en ese momento. Como se discutió mucho si el FBI utilizó también drogas psicodélicas como el LSD... Pero lo de la heroína está demostrado. Está en su manual de COINTELPRO sobre cómo desmovilizar zonas, vanguardias contestatarias, mediante este tipo de drogas. Pero Amanda dice “la transgresión de la Velvet Underground” porque está haciendo referencia a la canción “Heroin”. Estamos en la Factory (el club de Andy Warhol en Nueva York). Me parece una canción maravillosa y me parece una letra descomunal: cuando dice que en el momento en que la heroína entra en su sangre se siente como un capitán de navío y a partir de ahí ya no le importa nada y se siente mejor que muerto. Amanda recoge esto y afirma: “Dicen que es mejor que la muerte”. Son detalles, para quien lo conozca y para quien no. Ella ya le está dando clases, le está aleccionando, le está dando tortas a nuestro amigo Manex. “Dicen que es mejor que la muerte –afirma, para luego hacer el juego de palabras y decir–: “Pero yo prefiero la pequeña muerte”. La petite morte, el orgasmo, como dicen los franceses. Así, estamos todo el rato jugando con ese tipo de pistas. Estamos haciendo una película y queremos que la gente se lo pase bien, pero puede ir más allá si quiere.

Negu Gorriak
Fermin con Negu Gorriak a principios de los años 90.

La heroína es algo que conocen bien aquí.

Lo conocemos de muy cerca en el País Vasco. Aquí la hemos probado cantidad de gente; lo que pasaba era que la probabas y en seguida te dabas cuenta de la dependencia que podía provocar. Sí, sí, la probé. Y por eso conozco el significado de la canción de Velvet Underground, porque realmente..., te inspira incluso. Pero la mejor droga que se adapta a mi organismo y que más potencia lo que yo soy es la anfetamina. “Pero si tú no la necesitas”, me decía mucha gente. Ya, pero es que a mí me daba una clarividencia mental... En la época de estudiante consumíamos Dexedrina Spansuls, que además era legal, con receta y todo, era de la industria farmacéutica y se utilizaba para centrar a los esquizofrénicos. A mí me parecía algo realmente maravilloso. Yo probé las anfetaminas y, cuando llegó, la heroína también la probé. Cuando la gente llevaba varios días sin dormir y traían para probar la heroína, también yo la probé. Y además la probé por vena. Y eso me costó precisamente una hepatitis C. No era A, no era B, hasta que se descubrió que era hepatitis C. Cuando salió el famoso interferón, tuve que hacer el tratamiento en el 97 durante todo un año, y me curé. Me curé. Pero otra gente no se curó. En la peli, un jamaicano, Rudy, está preparándose su petardo de marihuana. Él es el colega, el dealer de marihuana que luego resulta que está enganchado a la heroína. Aunque más tarde dice que se ha recuperado y está con los tripis. Un clásico del dealer, del que no se ha muerto...

Fermin Muguruza junto al músico Raül Refree
Sobre estas líneas Fermin Muguruza junto al músico Raül Refree en la Fábrica de Creación Fabra i Coats, Barcelona, donde compusieron la banda sonora de Black is Beltza.

Eso demuestra el poder curativo de los psicodélicos.

Jajaja... Sí, pero en realidad lo que pasaba con mucha gente que dejaba la heroína era que acababa con el alcohol y terminaba peor. Son cosas muy complicadas, pero mucha gente ha caído después en el alcohol. En el País Vasco, la droga más problemática ahora es el alcohol. En otras partes del mundo también, pero aquí yo recuerdo cuando estaba con neumonía y el médico me dijo: “Te voy a enseñar la segunda planta”. Soy asmático crónico, caigo en neumonía en el 85 y ahí es donde me dicen que tengo hepatitis C. Desde el año 85 hasta el 97 estuve conviviendo con esa hepatitis C, hasta que pude hacer el tratamiento de interferón y me curé. El médico, que era muy colega, que era seguidor mío... Yo, que era un crío, tenía veintidós años en ese momento, me dijo: “Te voy a dar un paseo por la segunda planta”, que era donde estaban todos los cirróticos, todos los que tenían el hígado destrozado. Pero no como nosotros, que habíamos tenido una experiencia con agujas y con heroína, sino con el alcohol. Y aquí sigue siendo la droga más problemática. Hay que tener en cuenta el aspecto cultural con las drogas, que es muy importante. Los colombianos no vienen aquí a quemarnos los viñedos, pero nosotros sí fuimos allá a quemarles la hoja de coca. Amanda, la protagonista, cuando se va a despedir, la última lección que le da a Manex, el último aprendizaje, es cuando le dice: “Toma”. Y él responde: “¿Qué es?”. Y Amanda le cuenta: “Hoja de coca, allá donde voy las distancias se miden por mascadas”. Es algo que yo conocí en Bolivia, que la gente hablaba por mascadas; dependiendo de la distancia que tuvieran que recorrer, pues tantas para mascar. Esa frase me pareció tan bonita: “allá donde voy...”. Es una época que la tengo muy presente porque es mi infancia. Es el año 67, justo un año antes de las Olimpiadas. Ya sabemos lo que pasó en el 68 con los universitarios y la matanza de Tlatelolco. Es un año del que todo el mundo hablaba, pero yo miro el 67 y me coloco en cuatro meses de la historia que comienza con la guerra de los seis días y acaba con el asesinato del Che Guevara en Bolivia y un epílogo con la muerte de Otis Redding. Es en esos cuatro meses de la historia de la humanidad, que son imprescindibles, donde se concentra toda la acción. Ahí tenía que colocar a la heroína, con el disco de Velvet Underground del 65, la marihuana ligada a la independencia de Jamaica en el 62, mismo año de la independencia de Argelia...

Fermin Muguruza
El cantante cuenta con una gran colección de discos.

También tenemos los hongos en México.

En el año 92 llegué a México. En el 93, al acabar la gira, me fui a viajar con mi compañera porque quería conocer ese país. Me impactó muchísimo. Con gente que conocía de allí me recorrí el país de norte a sur. Quería tener esas experiencias, quería saber realmente... Sí había consumido LSD cuando era un chaval. Recuerdo una noche... Esos LSD famosos que llegaban de Ámsterdam. Consumimos y estuvimos toda una noche escuchando a Leño. Tooooda una noche... Nos creíamos todos Rosendo, imagínate, ¿no? Jajaja..., con dieciséis años, antes de formar Kortatu. En México sí quería llegar realmente al origen, ¿de dónde viene todo esto? Porque el LSD intenta simular a nivel químico toda esa serie de efectos que de manera natural experimenta la gente que ha estado consumiendo durante años hongos o peyote. Aquí los vascos tenemos la experiencia de las brujas con el estramonio, la amanita muscaria, este hongo del que sacaban los ungüentos. Después de la Inquisición nada de esto ha llegado, pero en México existe todavía. Estaba allí. Entonces fui allá. Estoy hablando del año 93. Primero estuve en el sur en Huautla de Jiménez (Oaxaca), y un mes después, en el norte, en San Luis de Potosí, y de ahí a Real de Catorce, que es donde está el peyote, que no tiene nada que ver. Son como dos universos distintos, pero los quería probar los dos. Allí llegamos con el contacto de un chamán. Siempre con contactos de gente. Llegabas allí y sin contactos no te hacían ni caso. En Huautla estuve con una de las discípulas de María Sabina, la famosa chamana que instruyó en el viaje a gente de los Doors, los Rolling, los Beatles, a Jim Morrison y a gente así muy conocida que quería tener estas experiencias. Estuvimos con una de sus discípulas varios días allá. Fue una cosa realmente muy alucinante: poner en orden a tu propio ser con el universo. Los hongos alucinógenos, los camotitos, los derrumbes, tienen varios nombres. Es sobre todo tu interior, tu universo interior con el resto, de ahí hacia afuera. Se consume de noche con una chamana que está cantando, todo se transforma. Cosas increíbles. Sin embargo, con el peyote es completamente distinto. Vas durante el día, teníamos un chamán que nos acompañaba también. Yo quería hacer todo esto al estilo originario. Y existía esto hace ya casi treinta años. El chamán con un machete nos enseñaba a encontrar el peyote. Al principio no lo encontrábamos caminando por el desierto. “El peyote te llama”, decía. Una vez que lo encontrabas, te comías como un gajo de mandarina y, a partir de ahí, de repente ya se abría todo. Y es verdad. Y veías a los peyotes. Y todo tomaba vida. Y todo tenía sentido de repente. Con la luz del sol. Era algo realmente muy, muy inspirador. Fueron muy, muy importantes, estos dos viajes que hice durante varios meses que estuve allí. Fueron experiencias realmente alucinantes. Y en este sentido sí que yo aquí –en Black is Beltza– he proyectado cosas que me ocurrieron realmente.

Black is Beltza
Black is Beltza retrata de forma explícita y honesta las aventuras psiquedélicas de su protagonista.

Y LSD en Monterrey.

Después tenemos el propio LSD que Manex consume en el festival de música de Monterrey. Y ¡boom!, en ese momento con la música, él mismo se cree que es Otis Redding. Una vez me preguntaron quién me hubiera gustado ser y dije que Otis Redding. Sigo poniendo sus discos últimamente para levantarme, y me conmueve muchísimo su manera de cantar. El concierto de Monterrey...; es algo muy especial lo que está pasando ahí. Fue la consagración de muchos de estos artistas. Incluso Janis Joplin cambió su manera de cantar después de escuchar a Otis Redding, que justo a los seis meses muere. Monterrey fue un momento histórico; no había habido una mezcla de estilos como la que se dio en aquel momento. Había eventos más folky o más blues o rock. Pero un concierto en el que vienen los Who, que habían editado My Generation en el 65, a presentar su disco y lo rompen todo; Jimi Hendrix también dándole fuego a la guitarra; Janis Joplin, que hace incluso dos actuaciones y, de una manera más bestia, imita la manera de cantar de Otis Redding; el propio Redding que canta soul; también fue Ravi Shankar a cantar con las tablas hindús. Ni siquiera son hippies, es una estética de estudiantes, sobre todo de Berkeley, de donde están surgiendo todos los movimientos contraculturales y contra la guerra de Vietnam. Es también el lugar de donde surgen los Black Panthers en ese momento. Para mí el festival de Monterrey es una catarsis, es una gran referencia para mí porque tenemos el soul de Otis Redding, a Jimi Hendrix –mi hermano decía que si dios existiera tenía que ser Jimi Hendrix–, tenemos a Janis Joplin, a los Who, que para mí y para Iosu Eskorbuto eran nuestra gran referencia. Había muchos otros grupos punk y así que nos gustaban, pero grupos anteriores… Los Who era lo que nos unía a los dos. Escuchar cosas de los Who era “¡buaaa, ¿qué es esto?!...”. También es una banda muy anfetamínica, aunque luego tienen una evolución, pero es una banda de puro speed. En Black is Beltza, al retratar una época concreta, tiene que estar todo esto; tenía que mostrar todo esto, el tema de las drogas psicodélicas. Esa defensa de las drogas, sobre todo el tema de la apertura de la percepción, que yo creo que ahora es tan difícil. Te hace pensar: “es que tiene que haber un equilibrio, tiene que haber un sistema social más justo”. Eso está relacionado con este entender la vida de esta manera; eso que yo sentí que entendí con estas drogas psicodélicas naturales.

La película funciona como un manual, lleno de pistas, plagado también de un montón de referencias literarias y cinematográficas.

Es una muestra de que la revolución cultural también existía en ese momento. Era un potenciador de la revolución política. No se puede entender en esos años la una sin la otra. No se puede entender el México mágico si no lees a Juan Rulfo. El realismo mágico. O todo lo que sería América Latina sin Cien años de soledad de García Márquez, que se edita en el año 67. Tenemos la música, la literatura y los ensayos también. La sociedad del espectáculo, de Guy Debord, se escribe en el 67. Cuando estuve en México y otros países latinoamericanos leí mucho Eduardo Galeano (Las memorias del fuego), Mario Benedetti, García Márquez, Rulfo, siempre Rulfo... Esos libros sí que te hacen viajar de una manera distinta si has tenido estas experiencias (psicodélicas), te hacen entender de una manera distinta estos libros. Y escuchar la música de otra manera. Y en cuanto al cine, hay una película de Luis Buñuel que aparece en el Infierno –un bar de la película–, Belle de Jour, que se estrena también en el 67. Y tenemos también a Pontecorvo, que estrena esta maravillosa película que es La batalla de Argel. Gente que está construyendo el relato cultural a través de sus obras. Es un catalizador que remueve todo el elemento político, y no se puede entender una cosa sin la otra. En este momento todo forma parte de un todo, y eso es lo que a mí me parece interesantísimo. Y cuando escuchas de repente “Sargeant Pepper’s” (The Beatles), te das cuenta de que ellos consumieron también este tipo de sustancias para construir su música. Así, cuando Rudy (el personaje jamaicano de la película) le ofrece LSD a Manex, le canta “Lucy in the Sky with Diamonds”. Suficientemente aparecen detalles, para que tú te fijes. En otras películas te colocan marcas para que tú, de manera inconsciente, veas que alguien está utilizando un iPod, un Mac o un determinado coche. Aquí estamos simplemente dando información sobre elementos a los que tú puedes acceder si quieres, puedes interesarte y te van a hacer mejor persona.

‘Black is Beltza’

Black is Beltza

Este largometraje de ochenta minutos de dibujos para adultos es en realidad la culminación de un proyecto iniciado por Fermin Muguruza hace diez años que ya ha producido un buen número de actividades y obras: un universo creativo en el que destacan una banda sonora original espectacular, un documental making of y una novela gráfica.

Black is Beltza, la película, cuyo guion firman Muguruza, Harkaitz Cano y Eduard Solà, es un thriller que concentra su acción en 1967: “En cuatro meses de la historia de la humanidad que son imprescindibles”. El protagonista es Manex Unanua, un vasco que en Nueva York emprende un periplo que le lleva a Cuba, México, California y Argel. Se cruza con infinidad de personajes reales y ficticios: Amanda, Laia, los Black Panthers, Jimi Hendrix y Che Guevara, que dan vida a una ficción en la que todo lo que sucede ocurrió de verdad.

Las drogas, como la música y el pulso revolucionario, tienen un papel clave en el viaje iniciático de Manex: tose fuerte con su primer porro de marihuana de manos de unos colegas jamaicanos de Harlem (Nueva York), pierde la cabeza con los hongos mágicos en México y experimenta inmerso en un viaje de LSD un orgasmo musical escuchando a Otis Redding.

www.blackisbeltza.es

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #255

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