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Entrevista a Manuel “Capitán Cianuro” Martinez

Nuestra revista hermana, Cáñamo Chile, publicó una entrevista al iconoclasta Manuel “Capitán Cianuro” Martinez. Conoce a unas de las voces de la cultura cannábica de Chile.

THC: Tramas, Cuentos e Historias

En las últimas semanas de confinamiento, Manuel Martínez se mantenido activo en sus redes discutiendo sobre el impacto social y los problemas de desigualdad que ha dejado en evidencia la pandemia de covid-19. Es más, gracias al periodo de encierro por la cuarentena, encontró el tiempo para terminar su noveno libro titulado “THC: Tramas, Cuentos e Historias” que tuvo un lanzamiento online, el pasado 28 de mayo, por diferentes canales de Internet.

Así, el escritor, comunicador social y ex columnista del diario La Nación, ha aprovechado la popularidad de las videollamadas para compartir su pensamiento reflexivo, crítico y realista de la crisis sanitaria mundial en diversos medios de Latinoamérica. Cuando en Chile los contagiados superan los 150 mil casos confirmados y más de 2500 muertes, Manuel “Capitán Cianuro” Martínez es enfático para hablar de la respuesta ha tenido el gobierno ante la gravedad de la situación, “acá los culpables son todos”.

¿Cómo ha sido tu tiempo en cuarentena?

Traté de la darle la vuelta a la mala onda de estar en cuarentena y me puse a producir. Así que saqué un libro que se llama “THC: Tramas, Cuentos e Historias”, que lo tenía prácticamente sellado, pero tuve el tiempo de revisarlo y de darle vida. Además, por las circunstancias que se están dando, apareció una persona de la comunidad de Internet, Gustavo Bernal, quien tiene una imprenta y trabaja libros hechos por libro pagado.

¿Cómo funciona eso?

Fácil, tú me compras un libro, yo te lo mando a fabricar y te lo despacho a domicilio. La verdad es que es una modalidad que me ha funcionado muy bien. Tan bien que incluso programamos un lanzamiento por varios canales de streaming. En fin. Como me dedico mucho tiempo sólo a escribir, como que no me ha afectado tanto la cuarentena. Pero sé que mucha gente está afectada, deprimida y estresada. Más todavía si te estás quedando sin trabajo, si tus recursos se empiezan a agotar y si estás pasando hambre. Es un problema y no deja de ser preocupante aunque uno esté un poco mejor.

Imagino que por tu experiencia tienes recomendaciones para controlar la ansiedad y manejar el estrés. Sobre todo para este periodo de crisis y de constantes cambios en el que está la gente.

El 2020 siempre se había visto como un momento muy diferente a cualquiera de los que íbamos a vivir. Es algo que te lo pueden decir desde los astrólogos hasta quienes se han interiorizado en descubrir los cambios paradigmáticos. Si lo veo por el lado energético, este es un año en el que hay más canales de energía abierta y, por lo tanto, con o sin pandemia algo iba a suceder. Y justamente está sucediendo ese cambio paradigmático. Desde ese momento, yo he recomendado incursionar en sí mismo y hacer ejercicios de yoga o meditación. Si hoy no te encuentras contigo mismo, te vas al carajo. Aunque, yo no le puedo pedir a una persona con hambre que comience a meditar. Pero sí le puedo decir que se detenga un minuto y visualice con tranquilidad lo que puede hacer para sobrevivir.

¿A qué te refieres con eso?

Somos una sociedad que desde el 18 de octubre nos quedamos absolutamente solos. No tenemos autoridades que nos representen y tampoco tenemos un parlamento que no sea un chiste. Siempre les digo a los que están cerca mío, que primero se cuiden porque el sistema no te está cuidando y más encima te está mintiendo. Hoy, el Estado te está mintiendo porque nuestro presidente es un mentiroso y tiene a delirantes en su gobierno. Debemos tener claridad en ese aspecto. De manera que, sepamos que estamos solos, pero que estamos en una comunidad donde nos ayudamos entre todos.

En este proceso en el cada uno está sobreviviendo, ¿cómo has visto el rol del Estado para manejar la pandemia?

Nos han dicho cifras que no son reales. Alejandra Matus fue la primera que puso la alerta que nos estaban mintiendo. Hablamos de un Estado que se ha programado para mentir permanentemente. Yo no sólo he vivido 30 años, sino que los últimos 47 años. Así que sé que la dictadura es la causante de los grandes problemas sociales que hoy día vivimos. Cuando estamos amarrados a ciertas herramientas legales que permiten que seamos un Estado subsidiario, es difícil que los ciudadanos se sientan protegidos. Yo soy radical en mirar la situación y creo que todos lo han hecho mal. Desde un Presidente delirante que decía en octubre que éramos un oasis. Hasta el Ministro de Salud que en enero hablaba de 100 mil camas para atender la emergencia sanitaria, pero hoy está colapsado el sistema de salud y la gente debe esperar en los pasillo de los hospitales.

Es un modelo que está privilegiando el sistema económico.

No tomamos las medidas a su tiempo. Se lo dijo el Colegio Médico y la Mesa Social, pero no entienden y no les interesa. Pareciera que este gobierno quiere que la gente se contamine en las calles y muera. Además, queda otro tema, el país próspero del cual hablaban sólo estaba lleno de deudas prósperas. La gente estaba endeudada hasta el cogote y hoy la gente no sabe de dónde sacar recursos. Este es el momento en que el Estado debe echarle una mano, por último, al porcentaje constitucional para ir en ayuda de las personas que lo están pasando mal. No hemos llegado ni siquiera al peak de la pandemia, recién estamos en la línea ascendente.

Los problemas sociales de la pandemia nos ha demostrado que nuestro modelo económico es frágil y se cae a pedazos. Ahora, ¿hacia dónde dónde deberíamos llevar la discusión?

Debe generarse un equipo multidisciplinario y multi social para buscar lineamientos claros para enfrentar lo que viene. Porque lo que ha pasado ya está y lamentablemente hemos arrastrado basura dentro del río. ¿Cómo podemos limpiar el río? Escuchándonos y abriendo un diálogo. Tomando más en cuenta a Jadue y no teniendo a Lavín como el dueño de los matinales. Sacando al Ministro de Salud y colocando a alguien mucho más completo. Pero sabí qué, vivimos en un Estado tan precario donde aún mantenemos el Shoa y la Oficina Nacional de Emergencias incluso después de lo que sucedió con el terremoto del 27F. Entonces, ¿realmente queremos avanzar o vamos a estar siempre arreglando la carga arriba del burro?

Por lo mismo, las protestas sociales en tiempos de pandemia apuntan a problemas de desigualdad que se arrastran desde mucho antes del 18 de octubre.

Yo no exculpo a nadie porque todos tienen una cuota de responsabilidad. Desde los socialistos que fueron gobierno en su momento, como también a la derecha que son más peligrosos que cualquiera. Además, nosotros también tenemos una cuota de responsabilidad porque votamos por alguno de estas personas que nos pareció más encantador. Hoy, no sé ni siquiera qué podría suceder en el ámbito electoral. Pobre a quien se le ocurra ser presidente para el próximo periodo. Porque mejorar o nivelar la cancha es muy peligroso cuando hay un Estado que se ha debilitado tanto y autoridades tan poco creíbles.

De hecho, hay un ambiente que advierte que apenas termine la crisis sanitaria resurgirá el movimiento social del 18 de octubre. Pero el futuro es impredecible y lo único seguro es que vamos a morir.

La gran herencia que tengo de mi madre es que ella me posibilita ver cómo ella se muere. Yo estuve a su lado durante el proceso. Es más, veo con dicha que la misma persona que me trajo a la vida y me enseñó de la vida, es quien me muestra la muerte y me enseña a morir. El hombre se preocupa mucho de lo que hará a futuro y el futuro es tan incierto. No tengo la capacidad de aventurarme más allá y ver lo que viene hacia adelante. Lo único cierto es que la muerte nos acompaña desde el día que te iniciaste. Es más, los grandes artífices de mi muerte son mis padres. He nacido para morir y quien no aprende a conocer la muerte, jamás va a entender qué es la vida. Por eso digo que hay que preocuparnos del momento, de construir lo mejor y vivir, que es la única alegría que tenemos.

Por la pandemia también hemos conversado mucho más acerca de la muerte, que es un tema que había sido postergado por la sociedad. Lamentablemente, llegamos a un punto donde el Minsal comenzó a hablar de los fallecidos sólo como un número.

No es la primera vez que nos ven como números. Nosotros somos números estadísticos y generalmente las estadísticas son mentirosas. Por lo tanto, vivimos en una sociedad muy mentirosa. Pero es cierto, estamos en un momento en que el sistema no nos está viendo como personas, sino que nos ve como objetos desechables. Incluso antes, con los más de 30 muertos y los más de 400 mutilados en las manifestaciones desde el 18 de octubre en adelante. Por eso yo planteo que es casi una alegría decirnos que estamos vivos. Lo importante, es darnos cuenta que estamos vivos y estamos despiertos. Por mi parte, estoy resguardandome para estar bien y así poder salir a las calles para decir que se vayan todos. No puede quedar ninguno.

Hubo un momento durante el estallido donde le estábamos haciendo presión al Estado y comenzábamos a conversar cambios estructurales que no se habían discutido antes. ¿Íbamos por un buen camino?

La ciudadanía durante un mes fue soberano e hizo retroceder al Estado completamente. Yo me siento feliz de decirlo así. Piñera tuvo que cambiar su agenda y crear la agenda corta que le duró un mes hasta que en el parlamento se armó un tramposo pacto de paz. El cual, además, no tenía sentido llamarlo así porque aceptaron la guerra que nos había dicho el delirante de la Moneda. El programa de gobierno de Piñera no se ha cumplido en lo más mínimo porque el pueblo se metió entremedio y le dijo “las cosas se hacen como nosotros queremos que se hagan”.

En ese sentido, ¿crees que en el activismo cannábico se puede avanzar también desde ahí?

Las organizaciones que están haciendo cosas, tienen que usar mucho las redes sociales y llegar al punto de mover el piso. No corresponde que en Latinoamérica, con excepción de Uruguay, se tenga prohibiciones y penalizaciones frente a una planta medicinal. Y que no suceda lo mismo con algo recreativo, y tóxico, como lo es el cigarro y el alcohol. Entiendo perfectamente que detrás de ese problema hay un sistema económico que lo permite. De manera que, el día que el injerto de la semilla cannábica sea transgénica, ¿será el momento en que nos van a dar licencia para que la gente la pueda ocupar? En este tema, no entiendo por qué el Estado quiere ser el responsable de uno cuando al final ni siquiera nos da una pastilla para calmar los nervios. En estos días, la gente que se está fumando un caño está más tranquila porque se está tranquilizando de la cagaita que tiene el gobierno y de toda la carga emocional que se nos ha presentado en tiempos de pandemia.

Fuente: Cáñamo Chile

 

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