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“Jamás existió en la Antigüedad un problema de orden público relacionado con el consumo de drogas”

Entrevista a Carlos G. Wagner
Orfeo rodeado de animales, mosaico romano del siglo II (Museo Arqueológico Regional de Palermo).

Entrevista a Carlos G. Wagner, catedrático de Historia Antigua en la Universidad Complutense de Madrid y autor de Las drogas sagradas en la Antigüedad.

Enteógeno es un neologismo, se cree que acuñado por el helenista Carl A.P. Ruck, para definir con mayor exactitud la acción provocada por ciertos pharmaka en aquellos que los ingerían en el curso de ceremonias que constituían el núcleo de muchos cultos mistéricos de la Antigüedad. Así, con ese nombre, se refiere a inciensos y pócimas elaborados a partir de plantas de propiedades psicoactivas, como el cannabis, la adormidera o las solanáceas, que en las vagas y malas traducciones de textos clásicos y religiosos se convierten y ocultan como simples hierbas, escondiendo el corazón de una tradición beoda desde la noche de los tiempos.

El propio cannabis era denominado bangha por los antiguos iranios por ser un medio de sumergirse en la “embriaguez sagrada”, aparece en sánscrito como una planta santa extraída del océano por el dios Shiva y utilizada como atributo favorable para la meditación religiosa, e incluso su néctar era en la mitología hindú la bebida favorita del dios Indra, y como tal fue cantada en los Vedas como uno de los néctares divinos que otorgaba al hombre todo tipo de dones, desde salud y larga vida hasta visiones de los dioses.

De todo ello charlamos con una de las personas que más sabe al respecto en nuestro país, el catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid Carlos González Wagner, quien me atiende telefónicamente para discutir los detalles de Las drogas sagradas en la Antigüedad, un riguroso estudio de más de quinientas páginas publicado el año pasado por Alianza Editorial.

¿Cómo nace su libro?

El primer artículo que publiqué sobre este tema es del 83, en una revista de la Complutense, pero en aquella época estos temas no estaban muy bien vistos en el mundo académico, por decirlo de alguna manera. Tuvo una reacción un tanto adversa aquí en España. Se lo envié a colegas en el extranjero que me dijeron que no estaba mal y aquello me animó, pero me dije: “vamos a ser prudentes”. Iba a seguir trabajando en el tema sin dar mucho el cante, ya que estaba muy mal visto; además, tenía otros temas de investigación, como el mundo pérsico, y lo que hice fue dedicarme a esos temas más ortodoxos mientras iba recopilando cosas, documentación, textos, iconografía, enclaves geológicos, y lo iba metiendo en cajones y carpetas. Cuando tenía tiempo lo ordenaba un rato, hasta que me dije que ya tenía suficiente documentación. En un principio fue Bellaterra quien me ofreció la publicación del libro, pero hace tres años cambiaron de editores y de línea editorial totalmente; entonces me quedé un poco colgado. Fue Alianza finalmente la editorial que me ofreció la posibilidad, pero vamos que desde que empecé han pasado cuarenta años, no de trabajo continuo, pero sí un largo viaje de recopilación.

Las drogas sagradas en la Antigüedad, Alianza Editorial, 2022
El catedrático de Historia antigua Carlos G. Wagner y la portada de su libro, Las drogas sagradas en la Antigüedad, Alianza Editorial, 2022. 592 pág., 16,90 €.

¿Había una necesidad social del libro?, ¿demasiada desinformación?

Respecto a la Antigüedad y el mundo helénico, sí. Todos estos temas están ahora siendo estudiados desde la etnobotánica en Norteamérica y América del Sur, pero lo que es en Europa no se ha prestado interés en los últimos años, aunque la cosa está cambiando lentamente. La verdad es que no había ninguna síntesis hasta ahora. Existía un libro muy bueno de drogas sobre la prehistoria, el de Elisa Guerra, de la Universidad de Valladolid, pero sobre el mundo antiguo no había nada, solo cosas muy dispersas.

“Lo que nos contaba Heródoto era verdad: los escitas quemaban semillas de cannabis para ponerse a tono”

Me ha hecho mucha gracia leer que, sin papel de fumar, entonces quemaban al planta entera de cannabis.

Sí, y las semillas. Hay tumbas bien excavadas y documentadas donde se han encontrado una serie de braseritos de bronce y, en ellos, al lado, han hallado bolsas de cuero con semillas de cannabis, algunas de ellas quemadas en los braseritos. Lo que nos contaba Heródoto era verdad: los escitas quemaban semillas de cannabis para ponerse a tono. Se han encontrado tubos de cerámica por ejemplo en Chipre, también en el Egeo, que algunos investigadores relacionan con pipas para fumar opio; el problema es que no se han hecho análisis del contenido de los tubos. Y luego están las fumigaciones: una de las cosas que se hacía antes era prender fuego a algo y aspirarlo directamente.

Exaltación de la flor, Deméter y Perséfone sosteniendo un hongo, Farsala, aproximadamente 470-460 a.C. (Museo del Louvre).
Exaltación de la flor, Deméter y Perséfone sosteniendo un hongo, Farsala, aproximadamente 470-460 a.C. (Museo del Louvre).

En tu libro se explica que los romanos tenían a bien darles algo de cáñamo a los huéspedes. Pensaba en que las películas de romanos que he visto hasta ahora cambiarían radicalmente si enseñaran eso.

Pues sí. Era tan cotidiano, tan del día a día, que creo que por eso casi no figura en los textos. Es como si aquí dentro de veinte siglos alguien de otra civilización no encuentra datos de que nos fuimos a tomar cañas, pues claro, todo el mundo se va a tomar cañas, por eso no se hace necesario hacer un comentario. Los romanos de cierta clase también lo llegaron a cultivar abundantemente; lo utilizaban para obtener sus fibras, al igual que en otros muchos lugares, y como planta medicinal y también recreativa. Galeno afirmaba que en ocasiones se proporcionaba a los huéspedes para provocar risa y alegría. Por otro lado, tampoco hay que exagerar: era para determinados huéspedes de determinadas condiciones, un poco de la élite. No creo que los campesinos ni los artesanos tuvieran tanto acceso a él.

“Si hablamos de cannabis, seguir con la prohibición es una tontería. Al final todo esto lo único que hace es enriquecer a los cárteles del narcotráfico”

Del resto de plantas que mencionas en el libro, ¿cuál es la más peligrosa y cuál la menos peligrosa?

Las más peligrosas son todas las solanáceas, como el estramonio, lo que son las plantas de las brujas. Son peligrosas porque son venenos mortales: si te pasas con la dosis, la palmas. Vivo en la sierra de Madrid y, aquí, hace unos años en una rave uno se murió y dos acabaron muy graves; no es para tomarlo a cachondeo. De las más suaves está el loto; solo tiene efectos acumulativos y no demasiado intensos. También depende mucho de dónde crece cada planta: hay plantas que por el sitio acumulan más alcaloides por cuestiones del clima y el suelo. Tampoco se puede establecer una regla muy rígida, pero claramente las más peligrosas son las solanáceas, con esas hay que tener mucho cuidado. Otras como el ajenjo son más livianas. Aunque todo es una cuestión de dosis: si te pones de ajenjo hasta arriba, seguramente también te intoxiques.

Leyendo el texto parece muy natural el consumo de drogas, pero también aparecen prohibiciones como la de la planta egipcia djs o las prohibiciones de ciertos inciensos por parte de los judíos.

Para empezar, hay que dejar muy clara una cosa: el consumo de drogas en el mundo antiguo no tiene absolutamente nada que ver con el actual uso recreativo. Dicho de otra manera, jamás existió en la Antigüedad un problema de orden público relacionado con el consumo de drogas. Eso no quiere decir que no pudiera haber un uso festivo, como los simposios, pero normalmente se usaban en un entorno ritual y mágico, entierros, ritos de iniciación, etcétera. En cuanto las estructuras eclesiásticas empezaron a acumular poder en el mundo antiguo, se preocuparon por quién debía ser castigado por determinadas conductas y quién no, entonces determinadas sustancias quedaron restringidas para el vulgo. Claro, si hay una planta que te permite hablar con dios, pues explícame cómo sostiene el sacerdote que el único que puede hablar con dios es él. Las plantas más agresivas, las que producen los éxtasis más fuertes, las que permiten el diálogo con la divinidad, son restringidas para el uso del público y quedan en manos de los sacerdotes, que es lo que pasa en Israel o en Egipto.

Diosa de las Adormideras, Creta, aproximadamente 1350 a.C. (Museo Arqueológico de Heraklion).
Diosas de las Adormideras, Creta, aproximadamente 1350 a.C. (Museo Arqueológico de Heraklion).

¿Cómo de importante es la teoría que sostiene que el arte parietal representa visiones enteógenas?

La teoría es importante, pero está discutida, no está universalmente aceptada. Creo que es una teoría que tiene una base neurológica; la neurociencia ha hecho grandes avances, incluso hay una rama que es la neurología de la religión, con resultados interesantes. El problema es que la mayoría de la documentación es contemporánea; los famosos estudios comparan a un pueblo primitivo actual con lo observado en el paleolítico. Es una tesis muy interesante, con visos de ser cierta, pero no se va a poder probar nunca si no viajamos al pasado para ver si los que pintaron las piedras se habían metido algo.

¿Por qué aparece Gilgamesh en el libro?

Gilgamesh es el primer héroe, arquetípico; a partir de él todos los héroes hacen lo mismo. Es el primero que viaja a los dos confines del mundo, el primero que mata un monstruo y el primero que tiene un amigo con el que comparte aventuras y que muere con lo que él queda desolado y quiere encontrar la manera de no morir. Por eso empieza un viaje iniciático: sigue el camino del sol y llega al jardín de los dioses y encuentra a su tabernera, que le dice que debe buscar al otro humano bendecido con la inmortalidad por los dioses. Este le cuenta que debe buscar una planta, que no es que te haga inmortal, pero te hace ser joven más tiempo, así que Gilgamesh va a buscarla y se sumerge en el océano y encuentra la planta. Cuando está esperando a que se seque, llega una serpiente y se la lleva. La importancia es que es el primer héroe.

En la odisea sumeria de Gilgamesh también aparece el hechicero Melampo, que es bien conocido por sus habilidades en el arte de la adivinación. De él viene que un tipo de especie de planta, el eléboro, se llame Melampodion. Aunque en otras versiones se sostiene que el descubrimiento del Melampodion se debe a un pastor también llamado Melampo, quien notó que sus cabras se purgaban después de corretear sobre las plantas, y administrándoles la leche de esas cabras curó a las hijas de Proteo de su locura.

El médico, alquimista y filósofo persa Abu Bakr al-Razi (siglo IX) empleando cáñamo.
El médico, alquimista y filósofo persa Abu Bakr al-Razi (siglo IX) empleando cáñamo. Algunos de los episodios del viaje de Gilgamesh en pos de la inmortalidad guardan similitudes con las visiones producidas por los enteógenos, en el bajorrelieve de la izquierda, Gilgamesh y Enkidu matando a Humbaba en el Bosque de los Cedros, siglos XIX-XVII a.C. (Museo Vorderasiatisches, Berlín). Sobre estas líneas, Genio con flor de amapola, bajorrelieve del palacio de Sargon II en Dur Sharrukin, Asiria (actual Jorsabad, Iraq), aproximadamente 716-713 a. C

¿Por qué hay pensadores como Mircea Eliade que subestiman el colocón? 

Porque creo que no han tenido la documentación necesaria, que en aquella época no estaba disponible. Él maneja mucha información de tipo etnográfico, pero, por ejemplo, Eliade no estuvo en contacto con rituales chamánicos contemporáneos como sí lo hicieron otros estudiosos más modernos. Su estudio del chamanismo es más bien histórico; entonces, desde esa perspectiva, es comprensible que piense que el chamanismo del colocón es un chamanismo degenerado y que el de tipo primitivo no recurría a ese tipo de cosas, les servía con la danza y la música. Pero lo cierto es que en los estudios que se han hecho se ha demostrado que en el chamanismo contemporáneo se utilizan sustancias psicotrópicas para llegar al trance. Eliade carecía de esa información; no creo que lo hubiera ocultado.

¿Tiene sentido la prohibición de la droga hoy en día?

Depende de que droga: si es el caballo, sí, pero si hablamos de cannabis, seguir con la prohibición es una tontería. Al final todo esto lo único que hace es enriquecer a los cárteles del narcotráfico, como comento en el libro, y la verdad es que no se ha conseguido tanto en la lucha contra la droga; de hecho, la gente la sigue consumiendo y la criminalidad ha aumentado. Parece bastante claro que toda esta ofensiva moderna de la lucha contra las drogas debería plantearse de otra manera, porque no está teniendo ningún efecto ni para la salud pública ni para las cuestiones socioeconómicas como la existencia de mafias.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #305

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