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La justicia según Mike Schneider

“Cada vez hay mayor conciencia de lo ridículas que resultan las leyes contras las drogas”

El abogado Mike Schneider (Houston, 54 años) fue juez del Tribunal de Distrito 315 de Texas, uno de los estados más conservadores de Estados Unidos, del 2006 al 2018. Ya en la Facultad de Derecho, en sus años mozos, se veía distinto a los de su entorno y, más tarde, a diferencia de otros jueces, nunca utilizó el mazo como expresión de autoridad, huyendo así del símbolo más identificativo de la institución de la justicia. Destacado por su férrea defensa de los derechos y la protección de la infancia, asiste a la entrevista por videoconferencia acompañado como siempre de Elsa, una pitbull que rescataron de un final agonizante y con la que visita las cárceles de menores para rescatarles a ellos también de un destino aciago.

A través de la mirada jurídica de Mike, conoceremos la política de drogas en Texas, uno de los lugares más conservadores y con la mayor proporción de presos de todo Estados Unidos. ¿Sabíais que El Paso fue la primera ciudad de Estados Unidos en prohibir el cannabis?, ¿y que Texas fue el único estado en aplicar cadena perpetua por posesión de cualquier cantidad de cannabis? Ante este panorama, tan solo dos motivos nos llevarían a Texas: visitar a Mike y conocer a Elsa.

Comencemos hablando de ti.

Crecí muy cerca del centro de Houston, de una manera muy diferente de quienes crecieron en los suburbios. Vivía cerca de uno de los barrios gais más antiguos de Houston, donde surgió la escena punk rock a finales de los setenta, y resultaba incluso más fácil acceder a drogas ilegales que en los suburbios. De hecho, después de ir a la escuela pública acabé en una de secundaria privada y católica, y mis compañeros tenían el mismo acceso a drogas que cuando yo estaba en quinto grado (10-11 años). Era otro mundo. Estudié en la Facultad de Derecho de la Universidad de Austin. Siempre sentí que mi experiencia también era muy diferente a la de la mayoría de personas que conocí en la facultad y, más tarde, en la profesión. No escuchábamos el mismo tipo de música ni asistíamos a los mismos espacios, y la droga de elección en la mayoría de las facultades de derecho, al menos lo que se hace público, es el alcohol. Comencé mi carrera como abogado presentando demandas en nombre de menores que sufrieron abuso o negligencia. Más tarde, el entonces gobernador de Texas, Rick Perry, me designó para ser juez de distrito estatal. En Texas, un juez de distrito estatal es el nivel más alto del Tribunal de Primera Instancia que existe, sería el equivalente de la Corte Suprema en el sistema de Nueva York. Durante doce años afronté casos de todo tipo, desde abuso infantil hasta niños acusados ​​​​de cometer delitos de adultos.

¿Eres de los que ya soñabas con ser juez desde niño?

Lo cierto es que no. Ni siquiera cuando estaba en la Facultad de Derecho tenía claro que iba a ser abogado. Hasta que me licencié me dedicaba a producir música, a hacer películas y a pasarlo bien. Entonces me enteré de este trabajo para ayudar a menores que habían sufrido abusos y en el que podía obtener experiencia en los tribunales. Así empecé. Tampoco nunca aspiré a ser juez. Sucedió que uno de los jueces con los que trabajé se iba a jubilar y me lo ofreció. Fue la primera vez que pensé en ser juez. ¡Nunca se me pasó por la cabeza!

Menores y drogas

¿Cómo fue tu primer contacto con el tema de drogas en el ámbito profesional?

“Nunca he visto a menores separados de sus padres porque consumen alcohol, una droga más peligrosa que el cannabis. Además, tenemos estudios que muestran que no hay diferencia estadística en los resultados entre menores cuyas madres consumen cannabis cuando están embarazadas y las que no. Algo que no ocurre con el alcohol, que causa daños cognitivos irreversibles”

Me inicié en el primer Tribunal de Drogas para menores en el condado de Harris sabiendo que la forma de tratarlos se basaba principalmente en enviarlos a prisión. Empecé a pensar en formas alternativas de manejar estos casos bajo la premisa de que no deberíamos encerrarlos. A pesar de que en ocasiones podemos encontrar menores que tienen problemas psiquiátricos o psicológicos y que podrían necesitar ayuda de alguna manera, en muy pocos casos, si es que hay alguno, deberían ir a la cárcel. De hecho, hay muchas investigaciones que muestran que, si los enviamos a prisión, es más probable que terminen en el sistema penitenciario cuando sean adultos. Una de las cosas que me llamó la atención después de dirigir este tribunal durante algunos años fue la cantidad de menores que, según decían los profesionales, tenían trastorno por abuso de sustancias. Pero no era así, y nos dimos cuenta de ello en el momento que pudimos intervenir y resolver otros problemas en sus vidas, como las relaciones con sus familias. Así que, en realidad, no tenían ningún problema con las drogas y me preocupaba porque estábamos diagnosticando mal a estos menores. A menudo eran niños y niñas con problemas reales, pero no podían obtener ayuda psicológica o intervención psiquiátrica si la necesitaban porque no podían pagarla o sus familias no eran lo suficientemente sofisticadas como para entender que ese era el tipo de ayuda que necesitaban. En nuestra propuesta incluimos terapia a toda la familia para que no se tratara solo a los menores como si hubieran hecho algo mal, reconociendo que, como en todas las familias, hay dinámicas y problemas en las relaciones. Y entonces, hace seis o siete años, fue cuando escuché a Carl Hart en el South By Southwest, mítico festival de música de Austin, que también cuenta con un espacio de conferencias. Fue el mismo día que el presidente Obama dijo que no todas las personas que tenían problemas con drogas debían ir a la cárcel, sino que necesitaban tratamiento. Un gesto que mucha gente aplaudió. Sin embargo, Carl reaccionó diciendo que la mayoría de personas que consumen drogas no deben ir a prisión ni tampoco necesitan tratamiento. Escuchar aquello de alguien con su trayectoria en el campo de la ciencia que coincidía con mi experiencia anecdótica fue muy revelador. La mayoría no padecen ningún trastorno y lo que trastorna sus vidas es la prohibición.

¿Qué presencia tienen las drogas en los tribunales y qué rol desempeñan?

América es conocida por su prohibición e, inevitablemente, las drogas están presentes de muchas maneras. Es muy común el uso perverso de pruebas de detección de drogas, con el supuesto implícito de que si consumes drogas eres una persona peligrosa. Se supone que los sistemas judiciales están diseñados para ayudar a las personas y que el sistema de bienestar infantil debe ayudar y proteger a los menores de padres negligentes. Sin embargo, los tribunales e incluso los trabajadores sociales tienen mucho poder y pueden destruir muchas familias. He visto casos de padres adoptivos denunciando sin evidencias que los padres biológicos consumen drogas para alejarles de sus hijos. También es común utilizar las drogas como arma en la batalla por la custodia entre el padre y la madre. Tuve un caso en el que el padre acusaba a la madre de consumir drogas y poner en peligro a sus hijos. Solo hace falta una acusación sin pruebas para que le realicen el test de drogas y, en caso de dar positivo, quitarle la custodia. La madre dio positivo por cannabis, pero su abogado insistía en que era imposible porque la madre no consumía. Repitieron las pruebas y volvió a dar positivo. El abogado sospechaba que algo sucedía y solicitó un análisis de toda la familia y resultó que tanto la madre como los hijos dieron positivo. Ocurría que el padre les puso cannabis en la comida para que la madre diera positivo. Un hecho que no dañó ni a la madre ni a los hijos en el sentido farmacológico, pero que casi les separa y les destruye como familia. Este tipo de casos son habituales y, sin embargo, nunca he visto a menores separados de sus padres porque consumen alcohol, una droga más peligrosa que el cannabis. Además, tenemos estudios que muestran que no hay diferencia estadística en los resultados entre menores cuyas madres consumen cannabis cuando están embarazadas y las que no. Algo que no ocurre con el alcohol. Incluso cuando la madre consume otras drogas que pueden dañar a los menores, a menudo, dependiendo del entorno, pueden superarlo, pero, de nuevo, no ocurre con el alcohol. El alcohol causa daños cognitivos irreversibles.

Meter a un adulto en prisión, ¿no es a menudo un fallo del sistema gubernamental en la detección preventiva de situaciones de vulnerabilidad y riesgo en la infancia?

Absolutamente. Uno de los mejores predictores de problemas en los adultos es la presencia de traumas en la infancia. La escala sobre Experiencias Infantiles Adversas (ACE) asocia el trauma infantil con más problemas en la vida adulta, como un consumo problemático. Así que tenemos muchas personas que consumen drogas para hacer frente a sus problemas y traumas infantiles y que, al ser arrestados, se agrega el trauma del encarcelamiento o de estar en libertad condicional. Y, además, tenemos un problema con el lenguaje y decimos que están en la cárcel por un “delito relacionado con las drogas”, cuando en realidad la mayoría de personas no están en el sistema por drogas, sino por la prohibición. Alguien que bebe en exceso y causa un accidente con víctimas con el coche es un problema relacionado con drogas, pero alguien que pierde su trabajo y sus hijos solo porque posee drogas, no. Cuando me topo con personas que creen que las drogas son el problema, en vez de intentar convencerlas, les propongo hacer el ejercicio de sustituir la frase “problema relacionado con drogas” por “problema relacionado con la prohibición” y ver si encaja. Es una forma más persuasiva de que la gente entienda que muchos de los problemas que tenemos con las drogas en realidad son causados por el estado y no por las sustancias en sí mismas.

En su libro The New Jim Crow, Michel Alexander afirma que una vez ingresas en el sistema judicial de Estados Unidos te conviertes de por vida en un ciudadano de segunda clase. ¿Existe alguna forma de escapar?

Es más fácil de lo que era hace veinte o treinta años. Ahora hay programas en los que, por ejemplo, puedes borrar y sellar tus registros como si nunca hubieras estado en el sistema. Y ese es uno de los problemas: se deben realizar determinados programas para lograrlo. Cuando estaba comenzando con el Tribunal de Drogas pensaba que era algo muy progresista y con visión de futuro, pero cuanto más observaba la forma en que se implementaban estos programas, me di cuenta de que en cierto modo eran solo otra excusa para justificar la guerra contra las drogas. Aunque hay personas que lo completan con éxito, debemos preguntarnos por qué necesitan pasar varias horas a la semana durante varios meses en un programa de rehabilitación de drogas o, peor aún, ser hospitalizados y perder el trabajo. Nos olvidamos de por qué estaban allí en primera instancia y que, si nunca hubieran tenido ese problema con la ley, su vida probablemente sería mejor. Sí, conozco a personas que creen que la intervención de los tribunales mejoró sus vidas, pero lo cierto es que la razón por la que estaban en la cárcel es porque el sistema las puso allí y luego las rescató como diciendo: “Mira lo benévolos que somos en el sistema judicial, qué generosa fue la oficina del fiscal de distrito al darte una oportunidad y qué maravillosos fueron los policías que te arrestaron”. Pero, en la mayoría de los casos, nunca deberían haber estado allí. Incluso en aquellos casos en los que existe un problema con el consumo de sustancias que afecta su capacidad de tener relaciones saludables, de mantener un empleo o de criar a sus hijos, cualquier intervención de las fuerzas del orden casi siempre lo empeora.

¿Algún ejemplo que ilustre lo que dices?

No sé cómo fue la cobertura en España del caso de George Floyd, pero en Estados Unidos hubo un gran movimiento para culparlo de su muerte solo porque tenía ciertas sustancias en su cuerpo. El objetivo era desacreditarlo y hacerlo parecer el malo de la película. Y no hay duda de que tenía sustancias en su cuerpo, pero en ningún momento se debería utilizar como pretexto o argumento para justificar lo que todo el mundo vio: un asesinato. En cualquier caso, hay algo que me sigue perturbando del caso de Floyd y que nunca apareció en los medios. Es evidente que necesitamos a las fuerzas del orden para lidiar con ciertas situaciones, pero siempre que sea posible no debería utilizarse el arresto o la violencia. Cuando pasó lo de Floyd lo primero que me pregunté es qué había hecho mal este tipo. Imagina un escenario en el que eres policía y recibes una llamada del dueño de una tienda que dice que acaba de entrar un tipo y le entregó un billete de veinte dólares falso. Primero, ¿cómo sabes que el tipo sabía que era falso? En caso de no saberlo, no cometía ningún delito. Nadie probó nunca que Floyd sabía que era falso. Estoy seguro de que tanto tú como yo hemos tenido dinero falso sin saberlo y, por lo tanto, sin ninguna intención de violar la ley. Y aun suponiendo que sí sabía que era falso, ¿por qué arrestarlo y ponerlo en custodia si puedo ponerle una multa?, ¿por qué tenemos un sistema en el que está bien que el estado ponga a alguien en una jaula porque simplemente fue acusado de pasar un papel que no era lo que se suponía que era? Eso, para mí, es un problema mucho mayor y, lamentablemente, no vi nada en los medios. Incluso las personas que estaban más preocupadas y que articularon las mejores críticas no se molestaron en preguntarse cuántos otros George Floyd hay que tal vez no murieron, pero a los que les arruinaron la vida porque fueron a la cárcel, porque perdieron su trabajo o porque tenían problemas médicos que se trataron en la cárcel del condado en lugar de en un hospital. Es el ejemplo perfecto de cómo la interacción con la policía causa muchos daños. Y, aun así, sigues escuchando basura de gente que cree que Floyd no fue víctima de la fuerza excesiva, sino que consumía drogas e iba a morir igual y que fue una coincidencia que estuviera la policía allí. Como Tucker Carlson, un presentador muy popular en Fox News que casi siempre que lo menciona frente a millones de personas dice que murió de una sobredosis, a diferencia de lo que sabemos, que fue asesinado por alguien que usó una fuerza excesiva y la usó en exceso no solo en intensidad sino también en su duración. Sin duda, Floyd estaría con nosotros hoy si no hubiera tenido esa interacción con la policía.

“La mayoría de los consumidores de drogas no padecen ningún trastorno, lo que trastorna sus vidas es la prohibición”

¿Comenzaste tu camino pensando que la guerra contra las drogas era una estrategia legítima y exitosa?, ¿cuándo te diste cuenta de su injusticia?

Es gracioso. Creo que incluso en la escuela secundaria ya sabía que la política del cannabis era ridícula y un completo fracaso. No fue hasta finales de los ochenta, yo tendría veintiún años, cuando empecé a darme cuenta de que no hay nada que justifique la guerra contra ninguna droga. Ahora mucha gente cree que hemos progresado mucho porque las encuestas muestran que el sesenta por ciento de los estadounidenses están a favor de regular el cannabis. Pero a mí me molesta que siga entrando gente a la cárcel por otras drogas. Así que algo está cambiando, pero todavía encuentras quienes hablan de drogas duras y blandas para seguir justificando la guerra contra las drogas. Al fin y al cabo, supone una amenaza para miles de puestos de trabajo construidos bajo la presunción que la mejor manera de lidiar con las drogas es metiendo a seres humanos en jaulas. Y, desafortunadamente, es en gran medida un fenómeno estadounidense. Hace cien años, incluso en Estados Unidos, la idea de que el estado podría decirte qué tipo de plantas podrías poseer e introducir en tu cuerpo era simplemente inaudita. El consumo de drogas no implica dañar a otra persona como en el asesinato, el robo o el fraude, que han existido a lo largo de toda la historia tipificados como delitos que atentaban contra la ley porque implican víctimas. Con las leyes de drogas, de repente, se le concede al estado el poder de castigar a las personas e incluso de quitarles la vida porque pueden ser una amenaza para ellas mismas. Las leyes de drogas le dieron al estado un poder ilimitado para hacer lo que le dé la gana. En aquel momento se consideró una idea muy progresista en la que íbamos a crear una sociedad maravillosa donde las personas no se dañaban a sí mismas. El pensamiento progresista nos ha ofrecido cosas asombrosas, desde el movimiento abolicionista hasta los movimientos por los derechos civiles, pero a veces el progresismo también se equivoca. Quizá la intención fue buena, pero lo que finalmente sucedió es que se utilizó como arma racial contra los pobres y como forma de justificar la intervención militar en otros países. Las drogas son como el terrorismo en la década del 2000; vincular cualquier cosa con el terrorismo te permite gastar cualquier cantidad de dinero y arrebatar libertades sin mucha más justificación.

Cadena perpetua por posesión de cannabis

Texas es uno de los estados más conservadores de Estados Unidos y uno de los más severos con las leyes de cannabis. De hecho, la primera ciudad de Estados Unidos que prohibió el cannabis fue El Paso en 1915. ¿Tiene algo que ver con el hecho de que Texas comparte la frontera estadounidense más larga con México?

Posiblemente. En Texas se asoció la marihuana como algo propio de los mexicanos para que la gente estuviera de acuerdo con ilegalizar el cannabis. Es como las historias de los años veinte y treinta en las que abogaban por prohibir la marihuana porque hacía que los blancos escucharan jazz o que los negros miraran a las mujeres blancas. ¿No resulta aterrador? [risas]. De hecho, hay mucha gente que prefiere no utilizar el término marihuana porque se dice que fue una palabra usada intencionadamente para asociarla al colectivo hispano y deslegitimarla. Personalmente no considero el término marihuana despectivo, quizá porque lo he usado toda mi vida y nunca lo consideré en ese sentido.

Otro hecho que nos muestra el carácter conservador y la dureza de las leyes en Texas es que, desde la prohibición del cannabis en 1931 hasta 1973, la posesión de cualquier cantidad de cannabis podía acarrear la cadena perpetua, siendo el único estado con prisión de por vida por posesión de cannabis. Así que arruinan tu vida en prisión porque te pillaron con drogas que podrían arruinar tu vida.

¡Exacto! No queremos que arruines tu vida, ya te la arruinamos nosotros. ¡Tiene todo el sentido! Diría que ya en los años treinta existía la pena de cadena perpetua y todavía está vigente en nuestro sistema federal para la posesión de cierta cantidad de cannabis. Es una locura, porque a nivel federal el cannabis está en la lista I, en la más restrictiva, mientras que hay sustancias como la metanfetamina o determinados opioides que están en la lista II y se pueden obtener con receta. Cualquiera de estas sustancias tiene mayor permisividad que el cannabis a nivel federal. Es algo que cualquier presidente de Estados Unidos podría haber cambiado fácilmente, sin siquiera tener que ir al Congreso y cambiar la ley, porque la función de catalogar una sustancia en una u otra lista pertenece al ámbito ejecutivo. Se podría haber hecho, pero nadie lo hizo. De hecho, Obama tuvo su oportunidad a finales del 2018, pero por alguna razón tampoco lo hizo. Además, hay algo irónico: si preguntas a personas de Estados Unidos que se identifican como conservadoras sobre los temas que les preocupan, seguramente escucharás quejas sobre que el gobierno federal tiene demasiado poder y que los estados deberíamos tener más derechos. Y, sin embargo, en Texas no hay mucho movimiento respecto a pedir más autonomía sobre las leyes de cannabis. Es algo que también está cambiando. Ahora hay más personas que se identifican como conservadoras, especialmente menores de cuarenta y cinco años, que cuestionan las leyes de cannabis. Probablemente una de las razones es que la gente está saliendo del armario psicoactivo de la misma manera que hace unas décadas se empezó a salir del armario en el sentido sexual e hizo que la gente se diera cuenta de que sus hijos, sus hermanos, su padre o su tío eran gais y, al mismo tiempo, personas maravillosas. Y este cambio de percepción todavía es mayor si hablamos del uso terapéutico. Por ejemplo, la idea de privar a un niño que está recibiendo quimioterapia del acceso al cannabis resulta cruel y perversa. La sociedad se da cuenta, en especial con estos casos, que las leyes son arbitrarias y estúpidas. Lamentablemente, buena parte de la sociedad sigue considerando que el uso lúdico no es legítimo ni motivo suficiente para legalizarlo.

“En los últimos meses he hecho terapia con ketamina de forma legal. Me la enviaron por correo a casa y, aunque fue una experiencia suave y de corta duración, me resultó muy útil. Me gustaría volver a probarlo con dosis más altas”

Texas, además, tiene la tasa más alta de encarcelamiento en Estados Unidos. ¿Hasta qué punto es fruto de un sistema carcelario privado que se nutre de ello?

Hemos mejorado algo, pero sigue siendo un tema preocupante. Texas no solo es famoso por el sistema penitenciario para adultos, sino que también tiene un gran sistema penitenciario juvenil y la mayor parte se construyó en la década de 1970. No es ningún secreto que estas prisiones juveniles masivas se construyeron en los distritos de los senadores rurales más poderosos, por lo que la gente está preocupada y, con razón, por el hecho de que aumente el encarcelamiento con el objeto de aumentar sus ganancias. Y no solo ocurre con las prisiones privadas que están orientadas a las ganancias, sino también con prisiones administradas por el gobierno. Si por ejemplo eres un senador estatal en Texas a mediados de la década de 1970, la economía es terrible y no hay trabajo, construir una prisión juvenil en tu territorio significa crear empleo para cientos de personas durante décadas. Así que los jóvenes, en vez de trabajar en un McDonald’s en la zona rural de Texas, se convierten en guardias de prisión. Generaron empleo destruyendo la vida de otros jóvenes e hizo mucho más probable que acabaran en el sistema penitenciario para adultos. Aunque insisto que hemos progresado. Cuando empecé como juez en el 2006 había cinco o seis mil niños en las prisiones juveniles. La última vez que revisé los datos, había menos de mil niños en las cárceles de todo Texas. Las prisiones juveniles son lugares horribles, pero la mayoría de quienes están allí ahora son jóvenes que cometieron robos con agravantes y homicidios. Todavía es una pregunta difícil de responder: cómo tratar a alguien de dieciséis años que ha cometido estos delitos tan graves. No quiero minimizar el problema, pero es cierto que cuando comencé había miles de jóvenes que estaban por delitos menores sin violencia como la posesión de drogas. Literalmente, miles de niños en prisión. ¡Una auténtica locura! Me alegra que John Wittmeyer, el senador con más años de servicio en el Senado de Texas, lograra cerrar varios centros juveniles a finales de la década de 2000 y, contrariamente a lo que se esperaba, no hubo ningún aumento de la delincuencia ni ninguna situación descontrolada de estos jóvenes. Además, cada vez tomamos más conciencia de que, si alguien necesita ayuda, especialmente cuando hablamos de menores, la forma de hacerlo es en su entorno con su familia, si es que tiene.

Porque muchos no tienen familia…

Hace unos años me pidieron realizar una boda para una chica que había pasado por mi Corte. De hecho, casi todos sus hermanos habían cometido unos delitos muy graves, como robo agravado con arma, y habían pasado por la Corte. Esta joven, con la que todavía mantengo contacto, no tenía familia que pudiera cuidarla, así que estaba simultáneamente en nuestro sistema de bienestar infantil y en el sistema penitenciario infantil, donde teóricamente puedes permanecer incluso hasta los veintiún años. El día que la casé estuvimos charlando y le pregunté sobre cómo le iba la vida y su experiencia de pasar por estos sistemas. La historia fue terrible. El día que cumplía dieciocho años en la prisión juvenil le dijeron que acababa su condena y le dieron un billete de autobús para regresar a Houston. Para ella fue toda una sorpresa inesperada. Pero al llegar al centro de Houston llamó a su referente de Bienestar Infantil y le preguntó qué hacer. La respuesta fue que al cumplir los dieciocho años ya no era una niña y no podían hacer nada por ella. Le pregunté cómo sobrevivió y me miró como si estuviera loco. La respuesta era obvia. Se vio obligada a vivir en la calle y a prostituirse para sobrevivir. Algo que la podría haber llevado de nuevo a la cárcel. Así que básicamente el estado de Texas le dio un billete a ningún lugar.

Excepcionalismos varios

“No hay necesidad de matar a nadie para mantener la sociedad a salvo. Cuando hablamos de pena de muerte hablamos de quitar la vida a seres humanos, algo irreversible, en un sistema que sabemos que falla y donde además existen alternativas”

Respecto al cannabis, ha habido también algunos avances, como la regulación del uso medicinal en el 2015, que permite el cannabis con menos del 1% de THC con receta médica, y desde el 2019 se permite con menos del 0,3% de THC sin prescripción médica. ¿Crees que llegará pronto la regulación del uso lúdico?

Es inevitable. Ya tenemos una industria de cáñamo muy grande en Texas que presiona para promover cambios legislativos. En estos momentos el cannabis es legal con un nivel de THC por debajo de 0,3%, pero no es posible diferenciar a simple vista el cannabis legal del que no lo es y necesitamos métodos de análisis exhaustivos para saberlo. Así que estamos viendo casos de personas inocentes que han sido arrestadas, como la de un camionero que transportaba un cargamento de cannabis legal y lo arrestaron. No salió hasta un mes más tarde, cuando llegaron los resultados que lo confirmaron. ¡Pasó un mes detenido! Y aunque hubiera sido cannabis por encima del nivel permitido, ¿qué daño causaría a la sociedad? Hay esperanza para Texas y, al final, será el argumento económico el que convencerá a la mayoría de los tejanos en la legislatura y no el de hacer lo correcto. Y vuelve a ser irónico porque en Texas la gente habla mucho del concepto de libertad y podrías pensar que se ofenderían ante la idea de que te encarcelen por algo así. Para nada. No se dan cuenta de que la libertad no solo significa poder disfrutar de las cosas que otras personas quieren que disfrutes sino también la libertad de disfrutar cosas que otras personas pueden no querer disfrutar. De otro modo, no hay libertad real. Es curioso que hay mucha resistencia con el tema de las vacunas por parte del sector más conservador utilizando el lema “Mi cuerpo, mi elección”, pero solo en esta dimensión, como si no fuera su cuerpo cuando se trata de meter cannabis en su organismo. Parece que cuando se trata de cannabis el cuerpo es del estado.

Se apropiaron del lema del aborto.

Me alegro que lo menciones porque es otro ejemplo que utiliza “Mi cuerpo, mi elección” para reclamar que el derecho al aborto debería ser de la mujer y no del estado, pero no piensan lo mismo para las drogas. Hay personas, tanto de izquierdas como de derechas, que utilizan este lema para cosas completamente diferentes y muy pocas lo utilizan en todas las situaciones. En Estados Unidos tenemos el dicho: “Aquí todo el mundo es libertario, pero solo para aquello que disfruta”.

Esto es como lo de mi droga de elección es aceptable, pero el resto no. “Excepcionalismo psicoactivo”, lo llaman.

Exactamente. Hasta hace pocos años ni siquiera había escuchado la expresión excepcionalismo psicodélico y, sin embargo, es muy cierta. Es fácil escuchar a personas que sienten que están iluminadas gracias a los psicodélicos y que, de alguna manera, tienen más derecho a estas sustancias que al alcohol, la heroína o lo que sea. De hecho, en la conferencia donde nos conocimos en Nueva York, fue la primera vez en mi vida en que conocí a un par de personas que eran grandes defensores del uso de psicodélicos, pero con una mentalidad muy cerrada respecto a otras sustancias. Al final, es la misma discusión que tengo hace años con mi madre sobre el alcohol. Ella está convencida de que no es una droga porque si fuera una droga sería ilegal.

Es llamativo que se haga esta distinción en un país donde el alcohol estuvo prohibido. Entonces, para tu madre, durante la prohibición, el alcohol sí era una droga.

Absolutamente. Una de las cosas que es interesante cuando hablamos de prohibición en Estados Unidos es que si preguntas sobre qué les parece la época de la prohibición del alcohol, existe unanimidad en responder que fue terrible. Sin embargo, ni siquiera consideran que seguimos estando bajo un régimen de prohibición incluso peor que durante la ley seca porque nunca encarcelamos a tantas personas por alcohol como hacemos hoy en día por otras drogas.

Volviendo a los últimos avances en materia de cannabis, creo que también ha habido propuestas para despenalizar la posesión.

Cuando hablamos de despenalizar, pensamos en leyes aprobadas por el gobernador que cambian nuestro Código penal. En ese sentido, se aprobó el cannabis con bajo porcentaje de THC. Pero, más allá de los cambios legislativos, existe otra forma de despenalizar la posesión y es a través de la decisión de los fiscales de distrito. Es decir, las personas que procesan los delitos en muchas de las ciudades más grandes de Houston y el condado de Harris básicamente le dicen a la policía que no tienen tiempo para atender casos estúpidos, así que si arrestan a alguien por cantidades ridículas de marihuana no pondrán cargos. Y, por ejemplo, en el condado de Harris, se trata de una cantidad bastante decente, alrededor de tres o cuatro onzas (una onza equivale a 28 g). Me gusta porque, aunque no resuelve todos los problemas, se ha encontrado una fórmula creativa de sortear la ley. De hecho, ya hace algunos años que algunos jueces conservadores se quejaban de tener que atender casos de parafernalia de drogas con residuos que se consideraban delitos graves al mismo nivel que robos con violencia o asesinatos. Delitos que enviaban a personas a prisión, les privaban del derecho de voto y de tener trabajo en el futuro, entre muchas otras consecuencias. Así que parece que cada vez hay mayor conciencia de lo ridículo que resulta todo y es menos probable que se toleren este tipo de leyes en la medida que puedan hacer algo al respecto. Del mismo modo, creo que la policía tampoco quiere lidiar mucho con todo el papeleo que supone detener a alguien por posesión. Cuando era niño era común que, si te pillaba la policía, te quitaran las drogas y te dejaran ir. A saber, si las tiraban, las vendían o las consumían, pero no se tomaban las molestias de detener a la persona.

MDMA, fentanilo, ketamina y psilocibina

“Quizá la intención fue buena, pero lo que finalmente sucedió con las leyes de drogas es que se utilizaron como arma racial contra los pobres y como forma de justificar la intervención militar en otros países”

A principios de la década de 1980, un grupo de empresarios conocidos como el Grupo de Texas comenzó a producir y a distribuir MDMA para su incipiente consumo recreativo. Con todo lo que hemos hablado, sorprende que Texas sea el estado pionero en el uso recreativo de MDMA.

Poca gente sabe que Texas fue la zona cero cuando el éxtasis dejó el entorno terapéutico a finales de los setenta y principios de los ochenta. En aquellos años, un dj del Stark Club de Dallas empezó a distribuir éxtasis y recuerdo que venían músicos y celebridades de todo tipo a consumirlo. No fue hasta entonces que se estableció la asociación de la MDMA con la escena club. Era legal, así que podías comprarlo en el club sin problemas hasta su prohibición en 1985. Cuando se inició la persecución dejó de venderse abiertamente en los clubs, pero tan solo tenías que caminar hasta la librería para adultos de la esquina para conseguirlo. Te acercabas al mostrador y pedías éxtasis utilizando algún código o clave. Era una época en la que no había rastro digital, así que era bastante visible y descarado. Abrían la caja registradora y pagabas en efectivo. Y, aunque no existía el análisis de sustancias, por las experiencias subjetivas diría que era de bastante buena calidad, nada que ver con el éxtasis que encontrabas una década después o incluso ahora. Hace poco leí un estudio que mostraba que solo el quince por ciento de lo que se vendía como MDMA en la calle llevaba en realidad algo de MDMA.

¿Cómo influye en Texas el hecho de compartir frontera con México respecto a la cuestión de las drogas?

Cuando era niño, la mayor parte de la marihuana que había era de México, y a finales de los noventa, las cosas comenzaron a cambiar hacia un cannabis de mayor calidad y mucho cultivo de interior. Probablemente, la mayoría de la marihuana que hay hoy en día es de aquí. Pero todavía tenemos mucho fentanilo que cruza la frontera. Mucha gente cree que el fentanilo de Estados Unidos procede de China, así de paso ya tenemos algo más de lo que culpar a los chinos, pero procede de México. Podría hablar durante horas sobre el fentanilo y su uso perverso como herramienta de propaganda para la policía. Seguro que has visto muchos artículos donde en medio de una operación, un policía tuvo contacto con el fentanilo y tuvo una sobredosis. Historias que se han investigado y desacreditado. En primer lugar, el fentanilo tiene usos médicos completamente legítimos y, en segundo, nadie estaría tomando fentanilo si hubiera una manera de obtener heroína u otros opiáceos de manera fácil y segura, de la misma manera que la gente no hubiera usado el crac si hubiera tenido acceso a hojas de coca o cocaína. El fentanilo es otro producto resultado de la prohibición. De otro modo, no existiría ningún incentivo financiero para sustituir la heroína por fentanilo. Es la ley del hierro de la prohibición, que dice que se tiende a producir drogas de mayor potencia para facilitar su contrabando. Algo que también vimos con el alcohol durante la ley seca. Hasta entonces, el vino y la cerveza eran las bebidas populares, pero la prohibición estimuló la producción de alcohol destilado.

¿Qué me cuentas sobre la situación de los opiáceos sintéticos?

Es un temazo a nivel nacional. Es el primer año que recuerdo en el que ha habido más de cien mil muertes que se consideran relacionadas con los opioides. Y digo “se consideran” porque es algo difícil de calcular. Leí un estudio donde las personas que habían muerto supuestamente por sobredosis de opiáceos tenían alrededor de seis sustancias potencialmente tóxicas en su organismo, por lo que es muy difícil averiguar cuál es la causa real. Lo mismo que sucederá en los próximos años con el COVID, donde será difícil saber si alguien murió con COVID o de COVID. Y esta situación crítica en el país está dando lugar a que a nivel jurídico haya una tendencia de acusar a las personas que estaban consumiendo o compartiendo drogas con alguien que sufre una sobredosis. Recientemente tuve una cliente que estaba consumiendo heroína con su novio y él tuvo una sobredosis. Ella no tenía naloxona y llamó a urgencias, que le pudo revertir la sobredosis a tiempo. Pillaron las drogas que había en su apartamento, así que la acusaban del nivel más alto de delito grave de primer grado que se puede enfrentar en Texas además del asesinato capital. Una locura. Afortunadamente, logramos que desestimaran todos los cargos.

“En EE UU hubo un gran movimiento para culpar a George Floyd de su muerte solo porque tenía ciertas sustancias en su cuerpo. El objetivo era desacreditarlo y hacerlo parecer el malo de la película. Y no hay duda de que tenía sustancias en su cuerpo, pero en ningún momento se debería utilizar como pretexto o argumento para justificar lo que todo el mundo vio, un asesinato”

Otro avance importante en materia de política de drogas en Texas es la nueva ley que permite el estudio de la psilocibina, la MDMA y la ketamina como tratamiento. ¿Por qué crees que un estado tan conservador ha dado este paso?

Texas todavía está lejos de otros estados que han hecho avances en psicodélicos. Es algo que se normalizará cuando se puedan recetar como ocurre en el estado de Washington, donde despenalizaron la psilocibina. Quizá aprobemos el uso terapéutico, pero dudo que se despenalice para el consumo personal. Texas ha dado este paso porque gran parte de cómo puedes vender algo políticamente depende de cómo enmarcas la narrativa. Si preguntas “¿qué piensas de la MDMA?”, te responderán que es una droga terrible. Pero si preguntas “¿qué piensas sobre los beneficios de la MDMA para tratar a los veteranos con trastorno por estrés postraumático?”, les parece legítimo.

Entonces ese cambio de actitud quizá tenga algo que ver con el hecho de que Texas tiene la segunda población de veteranos más grande del país.

Probablemente. De hecho, en los últimos meses he hecho terapia con ketamina de forma legal. Me la enviaron por correo a casa y, aunque fue una experiencia suave y de corta duración, me resultó muy útil y me gustaría volver a probarlo con dosis más altas. También he visto cambios profundos en personas cercanas. Uno de mis mejores amigos, a quien conozco desde hace cuarenta y cinco años, sufría una depresión resistente y tenía tendencias suicidas. En el verano del 2019 tomó ketamina y recuerdo que me llamó entusiasmado al salir de su primera sesión. Decía que le había cambiado la vida. No es que los problemas hubieran desaparecido de repente, pero habían perdido importancia y tomaban una nueva dimensión. Son este tipo de evidencias anecdóticas las que acabarán por desestigmatizar la narrativa en torno a las drogas.

¿Ha sido para ti una experiencia tan reveladora como para tu amigo?

Diría que sí. En mi caso soy afortunado porque no lo hice para tratar una depresión o un trastorno severo, sino más bien por lo que yo llamaría un reset, un reinicio. La ketamina no es solo algo psicológico, sino que tiene también un efecto muy fisiológico en el cerebro. Una de las cosas que ocurrió tras la primera sesión es que empecé a cuidarme más. Me encontraba en situaciones en las que normalmente bebería unas copas o comería algo grasiento y poco saludable y, de repente, no me apetecía. Tiene sentido que sea una sustancia que se pueda utilizar para tratar el abuso de otras. De hecho, hace un par de años me reuní con uno de los médicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia (NY) que había obtenido las subvenciones para investigar el tratamiento con ketamina para personas con trastornos por uso de sustancias, especialmente con alcohol. Le pregunté por qué tenía un efecto tan marcado en un porcentaje tan alto de personas y me explicó que la ketamina tiene la capacidad de hacerte salir de ti mismo y mirarte como si fueras un tercero. Si tienes a tu cargo hijos o un pariente anciano, te preocuparás por darle comida saludable, no comida basura. Si ves a tu hija de cinco años fumando, le quitarás el cigarro de las manos. A menudo son cosas que nos hacemos a nosotros mismos porque no nos damos cuenta de que somos cuidadores y custodios de nosotros mismos. Si das un paso atrás y te alejas entonces puedes tratarte como si fueras otra persona a la que estás cuidando. Cuando dejas de tratarte como “yo” y lo haces como a “otro” al que cuidas, la perspectiva cambia completamente.

¿Era la primera vez que probabas la ketamina?

Sí. Debo ser de las pocas personas que nunca la probé como una droga de club, quizá porque nunca salí con alguien que la consumiera. De hecho, me alegro de haberla probado en el entorno en el que lo hice. No sé cómo hubiera sido la experiencia en un club, pero cuando ahora pienso en cuando tomábamos LSD o psilocibina de fiesta, consumiendo alcohol y sin dormir, creo que nos perdíamos gran parte de la experiencia. Muy diferente de la que tuve hace un mes con un buen amigo con el que quedé una mañana temprano para tomar psilocibina. ¡Nada que ver!

Tasas de encarcelamiento por cada 100.000 habitantes

Pitbulls y menores

“Estamos bajo un régimen de prohibición incluso peor que durante la Ley Seca porque nunca encarcelamos a tantas personas por alcohol como hacemos hoy en día por otras drogas”

Eres un enamorado de los animales y, de hecho, incluso en tus campañas electorales para juez siempre aparecías acompañado de Elsa, tu pitbull, con la que has participado en algún proyecto interesante. Cuéntanos.

Colaboramos con Healing Species Texas, un proyecto que rescata animales, mayoritariamente perros, con los que visitamos las prisiones de menores. Es un programa basado en la empatía para los niños y niñas más desfavorecidas que puedas imaginar, donde estos animales actúan como metáfora. Les encanta sobre todo cuando traigo pitbulls. Es una raza con muy mala reputación y hay lugares donde están prohibidos o existen limitaciones como la dificultad de alquilar un piso. La gente está al corriente y los teme. Yo mismo experimento como por la calle me miran diferente cuando voy con un pitbull a cuando voy con un perro de otra raza. La mayoría de los menores proceden de minorías como negros o hispanos, son mayoritariamente chicos y de barrios desfavorecidos, donde hay muchos pitbulls. A Elsa la atropellaron y abandonaron en un suburbio, pero a los pocos meses de que la rescatáramos ya estaba dando clases en las prisiones. Al igual que Elsa, muchos de estos niños han pasado por situaciones muy traumáticas, eso ya sin mencionar abiertamente el tema de la raza. Les preguntamos quiénes se han sentido juzgados o que les han tratado diferente, ya sea por parte de la policía, de un maestro o de cualquier persona en una tienda a la que entraban simplemente porque te ven diferente, porque tienen un estereotipo de lo que es una persona mala o peligrosa y les asustas. Todos han experimentado esa sensación. Entonces les digo que Elsa también lidia con ello cada día. Una metáfora que no necesita más explicaciones. Abrazan a Elsa y juegan con ella, y saben que, a pesar de la reputación, no es mala. La sociedad les ha dicho que los pitbulls son malos y que deben tratarlos legalmente de manera diferente, exactamente como les ocurre a ellos. Se establece un vínculo espectacular. Además, Elsa no percibe diferencias entre razas y los trata por igual. En este proyecto también les enseñamos cómo sellar sus antecedentes penales y lo asociamos con Elsa. Les decimos que tan pronto como salgan, busquen en Google su nombre y me encontrarán de manera que les conseguiremos de forma gratuita sellar sus antecedentes. Y, al igual que Elsa, tienen la oportunidad de un nuevo comienzo porque no es culpa de ella, ni de los menores, estar donde están. Así hemos conseguido sellar miles de expedientes y, hasta donde sé, es uno de los programas más grandes de este tipo en el país. Es un paso enorme en un país donde los antecedentes te pueden privar de votar o de conseguir trabajo y vivienda. ¿Y quién no ha hecho ninguna estupidez en su adolescencia? Algunos de los padres más fantásticos que he conocido fueron un completo desastre cuando eran adolescentes. Las personas evolucionan y cambian.

No puedo dejar de escapar la oportunidad de preguntarte sobre tu opinión respecto a la pena capital.

Afortunadamente, la pena de muerte es cada vez menos popular. Treinta años atrás se ejecutaban más personas en Texas que actualmente en la mayoría de los países que disponen de la pena capital. Su uso ha descendido porque hoy en día tenemos opciones alternativas que antes no existían, como la cadena perpetua sin libertad. Como abogado y exjuez, creo que la ley y nuestro sistema judicial son muy falibles. Hemos visto muchos casos donde personas que estaban en el corredor de la muerte han sido exoneradas o casos de personas ejecutadas que décadas más tarde se descubrió que eran inocentes. Además, está el hecho de que no hay necesidad de matar a nadie para mantener la sociedad a salvo. Hablamos de quitar la vida a seres humanos, algo irreversible, en un sistema que sabemos que falla y donde además existen alternativas. Es cierto que estamos en un momento a nivel legislativo diferente. A lo largo de la historia, en cualquier sistema legal del planeta, prácticamente los delitos se basaban en lo que él o ella dijo. Ahora disponemos de mecanismos para probar la inocencia, como las pruebas de ADN, y vivimos en una sociedad donde casi todo queda registrado digitalmente, por lo que es más difícil que alguien te acuse sin pruebas. Pero, aun así, el sistema falla y la pena capital es irreversible. Sería diferente si existieran estudios que avalaran que la pena de muerte tiene algún tipo de efecto disuasorio para cometer asesinato en el futuro. Pero no existe tal evidencia: la pena de muerte no disuade ni previene el crimen, por lo que no veo ninguna razón para estar a favor de la pena de muerte, y espero que desaparezca del sistema.

Recomiéndanos un libro sobre drogas que te haya marcado.

Storming Heaven: LSD and the American Dream, de Jay Stevens (1998).

Acabemos con tus proyectos de futuro.

Uno de mis grandes proyectos es una demanda masiva de derechos civiles que presenté en un tribunal federal contra la Agencia de Protección de la Infancia en Texas para tratar de anular todo su sistema de clasificación de abuso y declararlo inconstitucional. Y otro de los proyectos interesantes en los que ando es el Center for Science and Law, dirigido por David Eagleman, donde ayudamos a las agencias gubernamentales a implementar políticas que tengan en cuenta lo que realmente puede predecir la peligrosidad futura. Tradicionalmente, esta evaluación de riesgos se ha hecho teniendo solo en cuenta la presencia de factores de predicción del fracaso. Es decir, intentamos conocer cuáles son las probabilidades de reincidir que nos permitan decidir si una persona debería o no salir del entorno penitenciario. Pero ¿qué ocurre si en lugar de hacer una evaluación de riesgos para saber qué podría fallar la hacemos para saber qué podría ser un éxito? Se trata de saber qué necesita la persona para que no reincida y se mantenga fuera del sistema. Digamos que cuando alguien va a salir de prisión valoras qué necesita esa persona para que pueda tener éxito: vivienda, trabajo, seguro médico o educación. No se trata de saber qué le puede llevar a reincidir, si no qué necesita para que no reincida. Se trata de evaluar individualmente a cada persona y vincularla con aquellos servicios que le permitan desarrollar su vida y mejorarla.

Síguelo en: @JudgeSchneider

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #293

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