Escribes poesía, narrativa, cómics…, pero hasta hace nada tu faceta más conocida era la de autor de tebeos.
Bueno, escribía antes de dibujar. Desde los catorce años, cuando entré al instituto. Pero me daba mucho miedo escénico enseñar las cosas que contaba. Tampoco tenía máquina de escribir u ordenador para mandar esos textos a alguna parte. Así que decidí seguir haciéndolo solo para mí y que nadie me leyese nunca. Y ahí me escondí durante más de veinte años. Con los dibujos iba sacando un poco la rabia y me resultaban más baratos de hacer. Cogías un rotulador, ibas a la copistería y sacabas un fanzine. Tampoco creo que sea un autor de tebeos. Nunca he estado muy cómodo en este mundillo. Y la última vez que escribí un poema fue en el 2003.
Ahora que tu novela Al final siempre ganan los monstruos está teniendo tanta repercusión, prácticamente se pasa por alto toda esa trayectoria, casi como si emergieras de la nada.
Sí, me pasa cuando hablo con periodistas, que parece que me he caído de un árbol y me preguntan nada más que chorradas. Les parece como pintoresco que puedas escribir o dibujar viniendo de trabajos precarios o viviendo al día, buscándote la vida y tirando como puedes, haciendo cualquier cosa. No considero que tenga una trayectoria como dibujante. He hecho cosas, siempre manteniendo las distancias con ese mundillo, intentando ser independiente y funcionando a impulsos. Mis fanzines y tebeos siempre han sido muy marginales y minoritarios. Igual sí es emerger un poco de la nada para según qué gente, pero me la suda, vaya.
Recuerdo haber leído en alguna entrevista que el esfuerzo y el trabajo duro no te habían servido de nada. Ahora que tu carrera como autor empieza a despuntar, ¿cómo lo ves?
No considero que mi carrera como “autor” empiece a despuntar. Este año ha salido la novela y el tebeo con Autsaider gracias a la COVID y me lo he planteado como tirar una monedita al aire, para ver si sale cara o cruz y merece la pena seguir compartiendo las cosas que hago. Siempre me he conformado con que saliese de canto, pero eso ya no me vale. Por eso me veo más cerca de desaparecer si la cosa no funciona que otra cosa. El mantra del esfuerzo y el trabajo duro te puede servir para autoconvencerte de algo, pero todo depende demasiado de tener suerte o no y de las casualidades. Pero vaya, eso me parece a mí. Que cada cual piense lo que quiera.
Al final siempre ganan los monstruos, que acaba de editar Blackie Books, salió inicialmente con la editorial Camping Motel. ¿Qué sensación te deja que el mismo material que publicaste hace tres años ahora sea la hostia?
Son sensaciones raras. La mayor parte del tiempo no entiendo nada y me siento como en plan ¿qué pinto aquí? Yo pongo todo de mi parte para que la cosa funcione medio bien y pueda seguir compartiendo historias, pero el ámbito cultural no lo entiendo y a la mayoría de gente con la que hablo le metería una puñalada en el cuello. Cuesta también lo de volver a explicar una historia que escribiste hace cuatro años. Pero, como te decía antes, para mí es una oportunidad con la que no contaba y voy a dar lo mejor de mí y sonreiré siempre que pueda aunque no tenga ganas, porque me gustaría poder seguir haciendo esto.
"No me gusta la gente, no soporto la maldad consciente, pero con cualquier gesto de bondad y humanidad me gana cualquiera"
Cuando te preguntan si tu novela es más o menos autobiográfica, ¿crees que es por morbo o porque no han salido de su casa? A veces da la impresión de que flipan demasiado.
Los periodistas solo buscan historias que les reporten clics a los medios en los que trabajan; esa es mi impresión. Y las noticias culturales no creo que sean muy rentables. Muchas veces ni te respetan: les cuentas algo y escriben lo que quieren, su idea preconcebida, con sus etiquetas de mierda. Lo paso muy mal con estas cosas. Si yo no he vendido la historia como algo autobiográfico, me jode que me pregunten cosas personales y sean intrusivos. No les importa que les respondas mil veces: “esto es ficción”. Ellos ya tienen su idea prejuiciosa para construir un relato donde lucirse, tú eres un don nadie y te están haciendo un favor sacándote en prensa. Mi sensación es que la mayoría son gilipollas.
¿Puedes contar un poco de qué va para orientar al personal?
Al final siempre ganan los monstruos es una historia sobre un grupo de personas que viven en un pueblo en el que no hay muchas oportunidades ni salidas. Para mí va sobre no tener esperanza, no tener futuro y buscarte la vida y sentirte vivo sea como sea. También aborda el tema de las plantaciones de marihuana en ámbitos rurales. Y habla de amor, lealtad y mentira.
Y Abrázame hasta que esta vida deje de dar puto asco, que está aún más reciente, ¿de qué va?
Sería difícil de resumir. Son viñetas que dibujo en lugar de ponerme a llorar. Agarro esa sensación mala que siento y la transformo en un chiste raro sin gracia lleno de colorines. Si no dibujara esas viñetas le metería fuego a cosas. Son mi catarsis, mi forma de soltar la rabia, un antidepresivo que me sienta bien.
Vemos viñetas de humor, de corte reflexivo, pero también hay algunas que parecen más un estado de ánimo que no busca el gag.
Sí. Son frases tontas o emociones que siento. No pretenden ser graciosas, y si alguien se ríe con ellas igual ha sido sin yo pretenderlo.
Igual es cosa mía pero, de un tiempo a esta parte, ¿hay algo más de optimismo velado, dentro de mala hostia, en tus viñetas? Quiero decir, que el mosqueo con el mundo está, pero con menos saña.
Hay mosqueo con el mundo siempre, pero cada vez tengo más confianza en el amor, la generosidad y las personas que te rodean. También depende del momento en el que la haya dibujado. Hay algunas más antiguas, pero las de los tres últimos años las ha dibujado una persona un poco diferente a lo que yo era, que arde por dentro pero está aprendiendo a controlar y convivir con ese fuego.
"Son viñetas que dibujo en lugar de ponerme a llorar. Agarro esa sensación mala que siento y la transformo en un chiste raro sin gracia lleno de colorines"
Recuerdo tus colaboraciones con El Jueves, con el TMEO... ¿Has abandonado definitivamente el cómic en formatos, ya no digo largos, sino que vayan más allá de la viñeta autoconclusiva?
Dibujo lo que me da el punto. Las historias más largas tampoco sé qué hacer con ellas si las hago, porque a día de hoy no publico regularmente en ninguna parte ni tengo ganas. Si me piden y pagan cosas largas, las hago sin problema. Pero si no, no tienen salida. Me da un poco igual la extensión de lo que me apetezca contar.
"Si no dibujara esas viñetas le metería fuego a cosas. Son mi catarsis, mi forma de soltar la rabia, un antidepresivo que me sienta bien"
Me suena haber leído en alguna ocasión en la que hacías un poco de cachondeo sobre las quejas de algunos dibujantes, sobre si su trabajo era duro o si lo de hacer cómics estaba mal pagado.
Antes era un poco más beligerante, ahora me la sudan muchísimo estas cosas.
En tus cómics, creo que el único “serio” que recuerdo es el de la caja Rojo (2012), en el que un chaval sufre sus primeros desengaños y empieza a paladear las mierdas de la vida.
Estaba también Todos los poemas hablan de ti (2013), que lo hice en un fanzine compartido con mi amigo José Tomás. Tampoco me apetece ponerme serio para contar algo que pueda quedar mejor escrito.
Esta revista tiene un tema central al que me gusta remitir, ¿eres de aquellos a los que fumar les inspira para crear o de los que les da ganas de todo menos de trabajar?
Cuando fumaba se me ocurrían más tonterías que dibujar y la cabeza me funcionaba de forma distinta. Me activaba mucho y no solía apalancarme. Todavía sigo dibujando payasadas que hay apuntadas en mis libretas de cuando no podía pasar sin yerba.
Abrázame hasta que esta vida deje de dar puto asco está dedicado a Davín (DEP), editor de Ultrarradio y Cretino, amigo y dibujante, con la estrofa de los Eskorbuto “Cuidado, os avisamos, somos los mismos que cuando empezamos”.
Davín me dio confianza y me enseñó que vengas de donde vengas y tengas las circunstancias que tengas, puedes contar historias. Sin miedo, sin titubear, sabiendo siempre quién eres y quién ha estado contigo cuando tocaba pelear.
Ahora resides en Valencia. Tu misantropía, desde que vives en esta ciudad, ¿ha aumentado o ha disminuido?
Estoy más calmado desde que vivo aquí. Con la pandemia no salgo mucho a la calle. No me gusta la gente, no soporto la maldad consciente, pero con cualquier gesto de bondad y humanidad me gana cualquiera.
THUNDERSTRUCKPor Juarma.