El Tren de Aragua es un cártel venezolano que en pocos años se ha convertido en uno de los más poderosos de América Latina y el más peligroso de su país. El origen –y el nombre– de este cártel surgió en el 2005 en la cárcel de Tocorón, a hora y media de Caracas. La prisión, proyectada para recluir a setecientos cincuenta reos, sufre de hacinamiento (como buena parte de las prisiones bolivarianas) y en la actualidad tiene una población penitenciaria de siete mil presos. La historia se remonta al 2006, cuando el gobierno de Hugo Chávez anunció el Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviario, un ambicioso proyecto para construir una red ferroviaria de trece mil kilómetros por todo el país, en la que invertirían más de trescientos mil millones de dólares. Una de las futuras vías era la que comunicaría Aragua (el estado en el que se ubica Tocorón) con Carabobo.
Un grupo de reos, que controlaban el sindicato ferroviario, empezó a cobrar una cuota a quienes querían trabajar en la construcción del ferrocarril. También extorsionaba a los diversos contratistas de la obra, a quienes ofrecía “seguridad”. El proyecto ferroviario que uniría Aragua con Carabobo se abandonó en el 2011 y nunca se terminó, pero el grupo criminal que lleva su nombre se convirtió en el más peligroso y grande de Venezuela.
¿Cómo podía un grupo de presos controlar una obra civil? Durante esos años, el gobierno chavista mantenía una política de “austeridad penitenciaria”. Invertían lo menos posible en la manutención de las cárceles, que, en cambio, dejaban en manos de los criminales. De esta forma nacieron los pranes, un acrónimo de preso rematado asesino nato, que era la persona que mandaba al interior de la cárcel. El primer pran del Tren de Aragua fue José Gabriel Álvarez, alias “el Chino Pedrera”.
En sus primeros años, la organización era relativamente pequeña. Pero siguió creciendo durante el siguiente lustro y alcanzó su apogeo cuando encarcelaron a Héctor Rusthenford Guerrero, “Niño Guerrero”. Su historial delictivo se remonta al 2005, cuando asesinó a un policía. Fue detenido en el año 2010 y, al ingresar, entró en contacto con el Tren de Aragua. El contacto duró poco, pues en el 2012 se fugó y fue recapturado un año después. Cuando volvió a entrar a la cárcel, Niño Guerrero se convirtió en el nuevo pran, y transformó a la organización en una de las más peligrosas de Venezuela.
Con Niño Guerrero, el Tren de Aragua empezó a incursionar en el barrio de San Vicente, a treinta minutos de la prisión. Según el portal Insight Crime, imponía las reglas del barrio, que iban desde prohibir las discusiones entre parejas, los robos y obligar a que cada casa tuviera la fachada pintada. El pran tenía el beneplácito del gobierno para mandar en el barrio, y brindaba servicios como el de recogida de basura, la seguridad y repartir comida de los programas gubernamentales de comedores sociales. A cambio del favor gubernamental, el Tren de Aragua mantenía el orden y prohibía que se criticara al chavismo. En las escuelas, por ejemplo, los profesores no podían hablar de política.
Después de controlar San Vicente, el Tren de Aragua se fue expandiendo a otros estados y actividades, como el de la minería ilegal, la chatarra y una ruta de narcotráfico que iba hacia Trinidad y Tobago. Sin embargo, su mayor crecimiento estuvo asociado al éxodo de venezolanos que huían del país, principalmente hacia Colombia. En La Parada, en la frontera colombiana, cobraban cuotas para permitirles cruzar. También se dedicaban a la trata de personas y controlaban una red de prostitución. El Tren de Aragua continuó creciendo hasta alcanzar los cinco mil integrantes que se calcula que tiene hoy, y presencia internacional en Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Bolivia, Brasil y Estados Unidos.
Cárcel tuneada
"Niño Guerrero mandó construir en la cárcel una discoteca, restaurantes con terrazas, piscina, casino, bares, tiendas de vinos, dispensadores de drogas, cajeros automáticos y un zoológico en el que había jaguares, pumas avestruces y flamencos. Además, podía salir y entrar cuando le diera la gana
Además del crecimiento que experimentó el Tren de Aragua en el mundo exterior, al interior de la prisión de Tocorón, Niño Guerrero también implementó mejoras. Él tenía un piso entero en el que vivía en condiciones más propias de un hotel de cinco estrellas que de una prisión bolivariana. Tenía camas matrimoniales, televisiones de plasma y su propia seguridad, que impedía que nadie entrase a sus dominios sin su permiso. Una de las normas que imponía es que nadie podía tener un móvil cerca suyo, y por ello no existen apenas fotos suyas. Todos los reos de la prisión –unos siete mil– tenían que pagar quince dólares a la semana en concepto de protección y para poder hacer uso de todas las facilidades. Durante la siguiente década, Niño Guerrero mandó construir una discoteca, restaurantes con terrazas, piscina, casino, bares, tiendas de vinos, dispensadores de drogas, cajeros automáticos y un zoológico en el que había jaguares, pumas avestruces y flamencos. Además, podía salir y entrar de la cárcel cuando le diera la gana.
El gobierno de Nicolás Maduro hacía la vista gorda con el crecimiento de los pranes. A cambio, el Tren de Aragua le resolvía problemas políticos. En el 2017, centenares de miles de venezolanos se lanzaron a las calles a protestar por la situación del país, la miseria, la corrupción y la falta de elecciones democráticas. La respuesta del régimen de Maduro fue reprimir las protestas, que se saldaron con ciento sesenta y tres muertos y tres mil heridos. Las organizaciones y la prensa independiente de aquel país aseguran que el régimen alcanzó un acuerdo con el Tren de Aragua para que reprimieran las protestas.
Durante el siguiente lustro, la situación en la cárcel de Tocorón se mantuvo: Niño Guerrero mantenía el control de la cárcel y el Tren de Aragua incrementaba su poder. De vez en cuando, se filtraban a los medio imágenes de la Disco Tokio al interior de la cárcel, de la piscina o del zoo, provocando la indignación de los venezolanos. Por ello, en septiembre del 2023, el gobierno lanzó la Operación de Liberación Cacique Guaicaipuro, en la que desplegaron once mil soldados y policías para retomar el control de la prisión. A raíz de la operación, se filtraron múltiples reportajes sobre los lujos y la corrupción que existía en el penal.
A pesar del enorme despliegue gubernamental, a Niño Guerrero le avisaron de lo que se le venía encima y logró escapar. Tras la operación, los soldados encontraron una red de cinco kilómetros de túneles bajo el presidio, que permitían a Guerrero entrar y salir a su antojo. De hecho, en el 2015 le retrataron junto a una famosa actriz venezolana en el barrio de San Vicente. Los túneles estaban hechos con cemento, tenían sistemas de ventilación y desembocaban en distintos puntos. Algunos daban al lago Valencia, donde habían barcas que les alejaban de la cárcel. Las autoridades creen que huyó en una de ellas. Desde entonces, Niño Guerrero es el hombre más buscado de Venezuela. No está claro si disfruta de su libertad. Al interior de la cárcel gozaba de lujos y sabía que era intocable para sus rivales, pero desde que es un hombre libre ya no goza del mismo nivel de protección.