Cada día podemos leer u oír las noticias “más importantes”, las más escabrosas, las más curiosas… Nos sentamos a comer nuestro bistec poco hecho mientras vemos impasibles en las noticias imágenes de guerras, asesinatos, disturbios, refugiadas hambrientas, niños moribundos, sangre… No solo estamos tan anestesiados como para poder atiborrarnos tranquilamente mientras la desgracia pasea fotograma a fotograma ante nuestros ojos, sino que, además, causas que en algún momento lograron movilizarnos, aunque fuera solo en una manifestación también promocionada por la sacrosanta tele, quedan olvidadas y sustituidas por causas y preocupaciones de bar más “a la moda”.
Así pasó con la pérdida de un ojo de Ester Quintana o el asesinato de Iñigo Cabacas. Casos muy mediáticos en su momento que pasaron a ser olvidados como si un ojo hubiera bajado del cielo para reemplazar el mutilado o el muerto hubiera resucitado cual Lázaro y todos contentos, siguiente cuento.
¿Qué ha pasado con las balas de goma? ¿Siguen siendo usadas? ¿Fueron esos los únicos casos? ¿Si se prohíben las balas de goma se acabó el problema?
Dieciséis años sin un ojo
A Carles Guillot le reventó un ojo una bala de goma lanzada por un policía el 17 de julio de 2001 durante el conocido como “Asalto a la Kasa de la Montaña”, en el que el desalojo de la casa okupada Kan Nyoki de Barcelona sirvió de excusa para que los antidisturbios entraran en el CSO Kasa de la Muntanya. Esa intervención policial se realizó de manera tan violenta que Carles Guillot, que, como otros miembros del colectivo okupa y simpatizantes acudió al llamado de solidaridad y socorro de la casa desalojada, vio cómo el proyectil disparado por un policía le hacía explotar el ojo. Bien, qué fue lo que le impactó lo descubrió más tarde, en el hospital, porque en ese momento lo único que sintió fue un inesperado y tremendo dolor. Ese fue el primer día de un largo y duro período en el que Carles ha añadido a sus muchas luchas diarias contra la violencia policial y del sistema, la de la prohibición de las balas de goma como arma policial y, en general, de la violencia de las llamadas “fuerzas del orden”. Hablamos con él sobre el punto en que está la lucha por la erradicación de la violencia policial, pero su reflexión, de entrada, es: “Después de casi dieciséis años desde que empecé a enfocar mi activismo político en esta dirección, la verdad es que no veo muchos avances”.
Asesinato en una celebración
En setiembre del 2015, por primera vez se indemnizó a una víctima de las balas de goma. En este caso se pagó a Ester Quintana la cifra de 260.931 euros. Los dos agentes imputados fueron absueltos porque no se podía demostrar la autoría según el juez.
El 13 de julio de 2016, EH Bildu organizó una conferencia en el Parlamento europeo con la idea de llevar el caso de Iñigo Cabacas, joven que murió en Bilbao el 5 de abril de 2012 asesinado por un policía que disparó contra su cabeza una pelota de goma durante las celebraciones de la victoria del equipo de futbol Athletic de Bilbao, que lo clasificaba para la semifinal de la Europa League. Se presentaron también Carles Guillot, en nombre del colectivo STOP Bales de Goma, y Emmett McConomy, hermano de Stephen McConomy, que fue asesinado a los once años por una bala de goma disparada por un agente de la British Army en 1982. El nombre de la conferencia fue “Use of rubber bullets: Towards a new model of police”.
Un año después de la conferencia y después de un largo proceso judicial lleno de irregularidades y obstáculos, la familia de Iñigo Cabacas sigue esperando la resolución del caso, pero hay muchas voces que alertan de que tanto a nivel político como judicial se están cerrando filas y dificultando la identificación del autor, con la subsiguiente asunción de responsabilidades políticas y policiales.
Refrescar la memoria
Otro caso muy conocido, esta vez en Cataluña, es el de Ester Quintana. “El 14 de noviembre de 2012, poco antes de las nueve de la noche, cuando Ester volvía a casa con unos amigos tras participar en una manifestación legal convocada con motivo de la huelga general, un proyectil lanzado por un miembro de los Mossos d’Esquadra impactó en su cara produciéndole una grave lesión que le provocó la pérdida del ojo izquierdo y la rotura de varios huesos, tanto de la órbita del ojo y el pómulo como de la mandíbula, además de otras afectaciones en la nariz y la boca”. Ester era una persona muy conocida y querida en su barrio por su implicación en la vida cultural de este, y en seguida un gran número de gente se alzó en protesta y se creó el grupo Ojo con tu Ojo que montó una campaña mediática que tuvo mucho eco.
Además de Carles, Ester e Iñigo Cabacas, hay otros casos de heridos y muertos en el Estado español. Según el colectivo STOP Bales de Goma, son nueve los muertos desde 1977, y treinta las personas cegadas de un ojo en todo el Estado español por impactos de balas de goma. De todas estas, solo tres han conseguido llevar su caso a los tribunales.
Aunque, como afirma Carles Guillot: “Es difícil saber cuántas víctimas hay exactamente porque no todas las víctimas de impactos de balas de goma denuncian los hechos. Poco a poco, investigando, hemos encontrado testimonios de personas de los episodios de los últimos años que no quisieron denunciar las violencias sufridas por desconfianza o por miedo”.
Balas no, violencia sí
A raíz del disparo a Ester Quintana, Ojo con tu Ojo se sumó a la lucha de STOP Bales de Goma, que además del caso de Carles trabajaba por los derechos de otras personas mutiladas por impactos de balas de goma (Nicola Tanno, Angelo Cilia, Jordi Sallent, Jordi Naval, Óscar Alpuente, Edgar López).
En abril del 2014 se consiguió que se prohibiera en Cataluña el uso de balas de goma. “Por su parte, –me explica Carles– el Parlamento vasco pidió la sustitución total de las pelotas de goma en abril del 2015, aunque tras el ‘caso Cabacas’ la Cámara ya había restringido el uso anteriormente, hasta el punto de que, según la propia Ertzaintza, desde la primavera del 2012 no se produjo ningún disparo de balas de goma. El mismo camino ha emprendido la Policía Foral de Navarra desde el cambio de gobierno, que prohibió el uso de este material nada más tomar posesión”.
Nueve son los muertos desde 1977, y treinta las personas cegadas de un ojo en España por impactos de balas de goma. De todas estas, solo tres han conseguido llevar su caso a los tribunales
Por parte de la Policía Nacional, en cambio, las balas de goma se continúan usando en la actualidad. “Aparentemente ganamos esta lucha –comenta Carles –, pero esa decisión solo fue una cortina de humo, porque lo que se hizo fue sustituir la escopeta sdass pro forces, a la que se le incorporaba un dispositivo al cañón para que disparase balas de goma, por la escopeta GLO6-LL, que es un lanzagranadas que puede disparar proyectiles de foam, botes de humo y gases lacrimógenos”. Y continúa: “El argumento es que son menos letales pero no es verdad. En Francia, donde se utilizan desde hace años, dos personas que sepamos ya han perdido un ojo por el impacto de un proyectil lanzado por esta escopeta”.
El primer ojo pagado
En setiembre del 2015, por primera vez se indemnizó a una víctima de las balas de goma. En este caso se pagó a Ester Quintana la cifra de 260.931 euros. Pero en mayo del 2016, los dos agentes imputados fueron absueltos porque no se podía demostrar la autoría según el juez. Uno de los argumentos era que no se podía saber ni siquiera si el disparo lo había hecho una de las escopetas “antiguas” o una de las “nuevas”, porque en esa acción policial se usaron ambas. “¿La Generalitat nos vende que las nuevas armas son menos letales y luego resulta que ellos mismos sostienen que podrían haber sido las responsables de reventar un ojo en una manifestación? No entiendo entonces dónde está el cambio en la seguridad de la población”, comenta Carles.
Esa absolución creó mucho malestar porque, según la abogada de Ester Quintana, Laia Serra, durante el juicio se evidenció que no todas las pruebas habían aterrizado en el proceso y que no todo el mundo había dicho la verdad. Si esto no hubiera pasado, con toda probabilidad la sentencia sería condenatoria. “El mensaje que lanza la sentencia es preocupante. Si en un caso como el de Ester Quintana, donde se ha investigado y se han aportado tantos elementos de prueba, no hay condena, ¿en qué caso se podrá llegar a hacer justicia? El sistema, el corporativismo, han triunfado. La policía seguirá funcionando teniendo al autor de las lesiones a Ester Quintana entre sus filas. El corporativismo supone que el agente que ha delinquido seguirá trabajando”.
Ojos más valiosos que otros
Carles no ha conseguido que ningún organismo de justicia considere que su ojo valga tanto como el de otras personas. El 13 de diciembre de 2011, el Tribunal Supremo rechazó la posibilidad de que Carles Guillot recibiera una indemnización declarando que se había puesto en un lugar de riesgo y que, por lo tanto, debía asumir la posibilidad de ser objeto de la reacción policial. “Argumentaron que, como miembro del movimiento okupa, debía saber que los desalojos son violentos. Y eso no es verdad. Está documentado que un porcentaje muy alto de desalojos suceden sin disturbios”, afirma Carles.
En relación con este dato, Jesús Rodríguez, de la publicación La Directa, confirmó vía telefónica para este artículo que solo en Barcelona cada año hay unos 4.000 o 5.000 desahucios. De estos, 300 o 400 se producen con resistencia por parte de las personas ocupantes y, de estos, solo conllevan enfrentamientos con la policía entre dos y cuatro más o menos.
Al enterarse de la resolución, STOP Bales de Goma expuso que la sentencia era absolutamente desconcertante por varias razones. “Porque hay muchos testigos que han declarado que en aquellos momentos Carles no estaba participando en ningún alboroto contra la Policía, y que nunca fue acusado de ningún delito por parte de la Policía. Segundo, porque la sentencia vulnera el principio de proporcionalidad de la actividad policial y deja entender que esta puede causar daños elevados a pesar de que no haya ninguna necesidad. Tercera razón, porque, una vez más, ni los policías ni el cuerpo policial pagan por los daños causados por balas de goma”. Según el colectivo, la sentencia del Tribunal es una inversión del principio de inocencia. “Carles ha sido tratado como el culpable desde el principio, y ha fracasado en el intento de demostrar su inocencia”. El afectado no se rindió y llevó su caso al Tribunal de Estrasburgo, pero no obtuvo mejores resultados. Todas las puertas de la “justicia” se han cerrado para Carles, demostrando otra vez que la presunción de inocencia no se aplica a todo el mundo por igual y que la seguridad personal en la participación de acciones de protesta depende del currículum de cada cual. Pero bueno, mientras sigamos almorzando tranquilamente con las noticias puestas estamos a salvo…