Pasar al contenido principal

Huachuma: el cactus que sana

48 horas con Sergey Baranov en el Valle Sagrado

Llego a Calca tras tomar un bus en Cusco desde el hostal Wake Up al colegio Garcilaso, luego una van desde allí hasta Pisac y una hora más tarde otra furgoneta desde Pisac hasta Calca. Me recibe Sergey, sonriente, al lado de su inseparable perro pastor alemán. El lugar es soñado: un jardín repleto de cactus de huachuma. Nunca vi tantos juntos. Vine aquí porque quiero tomar huachuma con quién parece haberla estudiado más que nadie durante estos últimos años, en Perú y probablemente en el mundo.

Medicina de escritores

Antes de sentarnos, Sergey me recalca que hizo una excepción conmigo. La gente le llama para hacer una sesión y ni siquiera responde. Le parece una broma. Este camino es serio, debe hacerse poco a poco. Al menos debes quedarte dos semanas, hacer cinco o seis tomas. Y ahí sí que tu vida cambia, dice.

Pero Sergey me ha aceptado. Quizás valoró que yo tenía experiencia en el asunto, o le pudo el ego al saber que lo iba a entrevistar, tal vez incluso promocionar en España, quién sabe, pero Sergey repite una y otra vez que una única sesión es muy poco. 

–¿No puedes quedarte unos días más?

–No puedo. Me encantaría, pero no es posible.

Sergey me pregunta cómo supe de él. Le cuento que estaba en Cuzco. Empezó a llover y me metí en la librería Génesis. Ahí, en un estante dedicado a chamanismos y otros temas espirituales, estaba su libro. Hay poca bibliografía sobre la mescalina o la huachuma mescalina y su libro, titulado The cactus of sanity, me llamó la atención. Leí dos capítulos apoyado en el mostrador, mientras miraba de reojo la calle, donde granizaba, y decidí escribirle inmediatamente. Tengo que conocer a este tipo, me dije. Luego vi que tenía otro libro sobre el cactus que nos ocupa y que llevaba quince años trabajando con la huachuma en un pequeño pueblo del valle sagrado.

Sergey me pregunta por mi resistencia a la medicina. Le digo que suelo tomar un poco más que el resto, pero tampoco quiero una dosis extrema. Ya sé lo que es estar doce o catorce horas bajo los efectos de la huachuma. Sergey dice que me dará tres cuartos, una dosis fuerte, pero no una que pueda hacerme volar la cabeza. 

–Un día es duro para mí, un reto –dice–. Tengo que ser muy preciso en la toma. Quiero que tengas una experiencia potente, pero no te conozco, y no quisiera pasarme. Será pura intuición. Dos días ya sería diferente, porque te conocería un poco más, pero uno solo es un misterio. 

–Estoy convencido que esto es el inicio de algo muy potente, ya lo verás –digo–. Nos volveremos a encontrar antes de lo que crees.

–Sí, mi medicina es especial, es medicina de escritores –dice–, porque es la energía que yo le pongo. Te va a abrir la mente de golpe. Hay gente que ni siquiera tiene talento para escribir nada y toma conmigo y luego escribe unos diarios enormes. No sé cómo, pero convoco las energías de las musas. Todos mis libros fueron inspirados por la medicina.

Le prometo que el próximo año regresaré, le repito que ya tomé huachuma unas diez o quince veces. La suya es diferente, me asegura. Veremos.

–¿Nunca sentiste que enloquecías en ninguna toma?

–Nunca.

Recuerdo entonces la vez que tuve algo parecido a un mal viaje de ayahuasca (aunque esa distinción no tiene sentido, buenos y malos viajes, pero para entendernos) y me tranquilicé al escuchar a Magda decirme: Marc, sea lo que sea en lo que estés, esto también pasará. Y así fue. Gran enseñanza.

Un espacio recogido para la toma de huachuma. Para Sergey, el altar es una herramienta antigua que te conecta con las energías y los animales y sirve para protegerse también.

Un espacio recogido para la toma de huachuma. Para Sergey, el altar es una herramienta antigua que te conecta con las energías y los animales y sirve para protegerse también.

Magda es mi chamana, mi maestra, mi amiga. Nacida en Mataró, a los veintitantos años empezó un viaje por Perú que la dejó ahí veinticinco años más. En Perú Magda entendió que su viaje era su manera de reencontrarse con su ser más antiguo, el que respira y vibra con los latidos de la tierra. Los Andes y la Selva la regresaron a su niña salvaje, a la Madre, y a la Mujer Medicina que es y que fue.

Toman huachuma los lunes, miércoles y viernes a las diez de la mañana. Salen a caminar por la montaña y regresan a las seis de la tarde, con la caída del sol. El resto del tiempo trabajan a distancia, pasean o simplemente viven esta vida de plenitud, amor y lucidez que regala la huachuma.

Hablo con Sergey entonces de la diferencia entre tomarla así, cocinada, o tomarla deshidratada. Sergey solo ofrece del primer modo. El otro lo deja para casos excepcionales, un viaje. Si con alguien hace buenas migas y se lo pide, le vende su medicina, seca, y así la persona continúa su trabajo en su país. La que cocina no, porque ahí pone su alma, y su alma no está en venta.

–¿Durante cuántas horas la cocinas?

–Eso es mi secreto, pero no son horas, son días.

Me instalo en mi cuarto en la casa que Sergey construyó a pocos metros de la suya, en la que vive con Mercedes y sus dos hijas. Pasan las horas y voy conociendo a los que ahora mismo la habitan: James, de Atlanta, lleva 8 meses acá; Darrel, de Australia, lleva 7 meses acá; Rachel, de Austin, lleva 4 meses acá; Andreas, de Austria, lleva dos días.

Toman huachuma los lunes, miércoles y viernes a las diez de la mañana. Salen a caminar por la montaña y regresan a las seis de la tarde, con la caída del sol. El resto del tiempo trabajan a distancia, pasean o simplemente viven esta vida de plenitud, amor y lucidez que regala la huachuma.

Salgo a almorzar al mercado. Por apenas siete soles, o sea 1,75 euros, me como un menú que consiste en una sopa de primero, triguchaque con chuño y un pescado frito de segundo, acompañado de choclo, arroz blanco y ensalada ¡La sazón de Doña Aleja! La bebida es un mate de manzanilla. Todo muy sano. A la salida me encuentro por la calle a Rachel. Conversamos un rato, y aprovecho para preguntarle cuánto paga por mes. Son 2500 dólares. Alojamiento, gastos y las tres ceremonias semanales. Lo que para mí sería inasumible a ella le parece una ganga. El formato retiro se volvió un buen negocio para quien supo montárselo. Rachel es una nurse practicioner, una enfermera más formada, un poco terapeuta, un poco doctora, que ahora quiere trabajar online para seguir viviendo en este valle tan fértil. Antes de llegar aquí, según cuenta, su vida era algo desordenada y no siempre feliz, allá por Austin. Desde que sigue la dieta huachumera de Sergey se siente realizada. Su rostro brilla cuando habla.

En el jardín me encuentro con Darrell, australiano. Me cuenta que era un zombi cuando llegó, estaba muerto por dentro. Siete meses después siente que es otro. Se ha pulido casi todos sus ahorros, pero siente que es lo que necesitaba. A finales de mes se irá con James a los USA.

Mi experiencia

Una abeja liba el polen de la flor del cactus en Huachuma Wasi, un lugar privilegiado por la naturaleza.

Una abeja liba el polen de la flor del cactus en Huachuma Wasi, un lugar privilegiado por la naturaleza.

La novedad es la nitidez de las visiones en las nubes. Imágenes de figuras incas o prehispánicas, incluso una pequeña aldea se hace viva, y veo una señora que lleva agua al río, las calles, las casas humildes, los huertos. 

La señora está quieta, en la esquina superior izquierda, lleva algo parecido a un delantal y un cazo de agua. ¿Qué querrá decirme?

Veo también un tablero gigante, como de juego de mesa, cuyo centro lo preside un rostro de un sacerdote inca. 

Luego veo una cara que me resulta familiar, un actor mexicano. Compruebo en internet que es Damián Alcázar. Luego me entero que tuvo un accidente (se cayó de una escalera golpeándose cuello y cabeza) tras una toma de ayahuasca con Alonso del Río. Magda me dirá después que quizás es una señal para que no tome con Alonso. Ella dos veces fue invitada a hacerlo y nunca se concretó. 

La belleza del lugar al caminar de regreso, mezcla de distintos paisajes, parece el paraíso terrenal. 

La conexión con esta tierra, con estas montañas, con esta gente peruana, sencilla y amable, como la señora que me preparó la cena ayer, yuca, verduras.

Linda la integración posterior en el sofá con los chicos.

Vivir en Perú es una opción, sí. Al menos pasar temporadas largas. 

Pienso en esta frase: chamanismo es convertir la vida en una ceremonia, la naturaleza en un altar, y el amor en una religión.

“Huachuma es encontrar a Dios en la naturaleza. Es un viaje largo”

Entrevista a Sergey Baranov

Sergey Baranov entre los cactus de huachuma del jardín de su casa.

Sergey Baranov entre los cactus de huachuma del jardín de su casa.

¿Qué es la huachuma para ti?

La huachuma es el camino directo a la divinidad. Es la medicina del corazón y la conciencia. La huachuma abre tu corazón y te enseña a amar, conectarte y gozar. Te enseña a sentir la vida, en lugar de pensar sobre ella. En Occidente pensamos demasiado, estamos mucho en la cabeza, lo que se está convirtiendo en una enfermedad. Mucha gente llega aquí sintiéndose enferma porque piensan demasiado en la vida, pero no la sienten. Es el cactus de la claridad, el cactus que sana, que te conecta con lo “real”. Te recuerda, si los olvidaste, o te los enseña, si nunca los aprendiste, cuáles son los valores importantes de la vida. Te conviertes en un mejor ser humano. Ves a los demás como tus iguales. Te aporta claridad.

¿No es maravilloso que todo eso salga de un cactus y no de una flor o un árbol?

No sabemos por qué, pero sucede. Es la mescalina que sale del cactus. Puedes ver tu vida con más claridad y emprender los cambios necesarios para evitar el sufrimiento y dirigir tu camino.

La huachuma exige un compromiso, las ceremonias duran diez o doce horas.

Huachuma es encontrar a Dios en la naturaleza. Es un viaje largo. Toma su tiempo. Por esa razón tengo distintos tipos de medicina, distintas cantidades en función de cómo llega cada uno. Mi papel es el de canalizador. Me quito de la experiencia y te dejo a ti a solas con la medicina. Creo el ambiente adecuado para que te sientas seguro, apoyado, para que tengas la mejor experiencia posible. La huachuma te abre a una manera de percibir la realidad más allá del ego. Te muestra el mundo tal como es. No somos el centro del universo, somos una parte más. Te dice: esto es el mundo, la naturaleza en estado puro. Y te relacionas con ello. No hay dogma, no hay religión, cada uno encuentra su manera particular de vincularse con sus afectos. La medicina te ayuda a remover bloqueos. Y lo maravilloso es que todo eso sucede en un estado de dicha, de felicidad único. Es la medicina de la dicha. Y solo sientes gratitud por estar vivo y sanar. Es una medicina pro-vida.

Eres muy crítico con las religiones, ¿por qué?

Los piscodélicos te permiten percibir la realidad directamente sin intermediarios. Te permite experimentar lo divino real sin necesidad de que nadie te diga dónde está. Tienes acceso directo. Las religiones ejercen de vigilantes de las puertas de acceso a lo divino. Somos los representantes de Dios, danos tu dinero o tu fe y te explicaremos como conectarte. Innecesario. Cuando tomas psicodélicos no necesitas nada de eso.

Pero de alguna manera el mundo chamánico puede convertirse en una religión, ¿no?

En un sentido lo es, es una religión de la naturaleza, que es algo muy diferente de una religión que idolatra a una persona. El chamanismo fue la primera religión de la humanidad. El hombre, tras una larga y aburrida existencia como mono, se hace hombre, descubre la conciencia. Ahí se forma la primera religión, la religión de la naturaleza, antes de dividirse en facciones. Más tarde, cuando se pierde el camino, se vuelve un asunto de palabras, oraciones, fe, sin ningún tipo de experiencia. Es una narrativa, o varias, que tú escoges si creer o no. Narrativas que al final son la misma con diferentes palabras. Eres tú frente al dios invisible, al que debes adorar. Para mí es insuficiente. Yo quiero experimentar lo que es la divinidad, y eso no se puede lograr con palabras.

Incluso si el líder religioso o gurú ha tenido esta clase de experiencias, ¿cómo te las puede transmitir?

“La naturaleza no puede ser criminalizada, no puedes meter a la gente en la cárcel por tomar plantas. Tienen que ser reguladas, quizás, de alguna manera, pero jamás prohibidas. Esta prohibición es la inquisición de nuestra época. La solución es descriminalizar, pero permitir que los chamanes nos enseñen”

Incluso si las tuvo, fueron sus experiencias, no las tuyas. Para ti son experiencias de segunda mano. Y si es otra persona quien te lo cuenta, no el propio gurú, entonces ya son experiencias de tercera mano. Los psicodélicos te dan la experiencia de primera mano, eres tú quien va a sentirlo, sin intermediarios. Ni siquiera todos los psicodélicos.

Tú empezaste con el MDMA.

Sí. Era lo que tenía disponible de joven. Me permitió tener un primer atisbo, pero como es un químico tiene sus limitaciones. La magia está ahí, llegas a ella, pero a través de lentes químicas. No es pura. Y además tiene efectos secundarios, un bajón de varios días. Pagas un precio innecesario.

¿Cuál fue tu primera experiencia reveladora?

Fue con la marihuana. Tenía 17 años. En ese momento sentí que las plantas eran el camino. Pero me di cuenta con los años que había mucho más allá. Le agradezco a la marihuana que me abriera una puerta. Fui un fumador muchos años, hasta que sentí que mi relación con la marihuana se había viciado. Dependía de ella. Entonces empecé a leer y a buscar información sobre otras plantas.

Años más tarde entraste en contacto con el peyote.

Sí, tenía 28 años. Pero antes entré en contacto con la ayahuasca y la huachuma en Perú. Fui a Iquitos y entré en contacto con Don Howard. Fueron tres años de viajes. Vivía en California y cada tanto viajaba a Perú. Tras los tres años sentí la llamada y me vine a vivir en Perú.

¿Cómo fue esa llamada?

Fue natural. Sentí que tenía que hacerlo. No soy una persona que crea tanto en la reencarnación, no le pongo energía a eso. Podría ser verdad, o no, y no quiero gastar tiempo en averiguarlo, pero de alguna manera cuando llegué aquí sentí que era mi casa, cuando me bebí mi primer vaso de huachuma sentí que era mi planta, cuando planté los cactus aquí sentí que era lo que tenía que hacer. De alguna manera todo lo sentía familiar, era fácil para mí, así que tal vez sí que estuve aquí antes y resulta que ahora estoy completando mi misión. No encuentro otra explicación.

¿Has cocinado la medicina igual todos estos años?

Fui aprendiendo con los años ¡Son quince años dando medicina! Fui mejorando yo y eso se refleja en la medicina, que ahora es más madura, más poderosa. Reflejo la medicina. Yo crezco, ella crece.

Portadas de los libros publicados por Baranov.

Portadas de los libros publicados por Baranov.

¿Por qué escogiste a Don Howard como maestro en lugar de un chamán peruano?

Busqué su rostro en internet y sentí que su mirada era real. Y que había conocimiento ahí. No era un hombre disfrazado de chamán. Era alguien que te mira a los ojos. Sentí que él conocía el camino. Le escribí y su respuesta fue clara, precisa. Así que compré un vuelo y me planté en Perú. Estuve cinco semanas. Sentí que él veía mi interior. Cuando encuentras a alguien real te quedas con él. El hecho de que fuera occidental hizo que nos entendiéramos muy rápido. No estoy de acuerdo con que un chamán nativo sea una mejor opción. Los hay buenos, y los hay que son unos chantas. Pero incluso en los buenos siento una falta de intelectualismo, digamos, cierta incapacidad para enseñar en palabras. No está en su cultura. A mí me interesa combinar el lado intelectual con la experiencia. Yo crecí estudiando las enseñanzas del budismo, el taoísmo, o el sufismo. Ahí hay mucha sabiduría que, luego, combinada con las plantas, te permite entender de manera más profunda. Esa parte no la tienen los chamanes locales.

La mayoría de la gente que llega a Huachuma Wasi, ¿son buscadores espirituales o personas que buscan sanarse?

La mayoría viene por la experiencia mística. Huachuma no es solo para colocarse, es una medicina sagrada. Expande su conciencia. Muchos se quedan varias semanas, y ahí la medicina, que es muy poderosa, va trabajando. 

¿No crees que pueden quedarse enganchados? ¿Qué me dices de James, que lleva 7 meses y 100 ceremonias?

Si se lo pueden permitir es maravilloso. Viven aquí, en este lugar precioso, rodeado de gente hermosa. Es un tema de compromiso. Las plantas no son adictivas, eso no existe. 

¿Cómo afecta a tu vida con tu mujer e hijos el hecho de que celebres tres ceremonias cada semana?

Al principio tomaba mucho. Luego aprendí que podía ir bajando la dosis y ahora con muy poco ya me conecto. Así al día siguiente puedo resolver mis temas, responder emails, estar con mi familia, escribir mis libros. Es al revés que con las drogas, que cada vez necesitas más cantidad. Con las plantas necesitas menos. 

Háblame de tu altar. Es poderoso. 

Aprendí su importancia de Howard. En Perú lo llaman “la mesa”. En ella colocas objetos relevantes para ti, que tienen significado: restos de animales, plantas, piedras, cristales. Mejoran tu conexión. Son el ancla, a su alrededor es donde se inicia y donde se termina la ceremonia. El altar es una herramienta antigua para conectarse con las energías, los animales y para protegerse también. Lleva años completarlo. No es que te plantas en un mercado y compras una serie de cosas para el altar. Viajas, participas de ceremonias y vas encontrando elementos que vas incorporando, una piedra especial, una pluma de un ave, un hueso particular que aparece cuando estás pensando en algo importante. Puedes comprar algunas cosas, pero la mayoría son elementos que aparecen en el camino. El altar es un objeto vivo, te pide lo que necesita.

También tomas ayahuasca una vez al mes.

Sí, es un buen complemento a la huachuma. Tienen diferentes propiedades. La ayahuasca te ayuda a restaurar la energía. Me ayuda a limpiarme de las energías ajenas. Puedo hacerlo con la huachuma, pero con la ayahuasca en más rápido. Yo no busco visiones en ella, sino renovarme. Para el resto del grupo es bueno también. Conocen otra medicina. Tanto en un caso como en otro me interesa que la gente que viene aquí entienda el standard de cómo creo yo que debe ser una ceremonia, unos mínimos, para que luego sepan lo que pueden exigir en otro contexto, con otra gente. Es importante tener esa experiencia con la que puedas comparar. Cuando empecé tuve cinco ceremonias de ayahuasca en diez días en la selva, y salí un poco traumatizado. Mi propósito es evitarle esto a la gente. Les doy una introducción y si quieren profundizar, pues adelante. 

Entrevista a Sergey Baranov

Sergey descansando en un rincón de Huachuma Wasi.

Quizás la ayahuasca está más conectada con la selva y la huachuma con las montañas, los apus, este valle sagrado. 

Es un poco verdad, pero, honestamente, tampoco cambia tanto. Mi primera experiencia con la huachuma fue en la selva, y fue mágica. Si la medicina es buena y la sirve un buen maestro, el lugar deja de ser importante.

Qué opinas de esta discusión de que quizás sea mejor que no sea legal porque se masifica.

Hay dos maneras de verlo. El primero es que la naturaleza no puede ser criminalizada, no puedes meter a la gente en la cárcel por tomar plantas. No tiene sentido, es inmoral. No hay nada malo en eso. No estamos promocionando la violencia. Yo lucho contra eso. Tienen que ser regulada, quizás, de alguna manera, pero jamás prohibidas. Esta prohibición es la inquisición de nuestra época. Pero hay otro aspecto referido a que las plantas es algo que se remonta a muchos años atrás, una sabiduría ancestral. Si lo legalizas así de golpe es un problema porque la gente necesita cómo proceder con estas plantas poderosas, necesita guías, educación, no puedes adentrarte así a lo loco. ¿Quién va educar a la gente sobre cómo tomarlas? Tú no comes peyote o hongos y conduces hasta casa. La mayoría de la gente no lo entiende. Se comen unos hongos y salen a bailar a una discoteca, ¿cómo? Se echa en falta la educación chamánica. Toca recuperar ese conocimiento. Así pues, la prohibición no es buena, pero el acceso irrestricto tampoco porque se abusará y habrá problemas. La solución es descriminalizarlo, pero permitir que los chamanes nos enseñen, impartan cursos, oficien ceremonias.

Pero esto va en contra de la dictadura de lo científico. En España padecimos una vergonzosa campaña del ministerio que dirigía el astronauta Pedro Duque contra lo que llamaron las “pseudociencias”, a las que descartaban por carecer de rigor científico, como si el rigor científico fuera la nueva palabra de Dios.

Sí, los científicos están igual de ciegos que los religiosos, pero de otra manera. Para ellos solo importan los químicos y las reacciones en tu cerebro. En su mundo no existe el espíritu, las energías, el alma. Y ahí está la razón porque la ciencia no avanzará nunca. Diseccionan las plantas, extraen sus alcaloides, en lugar de entender por qué los nativos lo consideran una medicina sagrada. Es como descuartizar un cuerpo humano para encontrar el alma. Absurdo. No puedes medir el alma con el microscopio. Nunca van a poder medir el misterio de la vida como una probeta. Si no pueden ver el alma en ti mucho menos van a distinguir el espíritu de una planta. El chamanismo es un acercamiento espiritual a la vida. Si nos ponemos estrictos, es una ciencia también. Es preciso lo que hacemos, aquí no hacemos experimentos. Puedo probar sus resultados y puedo repetirlos las veces que haga falta. En este sentido es científico. El chamanismo es la ciencia de lo sagrado. Deben venir aquí y tomar medicina. 

Ahí esta la clave. Que hablan de algo que no conocen. Sorprende esta cerrazón en personas que supuestamente buscan el conocimiento. Tienen una herramienta poderosa en sus manos, y la rechazan o no se atreven a usarla por miedo y desconocimiento. Siempre digo que un intelectual, político o científico que no ha tomado plantas tiene poca capacidad para influir o liderar una sociedad hacia un futuro mejor. 

De acuerdo. Si fuera por mí, requeriría que, antes de tomar posesión de un cargo relevante de gestión pública, fuera obligatorio tomar peyote, ayahuasca, huachuma. Varias veces. Ahí se les abriría el corazón y verían la verdad de la vida, el valor de la naturaleza. Los haría seres humanos compasivos e intuitivos. Y desde ese lugar sí se puede liderar. Desde la sabiduría. No es muy conveniente sostener a líderes estúpidos para gestionar asuntos como las armas nucleares. 

Todas las personas que conozco que empezaron a tomar plantas se volvieron mejores personas.

Si una persona cambia, influye en el colectivo, la sociedad mejora. Es una reacción en cadena que lleva a menos violencia, más compasión, a una sociedad con gente más sana y pacífica. Es lo que necesitamos. 

¿Qué esperas de tu futuro? ¿Planeas seguir mucho tiempo con tus ceremonias?

Por supuesto. Hasta mi último suspiro. Es mi misión, mi pasión, lo que amo. Es la medicina más bonita de la tierra. Te enseña qué es lo sagrado. Es mi trabajo en pos del amor. Y lo seguiré haciendo toda mi vida. 

www.huachumawasi.com

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #312

Comprar versión impresa

Te puede interesar...

¿Te ha gustado este artículo y quieres saber más?
Aquí te dejamos una cata selecta de nuestros mejores contenidos relacionados:

Suscríbete a Cáñamo