Positivo en Marihuana
Algunos deportistas piden que se retire el cannabis de la lista de sustancias dopantes porque no mejora el rendimiento, pero las autoridades se resisten con una actitud que muchos consideran hipócrita.
Algunos deportistas piden que se retire el cannabis de la lista de sustancias dopantes porque no mejora el rendimiento, pero las autoridades se resisten con una actitud que muchos consideran hipócrita.
“Hay mucha información científica sobre la marihuana pero las autoridades suelen regular sobre ella con criterios ideológicos, no con datos”. El que habla así de claro para Cáñamo es Ross Rebagliati, el que fuera el primer atleta en colgarse una medalla de oro sobre una tabla de snowboard. Fue en los Juegos de Invierno de Nagano en 1998, pero al canadiense la alegría le duró poco porque en los test antidopaje dio positivo en cannabis y la organización le arrebató el galardón inmediatamente.
Si Ross hubiera competido hoy, no habría perdido su distinción, ya que en lo referente a los porros, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) cambió las reglas en el 2013. Para dar positivo, la organización elevó la tasa de 15 a 150 nanogramos por mililitro de orina de tetrahidrocannabinol o THC, ingrediente principal de la marihuana. Esa cantidad implica que hoy un deportista puede fumarse un canuto hasta el día antes de competir, pero nunca el mismo día que se enfrenta a sus rivales.
"Las autoridades suelen regular sobre la marihuana con criterios ideológicos, no con datos"
Rebagliati, que desde hace tres años posee una empresa con la que comercializa cannabis, recuperó su medalla tras una larga disputa con las autoridades deportivas. Al final, les convenció de lo incoherente que resultaba sancionarlo por fumar algo cuyo consumo no está prohibido, entre otras cosas, porque la AMA considera que no mejora el rendimiento de los deportistas.
Normativas dispares
La Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) ha cogido el argumento de que la marihuana no da ventaja a los atletas y lo ha llevado más lejos. Para este sindicato de futbolistas, fumar yerba no solo no beneficia, sino que perjudica al rendimiento del atleta y, por tanto, es absurdo pensar que la consumen para sacar partido. Ese es el hilo argumental que emplean para solicitar que se deje de buscar THC en los análisis que se hacen a los futbolistas. “Las leyes antidopaje están para tener un deporte justo y no para hacer juicios morales”, ha declarado recientemente Wil van Megen, abogado de FIFPro.
Son muchos los que creen que el cannabis se mantiene en la lista de sustancias dopantes solamente para dar lecciones. Así lo reflejó Carlos Arribas en un artículo publicado en el diario El País cuando la AMA cambió los niveles de THC. El periodista aseguraba que, según muchos deportistas, la marihuana había servido a las autoridades políticas para “seguir cantando aquello del deporte como escuela de comportamiento y para arruinar la vida a algunos deportistas que se fumaron un porro”.
Uno de esos porros le costó muy caro a Julio César Chávez Jr.: “Cometí un gran error”, dijo el boxeador mexicano cuando se conoció su positivo en THC en las pruebas realizadas después del combate que lo enfrentó a Sergio “Maravilla” Martínez en Las Vegas. Era febrero del 2013 y le supuso al púgil una multa de 900.000 dólares y una suspensión de nueve meses. Solo unas semanas más tarde, la AMA cambió las normas sobre el consumo de marihuana, pero a Chávez no le sirvió de nada. Pero tampoco le vale hoy, pues el boxeo tiene sus propias reglas, y las sustancias y las cantidades punibles, así como las sanciones, varían según el país, y hasta el estado si la pelea se celebra en suelo estadounidense.
Pero las diferencias entre normativas no se dan solo en el mundo del cuadrilátero. Para empezar, no hay ningún reglamento unificado, y aunque algunos países, como es el caso de España, procuran adaptarse al que dicta la AMA, no todos lo hacen. Ese es el motivo por el que un deportista puede verse sujeto a normas dispares según la competición a la que se presenta o cuál sea su disciplina.
Sanciones y pena de telediario
En ningún caso las sanciones deportivas por dar positivo en marihuana han sido tan duras como las que se imponen por otras sustancias como, por ejemplo, la testosterona, que suele suponer dos años de inhabilitación. Pero lo que es innegable es que deja huella en el historial del deportista. Por no hablar de la pena de telediario, es decir, el problema de imagen que le genera al atleta salir en los medios por un asunto de dopaje.
Que se lo pregunten a Michael Phelps, el mejor nadador de todos los tiempos, a quien los ocho oros que consiguió en las Olimpíadas de Pekín en el 2008 le dieron pocas portadas más que las conseguidas cuando apareció en el tabloide inglés News of the World fumando cannabis en una pipa de cristal. El joven, que entonces tenía veintitrés años, perdió el contrato que tenía con Kellogg’s, uno que implicaba que su cara y su torso quedaran estampados en todas las cajas de los cereales más consumidos de Estados Unidos y buena parte del mundo.
A pesar de no haber violado ninguna ley antidopaje, la Federación Estadounidense de Natación lo apartó de la competición durante tres meses: “Hemos decidido enviarle un duro mensaje a Michael porque ha defraudado a mucha gente, particularmente a los cientos de miles de niños de la federación que le ven como un modelo y un héroe”. He aquí un ejemplo práctico de esa “escuela de comportamiento” de la que, con cierto sarcasmo, hablaba Carlos Arribas. Preguntado por esa obligación de ejercer como modelo que se les exige a los deportistas de élite, Ross Rebagliati tiene claro lo que piensa: “Es una presión extra que se acepta con los brazos abiertos. En mi caso, sentí que era un modelo positivo para la gente joven, y es un desafío que siempre he aceptado”.
La doble moral del deporte
Pero la pena de telediario no siempre es negativa a largo plazo, y por eso hay quien considera que los atletas participan de una doble moral que está muy extendida en el deporte de alto nivel. “Creo que la mayoría de los deportistas de élite hablan de ‘valores’ de una forma superficial, para quedar bien ante las cámaras. Son personas que, en general, viven por encima del resto”. La opinión es de Fernando Callejo, director de UPAD Psicología y Coaching y experto en deportistas de élite. El psicólogo considera que la repercusión mediática, aunque sea negativa, acaba resultándoles ventajosa. “Les inhabilitan un tiempo y eso puede ser un problema deportivo pero no económico”.
Lo cierto es que a Phelps se le fue un patrocinador pero otros, como la marca de ropa deportiva Speedo, aguantaron el tirón y siguieron apoyándole. Speedo, Omega o Visa consideraron que lo de la marihuana era un asunto privado y decidieron apoyar al joven, que no solo no perdió a algunos mecenas, sino que, al calor de los focos, consiguió el apoyo de otras empresas.
En España, el consumo de cannabis también le costó un disgusto a Gervasio Deferr, y él ni siquiera tenía patrocinadores. El gimnasta barcelonés dio positivo en un control del Campeonato de España en el 2002. La suspensión fue de tres meses y el episodio quedó en un susto. Pero unos meses después, Deferr se sometió a otro test antidopaje, dio positivo en THC y la Federación Internacional de Gimnasia decidió quitarle los títulos conseguidos entre la fecha de la primera sanción y la segunda. Así fue como perdió el oro obtenido en la Copa del Mundo en París y la medalla de plata del Mundial de Debrecen.
Pero hay algo que los gobiernos y los países hacen mejor con los deportistas, no siempre con razón, que con los artistas: defenderlos. Por eso, a pesar de haber pasado una mala racha por las sanciones y la retirada de los títulos, Gervasio tuvo una especie de resarcimiento el día en que la Real Federación Española de Gimnasia le otorgó la Medalla al Mérito Gimnástico. Quizás eso fue lo que le dio fuerzas para seguir y llegar a otras Olimpiadas, las de Pekín en el 2008, de las que regresó con una plata. Poco después anunció su retirada.
Hipocresía
Para muchos, no es tanto la presión de ser un modelo a seguir como la de ganar la que los empuja a consumir algún tipo de sustancia. Andre Agassi lo explicó de maravilla en Open, unas memorias en las que reconocía haber consumido todo tipo de drogas, también marihuana, para sobrellevar los muchos campeonatos en los que participaba. Su propio padre le daba pastillas para el resfriado que contenían cafeína cuando era un crío para que aguantara todo el circuito tenístico y convertirlo en una estrella.
Casos como el de Agassi o los muchos que se han dado últimamente en el ciclismo son los que hacen decir al periodista francés especializado en deportes Michel Drucker: “Todo el mundo sabe que es imposible soportar con un tubito de vitamina C una carrera tras otra”. El escritor uruguayo Eduardo Galenao, que era un apasionado del fútbol, tampoco evitó el asunto y más de una vez dio su opinión al respecto: “Por la ley del mercado, la mayor rentabilidad exige mayor productividad y, para lograrla, vale todo: la deslealtad, las trampas y las drogas, que forman parte del juego sucio de un sucio sistema de juego”.
La productividad de un deportista, todos los saben, se mide por el número de campeonatos, medallas y récords obtenidos. Y todos los cuerpos, también los de Usain Bolt, Mike Tyson, Marion Jones o Michael Phelps, tienen sus límites. Por eso, cuando las autoridades políticas, deportivas, patrocinadores y representantes piden a cuerpos finitos resultados infinitos, es normal que a muchos les parezca que el chiringuito deportivo navega en la hipocresía.
La arbitrariedad de la NBA
La primera vez que un jugador de la NBA da positivo en cannabis, se le envía a unas sesiones de rehabilitación; la segunda, se le multa con 25.000 dólares; la tercera vez que lo pillan, se le aplica una suspensión de cinco partidos, y si da positivo en una cuarta ocasión, se queda sin jugar durante diez encuentros.
Hasta aquí las sanciones de la NBA, liga que siempre ha tenido fama de ser blanda con el dopaje, aunque, leyendo su normativa, más que laxa lo que resulta es arbitraria. Sobre todo en lo relativo a la manera en que se hacen los controles. A los rookies, es decir, a los novatos, se les practican cuatro test por temporada, pero a los veteranos, solo uno. Y encima, saben la fecha. Este es el aspecto que siempre ha levantado más controversia, pues los baloncestistas saben que cada mes de octubre hay análisis, con lo que es fácil dar negativo: basta con dejar los canutos en septiembre.
La paradoja es que muchos siguen dando positivo. Carmelo Anthony, Denis Rodman, JR Smith, Larry Sanders, Chris Birdman, Michael Beasley o Steve Nash son solo algunos nombres de estrellas que no han pasado los controles y que aseguraron haber fumado la yerba para calmar dolores y con receta médica. El caso más reciente, y es llamativo, es el de Al Jefferson, pívot de los Charlotte Hornets, que en el 2015 fue sancionado por dar positivo en THC cuando ni siquiera estaba compitiendo por encontrarse de baja a causa de una lesión de rodilla.
Algunos jugadores de la NBA han pedido que se retire la maría de la lista de productos dopantes y que se tenga en cuenta que muchos la consumen como analgésico durante la rehabilitación de lesiones. Pero de momento no les escuchan. Esa sordera de la NBA choca más cuando se sabe que no sanciona el consumo de sustancias prohibidas por casi todos los organismos antidopaje. Por ejemplo, la hormona del crecimiento, que no se ha empezado a controlar hasta enero de este mismo año a pesar de ser un anabolizante que contribuye a la rápida formación de músculo, tejido que, innegablemente, abunda en la NBA.
Ross Rebagliati hizo de la necesidad virtud y hoy es dueño de Ross’ Gold (‘El oro de Ross’), una empresa con la que comercializa varios tipos de cannabis para uso terapéutico en Canadá. Igual que con el nombre de su empresa, juega con los oros, las platas y los bronces para clasificar sus productos según la cantidad de THC que contienen y ofrece una amplia variedad de artilugios para disfrutarlos. Pero, además, el que fuera rey del snowboard es una autoridad en lo referido a los beneficios del cannabis para los deportistas de élite, y ese es el motivo por el que lo llaman de televisiones y revistas de todo el mundo para que hable de su experiencia y de su causa. Además, Rebagliati no deja escapar la ocasión de hacer campaña para que se legalice también el uso recreativo de la marihuana en su país. Que el nuevo primer ministro canadiense, Justin Trudeau, llevara en su programa la promesa de legalizarla le hace ser optimista: “Yo creo que será una realidad en uno o dos años”, comenta Ross a Cáñamo.
Ross es de los que piensa que el cannabis sí beneficia el rendimiento de los deportistas. No tanto en los resultados como en las condiciones previas. “A mí me servía para motivarme a ir al gimnasio, para concentrarme y para comer y dormir mejor, actividades muy importantes para todo deportista de élite”. Él siempre informa a sus clientes de los pros y los contras de fumar yerba, pero está convencido de que un producto que no engorda, no da resaca y no daña ni el cuerpo ni la mente es un analgésico mucho más eficaz e inocuo que los convencionales, que suelen afectar al hígado.
Ross fue el primero pero no es el único exdeportista interesado en compartir con el mundo sus conocimientos y su pasión por la marihuana. Clifford Robinson, el que fuera jugador de la NBA con los Portland Trail Blazers y los New Jersey Nets, ha emprendido un camino parecido después de que el estado de Oregón legalizara en julio del 2015 el uso recreativo del cannabis. Hace solo unas semanas, el que fuera conocido como Tío Cliffy en su etapa de jugador anunció que pensaba emprender un negocio de venta de marihuana que ha hecho que la prensa lo rebautice como “Uncle Spliffy”, lo que en argot vendría a ser algo así como el Tío Canuto.
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