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¿A qué huele el colocón? Terpenos: un universo de efectos

¿De dónde vienen los distintos efectos del cannabis?, ¿hay partes terapéuticas de la planta distintas de las que colocan?, ¿existe un THC sativo y otro índico?, ¿y todo lo de la planta que no coloca significa que no interesa al consumidor recreativo? Y sobre el aroma: ¿existe conexión entre aroma y efectos?, ¿y entre aroma y colocón? 

Se cuenta que en el origen surgieron las índicas por las estepas asiáticas y más tarde se dice que llegaron las sativas a zonas más tropicales. Algo después aparecieron las ruderalis o autoflorecientes por las zonas poco iluminadas del norte. Pero no fue hasta el octavo día cuando se dejaron ver los híbridos por los cultivos de Occidente. Poco a poco, el cannabis colonizó el planeta Tierra; poco a poco, el cannabis conquistó a todas las culturas y civilizaciones. Son más de cuatro mil años de consumo de cannabis por parte de la humanidad: usos terapéuticos, litúrgicos, hedonistas, recreativos, prohibicionistas, antiprohibicionistas, farmacéuticos, capitalistas, activistas…

Debe de ser una planta bien compleja, el cannabis. Llena de matices y efectos. ¡Tiene tanta abundancia de compuestos y propiedades! No es de extrañar que, con tanta variedad de compuestos y usos, a día de hoy todavía cueste clasificarla y catalogarla con precisión. Y mientras la industria farmacéutica y científica suda para domesticarla, a nivel popular se saben ya muchas cosas. Se la conoce muy bien, tal vez de manera desordenada, pero basada en hechos reales. Hablemos de hierba; hablemos de variedades, usos y efectos.

La cosa va de efectos y propiedades 

¿Cuál es la mejor flor?, ¿la que tiene más THC?, ¿la que más coloca o la que mejor huele? ¿Qué sabemos como consumidores de todo esto? Pongamos el caso de que nos llega una flor desconocida a la mano, una flor de esas de buen aspecto y buen color. Ni tan compacta ni muy aireada, de pistilos sanos y abundancia y esplendor de tricomas y resina que presagian mucho THC. Y, además de eso, bien secada, mejor curada y cargada con sus mejores aromas. Una flor de esas que pensamos: “¿dónde la meteremos?”. Desprende una peste que parece que en el bolsillo llevemos un cultivo entero.

Solo de mirarla y tocarla sabemos cómo ha sido cultivada, su punto de corte, su maduración... Pero no es hasta que nos la llevamos al olfato cuando realmente la conocemos. ¿Se corresponde la intensidad de sus aromas con su presencia y estado? No sea que ya cante al primer olfato que tiene pinta de que algo le han puesto… Pero esta vez no. Ese aroma que todo lo contamina nos empieza a contar cosas más íntimas de la flor: pinos, cítricos, tierras tropicales, maderas, frutos del bosque, cerezas, eucaliptos, aromas florales… ¿Cabe todo eso en una flor sin pétalos? ¡Reíros de los catadores de vino!

Dicen que la naturaleza nunca es caprichosa. ¿Por qué motivo habrá puesto tantos aromas en las flores del cannabis?, ¿qué función tienen en el cannabis?, ¿nos cuentan algo esos aromas sobre su composición?, ¿y sobre sus efectos y propiedades?

A pesar de haberse descubierto y catalogado más de cien cannabinoides piscoactivos presentes en la planta, todavía faltan parámetros para poder explicar la diversidad de los efectos del cannabis. Añadir la parte aromática de la planta, ¿puede ayudar a comprender y anticipar los efectos de la planta? Si tenemos en cuenta los aromas, hay que añadir mínimo cien compuestos más por variedad. Y resulta que estos también son psicoactivos, es decir, también atraviesan la barrera hematoencefálica y producen y modulan efectos en nuestro sistema nervioso. Estamos hablando de más de doscientos compuestos por flor, que generan efectos e influencias...

Maticemos eso de compuesto psicoactivo: se denominan así a todos aquellos capaces de introducirse en nuestro sistema nervioso e incidir en él generando efectos. Obviamente, no todos colocan. ¿Pero significa eso que no aportan al colocón? El CBD no coloca, pero hace cosas. Se sabe que es un potente relajante muscular y antiinflamatorio. Y añadiremos un dato muy interesante: también es capaz de modular el colocón del THC. Es decir, interfiere y amortigua con los colocones del THC. Y resulta que no es el único en inmiscuirse en los usos recreativos y terapéuticos de la molécula prohibida. Lo mismo pasa con los terpenos: no colocan pero interfieren. No existe un THC sativo y un THC índico, ni una parte terapéutica y otra recreativa de la planta. Existe un solo delta-9-THC, que se acompaña de diversidad de cannabinoides y, sobre todo, de una enorme diversidad de terpenos. Con ello podemos comenzar a tumbar mitos y explicar de dónde vienen los tantos efectos del cannabis.

Ahora, repetimos las preguntas: ¿cuál es la mejor flor?, ¿la que más THC tiene?, ¿la que más coloca o la que mejor huele?, ¿o tal vez depende del momento y la intención?

¿Por qué decimos aroma cuando queremos decir terpenos?

A día de hoy, conceptos como perfil terpénico o mapa terpénico ya son expresiones comunes en los círculos cannábicos. Eso sí, hay que reconocer que los terpenos no han sido descubiertos por los expertos del cannabis. Utilizados en la industria alimentaria como odorantes y saborizantes, y también en la industria cosmética y de perfumería, los terpenos son viejos conocidos de la humanidad. En la medicina tradicional o popular, han tenido mucho protagonismo de manera encubierta.

"Afinar el olfato supone una gran herramienta al alcance de todos. Ahora con los terpenos podemos empezar a reconocer, a anticipar y a contrastar efectos... Todo es mucho más que un mero colocón"

Desde hace mucho que se conocen las propiedades sedantes y ansiolíticas de la lavanda, y también el efecto antiinflamatorio del clavo, así como el potencial expectorante del eucalipto. Lo que tal vez no se sabe desde hace tanto es que, sin un terpeno llamado linalool, la lavanda no tendría ese marcado efecto sedante y seguramente nadie hubiera puesto una ramita de esta planta bajo la almohada para inducir el sueño. Tampoco el eucalipto sería un remedio tan popular para hacer vahos y vaciar pulmones si no estuviera tan cargado de eucaliptol. Y sin su alto contenido en eugenol y β-cariofileno, el clavo no hubiera sido un efectivo remedio para el dolor de muelas. Pues todos ellos son terpenos que podemos encontrar en el cannabis. El concepto es sencillo: los aromas vienen cargados de terpenos, y los terpenos vienen cargados de interacciones y efectos.

Actualmente, se concibe científicamente y viene confirmado por el saber popular: los terpenos son los mayores responsables de tanto aroma y tanto efecto en las plantas. Seguramente, no son los únicos, esto solo acaba de empezar, pero por algo hay que empezar. También en el cannabis los terpenos son esos compuestos que aportan la mayor parte del olor y sabor característicos de cada variedad, dando a cada cepa un gusto y sabor únicos que la hacen distinta del resto de cepas, pero también unos efectos que la hace también distinta del resto de cepas. Los terpenos son mucho más que olor y sabor: son compuestos que diseñan efectos.

Oliendo efectos 

No es que hayamos vivido equivocados con eso de sativa e índica, es que resulta insuficiente para explicar todo lo que ofrece el cannabis. Se habla de colocón, pero la cosa va mucho más allá de un mero efecto embriagador. Existen efectos psicodélicos y eufóricos, energéticos, creativos, risueños, potenciadores de la empatía y de las ganas de hablar. Pero también el cannabis puede generar ansiedad y paranoia, hambre y exceso de apetito, así como letargo y sueño, taquicardia y dificultad para dormir. Parece que la cosa se complica, toda una infinidad de efectos, en muchos casos opuestos, derivados de una misma planta. Y supuestamente todo era culpa del THC… 

A pesar del enorme potencial de ese fenómeno llamado THC, no da para explicar todos esos efectos que se reportan. ¿Y de dónde viene toda esa diversidad de efectos del cannabis? Los aromas parecen una herramienta imprescindible para poder explicar y anticipar las potencialidades de las flores y derivados del cannabis, y pueden servir para ahorrarnos más de un susto. Cada uno aporta su aroma y sabor particulares, pero también unos característicos efectos: sedativos, estimulantes, ansiolíticos, excitantes, analgésicos, antiinflamatorios, embriagadores, digestivos, antiespasmódicos, potenciadores de la memoria a corto plazo… El listado crece y crece, tanto como la diversidad de efectos del cannabis.

Terpenos: aprendiendo a clasificar el cannabis 

Se dice que hay catalogados más de cuatrocientos terpenos en el cannabis, y que una flor puede llegar a tener un promedio de entre cien y ciento cincuenta de ellos. Muchos de ellos se encuentran en concentraciones muy bajas pero, aun así, presentes e influyentes. Tras años de análisis y observación, se sabe que hay algunos que son los principales protagonistas: apenas más de diez de ellos sobresalen por ser los más frecuentes y por aparecer en altas concentraciones. 

Se trata de los terpenos más comunes. Son esas notas altas que permiten anticipar parte de los efectos de cada producto. No son exclusivos del cannabis. Conocidos por la medicina popular desde los inicios de los tiempos, han sido aislados, estudiados y catalogados por la ciencia moderna y sus efectos se tienen bien descritos. 

¿A qué huele el colocón? Terpenos: un universo de efectos

Al igual que el THC por sí solo no sirve para explicar la diversidad de efectos y variedades de cannabis, con un solo terpeno no se puede explicar y catalogar una flor. Los terpenos se vienen arriba cuando comienzan a colaborar con otros terpenos y cannabinoides. Es ahí cuando desbloquean todo su potencial y es así como realmente los conocemos de toda la vida: sumando aromas y potenciando sinergias. 

Recientes estudios apuntan a catalogar el cannabis no solo por las concentraciones y ratios de THC y CBD, sino sobre todo por la interrelación entre sus terpenos dominantes. Es así como tras comparar analíticas se comienzan a dibujar lo que se podría denominar como familias de variedades. Algunas de las familias sugeridas por estudios científicos son las siguientes: 

· Familias con alto β-cariofileno y alto limoneno, en las que encontramos los cítricos suaves y picantes de muchas variedades ansiolíticas de media tarde, y que pueden recordar a la familia Kush y su aroma dulce y terroso. 

· Familias en las que se contraponen los pinenos y los mircenos como notas altas, que nos pueden oler a variedades más estimulantes para la concentración, no tan cerebrales. Tal vez por aquí anden los pinos de las Diesel. 

· Familias en las que dominan el terpinoleno y el mirceno, donde puede haber algo muy Haze y muy Amnesia, variedades estimulantes impredecibles. 

Todas estas clasificaciones todavía están en construcción, pero ya apuntan una dirección clara: el aroma importa. Cierto es que, en el actual mercado hibridado, la cosa se complica a nivel de consumidor. El mercado, con su necesidad de innovar, es un monstruo terrible; toca oler y saborear para no perderse entre tanta realidad cambiante.

La revolución de las sinergias 

Con esto se nos abre un horizonte enorme. La cosa no va de sumas sencillas de uno más uno. La cosa va de afinidades, alianzas y contraalianzas. La cosa no depende de dónde vengas, sino de con quién vengas… Hoy se comienza a entender que el verdadero potencial que nos ha dado la naturaleza reside en su capacidad para juntar compuestos y así generar alianzas y promover sinergias. Y si tenemos en cuenta la cantidad de compuestos que encontramos en el cannabis se intuye un viaje increíble, a la altura de la diversidad de experiencias de cada uso. 

Esto de afinar el olfato supone una gran herramienta al alcance de todos para identificar y anticipar los efectos de la diversidad del cannabis. Algo en lo que muchos ya tienen experiencia sobrada. Ahora con los terpenos podemos empezar a reconocer, a anticipar y a contrastar efectos… Todo es mucho más que un mero colocón. Los matices mueven el mundo. Afinemos el olfato y aprendamos a intuir efectos para que ninguna flor nos juegue malas pasadas. Olamos nuestras flores y resinas. Cuánto antes empecemos, antes aprenderemos. ¡Oler es conocer!

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #314

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