El pasado 26 de junio se realizó un referéndum sobre la construcción de un nuevo aeropuerto cerca de Nantes, una medida dispuesta para resolver un conflicto enquistado desde hace medio siglo.

Casi un millón de personas, los votantes del departamento del Loira Atlántico, fueron llamados a las urnas. El 55% votó a favor de sustituir el aeropuerto de Nantes por otro, en el pueblo de Notre Dame des Landes (2.000 habitantes). Para algunos, como el primer ministro, Manuel Valls, el resultado “cierra definitivamente el debate”. Otros, como los vecinos de la zona, los ecologistas y el movimiento asociativo que se ha ido formando a lo largo de décadas, no piensan lo mismo: interpretan el referéndum como una derrota de la democracia y prometen continuar la lucha, hacer de cada granja una fortaleza.

De momento, el fin de semana del 9 y el 10 de julio celebraron unos encuentros que bajo el lema de “Semillas de democracia” demostró la vitalidad del movimiento reuniendo a varios miles de personas que degustaron comida hecha con ingredientes de las huertas del lugar, bailaron con músicas del mundo y siguieron con interés los debates y charlas programados.

Pase lo que pase, esta lucha continuada en el tiempo es ya un hito difícil de borrar: cinco décadas batallando en una guerra llena de resonancias simbólicas, donde la aldea de irreductibles galos está formada por campesinos históricos, okupas neorrurales y activistas libertarios, frente al poderoso imperio del gran capital en connivencia con el Estado. La acción directa, el apoyo mutuo y la autogestión caracterizan a los zadistas (de ZAD, zona a defender), que cuentan con cientos de hectáreas cultivadas colectivamente, una población asentada, nómadas asilvestrados que vienen y van adaptando sus imaginativas construcciones al entorno y un gran cinturón de simpatizantes por todo el país y parte del extranjero.

El fotógrafo Jorge Fuembuena, habitual colaborador de esta revista, estuvo allí con su cámara el verano pasado. Las numerosas instantáneas que ha reunido en su proyecto “Wood Stories” retratan el paisaje y el paisanaje de este laboratorio de nuevas formas de vida donde los primitivos del futuro construyen otra realidad a contramano de la Historia y sus planes de dominio. Otros caminos por los que andar, porque, como decía aquel lema del 68, la barricada cierra la calle pero abre el camino.