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El camino hacia la medicina prohibida

El caso de Josep

Josep vive en Barcelona, tiene cincuenta años y es operador logístico en una agencia internacional de transportes. Esto quiere decir que él es el encargado de coordinar los recorridos que hacen los camiones de la empresa a diario. Sus jefes no lo saben pero Josep es consumidor de cannabis desde hace tres años.

Josep vive en Barcelona, tiene cincuenta años y es operador logístico en una agencia internacional de transportes. Esto quiere decir que él es el encargado de coordinar los recorridos que hacen los camiones de la empresa a diario. Sus jefes no lo saben pero Josep es consumidor de cannabis desde hace tres años.

A diario, durante el día y antes de acostarse, toma un preparado en gotas extraído de la planta de la marihuana. A diferencia de otros consumidores, él no busca disfrutar de los efectos de la marihuana: Josep es un consumidor terapéutico.

Como no tenemos tiempo para vernos, Josep y yo hablamos por teléfono para que me cuente su experiencia con el cannabis. Debido a sus problemas de salud, durante diez años estuvo medicándose con analgésicos para aliviar el dolor. En sus informes médicos aparecen reflejados dos infartos de miocardio, una angina de pecho inestable y una hernia discal intervenida, entre otras muchas afecciones. Josep tiene una salud débil y muchos problemas para llevar lo que se suele llamar una vida normal. El informe es muy conciso con el futuro de su patología: “es de mal pronóstico, crónica, irreversible y con tendencia al agravamiento en el transcurrir normal de la edad”. Y concluye: “está incapacitado para todo tipo de trabajo”.

Con pesadumbre, Josep me cuenta el recorrido que hizo por los diferentes analgésicos disponibles: “Pasé por un montón de medicamentos antes de llegar a la receta de la morfina”. Debido a la persistencia del dolor y al aumento de la tolerancia, la dosis tuvo que ser aumentada progresivamente. Aun así, el dolor siguió sobrepasando a Josep y, por segunda vez, fue derivado a una unidad del dolor. Allí todo cambió, pero no gracias al tratamiento. Se le continuó dispensando morfina, llegándosele a administrar por vía intravenosa durante las visitas. Es en una de estas visitas, sentado en la sala de espera, cuando conoce a Mariona, una viejita de setenta años que también asistía a la unidad. El nombre no es real, pero su edad y los dos canutos de marihuana que se estaba preparando cuando se conocieron sí son verdad. Fue ella quien primero le habló de la marihuana como medicina: sufría un cáncer y el cannabis le ayudaba con el dolor. Le dijo que no curaba nada, pero que le ayudaba a vivir mejor.

Muestrario de productos terapéuticos. Según cada caso al paciente se le recomienda un producto y una vía de administración.
Muestrario de productos terapéuticos. Según cada caso al paciente se le recomienda un producto y una vía de administración.

El acceso al cannabis

 

Es en ese momento cuando Josep decidió probar con la marihuana. “Cuando sufres tanto dolor estás dispuesto a cualquier cosa para intentar apagarlo”, me dice convencido. Nunca antes había consumido, así que acudió a la única referencia a su alcance: un grow shop de su barrio. Allí consiguió que le informaran del proyecto terapéutico de una asociación cannábica. Tras conseguir una cita con el médico de la asociación fue atendido y admitido como socio terapéutico, y accedió a cannabis por primera vez en su vida. Siguiendo las recomendaciones del médico empezó a hacerse infusiones de cannabis, pero debido a su escaso conocimiento se preparaba las bebidas con base de agua –en lugar de leche–, que apenas le hacían efecto. Josep no sabía que necesitaba la grasa de la leche para que los activos de la planta pudieran ser asimilados en la digestión. Por desgracia para Josep, antes de que pudiera conocer la razón del limitado efecto de sus infusiones, el local de la asociación fue precintado por la policía, junto a otros tantos de la ciudad, como consecuencia de la falta de regulación política sobre los clubs cannábicos, dejando a Josep desvinculado de su única opción para tratarse con cannabis.

 

Tuvo que pasar un año y medio para que la asociación pudiera reabrir su local. Durante este tiempo Josep trabajó para autoabastecerse cultivando él mismo el cannabis. En un intento de encontrar la variedad más adecuada para su caso cosechó con éxito diferentes variedades, manteniendo en todo este tiempo las infusiones preparadas con agua. Por fin, cuando el club reabre sus puertas con un nuevo médico, Josep prueba por recomendación de este tinturas de cannabis que consiguen, para su sorpresa, paliar significativamente su dolor. En este momento del relato Josep se muestra entusiasmado por teléfono: “Te cuento una anécdota para que entiendas lo que significó para mí”. Me explica como el segundo día de probar las tinturas su mujer estuvo a punto de llamar a la ambulancia al verlo dormir profundamente hasta las seis de la mañana: “¡Se pensó que estaba muerto!”. Antes Josep se acostaba a las doce y, debido al dolor, casi nunca conseguía dormir más allá de las cuatro. Ahora es capaz de dormir seis o siete horas del tirón, y solo le cuesta quince minutos desde que se toma las gotas de CBD por la noche. Desde entonces ha estado ganando en calidad de vida y su dolor –en una escala del 1 al 10– ha pasado de puntuar un 9 a puntuar un 5.

 

El médico Albert Estrada en la consulta del gabinete terapéutico de la asociación cannábica donde trabaja
El médico Albert Estrada en la consulta del gabinete terapéutico de la asociación cannábica donde trabaja
La oferta de productos terapéuticos de algunas asociaciones incluye, además de cogollos de cannabis, cremas tópicas y tinturas
La oferta de productos terapéuticos de algunas asociaciones incluye, además de cogollos de cannabis, cremas tópicas y tinturas

Los gabinetes por dentro

 

Desafortunadamente, los que sufren enfermedades tratables con cannabis tienen pocos proyectos terapéuticos a su alcance en el territorio español. Josep tuvo suerte. El modelo de asociaciones cannábicas no nació con una intención terapéutica, sino que responde a la necesidad de autoabastecimiento de los socios. Ha sido a posteriori que algunas de ellas, una minoría, han intentado crear un espacio para aquellos socios que buscan abastecerse de cannabis para tratar sus dolencias. En la actualidad pocas asociaciones tienen una persona formada que atienda a los socios terapéuticos, y un porcentaje aún menor cuenta con una persona médica o enfermera. Dos federaciones territoriales, la madrileña MadFac y la catalana CatFac, cuentan con un gabinete terapéutico propio que da servicio a los clubs federados. En ellos un médico es el responsable de la admisión y el seguimiento de los enfermos. Para acceder es requisito indispensable que la persona interesada presente un informe médico conforme tiene diagnosticada alguna de las enfermedades para las que el cannabis tiene una eficacia probada según la Asociación Internacional por los Medicamentos Cannabinoides (IACM). A partir de aquí, el médico evalúa su historial y decide si el cannabis puede servirle como tratamiento; en ese caso es aceptado como socio terapéutico.

 

En ningún supuesto el médico de una asociación puede recetar o dispensar cannabis. Ningún médico en España puede, es ilegal. Es el enfermo quien por decisión propia debe decidir si quiere consumir cannabis, mientras el médico únicamente se limita a ofrecer orientación sobre las pautas de consumo. “Lo primero de todo es situar al enfermo en las expectativas del cannabis –apunta Albert Estrada, médico del centro terapéutico de la asociación RDM–. Normalmente cuando una persona acude al cannabis ya lo ha probado todo, está desesperada y es muy fácil que si le funciona vea la marihuana como un remedio milagroso, y no lo es”. Lo siguiente es explicar los riesgos y las vías de administración. Se suele recomendar la vaporización o la preparación en tinturas, si están disponibles. Una vez tratado esto hay que ir probando. El enfermo tiene la última palabra sobre el número de dosis, la cantidad y el momento de la administración. “La persona que la utiliza es quien mejor sabe la dosis que le va bien”, recuerda el médico jubilado Joan Parés, quien, desde el gabinete de asesoramiento terapéutico de la CatFac, insiste en la importancia del autoaprendizaje del enfermo respecto a las pautas de administración. También se recomienda siempre que el enfermo informe a su médico de cabecera sobre el tratamiento que está realizando.

 

Resultados del tratamiento

 

Para Josep el resultado de ese proceso no tiene parangón. El paso por el gabinete terapéutico y el consumo de las tinturas de marihuana fue determinante para él. Ahora está eternamente agradecido al doctor que le sigue atendiendo en el gabinete y, movido por ese entusiasmo –convertido en compromiso–, se prestó a dar testimonio para este reportaje. Al mismo tiempo se muestra desafiante con los políticos que impiden que sea una medicina legal: “Que los políticos vayan a una unidad del dolor a ver y que les expliquen a los enfermos que no pueden tomar un remedio como el cannabis para el dolor, que tienen que seguir sufriendo”.

 

En su lucha para paliar el dolor, Josep tuvo tres veces suerte. Primero por encontrar a alguien que le hablara del potencial del cannabis, ya que los médicos no pueden aconsejar el tratamiento con cannabis, y si en algún momento le hacen referencia es –dice Josep–: “Insinuando y con la boca pequeña”. La suerte volvió a estar con él por tener un proyecto terapéutico en su ciudad y, igual de importante, por poder conocer de su existencia y dar con él. Por último tuvo suerte porque le funcionó el cannabis, porque no a todo el mundo le funciona. No es un remedio mágico, aunque haya gente como Josep a la que le supone un alivio soñado: después de años de padecimiento sin solución, hoy la marihuana mitiga el dolor de Josep y le permite descansar por las noches.

 

“Me gustaría que la gente no tuviera que pasar tanto calvario como yo para llegar a esto: tienen que dar la opción, aunque luego no les funcione”, me dice por el auricular. Josep está convencido de que tienen que cambiar las cosas al respecto y de que el dolor que sufren los enfermos no tiene argumento rival en el debate. Él sabe que los que visitan las unidades del dolor quieren acabar con ese sufrimiento y que si se les explicase sobre el cannabis la mayoría se apuntaría. “Por eso cuando salga el reportaje iré a comprar la revista y la dejaré en la sala de espera de la unidad de dolor, para que todos lo lean”, termina Josep.

 

Joan Parés, médico jubilado, y Marta, voluntaria de la federación, en la consulta del proyecto terapéutico de la CatFAC, de la que son responsables
Joan Parés, médico jubilado, y Marta, voluntaria de la federación, en la consulta del proyecto terapéutico de la CatFAC, de la que son responsables
Los proyectos del futuro

En el último año han empezado a surgir en España propuestas privadas enfocadas especialmente al aspecto médico de la marihuana. Como es sabido, la mayoría de los gabinetes terapéuticos forman parte de asociaciones cannábicas que tienen limitada su difusión y no pueden ser publicitados por considerarse un acto de promoción del consumo. A modo de respuesta, en el 2014 nació en Madrid la asociación DosEmociones, que agrupa a pacientes y familiares de pacientes con enfermedades para las que el cannabis tiene aplicación. Aunque es una asociación cannábica, no hay cultivo ni se dispensa ninguna sustancia, por lo que no existen restricciones a la hora de darse a conocer y aceptar socios sin contactos internos. Es, en palabras de su fundadora, Carola Pérez: “Una asociación puente entre un club cannábico y la nada”. Allí los enfermos y familiares tienen la oportunidad de encontrarse para compartir sus experiencias y buscar apoyo y asesoramiento. Al mismo tiempo están surgiendo en unas pocas ciudades asociaciones formadas únicamente por socios terapéuticos, como el Green Wellness Center, en Madrid, o el Código Verde, de Zaragoza. Son clubs cuyo funcionamiento e infraestructura están exclusivamente dedicados a cubrir las necesidades de los enfermos en vez de las de los consumidores lúdicos.

También, en esta misma dirección, se encuentra el recientemente constituido Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), cuyo objetivo principal es facilitar el acceso a información rigurosa sobre el cannabis y derivados con fines medicinales, tanto a población general como a instituciones públicas y privadas. Así mismo, buscan promover la difusión del conocimiento científico asentado sobre el cannabis, empezando por divulgar la existencia y el funcionamiento del sistema endocannabinoide. De igual manera, el OECM quiere vigilar el mercado de productos medicinales derivados del cannabis y advertir de la aparición de fraudes que ya son una realidad.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #218

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