Desde la cárcel el exministro de Agricultura Andrés Felipe Arias, preso por la entrega ilegal de subsidios a grandes terratenientes que deberían ir para familias más pobres, lanzó su libro Cocaína: estabilizador macroeconómico colombiano entre 2015–2018. En el texto sostiene que los ingresos percibidos en estos años por el narcotráfico permitieron que la economía colombiana no sucumbiera ante los bajos precios del petróleo de aquella época.
La hipótesis de Arias no es nueva y tampoco es él el primero que la dice, ni tampoco el último. Semanas después, la Universidad de los Andes presentó los resultados del estudio “El PIB de la cocaína 2005-2018: una estimación empírica”, elaborado por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (Cede), donde sugiere que la producción de coca vale $ 18.3 billones (1.88% del PIB) y duplica el PIB del café (0.8%).
Y aunque Arias dice que mucho de sus análisis surgieron de entrevistarse de primera mano con narcos en las cárceles de Estados Unidos cuando estaba recluido, su hipótesis es apoyada también por diferentes sectores de reconocida idoneidad y prestigio como el Banco de la Republica que calcula 19.5 Billones de pesos a la economía, es decir el 2% del PIB y la Asociación Nacional de Instituciones Financieras que dicen que, incluso, la economía del narcotráfico podría representar, entre negocios y asociados, hasta el 3 % del PIB, unos 29.2 billones de pesos.
Así las cosas, aunque el narcotráfico no sea el principal rubro de la economía colombiana, si será el que no permite su desplome, la cuarta pata de la mesa, esa por la que muchos actores de la ilegalidad y de la legalidad no quieren que deje de fluir para mantener su liquidez y fortuna.