El fin de los psiquedélicos como elementos contraculturales, microdosis, cómo llamar a algunas plantas, integración y algunas cosas más, en el mayor evento relacionado con la cultura y la ciencia psiquedélica jamás antes realizado.
Durante los días 19 al 24 de abril se celebró en Oakland, California, la Psychedelic Science 2017 (PS17). Organizado por la Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS), en colaboración con The Beckley Foundation, este macroevento reunió a más de dos mil ochocientos asistentes, cuatro salas en paralelo con conferencias desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde, diversos community forums, películas, documentales, foros de discusión, reuniones varias de terapeutas de MDMA, terapeutas de ibogaína y terapeutas de psilocibina. También encuentros de expertos en integración, de expertos en políticas públicas, de investigadores sobre cuestiones relacionadas con la ayahuasca. Reuniones formales unas más públicas, otras más privadas, unas preprogramadas, otras espontáneas, decenas de panelistas y, por si fuera poco, un psymposia igualmente ininterrumpido desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde. Y, cómo no, el célebre marketplace, con una sección de presentación de pósteres y estands de todo tipo y variedad en los que se podía comprar drogas no controladas como kratom, pinturas y esculturas psiquedélicas, libros especializados de todo tipo (científicos, divulgativos, especulativos…), inciensos y parafernalia psiquedélica, ropa neojipi, parafernalia, etc. También te podías dar un masaje o someterte a sesiones con focos de altísima intensidad lumínica que supuestamente provocan alucinaciones. En fin, un estrés. Demasiadas cosas ocurriendo al mismo tiempo. Ante la imposibilidad de atender a todo, quien esto escribe optó por asistir a poco, y creo que ya fue mucho. Empecemos por el principio.
Tiempo de microdosis, ‘apps’ y contrastes
Ahora todo el mundo va microdosificado tan feliz por la vida, tanto para escuchar una conferencia, como para bailar en el dance floor por la noche
La conferencia en sí se celebró durante los días 21, 22 y 23 de abril. El lector avispado ya habrá caído en la cuenta de que el 21 de abril fue cuando Albert Hofmann se fue en bicicleta desde los laboratorios Sandoz hasta su casa tras haberse manifestado los efectos de una dosis considerable de LSD en lo que supuestamente fue el primer gran viaje lisérgico de la historia. ¡Ah!, qué tiempos aquellos en los que las dosis de LSD habituales eran como la que tomó Hofmann en su mítico viaje en bicicleta (0,25 mg de LSD en forma de tartrato, equivalentes a 0,17 mg o 170 mcg de LSD base). Ahora todo el mundo va microdosificado tan feliz por la vida, tanto para escuchar una conferencia, ver un documental sobre terapia asistida con psilocibina o bailar en el dance floor por la noche. Justo cincuenta años después del famoso verano del amor de San Francisco, donde circulaban los ácidos que no bajaban de los 300 mcg, cuando la canción de “si vas a San Francisco, asegúrate de llevar algunas flores en el pelo” ha cambiado la letra por la de “asegúrate de traer un smart phone en tu mano”, ¿alguien recuerda las dosis heroicas de ácido? Desde luego, solo una constante microdosificación de LSD podía permitirle al asistente medio de la PS17 estar alerta en tantos eventos a la vez. El área de la Bahía es la cuna de las apps de móvil, así que, como no podía ser de otra forma, la PS17 tenía su propia app, que te permitía “estar conectado con otros asistentes, configurarte tu propio horario, recibir recordatorios importantes y sacarle el mayor provecho a tu tiempo”. La PS17 estaba perfectamente ajustada al nuevo rumbo microdosificado que está tomando la psiquedelia contemporánea. Hasta las charlas venían en formato de microdosis: veinte minutos por ponente más cinco para debate, cinco minutos de descanso y vuelta a empezar. Cada conferenciante estaba ordenado por un semáforo que lucía el blanco cuando empezaba a hablar, cambiaba a color verde cuando el orador había consumido la mitad de su tiempo (diez minutos), y cuando por fin se encendía la luz roja al agobiado conferenciante solo le quedaba ya un minuto. Al terminar ese minuto, hubiera terminado o no su disertación, debía dejar de hablar. Bienvenidos, psiconautas del planeta, al mundo de las microdosis. Microdosis de ácido, microdosis de conferencias, microdosis de estrés, microdosis de fama. Pura eficiencia. Cero viaje. Y es que la PS17 ha puesto de manifiesto que la psiquedelia ya no es underground ni es contracultural. A los panelistas les recomendaban ir bien vestidos, con camisa, chaqueta y ropa de gente de bien para demostrar que la ciencia psiquedélica es seria y está al nivel de las otras ciencias. ¿En qué se está convirtiendo esto? No porque la mona se vista de seda… ¡Lo que es ciencia es ciencia, y da igual cómo se vista! Había más trajes, chaquetas y corbatas en las tarimas que en un encuentro de físicos teóricos. Así está el patio.
Más relajados, que no menos intensos, fueron los workshops, o seminarios, que se celebraron los días antes y después de los tres ajetreadísimos días de conferencias, esto es, el miércoles 19, jueves 20 y lunes 24 de abril. Eran seminarios de un día entero en los que se abordaban en profundidad temas concretos por parte de expertos de reconocido prestigio en la materia. Y con temáticas muy variadas: cómo trabajar con psilocibina en el tratamiento de enfermos terminales; respiración holotrópica con el ya mítico terapeuta transpersonal Stanislav Grof; utilización de MDMA en el tratamiento del trastorno por estrés postraumático; arte visionario inmersivo con el no menos visionario y espectacular artista Android Jones; ayahuasca: de la ciencia a la ceremonia, en el que participé como profesor; neurociencia de los psiquedélicos; terapia con ketamina; más arte visionario, esta vez con el matrimonio Alex y Allyson Grey, y muchos más, incluyendo la otra moda del momento: la integración de las experiencias psiquedélicas. A diferencia de lo acontecido en el discurrir de la conferencia, en los seminarios dio tiempo a profundizar en los temas abordados, a debatir en detalle y, en definitiva, a hacer más horizontales los encuentros.
Justo la noche antes del inicio de la conferencia, en la última planta del hotel Oakland Marriot City Center, bautizada con el nombre de skyline room por sus espectaculares vistas de la Bahía y de San Francisco, al otro lado de la misma, situada en un piso 21, hubo un cóctel de bienvenida con comida gratis y cervezas a diez dólares. Circular esa noche por la skyline room era imposible, de la cantidad de gente que había. Fue, además del acto de recepción y de bienvenida, un acto de recaudación de fondos para MAPS en el que generosos donantes subían a explicar las razones por las que dar dinero a esta organización supone un beneficio global. La más espectacular de las donaciones fue de cinco millones de dólares en forma de cheque, algunas bajaban a las decenas de miles de dólares y algunas otras se contaban por centenas de miles. Estados Unidos es el país de los contrastes. Abajo, en la calle, una vez de noche, deambulaban criaturas subhumanas, harapientos negros enredados en incomprensibles soliloquios se acercaban a los que estaban afuera del edificio fumando. Muchas de las veces para no pedir nada, solo se quedaban de pie, ahí mirando, como si fuésemos criaturas diferentes, unas curiosas de las otras, habitando un espacio común en el que nunca se producirá encuentro humano alguno. La miseria que se ve en los suburbios de algunas ciudades californianas es tan despiadada como obscena la exhibición de la riqueza. América es grande, gigante en todo: en sus edificios, en sus coches, en sus avenidas, en sus parques naturales, en su riqueza económica y en la miseria humana que puebla sus ciudades. Me pregunto si hablaron de cómo integrar tanto contraste en el taller de integración.
Señales de humo a lo grande
Es 20 del 4 de 2017, día en que entra en vigor la ley que permite el uso recreativo de marihuana en California
El día 20 por la mañana, a las nueve, se nos acerca una conferenciante justo antes de empezar uno de los talleres y nos pregunta si hemos fumado marihuana. Nos quedamos estupefactos. La respuesta es sincera: no. Hay una mirada de medio decepción en sus ojos, ahora que lo noto, algo colorados y medio llorosos: evidentemente esta mujer sí había fumado marihuana. Resulta que es 20 del 4 de 2017, día en que entra en vigor la ley que permite el uso recreativo de marihuana en California. Por lo visto, había habido una fumada popular justo antes de que empezaran los seminarios para celebrarlo. Un amigo que vive en San Francisco nos contó que esa tarde, a las 16.20, hubo una concentración en el Golden Gate Park de San Francisco para fumar marihuana en celebración de la nueva ley, que generó una nube inmensísima de humo mariano que se divisaba desde cualquier lugar del parque, más grande que el Central Park de Nueva York.
La realización de ensayos clínicos con MDMA para el tratamiento del TEPT tanto en EE UU como en Europa, necesita entre treinta y cincuenta millones de dólares
Ya el día 21, a las nueve de la mañana, inauguraron la Conferencia Rick Doblin, presidente de MAPS; la condesa de Wemyss and March, Amanda Feilding, presidenta de The Beckley Foundation, y la doctora en antropología cultural y experta en ayahuasca y otras plantas Beatriz Caiuby Labate (Bia para los amigos). Rick compartió con la abarrotada sala, con cientos de personas de pie porque no había asientos para todos, su visión de cómo se integrarán los psiquedélicos en la sociedad, empezando por la MDMA, su autorización primero como fármaco para el tratamiento del trastorno por estrés postraumático (TEPT) para más adelante, a medida que las medicinas psiquedélicas vayan siendo aceptadas, avanzar hacia modelos en los que haya espacios específicos donde cualquiera pueda acudir a sumergirse en excursiones psíquicas bajo la vigilancia de expertos en cuidar viajeros sensoriales. Solo para iniciar los primeros pasos del camino que permita llegar a hacer realidad esta visión, esto es, la realización de ensayos clínicos con MDMA para el tratamiento del TEPT tanto en Estados Unidos como en Europa, se necesitan entre treinta y cincuenta millones de dólares. De nuevo –todo en América es así– a lo grande: grandes cifras, grandes retos, grandes aspiraciones, visiones esplendorosas…, y también se cumple el dicho de que “quien la sigue la consigue”.
MAPS debe haber gastado, en sus más de treinta años de vida, varias decenas de millones de dólares, luego no es descabellado pensar que vaya a conseguir la cifra de los cincuenta millones de aquí a los próximos diez años, tiempo que puede llevar el desarrollo de todos los ensayos clínicos necesarios para conseguir hacer de la MDMA un fármaco de prescripción médica. Pero es que lo mismo está haciendo otra fundación privada prima de MAPS, el Heffter Research Institute, con la psilocibina. De momento ambos fármacos han conseguido los permisos de la FDA para iniciar los ensayos clínicos de fase tres, esto es, la siguiente fase de desarrollo de un medicamento una vez que los resultados encontrados en los ensayos clínicos de fase dos (pequeños estudios piloto con número reducido de sujetos) han arrojado resultados satisfactorios.
¿Plantas medicinales?
Después de Rick Doblin, la duquesa Wemyss and March leyó un panegírico a los psiquedélicos y explicó por qué ella y su dinero están volcados a desvelar los misterios que guarda el cerebro cuando está inundado de drogas psiquedélicas. La Beckley Foundation dona su dinero principalmente a estudios neurocientíficos, realizados con moderna tecnología de neuroimagen, tratando de capturar el misterio en forma de imágenes cerebrales. Por último, habló la inquieta Bia Labate, principal responsable del programa científico de la conferencia que este año contaba con una sección específica a lo que ahora está de moda llamar plant medicines, que es como no decir nada, porque una planta medicinal puede ser el romero, planta digna sin duda pero no merecedora de estar presente en una conferencia sobre psiquedélicos. Y es que esto de la terminología no es un asunto fácil. Ningún representante de las tradiciones indígenas que utilizan plantas con propiedades psiquedélicas admitiría el nombre de psiquedélico (ni siquiera como adjetivo) para referirse a sus plantas sagradas, esto es: ayahuasca, iboga, peyote, etc. Así que, ¿cómo llamar a estas plantas para respetar a sus usuarios originarios sin ofender la tradición? La cosa no es fácil. Las conversaciones al respecto con Sandor Iron Rope, un líder nativo americano peyotero y probablemente uno de los personajes más interesantes que circularon por la conferencia, fueron largas al respecto, pero, por muchas vueltas que le dimos, no encontramos un nombre apropiado. Volviendo a Bia, responsable principal de la sección Plant Medicines y responsable directa de haber conseguido que se invitara –y que viniera a un evento tan peculiar para él– a Sandor, hizo un entusiasta discurso recordando que la terapia psiquedélica es importante, pero que también lo es considerar que tradicionalmente este tipo de plantas se han consumido en el contexto de una comunidad y que perder de vistas este aspecto puede hacernos caer en un reduccionismo cultural.
Resumir los tres frenéticos días de conferencias no solo es imposible porque era imposible clonarse para poder asistir a todo, sino que además se necesitaría de un espacio del que afortunadamente no disponemos, pues la labor sería hercúlea. Quien esté interesado en profundizar en lo acontecido en Oakland puede consultar la web del evento, en la que además se colgarán todos los vídeos de todas las charlas y eventos que acontecieron, excepto el seminario sobre ayahuasca, que por razones en las que no vamos a entrar aquí se decidió no grabar y así se hizo. Así que el espacio que nos queda lo dedicaremos a explicar algunos de los conceptos que apuntamos arriba, así como a reseñar algunos de los eventos más relevantes desde nuestro mejor sentir.
‘Community forums’ y el ‘psymposia’
Empecemos por los community forums: fueron reuniones formales en las que se reunían personas interesadas en un tema específico a debatir en profundidad sobre el mismo. Así, hubo community forums sobre legalidad, reducción del daño y buenas prácticas dentro de la comunidad de la ayahuasca, foro en el que Iceers tuvo un papel muy activo. También de investigadores de ayahuasca, de terapeutas que trabajan con ibogaína para debatir sobre las formas seguras de administrarla con seguridad, foros que reunieron a investigadores de la MDMA, más foros sobre ayahuasca, esta vez sobre buenas prácticas y sostenibilidad y algún otro. Por su parte, el psymposia era un espacio situado en el marketplace consistente en un escenario en el que cada treinta minutos, ininterrumpidamente como ya se ha dicho desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde, previa inscripción, cualquiera, sin necesidad de título, grado o estatus académico, podía subirse al escenario a contar lo que le diera literalmente la real gana.
Tuvimos la buena o mala fortuna, según se mire, quién lo mire y el momento en que se mirara de tener el psymposia justo en frente del estand de Iceers, por lo que vimos desfilar por allí todo tipo de personajes con sus respectivas historias que contar: poetas psiquedélicos, presentaciones de libros, trovadores, cuentistas, narradores, inspirados, iluminados, filósofos, especuladores, payasos (o al menos disfrazados de ello) y, aunque el programa estaba cerrado con mucha antelación y apretadísimo, aún hubo varios aunque escasos espacios de micrófono abierto, que por supuesto fueron aprovechados… Cualquiera podía subirse al escenario y durante treinta minutos explicar a la concurrencia (siempre había alguien escuchando) aquello tan interesante que tuviera que contar. Y es que los norteamericanos son fascinantes en este aspecto: les encanta hablar en público, tienen un desparpajo envidiable y no soportan el silencio. El fenómeno del silencio en el ascensor no lo conocen. Por la noche, una vez terminadas las charlas, el espacio del psymposia lo ocupaban músicos y dj, y se proyectaban visuales en fiestas tranceras donde circulaban –¿adivina usted el qué?, ¡premio!, ¡sí!– ¡microdosis de LSD! Que se prolongaban hasta las doce de la noche o así. Luego, si alguien quería más, el skyline se abría hasta el amanecer.
El papel de Iceers
El equipo de Iceers estuvo muy presente en los diferentes formatos y contextos de la conferencia, presentando nuestras investigaciones y líneas de trabajo que estamos abriendo, así como organizando community forums y workshops sobre temas diversos. La dimensión científica estuvo cubierta por, entre otras, mi presentación sobre el entendimiento de los mecanismos psicológicos de la transformación, así como la presentación de Débora González del estudio longitudinal que estamos realizando en The Temple of the Way of Light en Perú sobre los efectos a largo plazo de la ayahuasca sobre la calidad de vida, el bienestar y la salud de los usuarios occidentales. Constanza Sánchez y Benjamin De Loenen expusieron sobre los recientes avances del trabajo del Ayahuasca Defense Fund, más centrados en la dimensión legal y política de la globalización del uso de la ayahuasca. Por su parte, Marc Aixalà, responsable de nuestro servicio de apoyo psicológico, realizó múltiples conferencias sobre integración de experiencias y las aplicaciones terapéuticas de la respiración holotrópica, así como un foro sobre buenas prácticas para la comunidad ayahuasquera, junto con Andrea Langlois, quien también presentó un póster sobre psicodélicos y política pública. Nuestra intención fue que se viera reflejada la diversidad de disciplinas desde las que trabajamos, y que hacen que nuestra aportación al debate global sobre esta materia sea especialmente genuina.
El domingo por la noche, día final de la conferencia (para los empollones aún quedaban algunos workshops el lunes), se celebró en un impresionante local de Oakland la fiesta de “descompresión”. Un fiestón en toda regla, con musikón, bailarinas en los escenarios (no todo el tiempo), buen rollo, cerveza no muy cara para los precios californianos; todo era perfecto y la vida era maravillosa y merecía la pena ser vivida… Hasta que ¡a las dos! paran de golpe la música y nos echan… a la ¡p… calle! El skyline room del hotel estaba abierto, algo es algo.
La siguiente cita, a la que no acudiremos, será la Breaking Convention en Londres el próximo julio. La psiquedelia está de moda. No olviden microdosificarse si van a salir de casa.