Pasar al contenido principal

Reform, definiendo un mundo posprohibición

En noviembre del 2019 tuve la gran oportunidad de asistir a Reform, la Conferencia Internacional para la Reforma de la Política de Drogas, organizada por Drug Policy Alliance y celebrada bienalmente en algún lugar de Estados Unidos.

Las conferencias en Europa –y aún más en España– suelen ser, salvo excepciones, bastante aburridas y centradas en las “nefastas” consecuencias de las drogas en la salud mental y la sociedad en general. Pero apenas se habla de las consecuencias nefastas de las inútiles políticas de drogas centradas en el control de la oferta y la demanda, o de las alternativas para el desarrollo de políticas más eficaces y respetuosas hacia los derechos humanos. Justamente para ello existe la Reform Conference, una de las mejores –sino la mejor– conferencias a las que he asistido en mis veinte años de trayectoria.

Una conferencia a lo grande, como todo en Estados Unidos, con más de mil doscientos asistentes procedentes de cincuenta países, reunidos del 6 al 9 de noviembre en San Louis (Misuri), considerada tradicionalmente como una de las ciudades más peligrosas del país. Una espera encontrar alguna referencia a las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn en la costa del río Misisipi, que limita San Louis con el estado de Illinois, pero en su lugar encontramos el Arco Gateway o puerta al Oeste, un monstruo arquitectónico de ciento noventa y dos metros de altura para dejar patente que la ciudad fue la puerta donde empezaba el “salvaje Oeste” y cuya conquista desplazó a culturas ancestrales y oprimió a minorías étnicas. Quizá esto explique en parte por qué la tasa de mortalidad por armas en Misuri es casi el doble del promedio nacional y que la probabilidad de que un hombre de color sea asesinado por un policía es casi diez veces mayor de que lo sea cualquier persona del país a manos de cualquiera. Sea como fuere, el Gateway es el único reclamo turístico de la ciudad, aunque para mí resulta más atractivo saber que San Louis fue la ciudad que vio nacer al gran Chuck Berry, pionero, genio y figura del rock and roll.

¿Por qué en San Luis?

La elección del lugar no es casual y responde a cuestiones estratégicas. Por un lado, la historia de San Luis está ligada al racismo y la brutalidad policial tal y como dejaron patente los altercados que tuvieron lugar durante más de una semana en el 2014 en Ferguson (ciudad del condado de San Luis), cuando un joven de color de dieciocho años fue tiroteado a manos de la policía.

Por otro lado, las leyes de drogas en el estado de Misuri son, cuanto menos, para salir corriendo. Aunque Misuri cuenta con un programa de cannabis medicinal para determinadas enfermedades (cáncer, glaucoma, epilepsia, migrañas, esclerosis múltiple...), la posesión sin finalidad terapéutica de diez gramos o menos es un delito menor castigable con una multa que puede llegar a los quinientos dólares. Por la posesión de diez a treinta y cinco gramos, te puede caer un año de cárcel o una multa que puede alcanzar los dos mil dólares (o ambas cosas). Si te pillan con más de treinta y cinco gramos, puedes estar entre rejas hasta siete años. La posesión de la mínima cantidad de cualquier otra sustancia de la Lista I o II, a excepción del cannabis, puede llevarte hasta siete años a prisión y una multa que puede alcanzar los diez mil euros. Y agárrense los cinturones, porque la posesión de parafernalia relacionada con drogas, donde se incluyen las jeringas, también se considera un delito menor castigable con hasta un año de prisión. Más que el sueño americano, puede llegar a ser la gran pesadilla para cualquier persona que consuma drogas y, en especial, para determinadas poblaciones.

Bajo el lema “Drogas, Salud, Dignidad y Autonomía”, la sala central de Reform es un espacio informal de encuentro donde tomar café, socializar y visitar los estands de  patrocinadores, socios y expositores de la conferencia.
Bajo el lema “Drogas, Salud, Dignidad y Autonomía”, la sala central de Reform es un espacio informal de encuentro donde tomar café, socializar y visitar los estands de  patrocinadores, socios y expositores de la conferencia. 

¿Qué hace a Reform la conferencia de políticas de drogas por excelencia?

La política de drogas es el tema central en torno al cual gira Reform, que ofrece una gran variedad de sesiones que incluyen charlas que invitan a la reflexión y paneles de discusión dirigidos por destacados expertos procedentes de organizaciones de referencia como NORML (USA), Transnational Institute-TNI (Holanda), International Drug Policy Consortium (IDPC), Law Enforcement Action Partnership (LEAP), México Unido contra la Delincuencia, Transform Drug Policy (UK), Canadian Drug Policy Coalition o MAPS (USA), entre muchas otras. Además de Drug Policy Alliance, cuyos miembros dinamizaron los debates con una gran destreza, una profesionalidad al servicio de la eficacia comunicativa que se suele echar de menos en la mayoría de los eventos de este tipo.

Uno de los momentos cumbre se dio al inicio de la conferencia, cuando apareció el video con el mensaje de Alexandria Ocasio-Cortez, la joven congresista del Partido Demócrata, para dar la bienvenida y mostrar su apoyo a la reforma de las políticas de drogas. Alexandria fue en 2018 la mujer más joven elegida para el Congreso en toda su historia y, entre sus objetivos, se encuentra el acabar con las nefastas consecuencias de la “Guerra contra las Drogas”. En su alocución para Reform lanzó propuestas como “dis
Uno de los momentos cumbre se dio al inicio de la conferencia, cuando apareció el video con el mensaje de Alexandria Ocasio-Cortez, la joven congresista del Partido Demócrata, para dar la bienvenida y mostrar su apoyo a la reforma de las políticas de drogas. Alexandria fue en 2018 la mujer más joven elegida para el Congreso en toda su historia y, entre sus objetivos, se encuentra el acabar con las nefastas consecuencias de la “Guerra contra las Drogas”. En su alocución para Reform lanzó propuestas como “disminuir el presupuesto de la DEA para destinarlo a programas de atención a sobredosis” o “descriminalizar el uso y estudio de psicodélicos”. Un mensaje alentador y lleno de esperanza.

Dar voz a los ausentes y cambiar la narrativa

Es habitual que en eventos académicos “expertos” y “profesionales” hablen sobre los colectivos afectados, pero sin su participación directa, suplantando de alguna forma su voz. En Reform, las voces de las poblaciones más azotadas por las políticas de drogas toman la palabra y tienen su protagonismo. Escuchando los relatos de la comunidad afroamericana, los migrantes, las mujeres, las personas que distribuyen (dealers), las trabajadoras sexuales, las personas con VIH o la comunidad LGTBI, queda claro que la guerra contra las drogas es, en realidad, contra las personas de cualquier tipo y condición, y que la sociedad en su conjunto es víctima de esta guerra.

Se aborda el papel clave que han ejercido algunos sectores a la hora de crear “el problema de las drogas” y justificar así la prohibición, desde la política, la ciencia o los medios de comunicación, pero también su rol potencial para la reforma de la justicia criminal y la política de drogas junto al de la policía, la familia y la comunidad. Se debatió sobre cómo superar el sesgo sistémico-moral en la investigación de drogas o el desafío de evitar que la investigación de mala calidad sea politizada por los medios y por los responsables de formular políticas. A destacar “Drug War Journalism”, una sesión excelente donde activistas y periodistas debatimos sobre cómo mejorar la cobertura mediática en el ámbito de drogas. Allí conocí recursos como Narcotica y Crackdown, cuyos podcasts están dirigidos por personas usuarias de drogas y centrados en la reducción de daños, o Changing the Narrative, que asesoran a periodistas y líderes de opinión para proporcionar una información precisa, actualizada, humana y basada en evidencias que cambie el relato alarmista que tradicionalmente circula en los medios y en el que se apoyan las políticas represivas.

La reparación de los daños de la prohibición

"Escuchando a migrantes, mujeres, personas que distribuyen (dealers), trabajadoras sexuales, personas con VIH o la comunidad LGTBI, queda claro que la guerra contra las drogas es, en realidad, contra cualquiera, y que la sociedad en su conjunto es víctima de esta guerra"

Otra característica que hace especial esta conferencia es que mientras en el resto del mundo seguimos enquistados en el debate sobre si regular o no el cannabis, allí se discuten y valoran los modelos de regulación en marcha (Uruguay, Canadá y Estados Unidos). Se cuestiona también si el modelo de industria privada es el más adecuado para preservar los intereses de salud pública y si deberían presentar otras opciones como los modelos estatales. Pero más allá de los modelos, se plantean cómo regular de la manera correcta para que se prioricen, no solo aspectos de salud, sino también de restitución y reparación del daño producido por la prohibición del cannabis a través de programas de equidad, de formación laboral o de reinversión en las comunidades afectadas desde hace décadas. Se proponen, por ejemplo, el indulto y la eliminación de antecedentes penales por delitos menores relacionados con cannabis para reparar el daño a la encarcelación masiva o la inyección de fondos –que ya está teniendo lugar–, para garantizar que las comunidades de color tengan una oportunidad real de entrar en una industria emergente y económicamente suculenta dominada principalmente por blancos.

En este sentido, pocos días después de la conferencia, se presentó en el Congreso la Marijuana Opportunity, Reinvestment, and Expungement Act o Ley MORE, la reforma más completa e integral presentada hasta la fecha y respaldada por una amplia coalición de grupos de derechos civiles, justicia penal, política de drogas e inmigración. Step by step.

Reform, en cualquier caso, supera el debate de la regulación del cannabis y de la despenalización del resto de drogas para integrar el debate de la regulación de todas las drogas incluidas en el Régimen Internacional de Fiscalización. La criminalización de las personas usuarias, la encarcelación masiva, el aumento progresivo de la violencia ejercida por las organizaciones de narcotráfico, la corrupción, el desplazamiento de presupuestos sociales hacia la militarización para “garantizar la (in)seguridad”, las miles de muertes por sobredosis... Si asumimos que los daños de la prohibición son numerosos y de un gran alcance e impacto no solo respecto al cannabis sino a cualquier sustancia prohibida, resulta también razonable, legítimo y necesario abordar el debate para su regulación.

Las drogas son malas, las drogas destruyen, las drogas son una lacra… Acostumbrada a escuchar tantas sandeces, se agradece escuchar que las drogas resultan el chivo expiatorio perfecto para eludir las obligaciones y responsabilidades políticas. Resulta más fácil –y encima cuela– achacar a las drogas la responsabilidad de muchos de los problemas y “enfermedades” de la sociedad, más fácil desde luego que asumir y mejorar cuestiones estructurales y determinantes sociales como la atención médica universal, la vivienda asequible, la educación, la igualdad de oportunidades o el acceso al mercado laboral. En una sociedad con el capitalismo salvaje como espina dorsal, con tantas deficiencias estructurales y que no garantiza los derechos básicos, ¿son las drogas el problema o la solución?

El personaje del evento

Una de las sesiones que más interés y expectativas me generó fue “Activando a las personas que venden drogas como agentes de reducción de daños”. La sesión respondía a cuestiones como: ¿en qué prácticas de reducción de daños están involucradas las personas que venden drogas?, ¿de qué manera se podría ampliar o profundizar su participación?, ¿qué barreras limitan actualmente a las personas que venden drogas de participar en la reducción de daños de manera sistémica? y ¿cómo se pueden eliminar estas barreras? Una temática que desafía lo políticamente correcto y donde se apagaron las cámaras para que las personas pudieran expresarse con libertad. Una sesión donde se dijeron verdades como puños, pero incómodas. Definitivamente, una de las mejores sesiones y donde descubrí el personaje a destacar de esta aventura. Steven Pacheco, un joven orgulloso de sus orígenes del Bronx a pesar de que allí “la gente va a la cárcel del mismo modo que va a la escuela”. Como la mayoría de su entorno, creció en un hogar monoparental o, con más precisión, en sus propias palabras: “En el barrio la mayoría nos criamos en un matriarcado”. La falta de oportunidades y de alternativas le llevó a los veintiún años a vender crac, a los veintidós tuvo su primer arresto y a los veintitrés fue condenado a un año de prisión. En la actualidad tiene veintinueve años, estudia en el John Jay College of Criminal Justice de Nueva York y se siente privilegiado porque su voz representa a toda aquella población reclusa, especialmente afroamericana, encarcelada por drogas. Fue todo un privilegio conversar con él sobre la cultura americana, el racismo y el rentable sistema carcelario. Un tipo con una historia apasionante y de superación, con un discurso contundente, crítico con el sistema y cuya trayectoria emociona.

Estados Unidos resulta, cuanto menos, inquietante y contradictorio. Sorprende la convicción con la que se autoproclama el país de la libertad teniendo la mayor tasa de población carcelaria del mundo y habiendo abolido la esclavitud excepto como castigo por un delito, tal y como recoge la Decimotercera Enmienda de su Constitución. Del mismo modo, en una sociedad puritana que desaprueba moralmente a aquellos que no convergen con sus ideas y trata de imponer sus creencias, también tiene lugar una conferencia transgresora y progresista como Reform.

Fueron tres días intensos de discusiones, mucho aprendizaje, reencuentros de “narcoguerrilleros en el mundo”, descubrimientos y conspiraciones nocturnas para salvar el futuro de la humanidad. Más que una conferencia, es un movimiento global que lucha por un mundo mejor a través del cambio en las políticas de drogas. El retorno del sueño posprohibición fue duro, pero lleno de vitalidad y esperanza.

La próxima Reform será en Seattle en el 2021. ¿Para cuándo una en Europa?

 

Evento sobre ‘drug checking’

Evento sobre drug checking

El análisis de sustancias está de moda en el ámbito internacional y es motivo de debate, a veces acalorado, en muchos países. En Estados Unidos, a pesar de disponer del servicio de Ecstasy Data (de pago, con resultados incompletos y un tiempo de espera poco razonable) y de Dance Safe (quienes hasta ahora realizaban tests colorimétricos, autofinanciándose a través de su venta), la práctica del análisis no está aceptada e incluso, en algunos estados, se considera “parafernalia” y puede acarrear problemas con la ley. Sin embargo, y lamentablemente, el debate ha cogido fuerza en los últimos años a raíz de las miles de muertes anuales asociadas al consumo de opiáceos (en muchos casos, de heroína adulterada con fentanilo o derivados, opiáceos que actúan a dosis mucho más bajas que la heroína).

El evento sobre drug checking mostró esta realidad, con la participación de dos grupos diferenciados. Aquellos que nos dirigimos a un público mayoritariamente joven en espacios de ocio (Dance Safe, de Estados Unidos; The Loop, del Reino Unido; Échele Cabeza, de Colombia, y Energy Control) y aquellos enfocados a población usuaria de drogas –principalmente, heroína– por vía parenteral. La declaración de la “crisis de opiáceos” como emergencia nacional por Donald Trump ha supuesto una inyección millonaria que ha permitido que despeguen con instrumentos de alta tecnología. En cualquier caso, se encuentran en pañales en comparación con Europa, y les queda mucho camino por recorrer. Bienvenido el drug checking a Estados Unidos, aunque sea para reafirmar el refrán de que no hay mal que por bien no venga.

Servicios para los asistentes

Más allá de la app móvil, muy completa y de una gran utilidad para moverse en un evento de tal tamaño, Reform pone a disposición de los asistentes servicios de reducción de daños como dispensación de naloxona y formación para su aplicación, acceso a jeringas, análisis de sustancias e incluso un servicio de asesoramiento jurídico en caso de ser detenido por drogas. Además, informa de cómo acceder a metadona y buprenorfina o a los servicios de emergencia en caso de sobredosis.

Otros servicios que marcan la diferencia fue la disposición de una sala de canguraje o de lactancia materna para aquellas personas que acudían en familia. El evento también daba acceso a una sala de relajación para desconectar e incluso un taller de autocuidado para activistas. Y, cómo no, no podía faltar una fiesta inolvidable de cierre a cargo de Acción Técnica Social de Colombia.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #266

Comprar versión impresa

Te puede interesar...

¿Te ha gustado este artículo y quieres saber más?
Aquí te dejamos una cata selecta de nuestros mejores contenidos relacionados:

Suscríbete a Cáñamo