Pau Riba, músico y escritor pionero en la experimentación psiquedélica en España, murió ayer a los 73 años de edad como consecuencia de un cáncer de páncreas. Riba deja tras de sí casi una veintena de discos y otros tantos libros en una obra en la que destaca su destreza como letrista y en la que deja reflejada su crítica a las formas sociales establecidas, la búsqueda de la transgresión y la ternura.
Riba fue uno de los primeros músicos de la península en introducirse en el uso de drogas psiquélicas. Como él mismo contó, su primera experiencia con LSD tuvo una gran influencia en su posterior desarrollo en su forma de componer y también le llevó a explorar otras formas de vida diferentes, alejadas de las que tenía a su alrededor. Sus dos primeros discos Dioptria I (1969) y Dioptria II (1970) —más tarde reeditados como uno solo—, son a menudo considerados como el mejor disco de rock catalán y uno de los más importantes del estado español.
El cantautor fue un referente de la contracultura y de la cultura hippie desde los últimos años de la década de los 60 y hasta su muerte: “yo reivindico la filosofía hippie, pienso que sigue siendo válida”, dijo en una entrevista con El País realizada el pasado diciembre, cuando anunció que padecía un cáncer. Riba aprovechó hasta el último momento para hacer las revisiones de su último libro y para grabar canciones con la Orquesta Fireluche, que aparecerán como obra póstuma del artista.