Para que este circuito funcione, 50 empresas cuentan con un permiso de importación y tres de ellas obtuvieron una licencia para cultivar en 2019. Quizás no es un modelo perfecto ni definitivo, pero saca los colores al resto de países de la Unión Europea (Holanda aparte). En nuestro contexto, “el gobierno progresista” que nos ha tocado reproduce el esquema diseñado por Abelló durante la pesadilla de Rajoy. Se trata de ir dando licencias a empresas privadas mientras se da la espalda a una realidad social normalizada, criminalizando y encarcelando a multitud de activistas cannábicos. Esa viene siendo la dinámica desde 2015 y solamente, de vez en cuando, un abogado preparado se transmuta en Morfeo y abre una puerta para escapar del Matrix prohibicionista que, por otro lado, hace aguas por todos lados. Se la ha tenido que comer doblada el narco-acalde gallego que consiguió que un juez secuestrara cautelarmente durante 121 días la venta del libro Fariña, de Nacho Carretero. Y, se la están empezando a envainar todo el colectivo médico, especialmente el de la psiquiatría, que durante décadas han jugado a ser curas predicando contra el uso de psicodélicos y que pronto pregonaran ser las únicas autoridades en cuanto a la administración de los mismos. No podemos dejar que sigan abiertos los chiringuitos y clubes de amiguetes mientras que no se reconozca nuestro derecho inalienable a alterar nuestro estado de conciencia con lo que nos plazca. Sin edulcorantes, recetas, ni multas.
La guerra de los tweets | Agosto 2020
1 de Agosto de 2020actualizado el 29/11/2023 - 18:35
En Alemania ya hace tres años que en las farmacias hay cannabis a disposición de las personas que cuentan con una receta de su médico. En el último año, las ventas ascendieron a 120 millones de euros y esto teniendo en cuenta que –en su mayoría– el coste del cannabis es cubierto por compañías aseguradoras.