El Pabellón de Cristal de la Casa de Campo brilla con las primeras luces del día, y desde antes de que abran sus puertas en los alrededores ya se aprecian humos aromáticos que contrastan con la presencia policial. Pese a esta tensión de apariencia meramente formal, el ambiente que se respira en la primera edición de Spannabis en Madrid es festivo y jovial.
Durante las horas de la mañana el enorme recinto se encuentra bastante tranquilo, sin duda son los mejores momentos para disfrutar de promociones, obsequios y concursos. Yo he venido dispuesta a probarlo todo. Es la primera feria cannábica que visito, así que un instinto irrefrenable me conduce de cabeza hasta los nuevos productos destinados al placer carnal de Oh! Holy Mary, promocionados por un equipo de azafatas vestidas de monjas que te invitan a probar su extraordinario lubricante a base de cannabis. Al aplicarlo sobre los labios se siente una hidratación inmediata y un perfume agradable. En un plazo de dos minutos, da comienzo un hormigueo ascendente que culmina en un cálido efecto de vibración. Con la boca todavía palpitando y la fe a flor de piel, continúo un paseo sembrado de regalos constantes y muestras gratuitas a disposición de todos los asistentes. Se trata de obsequios de verdadero interés relacionadas con el cultivo y el consumo, de todos te alegras, todos entrañan interés. Los estands, más de cien, están rebosantes de ofertas jugosas, rebajas considerables y merchandising de gran utilidad, y cuentan con una enorme representación internacional. El recorrido se hace muy entretenido, plagado de atracciones sencillas, bien pensadas e infalibles. Participo en un concurso de Mascotte, que están tirando la casa por la ventana y regalan productos sin ton ni son. Tardo quince segundos en liar un cigarro mientras a mi alrededor el público es incapaz de resistirse y aprovecha la generosidad de la marca a manos llenas. Es gracioso de ver. La esquina más espectacular quizá sea la de la clásica marca Sensi Seeds, cuya propuesta de moda urbana causa mucho interés y no paran de repartir bolsas de excelente calidad. A partir del mediodía aumenta la afluencia, y la gente empieza a caminar comentando que ha recolectado papeles para un año. Eh, es una buena noticia; yo voy hablando de lo mismo.
El patio de atrás
Los estands, más de cien, están rebosantes de ofertas jugosas, rebajas considerables y merchandising de gran utilidad, y cuentan con una enorme representación internacional
El día está muy amarillo, y en la zona al aire libre pica el sol. A nuestra disposición hay varios puestos de comida y bebida con opciones vegetarianas, y para amenizar el almuerzo contamos con banda sonora rastafari. Es un ambiente de patio de atrás muy clásico, en el que se goza de una permisividad celestial. Resulta sorprendente y tremendamente relajado que en este sitio, por tiempo limitado, reine esta especie de acuerdo pasajero. El público es variopinto pero está cocido a fuego lento y se comporta mansamente. Las pandillas consumen respetando los espacios comunes y la actitud del personal de seguridad, distraída y alegre, da a entender que todo está en orden. Más tarde descubriré por la prensa que durante estas jornadas se realizan veintiséis denuncias policiales, diecinueve en el interior del recinto y siete en el exterior de las instalaciones, ambas zonas propiedad de la empresa municipal Madrid Destino. La atmósfera es completamente coherente con la filosofía de un evento que no trae al Pabellón de Cristal más que amabilidad, pacifismo y un arsenal de expertos en leyes, ciencias y todo tipo de humanidades. En el interior del recinto se habla con sabiduría de la tradición terapéutica y recreativa de esta sustancia, del absurdo histórico de su prohibición, se dan consejos de jardinería. Todos de acuerdo en los beneficios que la regularización de la marihuana traería a nuestra sociedad. Me pregunto qué visión tiene la policía de nosotros. Muchos de ellos seguramente sean conscientes de la insensatez que implica invertir su energía en requisar un puñado de piedrecitas resinosas, de colillas a medio fumar, de bolsitas con apenas unos gramos de hierba. Una vez más, no doy crédito a la herencia tan cutre que nos amenaza.
Es mi primera feria cannábica y todo me parece sorprendente. Otros visitantes más curtidos aseguran que no hay ni la quinta parte del gentío que puede verse en la Spannabis de Cornellà, donde la policía ya está acostumbrada y no se dedica a molestar con sus multas ridículas. Algunos desde los puestos hablan del error de haber elegido el puente del Pilar para la celebración, una fecha que los madrileños suelen aprovechar para irse fuera de la urbe. No sé, para mí ha sido un buen plan, y espero poder repetir el año que viene en la segunda edición.
Ampliando conocimientos
El experto en prácticas sexuales no convencionales, Miguel Vagalume, recordó que la conexión entre perversión y locura tiene tan poco fundamento como la del consumo de cannabis y la ruina vital
Cada día el programa cuenta con diversas ponencias sobre asuntos legales, terapéuticos, históricos o recreativos relacionados con el consumo de marihuana. La que más expectación causa tal vez sea la relacionada con el caso Pannagh, que llegó al Tribunal Supremo, por su relevancia en el proceso hacia la legalidad que tanto interesa al público de Spannabis. Contamos con la presencia de Héctor Brotons, abogado especialista en derecho penal, salud pública y políticas sobre cannabis, asesor de empresas del sector cannábico y defensor de más de mil casos relacionados con el tema, y del activista Martín Barriuso, presidente de la asociación Pannagh, representante de la Federación de Asociaciones Cannábicas y autor de varios libros sobre sustancias, reducción de riesgos y políticas de drogas. Entre ambos nos cuentan las novedades y conclusiones hasta la fecha sobre el caso de la asociación Pannagh, cuyos responsables fueron acusados de organización criminal y se convirtieron en objeto de un escarmiento legal desorbitado. El escarnio, al parecer y por fortuna, llegó tarde, cuando la explosión de las asociaciones ya había tenido lugar, y no hizo más que encender el debate que las autoridades pretendían apagar. Tras un recurso de doscientas páginas, los cuatro miembros acusados fueron absueltos, dejando en evidencia la necesidad de respuestas de la coyuntura tan chapucera que cuelga sobre nuestras cabezas. ¿De qué forma puede el individuo ejercer presión?, pregunta alguien desde el público. Héctor Brotons contesta que el camino es agruparnos, aliar fuerzas, mantener la dignidad, rebelarse, recurrir ante la injusticia. Los ponentes hablan con conocimiento, con fuerza, con el rostro curtido de pelear duro frente al sinsentido del sistema, y su actitud es celebrada con calurosos aplausos.
De entre las surtidas conferencias cabe también destacar la colección de consejos culinarios traídos por Hash Marihuana & Hemp Museum, que nos proponen una cena contemporánea llena de cáñamo y resuelven las dudas de los asistentes, casi todas relacionadas con la repostería. El experto en prácticas sexuales no convencionales, Miguel Vagalume, nos recuerda que la conexión entre perversión y locura tiene tan poco fundamento como la del consumo de cannabis y la ruina vital, y recomienda la postura didáctica de Energy Control como ejemplo a seguir ante cualquier disyuntiva. Información, responsabilidad y atención forman el trío clave. “En todo lo que se refiere a sexo y drogas, solo nos cuentan la parte mala –reflexiona Miguel–; nos abandonan para los aspectos positivos, convirtiéndolos en tabú”. La micropoetisa Ajo termina su intervención sobre letras psicoactivas con palabras de Escohotado: “No hay que confundir la rutina psíquica con la cordura”.
Me quedo con las ganas de participar en el taller de cosmética cannábica, pero encuentro consuelo inmediato al probar los helados de Canna Ice, uno de ellos con esencia de Lemon Kush, variedad espléndida y muy refrescante. Mientras suenan las últimas bases electrónicas del día, atravieso la hilera de policías que hacen bromas en la puerta. Vuelvo a casa con un sabor genuino en el paladar y las alforjas llenas.