El pasado mayo, las autoridades de Nueva Zelanda firmaron la que será la ley a aprobar durante las elecciones de otoño y en la que se propone una regulación del cannabis. En lugar de ser ellos los que decidan, han preferido que se introduzca esta ley en las votaciones de otoño para que sea el pueblo quien tenga la última palabra. Los neozelandeses suelen adelantarnos en democracia por el carril derecho la mayor parte de las veces.
Al igual que los estadounidenses, la buena gente de Nueva Zelanda aprovecha el periodo de elecciones generales para introducir enmiendas a las leyes o nuevas propuestas legislativas. De esta manera uno no solo vota quién quiere que le dirija sino, además, nuevas leyes. La del cannabis va a entrar por ese camino.
Hasta hace poco el país estaba muy dividido y las encuestas solo daban un 39% de aprobación a la legalización del cannabis. Sin embargo, en este año las cosas han dado un giro radical: ahora el apoyo es de un 56%, según la encuesta realizada por Horizon Research.
Como suele pasar en estos casos, son los jóvenes de corte liberal los que más a favor están de legalizar, mientras que los más reluctantes siguen siendo los adultos.
"Los neozelandeses se dan cuenta de que su voto a favor significa un mejor bienestar de la comunidad, una regulación sensata y una reducción del daño para una sustancia que está ampliamente disponible bajo prohibición", dijo la parlamentaria del Partido Verde Chloe Swarbrick, defensora de la reforma de drogas. "Se hizo evidente que aquellos que hacen campaña para mantener la prohibición criminal están más centrados ser moralistas que en la resolución de cualquier problema”.
Veremos en septiembre si los kiwis se deciden por la regulación o permanecerán en las antípodas del pensamiento.