Una investigación encuentra que existen diferencias que pueden ser medidas entre plantas individuales de cannabis que están enraizadas en su perfil químico y genético.
Esto puede parecer de importancia menor pero, por una parte hay bastante controversia sobre si en realidad existen diferencias entre variedades más allá de las que se pueden percibir de formas y colores. Por otra parte, conocer la identidad de una planta en su núcleo más profundo abre las puertas a la creación de nuevas variedades.
Este nuevo estudio de la Washington State University y la Evio Labs asegura que existen diferencias y son sustanciales para que podamos hablar de variedades con distintos efectos. Las variedades investigadas fueron Blackberry Kush, Black Lime, Canna Tsu, Mama Thai, Valley Fire, Cherry Chem, Terple, Sour Diesel, y White Cookies.
Se sugiere en el estudio que las variedades se pueden diferenciar por los genes que controlan la producción de cannabinoides y terpenoides y no solo por los “cannabinoides menores” como el CBN o el THCV, como se apuntaba desde estudios anteriores. El estudio de la Washington cree que estos dos productores de cannabinoides y terpenoides están conectados y se co-regulan el uno al otro.
El estudio sugiere que en lugar de llamarles cepas (o variedades) se debería utilizar el término “Chemovar”, que es una mezcla del “químico” (chemo-) y “cultivar” (-var). De aceptarse este tipo de “lectura” de la esencia genética de la planta es probable que tengamos nombres científicos de las variedades en lugar de nomenclaturas guays del paraguay (como White Widow o Grandaddy Purple).
“Diría que la combinación de genética / genómica y análisis químicos será la manera más potente de diferenciar variedades”, comenta Bernd Markus Lange, investigador principal del estudio. “Será también importante para el cultivo ya que estamos comenzando a entender mejor cómo la variación de secuencias en ciertos genes correlacionan con rasgos como la composición química”.
El responsable de que se co-regulen terpenos y THC, entre otros, es el ARN (Ácido desoxirribonucleico), el hermano pequeño del ADN que es tan importante (o más que este último). El ARN es el que determina cómo debe “actuar” el ADN, es decir, cómo y de qué manera se tiene que ejecutar una secuencia concreta de órdenes que sean activadas desde el núcleo de una célula. Si el ADN son los planos, las proteínas del ARN son los bloques que construyen.
Debido a las restricciones federales que existen los investigadores no han podido ir más allá sobre cómo se relaciona el ARN con los diferentes efectos de THC o cómo estos se dan (si es que se dan) como el caso del “efecto séquito”.