Publicado en el Journal of Cannabis Research, el estudio fue llevado a cabo por investigadores de las universidades Rangsit y Mahidol. En sus pruebas con células cancerosas en laboratorio, observaron que el CBD interfiere con una vía que favorece el crecimiento del tumor. El foco fue un subtipo conocido como cáncer de mama triple negativo, que suele ser más difícil de tratar porque no responde a terapias comunes.

Este tipo de cáncer no tiene los receptores hormonales que permiten aplicar tratamientos habituales, lo que lo hace más agresivo y propenso a reaparecer. Uno de los mecanismos que lo hace tan resistente es una proteína llamada EGFR y la investigación sugiere que el CBD podría frenar parte de su acción.

En las pruebas, los investigadores usaron células humanas de este cáncer expuestas al CBD y compararon su comportamiento con células no tratadas. Vieron que el CBD aumentaba la presencia de marcadores que facilitan la muerte de las células tumorales y redujo otras señales asociadas al crecimiento descontrolado.

También observaron que el CBD hacía que las células cancerosas fueran más sensibles frente a las defensas naturales del cuerpo, como las células que forman parte del sistema inmune. Este efecto podría abrir la puerta a combinar el CBD con tratamientos de inmunoterapia.

Pero los científicos aclaran que aún falta mucho para pensar en aplicaciones clínicas, ya que, por ejemplo, notaron que el CBD puede afectar otras células del sistema inmune si no se usa con precisión. Por eso, piden seguir investigando para definir dosis seguras y formas de aplicación que apunten solo al tumor.

Este trabajo aporta una pieza más al rompecabezas de cómo el cannabis puede influir en enfermedades complejas como el cáncer. No se trata de exagerar sus efectos ni de prometer curas milagrosas, sino de dejar que la ciencia investigue sin prejuicios ni trabas legales. Solo así podremos saber con claridad hasta dónde puede llegar el potencial terapéutico del CBD.