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Ayahuasca y cuidados paliativos en el cáncer

Desde las décadas de 1960-70, algunos estudios sugieren que sustancias alucinógenas o psicodélicas como la LSD podrían disminuir el sufrimiento de personas con enfermedades crónicas, como el cáncer. Estos estudios fueron replicados más recientemente, tanto con LSD como con psilocibina, en otros llevados a cabo en Suiza (LSD) y Estados Unidos (psilocibina). Pero ¿y qué pasa con la ayahuasca?, ¿tiene también este potencial uso terapéutico? En esta serie de artículos sobre el potencial terapéutico de la ayahuasca en salud mental, ya hablamos sobre depresión, trastornos por uso de drogas y trastorno por estrés postraumático. En el último texto de esta serie, abordaremos el posible uso de la ayahuasca en el contexto de los cuidados paliativos, específicamente, en el cáncer.

Aldous Huxley, Laura Huxley y la LSD

Aldous Huxley (1894-1963) fue un escritor y novelista internacionalmente conocido por sus magníficos libros y ensayos, especialmente Un mundo feliz (Brave New World, 1932), Las puertas de la percepción. Cielo e infierno (The Doors of Perception & Heaven and Hell, 1954) y La isla (Island, 1962). En todas estas obras hay alguna referencia más o menos directa al uso de drogas con un perfil alucinógeno o psicodélico, como la famosa soma de Un mundo feliz y la moksha de La isla. En Las puertas de la percepción, Huxley escribe directamente sobre sus experiencias personales con la mescalina.

Lo que muchas personas no saben es que el interés y la admiración de Huxley por estas sustancias era tanto que, en el año 1963, después de intentar tratar por tres años un tumor en la lengua, pidió a su esposa Laura que se le administrasen dos dosis de cien microgramos de LSD en su lecho de muerte. Y según una carta de Laura Huxley, la muerte fue pacífica y serena. Pues sí, el uso terapéutico de LSD en el contexto paliativo ha sido creado –o, mínimamente, estimulado– por los Huxley.

Estudios científicos con LSD en las décadas de 1960-70

Basándose en estas observaciones, además de en algunas evidencias de la época que sugerían potenciales ansiolíticos y antidepresivos del LSD y otros alucinógenos clásicos (psilocibina, mescalina), al final de la década de 1960 hubo investigadores que realizaron los primeros estudios mediante la administración de dosis repetidas de LSD a pacientes con cáncer terminal, buscando mejorar sus síntomas de depresión, ansiedad, aislamiento social y dolor crónico. Los principales estudios de esta época fueron llevados a cabo por investigadores como Albert Kurland, Walter Pahnke, Charles Savage y Stanislav Grof, en el Spring Grove State Hospital y en el Maryland Psychiatric Research Center, en Estados Unidos.

Estos estudios fueron pioneros en corroborar la experiencia de Huxley, relatando en estos pacientes mejoras especialmente relacionadas con síntomas de depresión, ansiedad y dolor crónico. Entretanto, en esta misma época aumentaba el uso recreativo de estas sustancias por parte de los jóvenes, y también crecía la asociación de estas drogas con los movimientos contraculturales. Además de la alarma social, nuevas normativas en el campo de la psicofarmacología exigían más rigor metodológico en los estudios con nuevas drogas. Como consecuencia, la prohibición de las investigaciones en humanos con ellas ocurrió a nivel mundial al principio de la década de 1970. No fue hasta casi tres décadas después que empezaron nuevamente las investigaciones clínicas con alucinógenos.

Estudios recientes con LSD y psilocibina: 2011-22

"Experiencias con características místicas (admiración por la naturaleza, sensación de fusión con el todo, bienestar profundo) parecen estar directamente relacionadas con la reducción de los síntomas depresivos y ansiosos. En el caso de la ayahuasca esto es especialmente relevante"

Al principio de 1990, empezó lo que hoy se suele llamar renacimiento psicodélico (o psychedelic renaissance), o sea, la vuelta a los estudios administrando estas sustancias a seres humanos. En los diez o quince años siguientes, estos estudios fueron realizados en Europa y Estados Unidos básicamente con la participación de voluntarios sanos utilizando dimetiltriptamina (DMT), mescalina, psilocibina y ayahuasca (con los trabajos pioneros del Dr. Jordi Riba en Barcelona). Estos estudios buscaban demostrar la seguridad de la administración de estas sustancias en contexto experimental, y solamente fueron realizados con pacientes a partir del 2006 (en un estudio con psilocibina en pacientes que sufrían trastorno obsesivo compulsivo llevado a cabo en Estados Unidos).

El primer estudio con psilocibina en pacientes con ansiedad asociada al diagnostico de cáncer fue publicado en el año 2011 en Estados Unidos, donde administraron una única dosis de psilocina y encontraron una redición de la ansiedad en esta población clínica. Estos resultados fueron replicados en otros dos estudios publicados en el 2016 por investigadores norteamericanos, que además relataron otros beneficios, como reducción de síntomas de depresión, mejoras en la calidad de vida y reducción del miedo hacia la muerte. En el 2014, el primer estudio moderno con LSD fue completado en Suiza, también relatando efectos positivos similares. Y estos datos fueron recientemente (2022) corroborados por otro estudio suizo.

Junto a los estudios pioneros de décadas anteriores, estos estudios modernos son la evidencia más robusta de que estas sustancias pueden llegar a ser utilizadas de manera clínica en esta población, aunque no se sabe cuándo esto va a ocurrir.

Ayahuasca y cuidados paliativos en enfermedades graves

Ayahuasca y cuidados paliativos en el cáncer

En el caso de la ayahuasca, todavía no hay publicado ningún ensayo clínico que investigue su uso en pacientes oncológicos o con otras enfermedades graves. La LSD y la psilocibina, en cambio, ya tienen algunos estudios clínicos finalizados con resultados positivos. Nosotros aquí en la Faculdade de Medicina de Ribeirão Preto, de la Universidade de São Paulo (Brasil), estamos conduciendo el primer ensayo clínico para evaluar los efectos de una dosis de ayahuasca comparada con la ketamina en pacientes oncológicos con síntomas de depresión y ansiedad relacionados con su diagnóstico de cáncer. Pero mientras este estudio se desarrolla, hay poca evidencia científica en esta área.

En un estudio cualitativo reciente (2020) realizado por Lucas de Oliveira Maia, de la Universidade de Campinas (Brasil), se ha entrevistado a catorce personas con diagnóstico (actual o previo) de una enfermedad física grave (cáncer, VIH y enfermedades neurológicas, reumatológicas, gastrointestinales o dermatológicas) y que participaron en rituales de ayahuasca durante el período de tratamiento médico. Los participantes relataron que la participación en estos rituales estaba relacionada con reducción de síntomas de ansiedad y depresión y aumento del bienestar psicoemocional. Además, los participantes describieron una reelaboración subjetiva positiva respeto al origen y finalidad de la enfermedad, y también una mayor aceptación de la muerte. Aunque este tipo de estudio no permite obtener conclusiones respeto a la relación de causalidad (o sea, concluir que ha sido la ayahuasca la que causó estos efectos positivos), sí que son resultados promisores.

Aparte de este estudio, como ya mencionamos en el texto anterior de ayahuasca y depresión, hay evidencia clínica (aunque todavía preliminar) de que una dosis de ayahuasca disminuye los síntomas de depresión (y también de ansiedad) por al menos una semana en pacientes deprimidos. Entonces, es posible que estos efectos antidepresivos y ansiolíticos también ocurran en estos pacientes, que es exactamente lo que los pacientes del estudio cualitativo reportaron. Además, estos resultados preliminares replican los resultados observados con LSD y psilocibina, es decir, reducción de síntomas de depresión y ansiedad.

En el estudio cualitativo, los participantes también relataron que la ayahuasca promovió un fortalecimiento de la espiritualidad. Aunque esto también podría estar relacionado con el contexto ritual en que las ceremonias de ayahuasca suelen ocurrir, es interesante relacionar estos datos con los resultados de los estudios con LSD y psilocibina. Las dos sustancias aumentaron las puntuaciones en escalas que miden experiencias místicas, y cuanto mayor fueron las puntuaciones en estas escalas, mayores fueron las reducciones de los síntomas depresivos y ansiosos. O sea que experiencias con características místicas (admiración por la naturaleza, sensación de fusión con el todo, bienestar profundo) parecen estar directamente relacionadas con la reducción de los síntomas. En el caso de la ayahuasca esto es especialmente relevante en los contextos religiosos y rituales, donde se pone énfasis en la experiencia religiosa o espiritual. Quizá en el futuro algunos pacientes, con monitorización médica y datos científicos positivos, podrán utilizar la ayahuasca en contextos híbridos mezclando medicina y espiritualidad.

También hay que considerar el potencial neuroplástico de la ayahuasca en el contexto paliativo. Esta posibilidad de cambio de perspectiva respeto a la enfermedad tiene similitud con procesos de aprendizaje, donde la neuroplasticidad podría tener un rol crucial. Quizá se abra una ventana de plasticidad neuronal, que se reflejaría en cambios psicológicos y, al final, en cambios de comportamiento. Este proceso podría ser amplificado con la inclusión de diferentes técnicas de psicoterapia, aunque todavía no se sabe muy bien cuál es el rol de la psicoterapia en las terapias con psicodélicos, y mucho menos qué técnica sería la más adecuada.

¿La ayahuasca puede curar el cáncer?

No sabemos la respuesta a esta pregunta, y personalmente creemos que la respuesta sería no. Bueno, tenemos una formación muy basada en la biología, además de ser ateos, entonces no vamos a entrar en la discusión del posible rol de la espiritualidad (con o sin ayahuasca) en una supuesta cura del cáncer. Sabemos que hay inúmerables relatos de recuperaciones espontáneas de casos graves de cáncer después de experiencias espirituales de todo tipo, con o sin alucinógenos, pero para nosotros estos casos están más en el terreno de la fe que en el de la ciencia. Claro, la espiritualidad puede ser eficaz en disminuir el sufrimiento de manera amplia, incluyendo síntomas de ansiedad o depresión, pero no en un sentido literal como antitumoral, al menos, desde el punto de vista biomédico y respetando todas las creencias individuales.

También conocemos relatos de personas que reportaron curaciones de cáncer en rituales de ayahuasca, y de personas que han abandonado el tratamiento convencional médico para tratar su cáncer solamente con ayahuasca. Como científicos, la verdad es que no hay ninguna evidencia clínica de que la ayahuasca tenga propiedades antitumorales. Por eso, abandonar un tratamiento médico para tratarse solamente con ayahuasca no sería recomendable, al menos desde el punto de vista biomédico.

Pero la cosa no queda ahí… Sí que hay evidencias preclínicas de que la harmina tiene propiedades antitumorales. Hay decenas de estudios que apuntan a este efecto, pero eso no quiere decir que funcione en humanos. Y hasta que eso no sea investigado más allá de estudios preclínicos, el potencial uso de la ayahuasca y otros alucinógenos en el contexto paliativo de pacientes con cáncer sigue en el terreno de la salud mental.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #304

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