El año pasado comenzó una prueba piloto en Países Bajos donde los coffee shops de diez municipios diferentes pudieron encargarse del cultivo de cannabis para después comercializar las flores. Días atrás se buscó que Ámsterdam, el lugar que más tiendas de este tipo tiene en el país, se incluya en el programa. Pero, aunque el Parlamento negó la posibilidad, el experimento se ampliará a otras ciudades. 

En Países Bajos, los límites y derechos para el uso y venta del cannabis son, al menos, difusos. Si bien no existe una legislación específica a nivel nacional, cada alcalde puede decidir si permite el funcionamiento de los coffee shop. Pero en ningún caso está habilitado la producción de las flores que se comercialicen. Por eso, estas tiendas se proveen hace décadas a través del llamado de la puerta trasera, donde un cultivador –de mayor o menor escala- vende su cosecha por un precio que no queda registrado en ningún cierre contable. Ante esta situación de mercado gris, el año pasado se puso en marcha una prueba piloto para que los coffee shops de las ciudades de Breda y Tilburg se lleve adelante la plantación de marihuana legal para la dispensación de cogollos. 

Según datos del prestigioso Transnational Institute, un think tank internacional de investigación con sede en Países Bajos y que tiene a varios especialistas en política de drogas, el 70% de los municipios del país no tiene coffee shops. Mientras que el 80% del total de 565 que existen están repartidos entre las cuatro ciudades más grandes, donde el podio lo lidera Ámsterdam. Sin embargo, la capital no será parte de la prueba piloto para que las tiendas de dispensación de cannabis puedan elaborar los productos derivados de la planta. Las ciudades que sí serán parte hacia finales de este año son Almere, Arnhem, Groningen, Heerlen, Voorne aan Zee, Maastricht, Nijmegen y Zaanstad.