¿Alguien recuerda el pueblo de la película de Footloose? Este pueblo de Alberta del Sureste (Canadá) se le parece bastante y lo prohíbe todo. ¿Todo? Todo, no.

Taber, que así se llama este pueblo de indómitos prohibidores, lleva impidiendo a sus ciudadanos que hagan cosas tan cotidianas como decir tacos en público, reunirse, gritar, holgazanear. A Taber se le recuerda por haber prohibido una bandera del orgullo mientras permitía que los contrarios a la manifestación pudieran poner un tenderete.

Como no podía ser de otra manera en Taber también se prohíbe que haya tiendas dedicadas a la venta de cannabis. Sin embargo, en estos momentos se está planteando si permitir la apertura de un dispensario con cannabis recreativo dentro de las fronteras del pueblo. Bruce Decoste, uno de sus ciudadanos, lleva meses y meses dando la turra en las reuniones públicas del consejo del pueblo, para que los dirigentes cambien de opinión y permitan que se venda maría. Entiéndase que a dar la tabarra se le conoce en los Canadá como hacer lobby.

En el último pleno consiguió lo impensable: votaron a favor de su propuesta.

“No me esperaba que pasase la moción con un empate 3 a 3. Entonces el alcalde votó a favor”, comenta Decoste aún sorprendido de que las autoridades le diesen el “sí”. Decoste anda detrás de que le permitan abrir una tienda en el pueblo. Tiene todo el sentido: si en el país es legal, ¿por qué no iba a poder tener una tienda? Pues parece que este cambio de opinión de su alcalde puede que le permita abrir una.

Decoste viene del negocio del petróleo. Cuando llegó la crisis lo abandonó y se pasó a la venta de vapeadores, pasando primero por una tienda de tatuaje. Según Decoste, “el vapeo es una cosa importante aquí en Alberta”.

Decoste no teme que se echen para atrás, aunque con esta gente con tantas ganas de prohibir no sería de extrañar. “Si dijeron una vez que todo está OK, no veo porque van a cambiar de opinión”, comenta.