Pasar al contenido principal

Ghana e Israel exploran alianza tecnológica para el cannabis industrial

Un foro entre autoridades ghanesas e israelíes abrió el camino para integrar tecnología de agricultura de precisión al sector del cannabis con bajo THC, autorizado recientemente en Ghana con fines industriales y medicinales.

Ghana se prepara para dar un salto cualitativo en su política de drogas y su economía rural: el cultivo legal de cannabis no psicoactivo. Para ello, ha decidido mirar hacia Israel, referente mundial en tecnologías aplicadas a la agricultura de alto rendimiento y al cannabis.

El interés por incorporar tecnología extranjera se produce en un contexto de reformas legales. En 2023, el Parlamento ghanés modificó la Ley de la Comisión de Control de Narcóticos para permitir el cultivo de cannabis con menos del 0,3% de THC, exclusivamente para uso industrial y medicinal. Aunque ya se han aprobado normativas complementarias y se ha delegado al Ministerio del Interior la concesión de licencias, el proceso de implementación aún presenta rezagos, especialmente para pequeños y medianos agricultores.

Esto ha despertado tensiones en torno a qué modelo de industria se va a consolidar. La Cámara de la Industria del Cannabis de Ghana apuesta por una estrategia que combine producción local con tecnología avanzada para cumplir con estándares internacionales. Pero diversas investigaciones advierten que, en el mercado global del cannabis legal, los países del Sur global corren el riesgo de ser relegados a proveedores de materia prima si no se garantizan mecanismos de inclusión para comunidades campesinas y estructuras de comercio justo.

Israel, por su parte, se ha posicionado en la última década como uno de los centros más avanzados en investigación sobre cannabis medicinal, atrayendo inversión y desarrollando regulaciones que priorizan la calidad farmacéutica. Asociarse con este tipo de know-how podría representar para Ghana una vía de salida a la dependencia económica de monocultivos tradicionales, pero también plantea el desafío a la hora de evitar que las empresas controlen el acceso a conocimientos, patentes, sistemas de cultivo y tecnologías clave, dejando a los productores locales dependientes de proveedores externos y sin capacidad real de participar en la cadena de valor más allá del suministro de materia prima.

Te puede interesar...

Suscríbete a Cáñamo