Asia es el continente más represivo en cuanto a su política de drogas. Ahora, la última novedad es que Irán ha condenado con la pena de muerte a nueve personas acusadas de narcotráfico por poseer cannabis, heroína y metanfetaminas. Según diferentes organizaciones de derechos humanos, el país islámico es el segundo lugar del mundo donde más ejecuciones se realizan, detrás de China.
Según reportó la agencia estatal de noticias iraní, IRNA, tres de los nueve acusados fueron ahorcados en una prisión de la provincia de Ardabil. Las otras seis personas condenadas a la muerte fueron ejecutadas por separado y en ubicaciones que no se han difundido, ni siquiera a sus propios familiares. El Gobierno islámico aseguró que las penas fueron ordenadas tras “procedimientos legales exhaustivos y son un elemento disuasorio necesario contra el tráfico de drogas”. Sin embargo, no se han informado los elementos de la causa judicial y se desconoce si las personas acusadas contaban con una defensa legal apropiada.
En junio del año pasado, Amnistía Internacional elaboró un informe en el que se detalló que las autoridades iraníes habían ejecutado al menos 173 personas acusadas de cometer delitos relacionados con las drogas, durante los primeros cinco meses de 2023. La cifra representó dos tercios del total de las penas de muerte y es una realidad que parece lejos de modificarse.
Derechos Humanos de Irán, una organización con sede en Noruega, aseguró en noviembre pasado que el Gobierno islámico había ejecutado a más de 700 personas durante el 2023. Se trata de un número récord de estas condenas en los últimos ocho años. Amnistía Internacional precisa que la cantidad de asesinatos legalizados por el Estado solamente es superada por China.