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Tóxicos, virales y estigmatizados: la otra cara de los 'paint huffers'

En la era de los contenidos virales, ciertas imágenes capturan la atención del público por su impacto visual. Tal es el caso de las fotografías policiales de personas arrestadas por inhalar pintura.

Las imágenes de rostros cubiertos de pintura metálica, que circulan en redes como Reddit, TikTok o Instagram, suelen ir acompañadas de bromas y memes. Pero más allá del morbo, revelan una problema social profundo y lo que para algunos es objeto de burla, para otros refleja un contexto de vulnerabilidad que merece ser comprendido con respeto.

La inhalación de pinturas y solventes no es un fenómeno nuevo y su consumo se incrusta principalmente en los sectores más desposeídos dado su bajo costo y fácil acceso. Su efecto es una breve pero intensa sensación de euforia debido a compuestos como el tolueno, siendo las pinturas metálicas, en particular, las que poseen las más altas concentraciones de esta sustancia.

Solo en Estados Unidos, según reporta Addiction Resource, en 2011, se informó que alrededor de 21,7 millones de personas en ese país consumían diferentes tipos de inhalantes como las pinturas en aerosol. 

Y aunque sea redundante decirlo, los riesgos asociados a esta práctica son letales y están bien documentados: daño cerebral irreversible, fallos hepáticos, graves problemas renales y muerte súbita por arritmias cardíacas. 

A pesar de la magnitud del problema, las imágenes de personas con las caras llenas de pintura se comparten sin contexto alguno y continúan reforzando la estigmatización que, en muchos de los casos, enfrentan condiciones de extrema vulnerabilidad y problemas de salud mental.

Prueba de la poca conciencia que se tiene del problema,  es que los paint huffers, como se les apoda en internet, han tenido múltiples ecos en la cultura popular y el cine. Una de las referencias más conocidas es la película Mad Max: Fury Road, donde los "War Boys" se rocían la boca con pintura plateada como un acto ritual antes de lanzarse al combate.


Es importante destacar que la mayoría de estas imágenes provienen de registros policiales  de acceso público en Estados Unidos, lo que permite y facilita su amplia difusión en línea. No obstante, la facilidad para acceder a estas imágenes plantea dudas  sobre el resguardo de la privacidad y la dignidad de las personas.

Desde una perspectiva de salud pública y derechos humanos, es urgente revisar la manera en que se representa a las personas que consumen drogas, especialmente aquellas que lo hacen en contextos de marginación. Por eso  comprender las causas estructurales detrás de estas prácticas y ofrecer narrativas más humanas ayuda a reducir el estigma.

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