El cannabis y el ser humano han tenido una relación estrecha por los siglos de los siglos, amén. Uno de los activistas que se ha propuesto demostrar y divulgar esta vieja y estrecha relación con la planta es el canadiense Chris Bennett.
Bennett ha sido un activista cannábico desde hace treinta años y un amigo desde hace veinte. Lo conocí en las marchas y platicábamos acerca de la historia del cannabis compartiendo porrotes en su desaparecida tienda psicodélica Urban Shaman. Es difícil innovar en un campo tan investigado como lo es el del cannabis. A pesar de que se han hecho muchos descubrimientos en la ciencia cannábica recientemente, no es el caso de la historia antigua, en que se ha intentado suprimir información. Aquí es donde entran Bennett y sus extensas investigaciones.
Bennett es un investigador del papel histórico del cannabis en la vida espiritual de la humanidad. Es coautor de Green Gold the Tree of Life: Marijuana in Magic and Religion (1995) y de Sex, Drugs, Violence and the Bible (2001), y autor de Cannabis and the Soma Solution (2010) y de Liber 420: Cannabis, Magickal herbs and the Occult (2018). También ha contribuido con capítulos en una decena de libros sobre el papel histórico del cannabis en las prácticas espirituales. La investigación de Bennett ha recibido atención internacional de la BBC, The Guardian, The Washington Post, Vice y otros medios de comunicación.
Su nuevo libro se titula Cannabis: Lost Sacrament of the Ancient World (‘Cannabis: el sacramento perdido del Mundo Antiguo’): “Lo escribí como una revisión actualizada de algunos de mis trabajos anteriores sobre la hipótesis de la antropóloga Sula Benet en 1936. Esta investigadora sostenía que los términos hebreos kaneh y kaneh bosm identifican al cannabis en la narrativa del Antiguo Testamento (Biblia hebrea), a la luz del asombroso nuevo material arqueológico de un templo hebreo del siglo viii aC en Arad, Jerusalén, donde se quemaban ritualmente resinas de cannabis en un altar. Este nuevo libro lleva esta hipótesis lingüística al ámbito de la historia establecida –nos explica Bennett en entrevista para Cáñamo, y continúa:– “En junio del 2020, en medio de un mundo embargado y distraído por una pandemia y la cuenta de Twitter de un presidente estadounidense enloquecido, se publicaron algunos titulares por el mundo. El Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv publicó el artículo ‘Cannabis and Frankincense at the Judahite Shrine of Arad’, de Eran Arie, Baruch Rosen y Dvory Namdar. El artículo se basó en el análisis de material oscuro no identificado preservado en las superficies superiores de dos altares que se usaron en un templo judío de 2.800 años de antigüedad”.
“La idea que en la Biblia hebrea/Antiguo Testamento/Tanakh los profetas pudieron haber estado usando sustancias psicoactivas para alcanzar un trance chamánico para recibir las revelaciones de Yahweh es tan relevante para los creyentes de hoy en día, como lo fue la teoría de la evolución de Darwin para sus homólogos del siglo xix”, escribe Bennett al principio del libro, lo que da la pauta de hacia dónde se dirige el libro, el cual cuenta con varias ilustraciones para una mejor comprensión del texto por parte del lector.
El papel del cannabis en el mundo antiguo era importante: sus semillas nutritivas se usaban como alimento; su largo, flexible y fuerte tallo era una fibra recurrente; también servía como medicina, que se sacaba de sus hojas y de sus flores… Y luego están sus efectos psicoactivos. El cannabis tiene una larga historia de cultivo humano. ¿Cuánto tiempo exactamente sigue siendo desconocido? Resulta interesante repasar las teorías y los descubrimientos que Bennett comparte en su trabajo literario y cómo se relaciona con el mundo de la religión. Por ejemplo, el libro sostiene que el aceite que usaba Jesús para curar contenía cannabis, al cual en hebreo denominaban kaneh bosm.
“También ha habido especulaciones científicas interesantes de que las propiedades psicoactivas del cannabis pueden haber tenido un papel como catalizador en el período de tiempo de la humanidad prehistórica que comenzó hace unos 65.000 o 50.000 años. Se sugiere que el cannabis puede haber permitido que nuestros ancestros prehistóricos desplegaran nuevos procesos de pensamiento que ayudaron en el desarrollo de la fabricación de herramientas y otras habilidades”, escribe Bennett. Yo había leído una teoría similar, pero con los hongos alucinógenos: es probable que estas plantas y hongos enteógenos hayan tenido que ver en nuestro desarrollo hace milenios.
Las investigaciones de Bennett son exhaustivas y, como en sus publicaciones anteriores, el libro trae muchas fuentes y citas como para irse de cabeza dentro del hoyo del conejo hacia un agujero negro del que no habrá salida hasta la sobriedad que traiga el día siguiente. Pero nos quedará la curiosidad de seguir investigando de la mano del autor acerca de la particular relación que ha tenido esta planta con nuestros predecesores.