¡Cuidado, cañameros y cañameras! No porque estemos paseando y fumando alegremente por uno de los veintiún estados donde la marihuana es legal en Estados Unidos de Norteamérica quiere decir que haya libertad total. Podemos aún ser multados y reprimidos. “Pero si se puede oler por todas las calles de Nueva York”, me comentó la prima de Max, y Max mismo dice que en Portland, por la Milla Verde, todo el mundo fuma por las calles. “Estuve en Chicago y se olía por todos lados”, me comentó un cliente de Cáñamo Shop Tepoz.
No se confíen, estimados lectores. La marihuana sigue siendo ilegal a nivel federal y hay condados, pueblos y hasta ciudades que no quieren tener nada que ver con la marihuana. Casi todos los estados que legalizaron han dejado que las ciudades y pueblos puedan tomar la decisión de no autorizar el uso de marihuana y de no tener dispensarios, y hasta de poder aplicar las leyes federales en materia de cannabis, lo que puede resultar en un muy mal rato si nos pillan fumando por alguna de estas municipalidades fascistas. El cannabis continúa siendo una sustancia controlada a la par de la heroína a nivel federal.
Veamos en Nueva York: cuando la Ley de Regulación e Impuestos sobre la Marihuana (MRTA, sus siglas por su nombre en inglés: Marijuana Regulation & Taxation Act) legalizó el uso a adultos de la marihuana a principios del 2022, una de sus disposiciones permitió a los pueblos, ciudades y condados la oportunidad de optar por no participar en la emisión de licencias estatales para dispensarios de marihuana y/o salones de consumo dentro de su jurisdicción. Los municipios tuvieron hasta el 31 de diciembre de 2021 para optar por no participar; un municipio debe aprobar una ley local que ejerza su autoridad bajo la MRTA para prohibir dichos establecimientos cannábicos. Estas leyes locales están sujetas a referéndum permisivo, lo que significa que, si los residentes de un municipio no están de acuerdo con la decisión de su gobierno local de optar por la no participación, pueden reunir firmas para convocar una elección especial para que los votantes decidan si la anulan. Así, la ciudad de Albany eligió que tendrán dispensarios y lugares para consumo, mientras otros pueblos como Watervliet han optado por no tener ninguno de los dos, y otros como Ravena tendrán dispensarios, pero no lugares para consumir. Hay que investigar en qué condado estamos y qué permiten.
En Nueva Jersey tuvieron hasta agosto del año anterior para prohibir este tipo de establecimientos; a los que se les pasó la fecha, automáticamente están obligados a aceptar licencias, lo que no significa que las vayan a dar. Como en otros estados, las municipalidades pueden agregar impuestos extra sobre la venta del cannabis. En Nueva Jersey solo un tercio de los pueblos del estado han accedido a permitir la venta de marihuana dentro de sus fronteras. La mayoría de las ciudades optaron por no participar antes que el mercado abriera oficialmente, y desde entonces solo un puñado han cambiado de opinión. De hecho, alrededor del setenta por ciento del estado permanece cerrado a la venta de marihuana, a pesar de que los votantes aprobaron la legalización por casi el mismo margen en un referéndum de noviembre del 2020. Las ciudades que votaron por la legalización y por tener negocios verdes son los que tienen una mayor población hispana y de color, mientras que los blancos siguen siendo los más reacios y adeptos al conservadurismo rancio y cristiano. Protofascistas intolerantes religiosos...
En Connecticut hay un escenario similar al de Nueva Jersey: el cuarenta por ciento de sus municipalidades han dicho que no quieren ese tipo de comercios en sus terruños. Las ventas minoristas ya están comenzando mientras escribo estas líneas; según un análisis de Hearst Connecticut Media Group, al menos setenta y cinco municipios tendrán tiendas, mientras que ciento sesenta y nueve han instituido prohibiciones o moratorias. Muchos son pueblos rurales y suburbanos más pequeños, pero algunas ciudades también han anunciado que no están interesadas en la apertura de estos negocios en sus comunidades.
Este no es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos; en Canadá pasa lo mismo. Por ejemplo, la provincia de Ontario tiene bastantes pueblos que han optado por no tener nada que ver con nuestra amada planta, como Baldwin, Caledon, Wellington Centro, etc. Tuvieron la opción para optar por no tener tiendas minoristas de cannabis en sus comunidades y la aprovecharon. Los municipios tuvieron hasta el 22 de enero de 2019 para informar si deseaban participar. Los que optaron por el no pueden volver a participar en cualquier momento, pero una vez lo hayan hecho, ya no podrán arrepentirse.
Hay casos contrarios, como el de Austin, un oasis dentro del desierto retrógrada que es Texas. Al final, hay que investigar a nivel local que tan permisibles son con la cultura cannábica. No importa si estamos en California u Oregón, los fachas nos observan.