Me ha entrado la crisis de la media vida y necesito apuntarme a una religión para salvar mi alma antes de que sea demasiado tarde. No quiero pasar mi afterlife en algún infierno podrido, demasiado caluroso o con un frío inclemente, o lo que es peor, un pandemónium sin marihuana. No quiero ir a parar a un paraíso donde no se pueda fumar, porque no sería paraíso. No me hace gracia sufrir tormentos interminables ni tener que prescindir de todas las vírgenes que en teoría me tocan. Necesito una religión que acepte mis vicios mundanos como la marihuana, y cuando muera pueda seguir disfrutando de estos placeres por el resto de la eternidad.
El problema es que odio las religiones, especialmente las de Occidente, que solo ordeñan el dinero de sus fieles a base de engaños. Mi problema con la religión no tiene nada que ver con las creencias. Mi problema con la religión tiene los mismos fundamentos que mi problema con la política y con la televisión. El problema no es si se cree en Jesús Cristo Tu Señor, Mahoma, Quetzalcoatl u Odín, o se adora un tótem, se bebe vino como sacramento o se practica algún ritual macabro como latigarse. Me importa un pepino las costumbres privadas de la gente, sus preferencias sexuales o sus creencias. El problema es la gente que maneja nuestros gobiernos, las iglesias y los medios masivos de comunicación. Se ha utilizado la religión durante cientos de años para lavar cerebros débiles, cometer crímenes y declarar guerras en nombre de dios. Estas mismas tácticas las siguen utilizando para infligir miedo en la población para poder manipular a las masas, para tener adormilada a la gente y que vayan a luchar guerras por recursos con el pretexto de liberar al pueblo de la opresión del fanatismo religioso del bando contrario. Cristianos contra musulmanes, católicos contra protestantes, chiitas contra sunnís, budistas contra musulmanes, tutsis contra hutus, etc.
La mayoría de las religiones también han demonizado la marihuana, especialmente las modernas abrahámicas cristianas, ortodoxas, musulmanas, y la más expandida en nuestro territorio, la Iglesia católica, que si apoyaba a Franco ya nos podemos imaginar lo que piensan de la marihuana.
La religión más asociada con la marihuana y que rápidamente viene a la mente es el movimiento rastafari. Es una religión monoteísta, abrahámica, que tiene como deidad a Jah, que en realidad es una variación de Yavhé. Según ellos, reencarnó en Jesucristo y después en Haile Selassie, que fue un emperador etíope de los treinta a los setenta. El problema es que es muy parecida al cristianismo y leen la Biblia, demasiado sincretismo para mí. La ventaja es que el cannabis es usado como algo sagrado, ya que sostienen que fue encontrado en el lugar de la tumba del rey Salomón. También dicen que abre su conciencia y los acerca a Jah. Según ellos, la marihuana no debe ser fumada lúdicamente sino como sacramento, aunque no todos están obligados a consumirla. El rastafarismo, más allá de las rastas, se encuentra arraigado ya en Estados Unidos, donde llegó vía Jamaica.
Otro inconveniente de las religiones es que están basadas en mitos, leyendas y creencias antiguas sin bases científicas ni comprobables. Por ejemplo, no hay pruebas fehacientes científicas de la existencia de un ser llamado Jesús de Nazaret, los historiadores de la época no lo mencionan para nada, los vestigios arqueológicos de esos tiempos tampoco muestran su existencia, y solo se escribe de él más de cien años después.
En mi búsqueda, mis amigos ateos y agnósticos me han asegurado que las religiones marihuanas son también un fraude y que no son serias. Sin embargo, dado que las grandes religiones son igual de ridículas y fraudulentas –solo hay que ver a los teleevangelistas–, no me van a disuadir de tener fe en iglesias más cercanas a mis gustos.
Iglesias cannábicas
The First Church of Cannabis, o la Primera Iglesia del Cannabis, fue fundada en el 2015 por Bill Levin, quien antes era judío en Indianápolis. Se autodenomina el Grand Poobah, que suena medio escatológico, pero en realidad fue basado en un personaje de Los Picapiedra. Cobran cuatro dólares con veinte centavos al mes y afirma que Hacienda lo ha eximido de pagar impuestos por ser una religión reconocida. La contra es que hay que vivir en Indianápolis, donde no hay dispensarios para comprar.
First Cannabis Church of Logic and Reason, o la Primer Iglesia Cannábica de la Lógica y la Razón, es una religión basada en Lansing Michigan activa desde hace un año. El que oficia los servicios es Jeremy Hall, un paciente de marihuana medicinal. Bajo las leyes de Michigan, los adeptos pueden poseer y consumir marihuana en su propiedad privada. La contra es que hay que ir a vivir a Michigan, donde no hay venta de marihuana con fines lúdicos.
The International Church of Cannabis, o la Iglesia Internacional de Cannabis, es una organización religiosa en Denver, Colorado, donde se puede fumar marihuana abiertamente y, al igual que las otras, esta religión la usa como sacramento. Una ventaja es que no son muy dogmáticos y aceptan a todo el mundo en su lecho. Sus miembros son llamados elevacionistas, y usan la mota para elevarse espiritualmente y comprenderse mejor. La iglesia abrió el 20 de abril a las 4.20 PM. Se juntan a fumar cada viernes en una vieja construcción de ciento trece años de antigüedad.
En Canadá también ha habido intentos como la Asamblea de la Iglesia del Universo, una religión enteógena establecida por Walter Tucker en 1969 en Ontario. Además de la fumadera, promueven el nudismo como demostración de la honestidad humana. La iglesia niega una conexión directa con el cristianismo, pero acepta fuentes de los sumerios, los templares, los gnósticos, y celebran solsticios y el Día de Canadá. Sus miembros están desperdigados por el país. Chris Bennett, el autor, trató de legalizar la marihuana con fines religiosos hace algunos años, pero fue rechazado por las Cortes, que alegaron que Chris solo quería drogarse. Actualmente, la iglesia ayuda al movimiento con información en su página de internet: http://www.iamm.com
La regla de oro y los doce mandamientos
La gente gasta su inteligencia buscando la salvación eterna. La vida está aquí y ahora. La felicidad no es una meta, sino un estado de ánimo que a veces nos acompaña en este camino cuyo fin es la muerte. Así que si el camino lo recorremos de la mano de un porro, qué mejor. No me convence que un ser divino en su infinita sabiduría tenga un ego tan vanidoso para exigir templos y servidumbre, yo más bien me inclino por pensar que un dios preferiría que el humano hiciera cosas buenas y productivas en lugar de adorarle escuchando los sermones vacíos de otro pecador.
Al final, no encontré religión ni iglesia ni doctrinas religiosas que me convencieran para unirme. Pero me quedo con la regla de oro: trata a los demás como quieres que te traten y disfruta tus porritos sin molestar a nadie.
Les dejo los doce mandamientos propuestos por la Primera Iglesia del Cannabis, para que comulguen con ellos si les viene en gana:
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No seas gilipollas. Trata a todos con amor como a un igual.
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El día empieza con tu sonrisa cada mañana. Cuando te levantes, ponte una sonrisa.
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Ayuda a otros cuando puedas. No por el dinero, sino por necesidad.
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Trata a tu cuerpo como un templo. No lo envenenes con comestibles de baja calidad y sodas.
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No te aproveches de la gente. No le hagas daño intencionadamente.
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Nunca empieces una pelea, solo acábala.
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Cultiva comida, cría animales, involucra a la naturaleza dentro de tu rutina cotidiana.
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No seas un trol en internet; respeta a otros sin insultarlos y sin ser vulgarmente agresivo.
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Pasa diez minutos diarios por lo menos contemplando la vida en un lugar tranquilo.
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Protege a aquellos que no se pueden protegerse a sí mismos.
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Ríe frecuentemente, comparte el humor. Disfruta la vida, sé positivo.
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Cannabis, la “planta curadora” es nuestro sacramento. Nos acerca a nosotros mismos y a los otros. Es nuestra fuente de salud, nuestro amor, nos cura de enfermedad y depresión. La abrazamos con todo corazón y espíritu, individualmente y como un grupo.