Entre el 2006 y el 2013 fue alcalde de la ciudad de Newark, y a partir de ese año, senador de Nueva Jersey. “La fallida guerra contra las drogas ha sido realmente una guerra contra la gente pobre, la gente de color y los que sufren padecimientos mentales. Voy a reintroducir la Marijuana Justice Act para comenzar a revertir nuestras erróneas políticas federales sobre drogas”, dijo Booker, prometiendo que su campaña se basará en parte en la legalización para terminar la prohibición contra la marihuana.
Entonces, ¿qué haremos?, ¿sentiremos los activistas un vacío?, ¿se quedarán algunos en sus sofás fumándose las bachas de la desesperación mientras se rascan las bolas?, ¿se unirán otros a las filas de los cientos de nuevos empresarios verdes? Mucho me temo que, aunque cantemos victoria, los activistas tendremos que seguir luchando, ya no contra el gobierno sino contra las grandes corporaciones, que comercializarán con la planta envenenándola y rebajando su calidad, una calidad necesaria para los enfermos.
Claro, como la marihuana ya es popular, todos los políticos se van a subir al carro de la legalización. Lo malo es que los precios van a aumentar tanto con el impuesto que echaremos de menos el mercado negro. Ahora cualquier yuppie irá de marihuanero. La mota está de moda. Resulta increíble que bajo un gobierno como el de Trump se pueda lograr esta añorada legislación. No tan descabellado si pensamos que el trumpetas es más un businessman que un político; aunque como hombre de negocios es corrupto y tramposos, lo que es preocupante para una posible despenalización. No es la felicidad que esperábamos.
La legislación sacaría a la marihuana de la Lista de Sustancias Controladas, es decir, terminaría con la prohibición federal de la marihuana. Y se permitirían más estudios científicos, disminuiría la criminalización de civiles de raza negra e hispanos, muchos enfermos podrían medicarse sin tener que estar en deuda de por vida, se crearían fuentes de trabajo y, lo que más les importa a los políticos, se generarían impuestos para que pudiesen robar más y se reactivaría la economía para que pudiesen presumir a pesar de su ineptitud.
La ley contempla que cada estado será libre de determinar sus propias políticas sin las amenazas del Gobierno federal. Es decir, se limarán asperezas. Asimismo, la ley perdonaría a cualquiera que haya sido acusado con posesión menor. Y todos aquellos que hayan sido encarcelados por fumar marihuana podrán apelar, recobrar su libertad y optar a trabajos que hoy se les niegan. El Gobierno federal eliminaría las penas por posesión, cultivo, fabricación, importación y exportación del cannabis. Esta ley incluye varias medidas que contrarrestan las conductas discriminatorias que históricamente han perjudicado a las minorías y va tan lejos como no darle fondos federales a los estados que arresten desproporcionadamente bajo sus propias leyes cannábicas, pues hay que recordar que cada estado podrá formular sus propias reglas.
Aunque aún falta mucho por hacer a nivel federal y estatal, esta acta sirve como ejemplo a seguir y es un parteaguas para poder eliminar las injusticias cannábicas, aunque esto implique que los millonarios se sigan enriqueciendo con el mercado legal.
La representante Barbara Lee es una congresista negra demócrata que ha servido desde hace veinte años en California. Además de patrocinar el Acta también reintrodujo una resolución llamada REFER, destinada a prevenir que se usen fondos federales para interferir con los programas estatales de cannabis. No se podrán cerrar negocios o perseguir individuos que cumplan con dichas leyes estatales. Asimismo, arremetió con RESPECT, una resolución que reconoce que las personas que más sufrieron por la persecución racial de la prohibición de la marihuana son las que menos se benefician de las legalizaciones estatales, así que la representante urge a los oficiales y legisladores a que implementen una serie de buenas prácticas cuando den licencias y permisos para que los comerciantes pertenecientes a las minorías puedan participar del mercado cannábico.
Con una docena de nuevos legisladores demócratas en el Congreso pro legalización, más el sesenta y uno por ciento de personas que ya quieren libertad total para la marihuana, es posible que los activistas marihuanos busquen otros terrenos para librar sus batallas, por ejemplo, contra las corporaciones y monopolios.