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Ontario: entre el Parlamento y las cataratas

En Canadá, cada provincia puede tener sus propias reglas, independientemente de la legalidad a nivel federal. En Ontario pueden comprar todos los mayores de diecinueve años hasta 30 g por día. 

La sorpresa de Cory al regresar a su terruño fue mayúscula. Hacía tiempo que no pisaba tierras canadienses. ¿Para qué? Si en México tenía todo lo que necesitaba y a domicilio. Cory nunca se esperó la cantidad de fumetas que encontró por toda la provincia ontariana. Incluso circulando por las grandes carreteras pudo oler el aroma de cannabis que salía de los automóviles. “Hay más dispensarios que cafeterías, y en la autopista cada tercer coche tiene peña fumando maría –me refiere con asombro–. Hay señales que dicen A little high is too high y ‘no fumes y manejes’, tanto en francés como en inglés”. 

¿Quién puede culpar a los canadienses? El tráfico alrededor de la megalópolis en que se ha convertido la zona metropolitana de Toronto es brutal. Ahí viven seis millones y medio de personas, casi una quinta parte de toda la población de Canadá, y eso sin contar que está cerca de la frontera con Búfalo y las ciudades de Hamilton y Niagara Falls. En total viven dieciséis millones de habitantes en toda la provincia, desde anglosajones hasta africanos, pasando por italianos, portugueses, latinoamericanos, asiáticos y demás razas, que conforman una sociedad multicultural. La mitad de los habitantes de Canadá viven en esta provincia, la mayoría en el sur. 

Cuando fui a Ontario la primera vez, la marihuana todavía no estaba legalizada, pero me fue fácil conseguir material en la zona del mercado de Kensington, en Toronto. La verdad nunca me había llamado mucho la atención esa ciudad, pero tenía un boleto pagado, una invitación y una amiga a la que quería visitar que vivía pasando Niagara Falls. La verdad, me gustó, hay muchos más árboles y parques de lo que imaginaba, por lo que pude fumar placenteramente y beber unas botellas de vino de la región en las orillas de dos de los grandes lagos, el Ontario, en Toronto, y el Erie, en Port Colborn. La segunda vez que fui tampoco era legal: fui invitado a un festival de cine, el AluCINE, en Toronto, y el chófer, un argentino que me recogió en el aeropuerto, lo primero que me dijo fue: “Estamos haciendo una colecta entre los invitados para comprar un par de onzas de marihuana para que no nos falte durante el festival, ¿te apuntas?”. Así era de fácil ya antes del 2018. Hoy en día hay más dispensarios que cafeterías; hasta el gobierno tiene su propia tienda y te la mandan incluso por correo. 

Ontario también es el hogar de la capital del país, Ottawa, en donde también he pasado muchos días asistiendo a congresos y festivales. Es menos bulliciosa que Toronto, tiene un millón de habitantes y otro medio millón que vive cruzando el puente Alexandra, que te lleva a Gatineau, provincia de Quebéc. Ottawa aloja al gobierno y aquí controlan el cannabis. Nada más cerca del río Ottawa se cuentan por lo menos veinte dispensarios. Todo controlado por el government.

La Ontario Cannabis Store (OCS) se jacta de ser la mayor organización mayorista, completamente legal, que distribuye productos cannábicos recreativos en el mundo, aunque solo dentro de Ontario. Distribuyen flor, concentrados, preenrollados, gomitas, aceites, bebidas y alimentos, todo con diferentes potencias. Su misión es “habilitar un vibrante mercado de cannabis a través de excelentes experiencias para los clientes, basadas en la selección, el servicio y la calidad”. 

La OCS conecta la creciente red de Ontario de más de mil setecientas tiendas de cannabis autorizadas, todas de propiedad privada y con licencia de la Comisión de Alcohol y Juegos de Ontario (AGCO), con miles de productos de cannabis de productores autorizados por Health Canada. 

Su tienda minorista de cannabis en línea (www.ocs.ca) realiza entregas a consumidores en todos los rincones de Ontario. Como agencia gubernamental y propiedad exclusiva de la provincia de Ontario, depende del ministro de Finanzas. La OCS tiene el mandato de ofrecer una alternativa competitiva al mercado ilegal, defender una industria del cannabis socialmente responsable y devolver sus ganancias al pueblo de Ontario. Para finalizar, prioriza la educación pública a través de iniciativas como Cannabis Made Clear, que ayuda a los consumidores nuevos y experimentados a aprender más sobre el cannabis recreativo y su uso responsable. 

En Canadá, cada provincia puede tener sus propias reglas, independientemente de la legalidad a nivel federal. En Ontario pueden comprar todos los mayores de diecinueve años hasta 30 g por día. La Ontario Cannabis Store, a través de las tiendas minoristas designadas, son los únicos lugares que pueden vender legalmente cannabis recreativo. Comprarlo a personas no aprobadas por el gobierno es ilegal. Cada municipio de Ontario tiene derecho a decidir dónde y si quiere tiendas minoristas en su ciudad o pueblo. Se pueden cultivar hasta cuatro plantas por residencia con semillas de Ontario Cannabis Store. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #323

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