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Caballo

El último trócolo

El Gran Bulo del Caballo sostiene que la heroína fue introducida masivamente en España por una conspiración gubernamental que buscaba diezmar y desmovilizar a la juventud disidente. Los mecanismos de la conspiranoia son sencillos y conocidos: reducir con una explicación simple cualquier asunto complejo.

Hola. He leído, como supongo muchos de ustedes, la novela española más celebrada de los últimos tiempos: La mala costumbre, de Alana S. Portero. Huelga decir que me ha encantado. Le encuentro, sin embargo, una falla. Una falla grave. 

Recrea Alana la dura vida de barrio en el San Blas de finales de los setenta y primeros ochenta con su prosa hiriente, entrecortada y brillante. Todo con mucho fundamento hasta que, de improviso, cae en el imperdonable error de resucitar y dar por bueno el Gran Bulo del Caballo: “El abandono generó una conciencia de clase en el barrio que las autoridades de la Transición Democrática decidieron atajar a finales de los setenta y durante toda la década de los ochenta con jeringazos de heroína casi regalados. La droga fue la última forma de ejecución sumarísima de disidentes de un régimen que había encontrado la forma de perpetuarse”. Queda bonito, pero es tan falso como ridículo. 

Podría parecer un traspié, que también se le coló en la revisión, pero no, por desgracia miente a cosa hecha. Poco después, sostiene Alana que San Blas, como otros, “eran barrios obreros, de rentas bajas, movilizados políticamente y a los que se había castigado con dureza, por ejemplo, introduciendo mareas de heroína y después catalogándolos a partir de las consecuencias que había dejado la droga”. Queda bonito decirlo, sí, pero es una trola burda y un mensaje prohibicionista. ¡¿Cómorrrr?! 

En esencia, sostiene Alana que la heroína fue introducida masivamente en España por una conspiración gubernamental (incluso internacional) que buscaba diezmar y desmovilizar a la juventud disidente. Es la conspiranoia por antonomasia en el ámbito patrio de las drogas. Muchos antes que Alana lo han sostenido, aunque sea falso. Por desgracia, muchos en el futuro lo seguirán sosteniendo, porque ese bulo ya ha calado, ya se ha convertido en un lugar común. Ya es la mentira conspiranoica oficial. 

Los mecanismos de la conspiranoia son sencillos y conocidos: reducir con una explicación simple cualquier asunto complejo. Nos evitan pensar en la multitud de factores interconectados que explican el funcionamiento de las cosas y esa, y no otra, es la razón de su triunfo, ¿no? Dicho de otro modo: “Aunque, naturalmente, sospechar siempre nos exigirá mucho menos esfuerzo que investigar”. 

Con esa preciosa frase termina Juan Carlos Usó el que, en mi opinión, es el mejor libro de una obra extraordinaria: ¿Nos matan con heroína? (Libros Crudos, 015). El librito de Usó nos abrió los ojos a muchos y nos hizo ver lo evidente, porque, como pasa tantas veces, la verdad la tenemos delante de los morros y no nos enteramos: aquí la única conspiración que hay es la prohibición de las drogas y todo lo que ha conllevado y sigue conllevando. 

Sostiene Alana, difundiendo el bulo, que los bravos jóvenes de San Blas eran unas pobres víctimas sin voluntad que cayeron de un día para otro en las garras de ese caballo llamado muerte sin posibilidad de remisión. Sostiene Alana, difundiendo el bulo, que podemos explicar la intrincada y multifactorial cuestión de la heroína centrándonos en la oferta y obviando la demanda. Sostiene Alana al final, difundiendo el bulo, que podemos atribuir los resultados de la prohibición (corrupción de las fuerzas policiales, ignorancia generalizada fruto de la propaganda, fascinación por lo prohibido, etc.) a una compleja y nunca demostrada conspiración para regalar droga a la salida de los colegios.  

Alana nació en 1978 y habla, por tanto, de lo que ha oído o le han contado. Yo por desgracia soy más mayor y de Cuatro Caminos, distrito de Tetuán, Madrid, uno de los primeros y más castigados barrios por “ese caballo llamado muerte”. Y, por supuesto, yo también he sostenido el bulo hasta que el librito de Usó me sacó de mi ignorancia. Sin datos, sin reflexión, es fácil seguir la corriente disparatada, porque como dice Clara Usón: “Puede que las cosas no sucedieran de este modo, pero así es como debieran haber sido, como queremos recordarlas, y una derrota heroica es más digna de memoria que una victoria dudosa”. 

Lo malo es que, difundiendo el bulo, seguiremos de derrota heroica en derrota heroica hasta la triste derrota final, en la que todo atisbo de Verdad habrá desaparecido. Para evitarlo, conviene arrepentirse a tiempo de la propia ignorancia. Adiós. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #328

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