¿Captagon?
En lo que a drogas se refiere, los atentados de París y la cobertura mediática de los mismos nos ha hecho conocer un poco más el Captagon, a partir de unas jeringuillas supuestamente empleadas por los terroristas para drogarse antes de cometer los atentados.
En lo que a drogas se refiere, los atentados de París y la cobertura mediática de los mismos nos ha hecho conocer un poco más el Captagon, a partir de unas jeringuillas supuestamente empleadas por los terroristas para drogarse antes de cometer los atentados. Sin embargo, muchas de las informaciones publicadas no se corresponden con la realidad, sino que más bien la cuestión se ha abordado desde el más absoluto sensacionalismo y bautizando al Captagon como “la droga de los yihadistas”.
El Captagon fue el nombre comercial de un medicamento patentado en 1962 por la compañía farmacéutica alemana Degussa AG y cuyo principio activo era la fenetilina. Este medicamento fue empleado para el tratamiento, entre otras, de la narcolepsia, la depresión o en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). En 1981, la FDA norteamericana incluyó la fenetilina en la lista I de sustancias controladas, y cinco años más tarde, en 1986, fue incorporada a la lista de fiscalización internacional de Naciones Unidas, con lo que se hizo efectiva su prohibición global.
La fenetilina, aunque perteneciente al grupo de los psicoestimulantes, posee una característica especial: se trata de un profármaco. En otras palabras: una vez dentro del organismo, es metabolizada y convertida en anfetamina y teofilina, una perteneciente a la familia de las fenetilaminas y la otra a la de las xantinas. Ambas tienen efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central.
Los comprimidos originales de Captagon contenían 50 miligramos de fenetilina. Kristen y colegas1 , en 1986, publicaron uno de los primeros trabajos en los que se hacía una revisión de sus efectos. De su revisión, y a efectos de lo que nos ocupa, destacan dos cosas: (1) la estimulación producida por la fenetilina es de menor intensidad que la producida por la cafeína, el metilfenidato y la metanfetamina, y (2) en los estudios clínicos no se evidenció un efecto anormal o exagerado sobre el sentimiento de bienestar, y la típica euforia clásicamente asociada a las anfetaminas no se daba con la fenetilina.
Aparte de sus indicaciones terapéuticas, las cápsulas de Captagon eran usadas en aquellos años por los grupos de población más acomodados de Oriente Medio. Por esta razón, la prohibición de la producción de fenetilina impulsó la producción clandestina de estos comprimidos, principalmente en Europa del Este y Turquía, para satisfacer la demanda de los países de Oriente Medio.2
Y entonces, ¿qué es ahora el Captagon?
La propia Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD o UNODC, siglas por su nombre en inglés) ya informó hace años de que los comprimidos vendidos bajo el nombre de Captagon en Oriente Medio no contienen fenetilina sino anfetamina, ocasionalmente metanfetamina, junto con otras sustancias, especialmente cafeína. Este organismo internacional ha informado en varias ocasiones del importante tráfico ilegal de estimulantes anfetamínicos en la región, con decomisos de anfetaminas que se cuentan por toneladas.
A diferencia de otros países en los que se realizan encuestas para conocer la extensión del consumo de drogas en la población, en los países de Oriente Medio estas encuestas arrojan datos poco fiables, tal y como reconoce Naciones Unidas. De hecho, existe mucha discrepancia entre las prevalencias de consumo informadas, el porcentaje de consumidores, que suele rondar un 0,1% de la población, y los datos de admisiones a tratamiento o los propios decomisos de anfetaminas. Pero lo que parece claro es que, bajo el nombre de captagon, quienes hacen uso de estos comprimidos no están tomando fenetilina sino anfetamina mezclada con otras sustancias.
En los últimos años se han realizado algunos estudios que han tratado de descubrir el contenido de estos comprimidos. Por ejemplo, Mahmoud A. Alabdalla, del Departamento de Análisis Químicos del Laboratorio de Ciencias Forenses de Jordania3 , analizó 124 partidas decomisadas por las autoridades jordanas, y encontró que estaban compuestas de anfetamina y cafeína, principalmente. Otras sustancias identificadas fueron: metanfetamina, efedrina, metronidazol, teofilina, clorfenamina, procaína y quinina. En ninguna de las muestras analizadas se encontró fenetilina. Por otra parte, Marina Nevescanin y colegas4 , del Instituto Serbio de Seguridad, analizaron varios comprimidos de captagon producidos en Serbia y presumiblemente destinados al mercado de Oriente Medio. Aunque de diferentes colores, todos los comprimidos llevaban el mismo logotipo que el medicamento original y estaban compuestos por anfetamina y diferentes combinaciones de sustancias, que incluían la cafeína y la quinina. Un hecho llamativo de estos análisis fue el gran número de impurezas encontradas en los comprimidos.
Entonces, ¿qué pasa con los terroristas?
Los medios de comunicación, nacionales e internacionales, han puesto el foco en los supuestos superpoderes que se consiguen tomando Captagon. Generalmente, la fuente de estas informaciones han sido presuntas declaraciones de combatientes del autodenominado Estado Islámico en las que se afirma que el Captagon les permite luchar sin miedo, sin cansancio y sin remordimientos. Evidentemente, este tipo de declaraciones deben considerarse con todas las cautelas, especialmente cuando es poco probable que estos combatientes sepan qué sustancia están tomando realmente y su fanatismo tenga mucho que decir en los efectos realmente experimentados.
Sea como fuere, el uso de anfetaminas en contextos bélicos no es algo nuevo. Estados Unidos, Alemania y Reino Unido, entre otros, han suministrado anfetaminas a sus tropas en los diferentes conflictos bélicos en los que han participado. El objetivo: simplemente mejorar el rendimiento a través de la reducción del cansancio, lo que, evidentemente, facilita el desarrollo de extenuantes operaciones militares5 . En ningún caso se trata de conseguir tener un ejército de superhombres capaces de hacer lo que no harían no estando bajo el efecto de las anfetaminas
Y para terminar…
No olvidemos un pequeño gran detalle. Esta historia arranca por el hallazgo de unas jeringuillas en una habitación de París en la que estuvieron los terroristas. Ahora sabemos algo más del Captagon y de su composición real, así como del casi tradicional uso de anfetaminas en contextos de guerra. Pero, curiosamente, lo que no sabemos (y quizá no lleguemos a saber nunca) es si realmente aquellas jeringuillas contenían anfetamina o, quizá, restos de material explosivo. Ya sabemos que los desmentidos no son habituales en los medios de comunicación. Y nos tememos que este será otro caso más.
- 1Kristen, Gerfried; Schaefer, Annelies; Von Schlichtegroll, Ansgar (1986). “Fenetylline: therapeutic use, misuse and/or abuse”, en Drug and Alcohol Dependence, vol. 17, n.º 2-3, pp. 259-271.
- 2Drug Enforcement Administration (DEA) (2003). Drug Intelligence Brief: Fenethylline and the Middle East: A Brief Summary. US Department of Justice.
- 3Alabdalla, Mahmoud A. (2005). “Chemical characterization of counterfeit captagon tablets seized in Jordan”, en Forensic Science International, vol. 152, n.º 2-3, pp. 185-188.
- 4Nevescanin, Marina; Banovic, Sonja; Petrovic, Slobodan; Vajs, Vlatka (2008). “Analysis of amphetamines illegally produced in Serbia”, en Journal of the Serbian Chemical Society, vol. 73, n.º 7, pp. 691-701.
- 5Stoker, Liam (2013). “Creating Supermen: battlefield performance enhancing drugs”. Disponible en: http://www.army-technology.com/features/featurecreating-supermen-battlefield-performance-enhancing-drugs
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