Investigación actual con LSD
Desde hace unos años se ha venido poniendo de moda en el mundo anglosajón la expresión “Psychedelic Renaissance” para referirse al boom de investigación psiquedélica que viene ocurriendo desde mediados de los años noventa del siglo pasado.
Desde hace unos años se ha venido poniendo de moda en el mundo anglosajón la expresión “Psychedelic Renaissance” para referirse al boom de investigación psiquedélica que viene ocurriendo desde mediados de los años noventa del siglo pasado.
Esta expresión, que apareció, hasta donde yo he sido capaz de rastrear, originalmente en un artículo de la revista norteamericana Playboy, hoy en día puede incluso encontrarse en artículos académicos de revistas tan prestigiosas como The Lancet 1 , entre otras. Y es que es ya notable el cuerpo de bibliografía especializada (no digamos ya en libros más populares y de divulgación) en la que abundan resultados de estudios realizados con ketamina, MDMA, Salvia divinorum, 2C-B, DMT y ayahuasca, mescalina y psilocibina, y tanto estudios farmacológicos como neurobiológicos (utilizando técnicas de imaginería cerebral) y terapéuticos. La investigación actual con LSD no es una excepción dentro de este panorama general.
Es conocido que la investigación con LSD fue especialmente prolífica durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, llegando a su fin hacia finales de los años setenta (el imprescindible libro de Juan Carlos Usó, Spanish trip, cuenta detalladamente cómo este fenómeno no se quedó fuera de nuestro entorno). A pesar de que la presión política desempeñó un papel muy importante en la interrupción de la investigación, recientes informes sobre la historia de la prohibición de la LSD indican que fue igualmente decisivo el cambio administrativo que se produjo en la regulación de los ensayos clínicos, al introducirse en la legislación norteamericana al respecto lo que se conoce como “prueba de eficacia”, que no es otra cosa que el requerimiento, antes de comercializar un fármaco, de que los estudios hayan mostrado su eficacia de acuerdo a diseños “doble ciego, aleatorizados y controlados con placebo”. Este tipo de diseños, determinantes para encontrar la eficacia de un fármaco para una enfermedad física, se hace complicado cuando se trata de probar la eficacia de la terapia psiquedélica, en la que un fármaco se utiliza para catalizar procesos psicológicos eventualmente útiles para trabajar en psicoterapia y donde el uso del placebo es de dudosa utilidad2 .
Menos ansiedad y menos miedo a la muerte
Pero los tiempos han cambiado desde los lejanos años sesenta y las metodologías de investigación en psicoterapia han avanzado notablemente. De hecho, el primer estudio que se realizó, más de cuarenta años después, fue precisamente en psicoterapia asistida con LSD, en Suiza, entre el 2008 y el 2012. Hofmann, el hijo problemático, era de nuevo reconocido por la clase médica de su país de origen como un sujeto socialmente rehabilitado. Se trataba de un estudio en el que participaron doce pacientes diagnosticados con una enfermedad grave (en algunos casos, terminal). Ocho recibieron 2 dosis de 200 microgramos (mcg)mg de LSD y cuatro, 2 dosis de placebo activo (20 mcgmg de LSD, que producen los efectos somáticos sin inducir una experiencia psicológica notable) separadas por entre 4 y 6 semanas, así como entre 6 y 8 sesiones de psicoterapia verbal. Pasados dos meses desde la finalización del tratamiento, a los pacientes a los que les tocó el placebo activo se les dio la oportunidad de participar en dos sesiones extra con LSD. Se encontraron disminuciones significativas en las puntuaciones de ansiedad para los pacientes tratados con LSD en comparación con los pacientes que recibieron placebo. También hubo una disminución en las puntuaciones de ansiedad en los tres pacientes que, habiendo recibido placebo en un inicio, aceptaron realizar dos sesiones con LSD. Las reducciones encontradas en las escalas que miden ansiedad se mantuvieron estables en la evaluación de seguimiento realizada a los 12 meses tras la finalización del tratamiento. Tres pacientes murieron antes del seguimiento de 12 meses. De los 9 restantes, 7 (el 77,8%) refirieron haber experimentado reducciones mantenidas en ansiedad y 6 señalaron una mejora en la calidad de vida. Así mismo, 7 refirieron menos miedo a la muerte; como apuntó el paciente identificado como Número 10: “Morir es tan usual o inusual como la vida misma. No se puede separar. Simplemente tengo que familiarizarme con la idea y el proceso. Y para ello una sesión de LSD es de incalculable valor”. Los beneficios subjetivos más referidos por los pacientes fueron cambios en la personalidad, tales como mayor apertura y una conciencia más profunda. En general, los pacientes afirmaron sentirse más relajados y tolerantes con ellos mismos y con los demás3 .
Sentimientos de autenticidad y disolución oceánica
Otro estudio reciente, esta vez sobre la farmacología de la LSD, ha tirado por tierra algunos de los poderes casi mágicos que se le atribuían a la sustancia, como es que los efectos aparecen cuando el fármaco ya ha desaparecido del organismo, tal y como afirmaba Hofmann en La historia del LSD. En este estudio en concreto, realizado muy recientemente y cuyos datos apenas se han empezado a publicar, se administraron 200 mcg de LSD y sus efectos se compararon con un placebo en un estudio aleatorizado de doble ciego con 16 voluntarios, 8 hombres y 8 mujeres. En el primero de una serie de artículos publicados con resultados de este estudio, se encontró que los voluntarios no experimentaron estados de ansiedad profunda y puntuaron los efectos como “buenos efectos”, y las puntuaciones en “malos efectos” fueron muy bajas. Los voluntarios también puntuaron alto en “bienestar”, “felicidad”, “cercanía hacia los demás”, “apertura” y “sentimientos de autenticidad”. Otro efecto interesante que clarifica la duración de los efectos de una dosis media/alta de LSD es que estos generalmente se prolongan durante 12 horas en la mayoría de los voluntarios, llegando a sobrepasar las 16 horas en algunos de ellos. En cuanto a duración, los efectos de la LSD son el doble que los de la psilocibina, considerablemente más duraderos que los de la DMT y de duración similar a la mescalina, cuando se han administrado dichos fármacos en contextos también de laboratorio. Más interesante aún es lo encontrado sobre los efectos comparativos en algunas de las dimensiones de efectos subjetivos exploradas. Por ejemplo, la LSD produce puntuaciones de un 30% mayores en “disolución oceánica” y “disolución ansiosa del ego”, y un 63% más de efecto en “reestructuración visionaria” comparada con una dosis alta de psilocibina. A su vez, comparada con la DMT y con la ketamina, la LSD produce un 50% más de efecto para “disolución oceánica” y “reestructuración visionaria”, produciendo efectos similares para “disolución ansiosa del ego”. Este perfil de efectos sin duda arroja resultados sorprendentes sobre el tremendo poder psicoactivo de la LSD4 .
El segundo artículo publicado con resultados de este estudio demostró que 12 horas después de la administración del fármaco se siguió detectando LSD en todos los sujetos, a las 16 horas aún se detectaba LSD en 14 de los 16 sujetos, y en 11 sujetos se seguía detectando LSD a las 24 horas. La concentración máxima de LSD en sangre se detectó a las 1,5 horas, para luego ir declinando progresivamente hasta las 12 horas. La vida media (el tiempo que tarda en desaparecer del organismo la mitad del fármaco) fue de 3,6 horas, y solo se elimina por la orina sin destruirse el 1%. El principal metabolito de la LSD es la O-H-LSD, y se desconoce si este metabolito es activo. La O-H-LSD se detectó en plasma a muy bajas concentraciones y solo en la mitad de los sujetos. Quizás esta es la principal razón del tan largo efecto de la LSD, aunque esto ya es especulación mía: el organismo no consigue degradarlo en otros metabolitos y, por tanto, tiene una eliminación lenta que hace que, mientras se encuentra presente en la sangre, sigue produciendo efecto. Por último, la biodisponibilidad (la concentración de fármaco que llega al torrente sanguíneo) de la LSD es del 71% cuando se ingiere por vía oral5 .
Los rayos del sol calientan tu mano
En un último estudio, se administraron dosis de LSD de entre 40 y 80 mcg de LSD por vía intravenosa. En primer lugar, se encontró que la LSD aumentaba la sugestión de los sujetos en comparación con el placebo en la realización de una prueba consistente en la inducción de 10 sugestiones verbales (“los rayos del sol calientan tu mano” o “estás recordando aspectos de tu infancia”), pero no aumentó la capacidad de imaginería mental6 . En este estudio también se investigó el efecto emocional de la música. A los sujetos les pusieron 5 piezas musicales de los géneros clásica, neoclásica, ambient y new age, y les preguntaron: “¿Cómo le afectó emocionalmente la música?”, en una escala de 0 (“nada”) a 100 (“extremadamente”). También tenían que responder a un cuestionario digitalizado (llamado GEMS-9) que se compone de 9 ítems que hacen referencia a diferentes aspectos de la experiencia emocional inducida musicalmente, en el que cada ítem se desglosa a su vez en 3 subítems. Por ejemplo, nostalgia: nostálgica, soñadora, melancólico; o paz: sereno, tranquilo, calmado. Cada ítem se responde con una opción de 0 (“nada”) a 4 (“extremadamente”). La respuesta para la pregunta sobre la afectación musical de la música fue mayor para la condición de LSD que para la condición placebo, y en todos los ítems del GEMS-9 los sujetos puntuaron más alto para la condición LSD que para la condición placebo, siendo las diferencias estadísticamente significativas en “trascendencia”, “poder”, “maravillarse” y “ternura”7 . Por último, la LSD intravenosa produjo efectos psicológicos robustos, un estado de ánimo elevado, pero también altas puntuaciones en un cuestionario que evalúa efectos de tipo psicotomimético. A las dos semanas, se observaron en los sujetos aumentos en las dimensiones de personalidad de “optimismo” y “apertura”, no encontrándose diferencias en “pensamiento delirante” en comparación con la línea base8 . En este estudio también se metió a los sujetos en una máquina de resonancia magnética para observar las áreas cerebrales sobre las que actúa la LSD, pero los datos se están analizando actualmente y aún no se han publicado los resultados, que muchos esperamos con ansia. Por último, remito al lector interesado a los artículos originales, donde podrá encontrar resultados interesantes de los efectos de la LSD sobre el sistema cardiovascular, hormonal y en pruebas psicofisiológicas. ¡Larga vida a la investigación con LSD!
Ilustración de Óscar Noguera