Estamos en la Academia de Medicina de Nueva York, a 20 pasos de Central Park. En marzo de 1967 más de 10.000 neoyorkinos se congregaron en este tremendo parque que ocupa el corazón de la isla de Manhattan cargados de pinturas para la cara y atuendos divertidos, cantaron “L-O-V-E, L-O-V-E, L-O-V-E” y cubrieron de flores el primer coche de policía que se presentó, dejando a agentes atónitos frente a tan pintoresca congregación. Eran, según la visión del New York Times de aquel entonces “poetas del Bronx, marginados del East Village, decoradores de interiores del East Side, profesores del West Side y adolescentes de Long Island”. Aquella inusitada reunión masiva de pícnic, llena de música, bailes, colores, sustancias psicodélicas y algún desnudo había sido convocada por la floreciente y floreada contracultura de esos años bajo el nombre de Be-In (algo así como “Estate-En” o “Sé”), siguiendo el ejemplo de un evento homónimo celebrado antes en San Francisco. El mes siguiente el parque volvió a llenarse, esta vez con 400.000 personas que marcharon con mensaje político antibelicista y antirracista para pedir el fin de la Guerra de Vietnam, y acabaron en las puertas de las Naciones Unidas escuchando las palabras de Martin Luther King. Asistieron veteranos de guerra, hippies, beatniks, activistas de todo tipo, madres de jóvenes militares, estudiantes, sindicalistas, black panthers… Las fotos de la época retratan cómo muchos de los jóvenes aunaban la psicodelia con el activismo contra la guerra portando sombreros con letreros de “LSD” y pancartas que rezaban “Wars a bad trip”.
Hoy, en mayo de 2024, a 20 pasos de Central Park, los discursos contemporáneos sobre psicodélicos, política, activismo y guerra se vuelven a entremezclar en el congreso Horizons: Perspectives on Psychedelics celebrado en la Academia de Medicina de NYC. Los tiempos han cambiado y el cariz de la mezcla es notablemente distinto al que tenía 50 años atrás. Hoy no se trata de una reunión lúdica en el parque, ni de una manifestación política marchando por la ciudad. Se trata de un congreso ubicado en un prestigioso edificio académico y quienes asistimos llevamos por lo general camisas y vestidos apropiados para tal ocasión. Nadie ha tomado psicodélicos, y, si lo han hecho, ha sido en microdosis. El congreso ha sido dividido en tres partes: el jueves para las conferencias sobre el novedoso sector empresarial de los psicodélicos, el viernes para las de ciencia, medicina y terapia, y el sábado para un batiburrillo no científico bajo el título de “Psicodélicos en el mundo”.
Comercialización de la MDMA y otros negocios
El primer día ocuparon la tarima del auditorio representantes de la industria farmacéutica psicodélica, consultores y personas relacionadas con las inversiones para abordar algunos de los retos a los que se enfrenta la industria en el contexto estadounidense. Cuestiones tales como la configuración del sector empresarial, dónde conseguir financiación para los estudios, cómo serán las formas de acceso a las terapias, cuáles las políticas de financiación de los seguros de salud o cómo se formará a los médicos y personal sanitario para aplicar estos probables futuros tratamientos.
El fundador de MAPS, Rick Doblin, no quería vender acciones de la empresa para lograr así su objetivo de que la terapia con MDMA pudiera ser ampliamente accesible, y no quedara capturada por los intereses de inversores que priorizasen su beneficio en contra de un acceso universal. Y, bueno, no lo han conseguido
Yo no tenía intención de asistir más que a la última de estas conferencias, la del CEO de Lykos, empresa que ahora controla el proceso más avanzado para convertir a la MDMA en fármaco legal para su uso en terapia, y también la posibilidad de realizar algunas patentes. Una serie de desafortunados despistes me impidió asistir al congreso ese día, pero déjenme que les cuente lo importante de este asunto. La MDMA está previsiblemente a punto de aprobarse como parte del tratamiento para el trastorno de estrés postraumático gracias al trabajo que la ONG MAPS ha hecho desde 1986. Aunque siempre fue una organización sin ánimo de lucro, en 2014 se vio obligada a crear una empresa (MAPS PBC) para poder seguir avanzando en la recaudación de fondos y cubrir el costoso proceso de comercialización de un fármaco. La falta de financiación filantrópica (que durante décadas fue el motor económico del proyecto) llevó a la ONG a buscar inversiones privadas que le permitieran mantener el control sobre la dirección del proyecto y evitar las patentes de la MDMA. El fundador de MAPS, Rick Doblin, no quería vender acciones de la empresa para lograr así su objetivo de que la terapia con MDMA pudiera ser ampliamente accesible, y no quedara capturada por los intereses de inversores que priorizasen su beneficio en contra de un acceso universal. Y, bueno, no lo han conseguido. A principios de este año se anunció una inversión de 100 millones de dólares para seguir con el proceso de comercialización legal de la MDMA en un acuerdo en el que MAPS tuvo que vender la mayoría de acciones de la empresa. La ONG aún controla casi la mitad de las acciones, pero las decisiones de la empresa ya no solo dependerán únicamente de su visión. Para visibilizar el cambio, en enero la empresa de MAPS pasó a llamarse Lykos, que en griego antiguo significa lobo. Aunque la molécula de la MDMA ya no es patentable –y además MAPS se encargó de publicar un método de producción a gran escala para que fuera de dominio público–, en el momento de redacción de este reportaje salió a la luz que Lykos ha realizado una serie de solicitudes para patentar aspectos relacionados con las formas de dosificación de la MDMA y con su aplicación en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático y de trastornos alimentarios. Por ahora no se sabe si las patentes le serán otorgadas.
De todo este embrollo deben quedarse con que, después de casi cuatro décadas de trabajo sin ánimo de lucro para legalizar la MDMA para uso terapéutico, la ONG responsable de llevarlo adelante ha tenido que vender el grueso de su empresa para que el proceso pueda llegar a completarse. El propio Rick Doblin ya reflexionó sobre esta deriva en 2021, cuando las dificultades de financiación se hacían ineludibles: “En cierto modo, tengo una sensación de fracaso masivo, ya que esperaba que este puente hacía la legalidad llegara a través de la filantropía. Pero creo que somos víctimas de nuestro propio éxito, en el sentido de que ahora existen todas estas empresas con ánimo de lucro, y la gente dice: ‘¿Por qué debería donar? Déjenme invertir’”.
Tras 20 años de estudios para lograr la regulación de la MDMA como fármaco legal, el año pasado se completó el último de los ensayos clínicos y desde hace unos meses la pelota está en manos de la Administración estadounidense de Fármacos y Alimentos (la FDA), que debe decidir si aprueba la solicitud de nuevo medicamento. La decisión debería tomarse este agosto. El entusiasmo es palpable y la opinión general es que la FDA aceptará los datos de los estudios y hará que la MDMA vuelva a la legalidad como fármaco, pero ahora las cosas no están tan claras. Lo que aún no se sabía cuando se celebró la conferencia de Horizons es que en junio un panel independiente de la FDA iba a votar claramente en contra de recomendar la aprobación de la MDMA. La recomendación que el panel emitió no es vinculante para la decisión final de la FDA, pero los ánimos descendieron drásticamente tras conocerse su opinión. En el momento de redacción de este reportaje todavía no está claro cuál será la decisión final de la FDA. Si la decisión es positiva todo habrá sucedido según lo previsto, pero si se rechaza esto supondrá un golpe duro en el camino de la legalización de la MDMA y de otros psicodélicos, así como un bajón en las inversiones de las empresas del sector.
Militares, adicciones, efectos adversos y re-indigenización
Cambiamos de día. Es viernes y hoy el subsecretario de Salud del Departamento de Veteranos de Guerra del país, Shereef Elnahal, está sentado en el escenario como invitado especial. Afirma que el departamento de militares y veteranos sigue con interés los avances de la investigación psicodélica y sus aplicaciones en los veteranos de guerra, y que por eso están financiando estudios con MDMA para el estrés postraumático y con psilocibina para la depresión resistente a tratamiento. El subsecretario dijo que se están preparando para una eventual gran demanda de atención terapéutica con MDMA cuando la sustancia se legalice, y entró en detalles sobre las incógnitas que aún están por resolver para lograr los mejores resultados en este amplio campo de investigación (las sustancias, sus dosis, el tipo de terapia, el número de sesiones…), y de cómo se podría hacer para llevarlas a gran escala y que más gente se pueda beneficiar. Afirma que el Gobierno federal de EE UU ha demostrado que ya no teme a todo este proceso, y menciona a congresistas demócratas y republicanos que están apoyando la investigación y llevando adelante proyectos para reintroducir estas sustancias de forma medicinal. Finalmente, Shereef Elnahal agradeció el trabajo de décadas llevado a cabo por investigadores psicodélicos bajo el régimen de prohibición de las sustancias, y dijo que su única petición es que sigan adelante.
Finalmente, Shereef Elnahal, subsecretario de Salud del Departamento de Veteranos de Guerra de EE UU, agradeció el trabajo de décadas llevado a cabo por investigadores psicodélicos bajo el régimen de prohibición de las sustancias, y dijo que su única petición es que sigan adelante
Las conferencias del viernes también se dedicaron a exponer los resultados en otras líneas de investigación que llevan tiempo trabajándose, como el uso de psilocibina para pacientes con diagnósticos terminales que experimentan angustia y abatimiento ante la idea de una muerte cercana, o de psilocibina para personas con trastorno obsesivo compulsivo. Como novedad: una de las conferencias expuso el planteamiento de un futuro estudio que evaluará el uso de psilocibina como tratamiento transdiagnóstico, esto es, para personas que sufren malestares o manifiestan síntomas de salud mental, pero no cumplen los requisitos para ningún diagnóstico concreto, o bien personas que tienen más de un diagnóstico. Se trata de un grupo de investigadores de la Universidad de Yale que trata de explorar el potencial terapéutico de la psilocibina en pacientes que tradicionalmente han quedado excluidos de la mayoría de estudios con psicodélicos.
Hay que destacar también la presentación realizada por José Carlos Bouso, único ponente venido desde España, quien presentó los resultados del primer estudio en usar ibogaína para tratar la adicción a opioides y su síndrome de abstinencia en pacientes que usan metadona bajo prescripción. La ibogaína es un psicodélico poco estudiado y con un perfil diferente si se compara con los psicodélicos más clásicos, y su aplicación podría ser una vía de escape al problema de las adicciones a opioides como la heroína, la metadona o el fentanilo. La presentación despertó un enorme interés, y no es para menos, pues a día de hoy no existen vías para atajar el síndrome de abstinencia opioide como parece que sí hace la ibogaína según los resultados de este primer estudio. A los estadounidenses el tema les pilla más de cerca que a nadie: la crisis de sobredosis relacionada con la sobredispensación legal de fármacos opioides y la entrada del fentanilo en el mercado ilegal lleva más de una década matando a decenas de miles de estadounidenses cada año de forma creciente, alcanzando las 80.000 muertes anuales desde hace 3 años.
El día acabó con dos presentaciones diferentes al resto. Una sobre el estudio de los efectos adversos prolongados provocados por experiencias psicodélicas, tema que poco a poco está ganando atención en la comunidad psicodélica como contrapunto al enorme entusiasmo generado en el último lustro con respecto a sus posibles aplicaciones terapéuticas. La ponente expuso los resultados del primer estudio que ha evaluado, mediante encuestas, el carácter y la duración de los efectos adversos en personas que los han sufrido durante más de un día de duración. Los resultados muestran que los efectos secundarios más mencionados tenían que ver con sensaciones de miedo y ansiedad, angustia existencial, sensaciones de desrealización y despersonalización o desconexión social. Un tercio de los participantes afirmó que los efectos adversos se prolongaron durante más de un año, en algunos casos durante más de tres años tras la experiencia psicodélica.
La última presentación fue una mesa redonda con terapeutas negros, indígenas y de color que trabajan en el espacio psicodélico. Partiendo de su experiencia personal y profesional, los cuatro ponentes discutieron la infrarrepresentación de estas comunidades en los estudios con psicodélicos, así como las dificultades para acceder a las formaciones y oportunidades laborales para desempeñarse como terapeutas. También reflexionaron sobre la falta de integración del conocimiento y las prácticas indígenas para el uso terapéutico de los psicodélicos, y resaltaron que la reintroducción de los psicodélicos en occidente está tendiendo a un modelo mercantilizado que no tiene en cuenta elementos que son clave para su potencial beneficio, y que son centrales en las tradiciones indígenas: la estructura y la conciencia comunitaria frente a la individualista, así como contar con el tiempo y el espacio de trabajo necesarios para que estas herramientas psicodélicas pueda funcionar de la mejor manera. “No se trata de la medicina, sino del modo de vida que está en relación con esta medicina”, dijo Ivy Alvarez, quien también propuso dejar de pensar desde una perspectiva descolonizadora y empezar a pensar desde el concepto de “re-indigenización” para no poner el foco en la colonización. Ofreció una propuesta concreta: que las terapias psicodélicas legales sean facilitadas mano a mano por un terapeuta occidental junto con un curandero tradicional, y que ambos tipos de practicantes tengan la oportunidad de formarse en el contexto de sus pares durante largos periodos.
Percepción social y trauma de guerra y ocupación
Llegamos al último día de la conferencia, que reunió un conjunto de ponencias que no tenían que ver con la ciencia. A destacar la presentación realizada sobre un estudio que evaluó cómo se perciben a día de hoy los psicodélicos en EE UU. El contexto estadounidense es único en el mundo, porque además de tener algunos de los estudios para uso terapéutico más avanzados –y más de una ley que regula el uso terapéutico a nivel estatal–, hay varios municipios y estados que han despenalizado el uso no medicinal de psicodélicos para adultos. ¿Pero cómo percibe el estadounidense medio todo este tema de los psicodélicos? Pues, según el estudio de encuestas aleatorias llevado a cabo por la Universidad de Berkeley, prácticamente la mitad (47%) de los votantes del país ha escuchado hablar de este tipo de sustancias recientemente, la mitad de los cuales lo hizo en relación a su uso terapéutico. Además, un 52% de los 1500 encuestados afirmó que ellos o alguien cercano había usado alguna de estas sustancias, siendo en su mayoría (73% de estos) un uso de carácter recreativo.
Acabamos este repaso de lo expuesto en la Academia de Medicina con una de las últimas conferencias, probablemente la más sensible de todas las programadas, a la que se dedicó un extenso prólogo para pedir un superlativo respeto y en la que se pidió que, si a alguien le superaba el tema, podía salir de la sala, ir a dar un paseo o pedir apoyo para expresar sus emociones o reflexiones. El tema es heavy: lo que se vino a exponer es un programa de construcción de paz entre israelíes y palestinos mediante el uso ceremonial de ayahuasca, un proyecto que lleva unos poquitos años funcionando y que fue expuesto en este congreso psicodélico en el momento en que se cumplían siete meses de conflicto armado entre Israel y Palestina, con la población palestina sometida por Israel a una crisis humanitaria y con más de 35.000 palestinos asesinados (la mayoría de los cuales eran civiles, y una cuarta parte niños) frente a los 1000 israelíes asesinados. Participaron en la ponencia un psiquiatra israelí y dos activistas palestinos por la paz con varias décadas de trabajo en organizaciones comunitarias, quienes expusieron tanto los resultados de los encuentros entre palestinos e israelíes como sus experiencias personales respecto a su relación de trauma generado por el conflicto y a lo experimentado durante el susodicho programa.
Según explicaron, estos hace tiempo que se dieron cuenta que nunca será posible lograr la paz en este conflicto en el que llevan décadas inmersos si no se aborda también el trauma colectivo. “Y no simplemente sanarnos nosotros como palestinos, sino también comprender que tenemos que sanar de la opresión tanto al opresor como al oprimido, aún cuando las opresiones que experimentamos son diferentes [...] ninguno de nosotros puede estar sano si nuestro alrededor, nuestro medio ambiente y nuestros vecinos no están sanos”, explicaron. El programa permitió que los participantes de ambas partes indagaran en sus propios traumas personales mediante una serie de ceremonias de ayahuasca –que, por cierto, se realizaron en España–, y creó espacios de diálogo para que los palestinos e israelíes pudieran compartir esas experiencias entre ellos. El tema es complejo y puede levantar espinas, dejo dos citas para que se entienda mejor su perspectiva y planteamiento: “Nuestro trabajo no es normalizar una realidad, o crear una realidad alternativa, estamos profundizando en los problemas que mucha gente ha ignorado, en los elefantes en la habitación, y este trabajo necesita mucho apoyo y ánimo”. El objetivo final del programa, que ha logrado financiación para seguir adelante, no es dar ayahuasca a todos los israelíes y palestinos, sino crear activistas que influyan en sus comunidades para caminar hacia un horizonte de paz. “No venimos a crear paz, sino a crear activistas que influyan a otros. Necesitamos otro tipo de líderes, porque los que hay, tanto en Palestina como en Israel nos han fallado, es importante porque si no llenamos ese hueco lo llenarán otros con aún más radicalismo”, explicó el activista palestino Sami Awad. Para quien desee profundizar en esta u otras de las ponencias debe saber que las conferencias están disponibles de forma completa en Youtube.
Fiestas y eventos paralelos
Un joven amigo investigador me decía recientemente que las conferencias de psicodélicos debían ser una rara-avis en comparación con cualquier otro tipo de congreso o conferencia, no solo por lo variado de los perfiles y personajes que asisten, sino, sobre todo, porque luego se montaban unas fiestas tremendas a las que iba buena parte de los asistentes. Los psicodélicos son un campo de estudio en el que muchos de los implicados han desarrollado su interés en paralelo a prácticas y experiencias personales con las sustancias, y eso afecta al carácter de este tipo de encuentros. La conferencia de Horizons de Nueva York también tuvo sus fiestas, así como varios eventos paralelos de todo tipo celebrados durante esa semana por organizaciones activistas y psicodélicas de la ciudad: proyecciones de cine, presentaciones de libros, talleres, fiestas, charlas o encuentros sobre psicodélicos y otros temas colindantes. Pero esta crónica acaba aquí: para conocer el Nueva York psicodélico que existe más allá de la conferencia esperen a un próximo reportaje.