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Unidos por la ayahuasca

Acuerdos y desencuentros en la II Conferencia Mundial de la Ayahuasca

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Pueblos indígenas, iglesias ayahuasqueras e investigadores de todo el mundo se reúnen en Rio Branco para abordar durante seis días los retos de esta planta visionaria y proteger su legado.

La celebración de una conferencia sobre la ayahuasca parece una contradicción imposible de resolver. La conferencia es un espacio para la exposición de conocimiento sobre un tema, mientras que la ayahuasca es un instrumento espiritual cuya experiencia es por definición inenarrable y a cuyo conocimiento se ha accedido tradicionalmente a través del ejercicio de ceremonias que implican su consumo.

Esta contrariedad ha sido transformada en un reto por la Fundación Iceers, mediante la organización de un evento en el borde de la selva amazónica, invitando a representantes de diecisiete pueblos originarios que utilizan la ayahuasca como herramienta espiritual, a las iglesias que la usan como sacramento y a investigadores de todo el mundo. Casi ochocientas personas se reunieron en Rio Branco para la ocasión. Veinte mesas de discusión, noventa y seis presentaciones y un festival de cine transcurriendo de forma paralela durante seis días, del 17 al 22 de octubre, confirmaron que esta bebida amazónica acumula un vasto conocimiento desde siglos atrás y aún esconde un potencial del que solo alcanzamos a conocer una pequeña parte.

Para explicar tal densidad de conocimiento hay que entender que la ayahuasca es una cosa u otra dependiendo de a quién se le pregunte. Mientras que un curandero reconoce un espíritu materno capaz de revelar verdades sobre la naturaleza y el origen de la vida, a ojos de un médico puede ser un antidepresivo. El artista verá inspiración y autoconocimiento, y el psicólogo una vía de reinserción para adictos o presos. Eso sí, todos coinciden en que es una decocción de plantas que se consume bebida. Aunque la receta de dicha decocción también varía según la tradición, el elemento en común es la liana de ayahuasca (Banisteriopsis caapi), en cuyo interior se encuentra una enzima imprescindible para que el brebaje surta efecto. Esta tiene que ir acompañada de una planta que contenga DMT, la molécula responsable de las visiones, que acostumbra a ser la chacruna (Psychotria viridis). Además, el preparado puede contener otros ingredientes, que modulan la experiencia o añaden propiedades.

Líderes indígenas junto a representantes de las religiones, autoridades locales y los directores de la Fundación ICEERS en la última mesa de la conferencia.
Líderes indígenas junto a representantes de las religiones, autoridades locales y los directores de la Fundación ICEERS en la última mesa de la conferencia.
La segunda sala de la conferencia con la realización de un foro en curso.
La segunda sala de la conferencia en la que se hacían las presentaciones del foro académico y el foro de comunidad.
Uno de los largometrajes del Ayuahuasca Film Festival que se proyectaron en los exteriores del auditorio.
Uno de los largometrajes del Ayuahuasca Film Festival que se proyectaron en los exteriores del auditorio.
Grupo de indígenas tocando música y bailando danzas tradicionales.
Por las tardes grupos de indígenas tocaban música y realizaban bailes tradicionales.
Puestos del mercadillo vendiendo todo tipo de artesanías locales, desde pulseras, brazaletes y cintas, hasta hamacas y distintos tipos de rapé.
Los puestos del mercadillo vendían todo tipo de artesanías locales, desde pulseras, brazaletes y cintas, hasta hamacas y distintos tipos de rapé.
Uno de los puestos de artesanía de la conferencia.
Uno de los puestos de artesanía de la conferencia.

Acre, capital de la ayahuasca

La elección del lugar para la II Conferencia Mundial de la Ayahuasca no es resultado del azar. Tras la celebración de la primera conferencia en Ibiza, en el 2014, para esta segunda edición la Fundación Iceers ha querido compensar la balanza escogiendo un lugar lejos de Occidente y con una relación única con la ayahuasca: Rio Branco. Capital del estado brasileño de Acre, Rio Branco es una ciudad de 370.000 habitantes en la que la cercanía de la selva se intuye en cada esquina. Situado en el noroeste de Brasil, el estado de Acre tiene su historia entrelazada con la de la ayahuasca. Aquí perviven varios pueblos indígenas para los cuales esta bebida es una medicina indispensable, y este mismo territorio vio nacer, hace menos de un siglo, a las religiones ayahuasqueras que hoy se profesan a ambos lados del océano. El Santo Daime, la União do Vegetal y la Barquinha son, por orden descendiente, las iglesias con más seguidores cuyos cultos giran en torno a la ayahuasca. Sus primeros fundadores fueron seringueiros, trabajadores del caucho en el Amazonas que conocieron la ayahuasca de la mano de los indígenas que habitaban aquellas tierras. Como resultado de aquellos encuentros cristalizaron estas iglesias que, con la ayahuasca como sacramento, predican una religiosidad de curación interior del individuo, en la que se mezcla la doctrina católica con tradiciones chamánicas, elementos esotéricos y tradiciones afrobrasileñas.

Este eclecticismo formado por chamanes llegados de lejanas aldeas, religiosos convencidos y un buen puñado de investigadores de todas las ciencias, constituye el punto de partida de esta inusual conferencia. Para acabar de aliñar el asunto, el espacio para el evento es la Universidad Federal de Acre, un espacio que poco tiene que ver con los campus universitarios a los que un occidental está acostumbrado. Aquí pululan mariposas del tamaño de un smartphone y escarabajos que ocupan la palma de la mano. En los lagos del recinto habitan aves blancas con cuellos de medio metro y caimanes, y con la caída del sol salen a pasear manadas del roedor más grande del mundo, el capibara. Entre medio se elevan árboles del mango, de veinte metros de altura y repletos de frutos que los estudiantes alcanzan con palos en los descansos entre clases.

 

Amenazas y retos

Más allá del festejo de la cultura ayahuasquera, en la conferencia se evidenciaron los riesgos y desafíos que vive esta planta a causa de su éxito global: los problemas asociados a su sostenibilidad ambiental, las cuestiones políticas y legales que la rodean, la protección de los pueblos indígenas que la usan y otras cuestiones que atañen a la salud pública. La expansión del consumo de ayahuasca que se ha dado en los últimos quince años, tanto por su exportación a Occidente como por la proliferación del turismo ayahuasquero en los países amazónicos, está provocando una sobreexplotación de las especies vegetales necesarias para su preparación. La propagación de las ceremonias está llevando a que distintos gobiernos y cuerpos policiales detengan y encarcelen a las personas que se benefician de las propiedades de la ayahuasca y practican rituales con ella. Estos procesos ponen en peligro a los pueblos indígenas originarios de la Amazonía, a sus tradiciones y su cultura. Esto es así, primero, porque la explotación de los recursos vegetales dificulta el aprovisionamiento de las plantas de la ayahuasca, y segundo, porque la creación de restricciones legales para su uso en Occidente puede tener consecuencias globales que provoquen la fiscalización internacional de la planta, como ocurrió con la hoja de coca. Por último, la comercialización de la bebida y sus rituales sin un marco de seguridad ni la información necesaria para su consumo puede poner en peligro la salud de eventuales consumidores. La conferencia fue una oportunidad para exponer estas amenazas, identificar las oportunidades y enfrentar los retos.

Hubo mesas de discusión para tratar temas como la femineidad en el mundo ayahuasquero, la práctica clínica con ayahuasca, la historia de las religiones, los rituales y las culturas indígenas, los contextos de seguridad y los riesgos del consumo… Mientras, en la segunda sala se hicieron presentaciones que trataban desde la acción de las moléculas psicoactivas hasta el imaginario del arte ayahuasquero, y el festival de cine programó treinta y seis películas, entre las que se encontraba El abrazo de la serpiente, nominada a los Óscar, algunos estrenos, varios cortos y piezas de animación.

Tras una sesión inaugural con diversos portavoces políticos y civiles del estado de Acre, las sillas de la mesa principal fueron ocupadas por los representantes indígenas. Yawanawá, jaminawa, shanenawa, ashaninka, katuquina y huni kuin son algunos de los pueblos que tomaron asiento para hablar de las tradiciones y el conocimiento de su gente. Sobre las cabezas, ornamentos constituidos a base de plumas, las caras pintadas, cintas en la frente y colores, muchos colores. “Sucedió en el principio del tiempo…”, empieza uno de los mitos indígenas recordados, situando a la ayahuasca en el origen del mundo, como la vía de conexión de los hombres con las divinidades. Mientras en la sala principal se discute sobre religión o sobre la Amazonía indígena, en la segunda sala se escuchan presentaciones sobre receptores neuronales, la acción del 5-MEO-DMT sobre la memoria y la ansiedad o los resultados de un estudio sobre el uso de la ayahuasca en el tratamiento del alcoholismo.

 

¿A cuánto la sesión de ayahuasca?

Ya el primer día, en la sala principal, alguien del público aprovechó el turno de intervenciones para preguntar por el precio de las sesiones de ayahuasca. Se hizo el silencio. Durante toda la semana diversos grupos indígenas y religiosos organizaban ceremonias de ayahuasca, pero estas eran al margen de la conferencia. Los organizadores del evento optaron por no realizar tomas de ayahuasca ni participar de su promoción. Probablemente, el individuo que lanzó la pregunta no lo sabía, pero tocó un tema delicado. Más allá de la confusión de algunos asistentes que pensaban que las ceremonias de ayahuasca estaban en el programa, el tema de la monetización de las ceremonias de ayahuasca es el principal punto de discordia entre las iglesias y los grupos indígenas.

El segundo día de conferencia este conflicto se hizo patente cuando representantes de las religiones defendieron sobre el estrado que no se debe comercializar con la ayahuasca –pues es sagrada–, y acusaron a los indígenas de vender sesiones con la planta. Por su parte, los pueblos indígenas argumentaron que la organización de ceremonias de ayahuasca era una vía de ingresos económicos imprescindible para el sustento de sus comunidades. Esta trifulca fue valorada positivamente por algunos asistentes, que celebraron que el conflicto sumergido se manifestase: “Las diferencias entre los grupos religiosos y los indígenas, ocultas hasta ahora, han emergido a la superficie gracias a la conferencia, y es una oportunidad para gestionarlas”, comentó un profesor de la universidad.

A diferencia de las religiones, cuya representación colectiva es mucho más sólida, las comunidades indígenas mantienen algunas diferencias que dificultan una representación unificada. Prueba de ello es la acusación que realizaron los indígenas más longevos a los indios jóvenes, señalándolos como responsables de la venta de ceremonias de ayahuasca a las puertas del auditorio. Efectivamente, los indios jóvenes ofrecían la participación en ceremonias desde uno de los puestos del mercadillo de artesanía que había en las afueras del auditorio, pero también el grupo de indígenas veteranos –autores de la acusación– estaban ofreciendo sesiones y cobrando por ellas. Al parecer, detrás de esta arbitraria inculpación estaban las diferencias de planteamiento y prácticas de los indios jóvenes que trabajan bajo una idea de chamanismo moderno que incorpora elementos occidentales como la perspectiva de género, que no siempre son vistos con buenos ojos por los mayores. Como consecuencia de la acusación, los indios jóvenes decidieron abandonar la conferencia heridos por la ofensa de los viejos chamanes en el tercer día de la conferencia.

Esta complejidad en las relaciones entre indígenas es esquiva hasta para los organizadores del evento. Muchos de los representantes de los pueblos, aunque porten los mismos ornamentos tradicionales que sus ancestros, hoy son partícipes de una realidad globalizada. La mayoría de los indígenas tienen hoy acceso a internet, utilizan las redes sociales y aprovechan estas herramientas para conseguir apoyos dentro y fuera de su comunidad. Debido al hermetismo tradicional de las comunidades, los juegos de poder y politiqueos que ocurren durante la conferencia –una oportunidad de encuentro para representantes indígenas– tan solo se pueden intuir. Resulta por ejemplo llamativo observar la gracia con la que se desenvuelve alguno de los líderes frente a las cámaras de los periodistas, prestándose a ellas hasta el punto de tener que ser reclamado por el moderador de una mesa llegada la hora de su intervención.

Buscando los puntos en común

Ninawa Huni Kui, líder Hunikuin, durante la lectura del manifiesto de los pueblos indígenas.

Bajo las diferencias entre grupos religiosos e indígenas de Acre, subyace la pregunta de si la ayahuasca puede tener un legítimo propietario que le pueda poner precio. “La ayahuasca no es de nadie. Nosotros somos de la ayahuasca”, dijo un chamán en el auditorio. Sin duda, son los pueblos originarios los primeros que dieron lugar a esta mezcla enteogénica, siendo las iglesias las que recogieron este conocimiento más tarde, conservándolo, eso sí, incluso en tiempos en que algunas tribus habían perdido su fórmula de preparación. Pero no solo es una cuestión de origen o preservación. Las iglesias no necesitan cobrar por ofrecer ayahuasca, puesto que su estructura económica se sustenta por otras vías. Mientras, los pueblos indígenas, despojados de muchos de sus recursos naturales, no tienen medios suficientes para financiar sus aldeas.

Reunir en un mismo lugar a los principales científicos que han estudiado la ayahuasca; a los médicos, psicólogos y antropólogos que han desarrollado investigaciones y han trabajado con ella; a expertos en políticas de drogas de todo el mundo; a ambientólogos y conservacionistas; a los representantes de las iglesias ayahuasqueras, y a los líderes de las comunidades indígenas... Reunir a todas estas personas en un evento de tal envergadura es una hazaña difícil de repetir. Por esta razón, había que intentar cerrar el evento con un manifiesto unificado que pidiera a los gobiernos nacionales y a los organismos internacionales la protección de la ayahuasca y sus prácticas.

Finalmente, la representación de las iglesias y los indígenas anunciaron por separado la redacción de un manifiesto unilateral que leyeron en la mesa de conclusiones de la conferencia. Ambos textos reafirmaron las posturas de los firmantes, pero no cerraban la puerta a encontrar un espacio común. La carta de los pueblos indígenas de Acre anunció la celebración de una reunión interna para abordar el tema de la patrimonización de la ayahuasca y se mostraron abiertos a construir un futuro común que permita el uso y el derecho a la consagración con ayahuasca para toda la humanidad mediante leyes. Las iglesias, por su parte, aprovecharon su carta para recordar sus principios y hacer un llamado internacional a toda la comunidad de la ayahuasca para concienciar sobre la necesidad de trabajar con responsabilidad ética, ambiental y social en la producción y la distribución de la ayahuasca.

Se trata de un momento crítico para la ayahuasca. La conferencia puede significar un punto de inflexión que determine un futuro seguro para la bebida y las personas que la utilizan. El mensaje, a pesar de las diferencias, fue unitario en este sentido. El senador por el estado de Acre, Jorge Viaja, presente en la conferencia, se ofreció a llevar al Senado de Brasil un texto que resuma las reivindicaciones del encuentro, con el compromiso de intentar darle una forma legislativa. El líder Sia Kaxinawa declaró satisfecho: “Ha sido un avance. Estamos con el cuerpo abierto, la mente abierta y el alma abierta. Hay luz”.

La conferencia acabó entre músicas y bailes, de la mano de indígenas y artistas de Acre.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #228

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