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"Hay dos formas de germinar las semillas: directamente en la tierra o entre servilletas de papel húmedas"
La oferta de variedades de cannabis que los cultivadores podemos comprar hoy en día es inmensa. Literalmente, hay cientos, si no miles, de variedades a la venta. Nunca antes en la historia había sido posible acceder a un rango tan amplio de genéticas. No es solo que podamos cultivar plantas provenientes de todo el planeta, además hay diferentes tipos de variedades aptas para los distintos cultivadores: semillas feminizadas que solo producen plantas hembra y semillas regulares que dan machos y hembras; hay semillas tradicionales que florecen en función del fotoperiodo y en exterior se cosechan en otoño, y otras autoflorecientes que están listas para la cosecha dos o tres meses después de la germinación, independientemente del momento del año en que se siembren. Hay variedades sativas, índicas e híbridos; africanas, americanas, asiáticas y cruces de todas ellas en distintas proporciones. Podemos comprar genéticas afrutadas, dulces, picantes, de olor fuerte o aroma suave. Por último, hay variedades superpotentes y ricas en THC y otras más suaves, o con distintas proporciones de CBD y otros cannabinoides que ofrecen variados efectos psicoactivos y diferentes aplicaciones terapéuticas. Mi consejo es aprovechar este océano de genéticas para probar nuevas cosas en cada cosecha y disfrutar del buen trabajo de los bancos de semillas que han desarrollado toda esta oferta: navegar por internet, leer los catálogos, hablar con otros cultivadores y seleccionar nuestras variedades favoritas producidas por buenos bancos de semillas. La mayoría de los productores venden paquetes de pocas semillas para que no tengamos que comprar más de las necesarias. No debemos intentar ahorrar demasiado en la compra de la genética; hay que pensar que es fácil sacar en exterior al menos cincuenta gramos de cogollos por planta (aunque se puede cosechar muchísimo más si las condiciones de cultivo son adecuadas). La mayoría de las variedades se venden a un precio de entre cinco y diez euros por semilla y, aunque es verdad que parece mucho, dividido entre los gramos obtenidos veremos que el gramo de cogollo no se encarecerá nunca más de veinte céntimos, y si la cosecha por planta es mayor, mucho menos. En mi opinión, más vale gastarse más en la genética y no añadir tantos suplementos a la solución nutritiva que usar semillas de baja calidad y abonos carísimos. Si la alta potencia no está en los genes, ningún abono logrará que la planta sea potente.
Germinar semillas de cannabis es muy sencillo y no tiene ningún misterio ni dificultad. Las semillas solo necesitan humedad y calor, nada más. Básicamente, hay dos formas de germinar las semillas: directamente en la tierra o entre servilletas de papel húmedas. La primera, supersimple, consiste en llenar una maceta de tierra, regarla bien y luego hacer un pequeño agujero a poca profundidad, entre 0,5 y 1 centímetro, donde enterraremos la semilla. Es importante cubrir la semilla con tierra sin apretarla en exceso para no dificultarle el nacimiento. Luego se echa un chorrito de agua suavemente para asentar bien el sustrato con cuidado de no desenterrar la semilla. Colocaremos la maceta en un lugar cálido y soleado y no haremos nada hasta que nazca la plántula; suele tardar entre 3 y 7 días en asomar de la tierra.
La germinación entre hojas de papel de cocina o servilletas de papel se utiliza cuando uno quiere asegurarse de que se abren las semillas. Necesitaremos un tupper de plástico, donde pondremos una hoja de papel húmeda, pero no chorreando agua, y sobre ella colocaremos las semillas, separadas entre sí. Luego las taparemos con otra hoja de papel húmeda y cerraremos el tupper. Lo colocaremos en un lugar cálido, pero no encima de un radiador, con que esté a 22-26 ºC es suficiente. Normalmente, en 24-48 h las semillas se habrán abierto y la radícula, que es la primera raíz, empezará a asomar. Antes de que crezca más la trasplantaremos a macetas, sembrándolas a poca profundidad, igual que en la germinación directa en tierra.
"Un error frecuente entre los cultivadores principiantes es germinar las semillas muy pronto, antes de que el clima sea lo suficientemente cálido"
Muchos cultivadores acostumbran a sumergir las semillas en un vaso de agua durante 12-24 h antes de ponerlas a germinar en el sustrato o entre hojas de papel. Este sistema asegura una buena hidratación y suele acelerar la germinación, especialmente en las semillas un poco viejas. Es importante que no estén sumergidas más de 24 h.
Un error frecuente entre los cultivadores principiantes es germinar las semillas muy pronto, antes de que el clima sea lo suficientemente cálido, por miedo a que si lo retrasan las plantas no tengan tiempo suficiente para crecer. En general, marzo es demasiado pronto salvo que dispongamos de un gran jardín donde cultivar plantas enormes o estemos haciendo una primera cosecha de autoflorecientes que queramos cosechar en mayo antes de sembrar la segunda tanda de plantas. Cuando se siembra en marzo es muy frecuente que las plantas empiecen lentamente por las bajas temperaturas y las pocas horas de sol; no olvidemos que en el equinoccio de primavera, el 20 de marzo, los días y las noches duran lo mismo, 12 h. Puede pasar incluso que las plantas se pongan a florecer al poco de germinar, engañadas por las largas noches, lo que se suele traducir en problemas. Las plantas florecen un poco, luego los días se alargan y dejan de florecer, quedando los cogollos a medio hacer, y vuelven a crecer. Mi consejo es esperar hasta abril o mayo, salvo que sepamos muy bien lo que estamos haciendo. Si se germina en marzo puede ser interesante alargar un poco la duración de los días con luz artificial para que las plantas no se pongan a florecer. Para ello no hace falta poner una lámpara muy potente, puede bastar con meter las plantas dentro de una habitación con la luz encendida durante las primeras tres o cuatro horas tras la puesta de sol.
Las variedades autoflorecientes crecen más y dan mayor producción cuando se cultivan en meses con días de muchas horas de sol: mayo, junio y julio, principalmente. Esto no quiere decir que no se puedan cultivar en otro momento, pues una de las grandes ventajas de esta variedad es que no depende del fotoperiodo, solo que los días largos favorecen la mejor producción.