El otro día me encontré a mi amigo David y me contó que se le han acabado los cogollos que cosechó en octubre de las dos plantas que cultivó en el balcón. Sacó casi doscientos gramos de buenos cogollos, pero tras dos meses de consumo intenso la bodega está vacía. Me explicó que este año pondrá por lo menos cuatro plantas e intentará que produzcan algo más, pero ya ve que la cosecha de verano es insuficiente para suministrarle todo el cannabis que necesita a lo largo del año. Él vive en un pueblo de la costa, donde los inviernos son muy suaves, y le sugerí que podría completar con una cosecha de primavera su producción anual.
El fotoperiodo en invierno y primavera
En su desarrollo natural, las semillas de cannabis nacen con los primeros calores de la primavera, y las plantas crecen y se desarrollan a la vez que se alarga la duración de los días. Cuando llega el verano, los días comienzan a hacerse más cortos y las noches más largas. Llega un momento, cuando las noches alcanzan una duración determinada, que depende de cada variedad de cannabis, pero que suele estar entre diez y doce horas, en que la planta empieza a florecer. Las noches que se alargan le indican a la planta que el otoño se acerca y, con él, llega el frío. Si el cannabis quiere tener suficiente tiempo para formar las semillas, debe empezar a florecer.
El equinoccio de primavera, el 21 de marzo, el día y la noche duran lo mismo, doce horas. Lo mismo sucede en el equinoccio de otoño, el 21 de septiembre. La península Ibérica está situada entre una latitud de entre 36 y 43 ºN, por lo que la duración de los días y las noches cambia bastante a lo largo del año. Si a finales de diciembre hay solo nueve o diez horas de sol, a finales de junio se alcanzan las quince horas.
El periodo primaveral en que el fotoperiodo es más adecuado para la floración va desde principios de febrero hasta mediados de mayo, cuando las noches duran entre catorce y diez horas más o menos. Aunque el periodo de fotoperiodo de floración es de tres meses y medio, lo mejor es que las plantas florezcan durante marzo y abril, porque febrero suele ser demasiado frío incluso en zonas de clima bastante cálido, y en mayo los días empiezan a ser demasiado largos y algunas plantas no acaban de florecer bien y se ponen a revegetar.
"La dificultad es que las plantas crezcan lo suficiente para que den una buena cosecha"
La principal dificultad que entraña la cosecha de primavera es lograr que las plantas crezcan lo suficiente para que den una buena cosecha cuando florezcan. Si queremos empezar a florecer a principios de marzo, hay que sembrar las semillas como tarde a mediados o finales de enero, para que tengan de cuatro a seis semanas de crecimiento. No hay que olvidar que las temperaturas bajas y el sol débil y lejano no permiten que las plantas crezcan a gran velocidad, además de que las larguísimas noches de enero y febrero pondrían las plantas a florecer inmediatamente si se dejan bajo el fotoperiodo natural.
Los cultivadores han desarrollado distintos sistemas para soslayar estos inconvenientes y lograr buenas cosechas de primavera. Hay tres formas básicas de cultivar en exterior en primavera, dependiendo del tipo de variedades empleadas y la forma de llevar a cabo la fase de crecimiento vegetativo de las plantas.
1. Cultivo de autoflorecientes
La técnica más sencilla de cultivar en invierno es usar variedades autoflorecientes, ya que estas plantas no requieren necesariamente que se alargue el fotoperiodo para crecer, porque realizan todo el ciclo de crecimiento y floración independientemente del fotoperiodo que haya.
El único inconveniente de cultivar autoflorecientes en invierno es que, debido a la escasa duración de los días, su crecimiento queda bastante reducido, y aunque realizan todo el ciclo sin problemas siempre que las temperaturas sea moderadas (básicamente es importante que no bajen de 10 ºC por la noche y que, durante el día, se mantengan entre 15 y 20 ºC), su producción es pequeña.
"Si se siembran autoflorecientes el uno de abril, se pueden cosechar a lo largo del mes de junio"
La producción de las variedades automáticas aumenta cuantas más horas de luz reciben. Por eso una buena solución es completar el fotoperiodo combinándolo con algunas horas extra de luz intensa. Como no es fácil que el brillo de una lámpara de cultivo pase desapercibido en exterior, el sistema más efectivo es meter las plantas dentro de un cultivo de interior por las noches.
La verdadera ventaja de las autoflorecientes para cosechas de primavera es que no es necesario que florezcan exactamente en los meses de marzo y abril, cuando las noches aún son largas, pues el fotoperiodo les da igual. También se pueden usar para florecer las últimas semanas de primavera, las que se dan entre mediados de mayo y finales de junio, cuando las variedades no autoflorecientes revegetarían y estropearían los cogollos, algo que no sucede con las genéticas automáticas. Si se siembran autoflorecientes el uno de abril, por ejemplo, se pueden cosechar a lo largo del mes de junio y, como habrán crecido con más horas de luz, su producción y calidad serán muy superiores.
2. Alteración del fotoperiodo
La técnica más adecuada para cosechas importantes de primavera es cultivar en invernadero, lo que permite controlar mucho mejor la temperatura por medio de estufas de butano para evitar las heladas y los días muy fríos. Si se mantienen las plantas entre 10 y 20 ºC, el desarrollo es bastante bueno. Durante las primeras semanas de vida de las plantas, cuando queremos mantenerlas en fase vegetativa de crecimiento, es necesario alterar el fotoperiodo natural para romper las noches y evitar que las plantas florezcan prematuramente. No hace falta iluminar las plantas durante horas, es suficiente con impedir que reciban de diez a doce horas seguidas de oscuridad. Si se enciende una lámpara junto a las plantas a mitad de la noche durante treinta minutos, las plantas registrarán dos noches de cinco o seis horas, no una de diez o doce horas, por lo que no empezarán a florecer. Esta interrupción del fotoperiodo se debe realizar todas las noches, pero no hay que usar una lámpara muy potente, basta con una bombilla normal que ilumine las plantas lo suficiente como para verlas bien. Una vez que las plantas hayan alcanzado la altura deseada y queramos que florezcan, lo único que hay que hacer es dejar de encender la bombilla por la noche y las plantas florecerán en pocos días bajo el fotoperiodo natural.
3. Cosecha mixta interior/exterior
Una buena solución para lograr una cosecha decente en primavera es realizar en interior y bajo luces la primera fase del cultivo, es decir, la germinación y el crecimiento, y florecer a continuación las plantas en exterior. De ese modo, los primeros uno o dos meses de vida, cuando las plantas son más débiles, y que corresponden con enero y febrero, los más fríos del año, los pasan a cubierto en el interior, con buena luz y temperatura controlada. Y solo salen al exterior a partir de marzo, cuando llega la primavera y suben las temperaturas, para florecer con el fotoperiodo primaveral. Incluso usando este sistema, hay muchos lugares donde el clima de marzo y abril puede no ser suficientemente cálido como para que las plantas vivan completamente al exterior, y quizás necesiten la protección adicional que brinda un invernadero, con o sin calefacción, según la meteorología.
Los cultivadores de cannabis buscan cogollos, es decir, flores, y por eso suelen prestar mucha más atención a las plantas durante el periodo de floración que en la fase de crecimiento vegetativo. Este error es muy común y tiene consecuencias graves en la producción de la planta. No hay que olvidar que los cogollos brotan en las ramas y que cuanto más y mejor ramificada esté la planta, más lugares para crecer cogollos tendrá. Para que el desarrollo sea correcto, es necesario que las plantas tengan macetas de suficiente tamaño (al menos, siete litros, pero mejor diez), se abonen regularmente aunque sin abusar y vivan en condiciones climáticas adecuadas (temperatura al menos entre 10 y 20 ºC, y luz intensa durante 16-18 horas en crecimiento y 10-14 horas en floración).
"Si se enciende una lámpara a mitad de la noche durante treinta minutos, las plantas no empezarán a florecer"
Si las plantas pasan la fase de crecimiento en interior, no deben sacarse a florecer al exterior sin aclimatarlas previamente, para evitar que sufran por el cambio de temperatura. Una buena idea es sacarlas durante el día cuando hay sol y meterlas a dormir dentro de casa, en una habitación a oscuras, para no interferir con la floración. Conforme las temperaturas exteriores aumentan al avanzar la primavera, se pueden dejar cada vez más tiempo fuera. Una vez que las noches se mantengan más o menos por encima de 10 ºC, se pueden dejar a dormir fuera sin miedo de que sufran.
En interior, la falta de viento hace que los tallos crezcan más débiles que en exterior. Cuando se sacan las plantas fuera conviene colocarles un tutor, es decir, una vara de bambú o plástico clavada en la maceta y a la que ataremos el tallo central para evitar que se quiebre o se doble bajo el peso de los cogollos o por la fuerza del viento. El día exacto en que sacar las plantas al exterior para que florezcan hay que decidirlo en función del clima exterior; no es lo mismo la costa de Málaga que el interior de Burgos. Si cultivamos autoflorecientes, las fechas no importan. Pero con variedades de floración fotodeterminadas, las plantas deben estar cosechadas como tarde el 15 de mayo para que no revegeten; teniendo en cuenta que la floración dura en la mayoría de las variedades entre 50 y 75 días, el margen para sacarlas al exterior va desde el 1 de febrero hasta el 25 de marzo en las variedades de floración rápida, y entre el 1 de febrero y el 1 de marzo en las de floración lenta. Mi consejo es sacarlas cuando se alcancen habitualmente 15 ºC durante el día.
Como norma general, no conviene sacar las plantas al exterior más tarde de mediados de marzo, por el riesgo de que revegeten antes de acabar de florecer. Sin embargo, existe un pequeño truco que permite seguir floreciendo las plantas más allá de mediados de mayo sin riesgo de revegetación. Simplemente hay que meter las plantas en un lugar completamente oscuro durante doce horas cada noche. Aunque el fotoperiodo natural sea más largo, si las plantas tienen doce horas de oscuridad, seguirán floreciendo sin revegetar todo el tiempo que sea necesario.