¿Quieres saber más?
El sistema de raíces de una planta es vital para su alimentación e hidratación. Cuantas más raíces tenga y más sanas estén, mayor capacidad de absorción de nutrientes y fabricación de flores tendrá. Para lograr muchas raíces hace falta una gran cantidad de tierra, por lo que las macetas de gran tamaño son fundamentales para obtener una gran planta. Sin embargo, no es recomendable germinar las semillas directamente en macetas muy grandes, pues al principio su consumo de agua es muy pequeño y la tierra no se seca durante muchos días o incluso semanas, lo que no beneficia al sistema radicular. Lo mejor para que las raíces crezcan fuertes y sanas es que pasen por períodos húmedos y secos. Por eso es conveniente germinar en macetas pequeñas y nunca volver a regar hasta que la tierra esté prácticamente seca. Justo antes de que la maceta se quede pequeña, se trasplanta a una mayor. En mi opinión, tampoco es necesario pasar por muchas macetas, con dos o tres es suficiente. Una de un litro para germinar y las primeras dos semanas de vida; otra de unos cinco litros durante el mes siguiente, y ya podemos pasar la planta a la maceta definitiva, aunque sea muy grande. El único cuidado que hay que tener es ser moderado en el riego en la maceta definitiva hasta que las raíces la hayan colonizado completamente. Es muy importante que el tipo de sustrato que usemos sea siempre igual en todos los trasplantes. Cuando cambiamos de marca o tipo de tierra podemos encontrarnos con problemas como que las raíces se resistan a penetrar en el nuevo sustrato, sobre todo si hay una gran diferencia en la capacidad de retención de agua o en el drenaje.
"Es muy importante que el tipo de sustrato que usemos sea siempre igual en todos los trasplantes"
Cada trasplante supone una situación de estrés para la planta. Es importante realizarlos siempre por la tarde, cuando ya no le dé sol directo, para que tenga toda la noche para recuperarse y adaptarse al nuevo hogar. Tras el trasplante, es conveniente regar bien y, si no vemos a la planta en perfecto estado de salud, dejarla durante el día siguiente a la sombra para que siga recuperándose.
La mayoría de las marcas de fertilizantes tienen algún suplemento de enzimas que ayuda a las plantas a acelerar los procesos biológicos y estimula la vida microbiana del suelo. Los microorganismos que viven en el suelo tienen una función esencial en la vida vegetal: descomponen la materia orgánica liberando nutrientes, que pasan a estar disponibles para las plantas y generan sustancias estimulantes que favorecen la salud de las plantas y aceleran el crecimiento. Una vez por semana añadiremos un producto con enzimas al agua de riego para facilitar la descomposición de las raíces muertas, reducir la salinidad del sustrato y potenciar el sistema inmunitario de las plantas.
"Situaremos siempre las plantas en el lugar más soleado posible"
Las plagas son peligrosas para el cultivo. Hay muchos bichos, hongos y bacterias que son perjudiciales para el cannabis, sobre todo cuando su número crece demasiado. Un pulgón no hace mucho daño, pero varios miles pueden acabar con una planta en pocos días o dejarla tan débil que no sea capaz de recuperarse y florecer correctamente. Es muy difícil erradicar una plaga una vez se ha instalado, especialmente sin usar pesticidas muy tóxicos. En cambio, resulta mucho más sencillo mantener las plagas alejadas fumigando periódicamente algún insecticida ecológico, que actúa como repelente. El aceite de nim es uno de mis preferidos: actúa por contacto matando a los bichos que toca, también queda sobre las hojas y hace que estas no resulten apetitosas para los insectos masticadores o chupadores y, por último, tiene una cierta acción sistémica, es decir, penetra en los tejidos y permanece allí durante días de forma que, aunque llueva, no se lava completamente de las plantas. Además, es completamente inocuo para las personas y no daña el medioambiente. Fumigaremos cada quince días y alternaremos, al menos, aceite de nim y jabón potásico para reducir la posibilidad de que las plagas se vuelvan resistentes. También podemos usar aceite esencial de canela, extracto de piretrinas y otros insecticidas ecológicos y no tóxicos. El aceite de canela funciona especialmente bien contra las arañas rojas y otros bichos chupadores y el BT (Bacillus thuringiensis) es un insecticida biológico superefectivo contra las orugas devoradoras de cogollos, siempre que se emplee cada dos semanas y desde que las plantas son pequeñas. Cuando las orugas consumen hojas sobre las que se ha pulverizado BT pierden el apetito casi inmediatamente y mueren en pocos días. El éxito en la prevención se logra no solo fumigando, también hay que eliminar las hojas secas o enfermas, mantener limpia la zona de cultivo y quitar cualquier otra planta enferma para evitar los contagios.
Las plantas necesitan un suministro constante de nutrientes, por lo que es importante abonarlas con regularidad, pero no soportan un exceso de abono. Es mucho mejor disolver una pequeña dosis de abono líquido en casi todos los riegos que aplicar dosis altas que pueden provocar sobrefertilizaciones, quemar las raíces y bloquear las plantas. Seguiremos las indicaciones de la etiqueta del abono o, si disponemos de un medidor de EC, ajustaremos el abono entre EC 0,8 y 1,2 durante el crecimiento.
La luz solar es la principal fuente de energía para las plantas: cuantas más horas de sol tengan, más crecerán y mejores cogollos producirán. Situaremos siempre las plantas en el lugar más soleado que podamos. Si es posible, deberían tener sol directo durante todo el día pero; en cualquier caso, necesitan al menos cinco o seis horas de exposición solar para desarrollarse bien. No conviene plantarlas muy cerca de paredes o árboles que puedan darles sombra varias horas al día. Crecen mejor en zonas abiertas, separadas de edificios, árboles y otras plantas. Nunca hay que apelotonar muchas plantas juntas, pues solo se desarrollarán bien los cogollos de las ramas superiores y las zonas bajas quedarán peladas y sin hojas.
Además de luz, agua y nutrientes, las plantas necesitan una temperatura adecuada, especialmente en las raíces. Las terrazas y balcones son lugares en los que el suelo puede llegar a calentarse mucho durante los meses de primavera y verano. Las macetas, si están situadas directamente sobre el suelo, alcanzan temperaturas tan altas que las raíces sufren mucho y las plantas deben emplear casi toda su energía en transpirar para mantenerse frescas. Una de las medidas más útiles para mejorar el crecimiento de las plantas en macetas es colocarlas sobre algún material aislante como corcho o madera, o simplemente meter la maceta dentro de otra (blanca, a ser posible) para que la tierra quede un poco aislada del calor exterior. Un buen truco es colocar las macetas sobre palés: el consumo de agua se reduce, el crecimiento se acelera y la producción se multiplica.