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Un buen comienzo es esencial para lograr una gran cosecha.
Los cultivadores principiantes suelen quejarse del precio de las semillas; los cultivadores experimentados, no. La razón es que los primeros no se hacen una idea clara de la importancia que la genética tiene en el resultado final de la cosecha y los segundos no tienen ninguna duda de ello. Por muy bien que cultivemos, aunque usemos los abonos más caros y los estimulantes más modernos, si la semilla que estamos sembrando no es de buena calidad, los cogollos que cosechemos no serán nada del otro mundo. Los genes que contiene una semilla son el libro de instrucciones que le indica cuánta resina producir, qué porcentaje de THC contendrá y cuantos cogollos hará la planta. El trabajo de un buen banco de semillas es criar una variedad que combine las mejores características para lograr cogollos abundantes, de alta calidad y gran potencia. Sin duda, es mejor ahorrar en el abono que en las semillas. Podemos cultivar hierba de una gran calidad usando fertilizantes para el huerto, que son mucho más baratos que los específicos para cannabis, pero no tendremos ninguna garantía de cómo saldrán los cogollos si empleamos semillas desconocidas.

En cuanto la raíz aparezca, trasplantaremos la semilla a una maceta.
"En exterior se pueden empezar a germinar las semillas en cualquier momento entre marzo y junio, dependiendo del clima y del espacio"
Cuando cultivamos en exterior podemos empezar a germinar las semillas en cualquier momento entre marzo y junio, dependiendo del clima y del espacio que tengamos. Si queremos que las plantas se hagan enormes, sembraremos en marzo y las plantaremos directamente en el suelo. Las raíces podrán extenderse tanto como quieran y las plantas tendrán una larga fase de crecimiento que les permitirá alcanzar tres metros de altura o más. Además de sembrar pronto, nos aseguraremos de que tienen el espacio suficiente para crecer tanto como planeamos. Si van a vivir en un balcón o una maceta no muy grande, no tiene sentido sembrar en marzo porque no podrán aprovechar el tiempo de crecimiento, se harán demasiado grandes para el espacio disponible y darán problemas durante la floración. La germinación en abril reduce el ciclo de crecimiento en un mes; resulta perfecto para cultivar en macetas grandes o si cultivamos en el suelo, pero no queremos que las plantas parezcan árboles. Mayo es, en nuestra opinión, el mejor mes para sembrar plantas de exterior en macetas de no más de 20 l o en terrazas o balcones de tamaño medio. También es adecuado para sembrar sativas que empiezan a florecer muy tarde (lo que alarga la fase de crecimiento) o variedades autoflorecientes que se benefician de las buenas temperaturas y el gran número de horas de sol que hay a partir de este momento.

Las plántulas jóvenes son muy débiles: hay que protegerlas del clima y las plagas.
Junio es el mes de los cultivadores despistados que no se acordaron antes. Las plantas crecerán algo menos pero aún están a tiempo de hacer una buena cosecha. Quizás haya que poner alguna planta más para que el espacio se llene bien, pero esa es toda la diferencia. En ocasiones se puede sembrar aún más tarde, en julio o a principios de agosto, pero en ese caso aconsejamos usar variedades sativas de floración tardía o genéticas autoflorecientes, ya que las plantas índicas o de floración temprana suelen empezar a florecer en julio y no tendrían apenas tiempo para crecer.
"Es mucho más sencillo prevenir la aparición de plagas que luchar para eliminarlas una vez se han asentado en las plantas"
El proceso de germinar semillas de cannabis es muy simple y carece de complicaciones. Únicamente hay que proporcionar a las semillas la humedad y el calor adecuados. Existen dos métodos para llevar a cabo la germinación: directamente en el suelo o entre servilletas de papel húmedas. La primera opción es la más sencilla: se llena una maceta con tierra, se riega adecuadamente y se realiza un pequeño agujero a poca profundidad, entre 0,5 y 1 cm, donde se entierra la semilla. Es esencial cubrir la semilla con tierra sin presionarla excesivamente para no obstaculizar su nacimiento. Posteriormente, se añade un poco de agua suavemente para que el sustrato se afirme alrededor de la semilla, con precaución para no desenterrarla. Luego, se coloca la maceta en un lugar cálido y soleado, y se espera hasta que la plántula nazca, lo cual suele ocurrir en un período de 3 a 7 días. La germinación entre servilletas de papel húmedas sirve para asegurarse de que las semillas se hayan abierto antes de trasplantarlas al sustrato. Personalmente, preferimos la germinación directamente en una maceta para evitar el estrés que supone el trasplante para las raíces, pero ambos sistemas son perfectamente adecuados.

Una semilla sana y vigorosa saldrá de la tierra en tres o cuatro días y crecerá con rapidez. Si usamos macetas grandes para que las raíces tengan mucho espacio, lograremos cosechas abundantes.
Algunos cultivadores suelen sumergir las semillas en un vaso de agua durante 12-24 h antes de ponerlas a germinar en el sustrato o entre hojas de papel para asegurarse de que se hidratan bien. Este truco puede acelerar algo la germinación y es especialmente útil cuando queremos germinar semillas que tienen dos años o más.
Las plántulas recién germinadas son débiles y pueden sufrir daños si el clima es muy frío o si llega una tormenta fuerte. En las primeras dos semanas de vida puede ser una buena idea protegerlas del frío nocturno colocándolas a cubierto por las noches o cuando lleguen lluvias fuertes. Las plagas como los caracoles o los saltamontes son especialmente peligrosas para las plántulas, pues suelen morder el tallo y pueden matarlas con mucha facilidad. Podemos esparcir cebo anticaracoles alrededor de las plantas para protegerlas, pero debemos asegurarnos de reponerlo después de cada lluvia para que las plantas no pierdan la protección. Siempre es recomendable germinar alguna semilla más de las necesarias, pues no es infrecuente que alguna muera en los primeros días o semanas y, así, podremos sustituirla sin perder tiempo.
Es mucho más sencillo prevenir la aparición de plagas que luchar para eliminarlas una vez se han asentado en las plantas. Basta con fumigar las plantas con un insecticida ecológico cada una o dos semanas para mantener los bichos alejados e impedir su llegada. El aceite de nim, el jabón potásico y el extracto de piretro son algunos de los insecticidas más usados por los cultivadores por sus buenos resultados y escasa toxicidad. Además, conviene revisar las plantas con frecuencia en busca de bichos. Siempre es mejor actuar ante el primer indicio de plaga que esperar a que los bichos se reproduzcan y haya muchos más.

Si las hojas más jóvenes empiezan a amarillear, podemos sospechar una carencia por falta de abono o un pH incorrecto.

Al cortar la punta del tallo central, se potencia la ramificación de los brotes inferiores.

Una nutrición correcta produce plantas con grandes hojas capaces de absorber mucha energía solar.

Las hojas vigorosas y dirigidas hacia la luz son síntomas de una planta sana y fuerte.

Este es el aspecto que debe tener una planta de una semana: hojas grandes y verdes y tallos gruesos y cortos.