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La siembra y la cosecha de marihuana suelen estar asociadas a la primavera y al otoño, respectivamente. Sin embargo, los cultivadores tienen la capacidad de plantar en cualquier mes del año gracias a las técnicas de siembra tardía. La germinación y el fotoperiodo son aspectos clave en el cultivo de marihuana. La tradición dicta que se debe plantar en primavera y la mayoría de los cultivadores de exterior siguen esta práctica: germinan las semillas en abril o mayo y son pocos los que se aventuran a sembrar en junio. La creencia común es que no se debe hacer después del solsticio de verano, ya que el cannabis tiende a crecer cuando los días son más largos y florece cuando son más cortos. La verdad, sin embargo, es que no hay impedimento para germinar en junio, julio e, incluso, agosto. Las semillas solo necesitan agua y calor para germinar, y durante el verano abundan los días largos, cálidos y soleados, lo cual es ideal para el crecimiento inicial de las plantas.
Si se opta por la siembra tardía en los meses de junio, julio o agosto, se deben tener ciertos cuidados especiales. La tierra de las macetas debe mantenerse húmeda y a una temperatura adecuada, ya que durante estos meses el calor puede secar rápidamente la tierra, lo que afectará a la germinación. Es recomendable mantener las macetas a la sombra hasta que las semillas germinen y luego ir acostumbrando gradualmente las plantas a la luz solar.
Una de las ventajas más importantes de la siembra tardía es la reducción del tiempo de crecimiento. Las variedades de cannabis tradicionales, que no son autoflorecientes, comienzan a florecer cuando las noches alcanzan una duración específica, que generalmente oscila entre diez y doce horas. Esto ocurre entre mediados de julio y mediados de septiembre. La mayoría de las variedades índicas y los híbridos índica/sativa comienzan a florecer entre julio y mediados de agosto, mientras que las sativas más ecuatoriales florecen en septiembre.
Es importante destacar que la fecha de germinación no está relacionada con la fecha en que la planta comenzará a florecer. Esto significa que una planta comenzará a florecer al mismo tiempo, da igual que la semilla haya germinado en marzo o en julio. Sin embargo, si hay menos de dos o tres semanas entre la fecha de germinación y la fecha en que la variedad comienza a florecer normalmente, la floración puede retrasarse un poco. En este caso, la planta tendrá un tamaño algo menor antes de iniciar la floración, ya que no ha tenido el tiempo mínimo necesario para alcanzar la madurez.
Por lo tanto, si se siembra una semilla en marzo, el tiempo de crecimiento será de cinco meses, mientras que, si se siembra el primero de julio, solo crecerá durante un mes. Es lógico pensar que una planta que crece durante cinco meses será mucho más grande que una que comienza a florecer a los treinta días de germinar. Esta es una consideración importante, especialmente para aquellos que cultivan en macetas con espacio limitado o tienen vecinos que podrían ver las plantas. La siembra tardía permite controlar el tamaño final de las plantas.
En resumen, la fecha de germinación es una herramienta fundamental para que el cultivador controle el tamaño de sus plantas. No es necesario germinar las semillas en marzo o abril, ni siquiera en mayo. Los meses de junio y julio son perfectamente adecuados para comenzar un cultivo si se desea mantener las plantas pequeñas. Es importante tener en cuenta que cuanto menos tiempo de crecimiento tenga una planta, más pequeña será y se necesitará un mayor número de plantas para cubrir el espacio disponible. Por lo tanto, si se opta por la siembra tardía, es recomendable sembrar más plantas.
Otra ventaja destacada de la siembra tardía es la posibilidad de obtener una doble cosecha en la temporada de exterior. Al germinar las semillas de variedades autoflorecientes a finales de abril o principios de mayo, estas podrán ser cosechadas a principios o finales de julio, dependiendo del ciclo de floración. Una vez liberado el espacio, se puede sembrar una segunda cosecha con semillas clásicas de floración fotodeterminada, las cuales se desarrollarán entre julio y octubre. Al ser las plantas jóvenes de tamaño reducido y ocupar poco espacio, se puede aprovechar la oportunidad para germinar las semillas en macetas pequeñas unas dos o tres semanas antes de cosechar la tanda de plantas autoflorecientes. De esta manera, cuando se corta la primera cosecha, las plantas de la segunda cosecha ya están listas para ser trasplantadas a las macetas definitivas, lo cual permite ganar dos o tres semanas de tiempo y obtener una segunda cosecha.
Además de la siembra tardía, existe otra técnica que no implica la siembra, pero es relevante mencionar: la multiplicación mediante esquejes. Si bien no está directamente relacionada con la siembra tardía, esta técnica se puede utilizar en momentos similares y aporta beneficios parecidos. En lugar de comprar más semillas, muchos cultivadores optan por multiplicar las plantas en crecimiento tomando varios esquejes de cada una. Las plantas madre rebrotarán sin problemas, aumentando el número de ramas y cogollos. Cada esqueje se convertirá en una nueva planta, lo que permitirá aumentar la cosecha sin adquirir más semillas; es posible obtener de cuatro a ocho esquejes por planta sin dejarlas demasiado peladas. Si se considera que cada uno de estos esquejes se convertirá en una planta independiente, aunque más pequeña que la planta madre debido al menor tiempo de crecimiento, la producción será mucho mayor que si los esquejes se hubieran dejado en la planta original. Además, si se desea, uno de los esquejes se puede convertir en una planta madre y mantenerla indefinidamente en crecimiento dentro de un armario de cultivo de interior, con el propósito de obtener nuevos esquejes en el futuro.
Por último, es importante mencionar las variedades sativas tardías. Estas variedades, con genéticas más ecuatoriales, están adaptadas a fotoperiodos casi constantes durante todo el año. Cuando se cultivan en otras latitudes, su floración comienza muy tarde. En la península Ibérica, por ejemplo, las noches no alcanzan las doce horas constantes que tienen siempre en el ecuador hasta el equinoccio de otoño, alrededor del 20 de septiembre. Por lo tanto, muchas variedades sativas no empiezan a florecer hasta septiembre. Esto plantea dos consecuencias importantes: en primer lugar, la planta no estará madura hasta finales de noviembre o diciembre y, en segundo lugar, la fase de crecimiento se alargará. Si se siembran juntas una variedad índica que comienza a florecer a finales de julio y una sativa que no lo hace hasta septiembre, la sativa tendrá un mes y medio más de tiempo para crecer antes de iniciar la floración. Esto puede resultar en que las sativas alcancen un tamaño excesivo, ya que naturalmente son más altas que las variedades índicas. Si el objetivo es mantener las plantas discretas, sembrar las semillas de sativa tarde permitirá un control más efectivo del tamaño de las plantas, lo que evitará que crezcan demasiado.
En conclusión, la siembra tardía es una técnica de cultivo que ofrece ventajas significativas para los cultivadores de marihuana: permite controlar el tamaño de las plantas, obtener una doble cosecha en la temporada de exterior y multiplicar las plantas mediante esquejes. También es especialmente útil para el cultivo de variedades sativas tardías. Al implementar estas técnicas de manera adecuada, los cultivadores pueden adaptar el cultivo de marihuana a diferentes situaciones y maximizar la producción de manera efectiva.