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Sacar nuestros propios esquejes en diez pasos

El cannabis es una planta muy fácil de multiplicar por esquejes. Con un bote de hormona de enraizamiento, un miniinvernadero y unos jiffys o similares, podemos obtener multitud de plantas idénticas a partir de una sola sin necesidad de comprar más semillas. Vamos a descubrir lo fácil que es hacer esquejes.

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"La reproducción vegetativa es aquella en la que se obtiene una planta nueva a partir de otra sin necesidad de producción de semillas ni de reproducción sexual"

Todas las células de las plantas tienen la capacidad de transformarse y comenzar a brotar raíces. Gracias a esta característica, los jardineros y agricultores podemos reproducir vegetativamente cualquier planta. La reproducción vegetativa es aquella en la que se obtiene una planta nueva a partir de otra sin necesidad de producción de semillas ni de reproducción sexual. Algunas plantas, como las fresas o la hierbabuena, se reproducen habitualmente en la naturaleza de forma vegetativa por estolones, que son tallos laterales que crecen horizontalmente sobre el suelo o bajo él y cuando se han alejado lo suficiente de la planta principal forman brotes y raíces con los que crean una nueva planta. En el cannabis no suele suceder de forma natural en la mayoría de las variedades (aunque pasa a veces en algunas sativas o cuando una rama toca el suelo), pero es muy frecuente que los cultivadores usen esta capacidad de la especie para reproducir sus plantas más apreciadas una y otra vez, pudiendo lograr clones exactos a la planta madre y, así, mantener una genética determinada viva durante años o décadas. Esta es una de las características más interesantes de los esquejes: son exactamente iguales a la planta de la que provienen. Si la planta madre florece en 55 días, los esquejes harán lo mismo. Si da cogollos gruesos y potentes y resiste bien el ataque de los hongos, los esquejes tendrán estas mismas ventajas. La mayoría de los cultivadores de interior suelen preferir cultivar esquejes porque les permite planificar con exactitud el comportamiento de las plantas. Saben cuánto van a crecer, lo que van a tardar en florecer y la calidad y el sabor del producto final, además, todas las plantas estarán listas para la cosecha exactamente en el mismo momento.

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Las plantas tienen la capacidad de absorber nutrientes por las hojas además de por las raíces.

La selección de la planta madre es un paso esencial, pues los esquejes serán tan buenos como ella, nunca mejores. El mejor sistema es sembrar un número tan grande como sea posible de semillas de la genética deseada y sacar un esqueje de cada planta, que guardaremos en la sala de madres siempre bajo un fotoperiodo de crecimiento 18/6. Tras la floración de las plantas, la cosecha y la cata, se decide cuál es la mejor de todas y ese esqueje, que hemos mantenido en crecimiento desde el momento en que lo cortamos, se convierte en la planta madre de la que obtendremos esquejes en el futuro. Es muy importante que la planta madre nunca entre en floración, por esta razón, siempre estará bajo un fotoperiodo de crecimiento. Cada cierto tiempo, normalmente entre seis meses y dos años, cuando se vea que la planta madre empieza a tener un tallo y un sistema de raíces muy envejecido y que está perdiendo vigor y capacidad de generar nuevos esquejes, se usa uno de los esquejes para crear una nueva planta madre que sustituya a la anterior. De esta forma se puede mantener una genética viva durante muchos años, incluso décadas.

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Un esqueje bien enraizado es el primer paso para lograr una planta con un sistema de raíces fuerte y vigoroso.

"Hay genéticas que enraízan con mucha facilidad y otras a las que les cuesta más"

El enraizamiento de los esquejes no es siempre igual de fácil. Hay genéticas que enraízan con mucha facilidad y otras a las que les cuesta más. En general, las variedades sativas suelen enraizar mejor que las índicas, pero esta regla tiene muchas excepciones. En mi experiencia, la facilidad de enraizar depende más de la planta en concreto que de su genética. Dentro de la misma variedad de plantas, si sembramos diez semillas, veremos que algunos individuos son mucho más vigorosos o enraízan con mucha más facilidad que otros. Este factor debe ser siempre tenido en cuenta a la hora de escoger una planta madre, pues no hay nada más desesperante que intentar enraizar esquejes de una planta que no enraíza bien. A veces pueden necesitar dos o tres semanas y, aún así, solo enraizar un diez o veinte por ciento de los esquejes, mientras que con una madre de enraizamiento fácil el cien por cien de los esquejes tienen raíces a los siete a diez días. Cuando el enraizamiento es lento, los esquejes se debilitan mucho y pierden mucha energía en el proceso, por lo que luego les cuesta mucho más empezar a crecer con fuerza, lo que alarga innecesariamente la fase de crecimiento y retrasa la cosecha.

Cada variedad tiene necesidades algo diferentes para esquejar, algunas lo hacen mejor con temperaturas más altas o necesitan más días con una humedad muy elevada; otras no tiene problemas en condiciones menos favorables.

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Los esquejeros de hidroponía logran enraizamientos muy rápidos y abundantes.

En general, para que el tejido del tallo que debe empezar a brotar raíces lo haga debe estar a oscuras y en contacto con la humedad, es decir, enterrado en el suelo y tocando el sustrato húmedo. El problema es que, al mismo tiempo, necesita algo de aire para que no se desarrollen bacterias y se pudra. Por esto intentaremos usar un sustrato con alta capacidad de retención de agua y aire, no lo mantendremos empapado y airearemos las plantas al menos durante un minuto al día los primeros días.

Recortando las hojas de los esquejes se reduce su capacidad de perder humedad y se evita su deshidratación. No olvidemos que, hasta que broten raíces, los esquejes no pueden absorber agua, por lo que deben sobrevivir con la que tienen en su interior. Por eso mantenemos la humedad tan alta dentro del miniinvernadero, para reducir la transpiración de los esquejes. Las raíces brotan antes si la temperatura es bastante cálida, entre 25 y 28 ºC. También pueden enraizar con algo más de fresco, entre 20 y 25 ºC, pero tardan más. Por debajo de 20 ºC el proceso se complica: algunas plantas que son más resistentes a la deshidratación y tiene más vigor lo consiguen, pero muchas se acaban marchitando antes de enraizar.

Es importante acostumbrar poco a poco los esquejes a un nivel de humedad ambiental cada vez más bajo, ya que si los sacamos de golpe del invernadero al exterior se marchitarán enseguida. Por eso, cada día abriremos un poco más las rendijas de ventilación y, una vez trasplantados a macetas, no los pondremos directamente a pleno sol si no que les daremos unos días en la sombra o semisombra para que se acostumbren.

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Cortamos la punta de una rama y limpiamos de hojas el nudo más cercano al corte, que es el que irá bajo tierra.
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Sumergimos la punta en gel enraizante para acelerar la aparición de las raíces.
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Plantamos el esqueje suavemente en un plug-in de turba, un jiffy o un cubo de lana de roca.
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Si no vamos a llenar toda la bandeja, repartiremos los esquejes equilibradamente para dejar espacio libre entre ellos.
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Fumigaremos con agua los esquejes y taparemos completamente el miniinvernadero durante los primeros tres días para que no se deshidraten.
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A partir del cuarto día, iremos abriendo progresivamente las rendijas de ventilación para que se vayan acostumbrando a una humedad cada vez más baja.
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Entre una y dos semanas después de cortarlos de la planta madre, empezarán a aparecer las primeras raíces.
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Cuando el esqueje ya tenga unas cuantas raíces, podemos trasplantarlo a una maceta.
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Durante los primeros días los mantendremos bajo una luz suave, hasta que se fortalezcan y broten más raíces.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #293

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