Pasar al contenido principal

Víctor Coyote

Circulando por comarcales no se paga peaje

De las pocas cosas que va a valer la pena recordar de este cochambroso 2020 son las aportaciones artísticas de Víctor Coyote. Se ha marcado un discazo maravilloso y ha reunido en forma de viñetas un puñado de verdades y reflexiones también poco transitadas bajo el título Días de alarma, un diario vital de las jornadas de confinamiento pandémico.

Días de alarma. Víctor Coyote
Días de alarma. Víctor Coyote
Días de alarma. Víctor Coyote
Días de alarma. Víctor Coyote

De las pocas cosas que va a valer la pena recordar de este cochambroso año son las aportaciones artísticas de Víctor Coyote (Tui, Pontevedra, 62 años). Se ha marcado un discazo maravilloso, muy suyo, con acompañamiento de lujo y referencias insospechadas que van desde la cumbia colombiana hasta el pop electrónico de Hidrogenese. De paso, lo ha titulado Las comarcales, dejándonos en bandeja, a las que nos dedicamos a juntar letras en revistas y periódicos, perlas para que podamos lucirnos, perlas como que las comarcales, a diferencia de las autopistas, atraviesan el corazón de los pueblos. Además de este disco, que circula por caminos poco transitados, Víctor Coyote ha reunido en forma de viñetas un puñado de verdades y reflexiones también poco transitadas bajo el título Días de alarma, un diario vital de las jornadas de confinamiento pandémico.

Antes diferenciabas con distinta firma tus creaciones: Víctor Abundancia para las cosas dibujadas y Víctor Coyote para lo musical. De un tiempo a esta parte todo aparece firmado como Víctor Coyote, ¿a qué se debe esta homogeneización de autoría?

Bueno, antes intentaba separar mis actividades, como si no fueran hechas por una misma persona. Me parecía que eran dos mundos que no se mezclaban mucho y, de hecho, hay gente a la que le gusta la música y a la que no le gusta nada el dibujo, el diseño, la plástica o lo que sea. Pero ya creo que da igual. Además, ahora, creo que está mejor considerado socialmente no ser un especialista.

“En las barras de los bares hay más interacción entre ‘diversos’ (por decir alguna palabra estúpida de las de hoy) que en las terracitas. Las terracitas son más de hablar con los que ya conoces”

Tu tocayo de apodo, el actor Peter Coyote, comentaba en una entrevista que su nombre artístico surgió tras una ingesta de peyote en el desierto, donde se encontró con su animal espiritual: el coyote. ¿A ti te pasó igual? ¿Has probado el peyote? De probarlo y encontrarte con tu animal espiritual, ¿cuál crees que sería?

No, no he probado el peyote. Nunca he estado en México y nunca he sentido nada espiritual con las drogas que me he metido. Por lo menos, nada más espiritual de lo que he sentido en la procesión del Corpus en Puenteareas. Mi animal espiritual es un humano. Lo otro son fieras, que no digo que esté mal, sino que está estupendo. Pero son poco espirituales.

¿Qué droga crees que hubiera sido la más idónea para consumir durante el confinamiento?

A mi edad, el alcohol y la viagra. Y quizás una marihuana buena.

Victor Coyote
 “Vivo de milagro. / Voy tachando fechas. / Lee mi calendario”, entona Víctor Coyote en el estribillo de “Cumbia de milagro”, canción que abre Las comarcales, su inspirado último disco. Foto: Antonio Alay.

Durante estos días de encierro publicaste en Instagram una serie de tiras diarias en las que analizabas todo lo concerniente a la reclusión hogareña. Todo este material ha sido recopilado por Salamandra Graphic en un tebeo titulado Días de alarma, a ratos benevolente y cercano a la hora de retratar a currelas y yayas pachuchas, y crítico implacable a la hora de vilipendiar “las terracitas” y el horrible gusto decorativo de la peña mostrado gracias a las videoconferencias. Ahora que en los bares el uso de terrazas es cuasi-obligado, ¿cómo lo llevas?, ¿sigues frecuentando bares o pasas de ir?

En las barras de los bares hay más interacción entre “diversos” (por decir alguna palabra estúpida de las de hoy) que en las terracitas. Las terracitas son más de hablar con los que ya conoces. Yo no digo que estén mal, pero hay una proporción de calidad más baja que en las barras. Las barras siempre están bien: son cerradas y normalmente solo hay “parroquia de bar”. Las terracitas pueden ser excelentes o pueden ser agobiantes, contaminadas, estar en un sitio feo, etc., en una proporción 25% buenas-75% malas. Ahora mismo, voy más a terrazas que a barras, por recomendaciones médicas.

En cuanto a aberraciones estéticas consecuencia de la pandemia, ¿qué opinión te suscitan determinados estampados impresos en las mascarillas de la gente?

Infantilismos propios de sociedades en decadencia.

El día cincuenta y cuatro de estado alarma, coincidente con el primer día de la fase cero de la desescalada, dices en tus tiras que tienes nostalgia por el confinamiento duro, ese que no permitía salir de casa. ¿Te sigue pasando lo mismo?

El día cincuenta y cuatro del estado de alarma me sentía un poco como el típico español que va siempre a la contra. Hoy me siento menos típico español.

Cuando giras con tu banda por el terruño tienes la bonita costumbre de realizar un cartel hecho ex profeso para anunciar tu actuación en determinada localidad aunando tus dos facetas artísticas más conocidas. Si tocases en Villapene (Lugo), ¿cómo sería este póster? Molaría recopilar tus carteles, ¿no?

Si tocase en Vilapene (yo lo llamaría así, que soy gallego) igual haría un cartel de un jicho robando el cartel para llevarlo a una boda (creo que es tradición allí). Y sí, cuando disuelva a Víctor Coyote, saldrá un recopilatorio de carteles.

Carteles de conciertos de Víctor Coyote, dibujados por Víctor Coyote.
Carteles de conciertos de Víctor Coyote, dibujados por Víctor Coyote.

“Vivo recorriendo rutas que frecuenta nadie”, dices en Las comarcales. Yo tengo la sensación de que no las frecuenta nadie, pero que una vez pasas tú, se animan muchos a hacer como que inauguran esa ruta.

Puede que tengas razón. De hecho, este año –que es en el que he sacado ese disco– ha ido mucha más gente por las comarcales que a Ámsterdam.

Las autopistas en el mundo del rock siempre se dirigen al infierno, las carreteras comarcales, ¿dónde culminan su trayecto?

En el limbo. Allí donde no hay Harleys ni chalequitos de cuero. Donde conviven los paisanos con los estudiantes de Artes y Oficios. Un sitio que prácticamente no existe, pero que me gustaría que existiera.

Tus últimos discos tienen títulos bastante significativos de lo que es el humilde modus operandi de Coyote: De pueblo y de río y Las comarcales. ¿Tus ambiciones nunca estarán contextualizadas en un rascacielos de Abu Dabi?

No.

¡Jajaja!, vale, vale, bueno, este último disco está producido por El Volcán Música. ¿Qué tal con ellos?, ¿tienes relación con tus compis de sello: Joe Crepúsculo, Los Nastys, Tito Ramírez?

Sí. A Crepus lo sigo desde Tarántula y ha tocado conmigo alguna vez. Yo me he subido a bailar en alguno de sus shows, lo cual no es un mérito, porque se sube todo dios. Tito es un showman con un directo buenísimo. Y los Nastys en directo también son la caña.

Volviendo al mundo gráfico, tus libritos Bares y familiares (Chucherías del Arte) y Servilletas de bar (Blur Ediciones) tenían puesto el foco sobre la misma materia: esos establecimientos donde, como diría Gato Pérez, se comparten emociones en posición vertical. Los bares, vaya. ¿Cómo sería tu bar perfecto?

Cualquiera de Bares y familiares es mi bar perfecto. Los de los pueblos en que todos se dan cuenta de que has entrado. Las cafeterías de señoras de las ciudades de provincias. Los bares de rocanrol pequeños. Los de los taxistas. Los antiguos de cualquier sitio, siempre y cuando no estén modernizados.

Por cierto, hablando de tascas y de encierros, en el cartel de la película El bar, de Álex de la Iglesia, aparece un póster en el garito en el que reza “Víctor Coyote”.

Yo trabajo mucho, haciendo atrezo gráfico, con Arri y Biaffra, los directores de arte, y por tanto, con Álex. Para esa película había que hacer carteles de A3, de esos que anuncian actuaciones en los bares, y metí uno mío. Biaffra se encargó de posicionarlo, lo que hoy se llama product placement. El cartel de la peli no es mío, pero el atrezo gráfico de los decorados, sí.

Cuando sale a relucir tu currículum dices que has sido músico, diseñador gráfico, ilustrador, pintor, autor de cómics, escritor, realizador de documentales y videoclips y, muy ocasionalmente, actor. ¿Por qué omites tu labor como docente de taller de cómics?, ¿tan mal sabor te dejaron las clases de cómic que diste en los primeros noventa?

Bueno, no siempre pongo toda esa lista. Nunca me pareció mal dar clases. He dado clases en institutos y talleres de cómic en Alcorcón. Nunca he sentido tan valorado mi outfit como cuando era docente. “Les chavales” se fijan en todo lo que llevas.

El lienzo de Coyote que adquirió Manolo Escobar.
El lienzo de Coyote que adquirió Manolo Escobar

Reincidiendo en tu labor pinturera, tengo entendido que Manolo Escobar, además de estupendo cantante, fue un gran filántropo coleccionista de pinturas. De hecho, a ti te compró un cuadro.

Bueno, Manolo Escobar estaba muy interesado en la pintura y controlaba mucho. Me acuerdo de hablar con él de pintura y de bolos en el programa Luar de la televisión de Galicia en el que actuábamos los dos. Me compró un cuadro en mi primera o segunda exposición en Buades, la mítica galería de Madrid de los setenta y ochenta.

Cuéntanos si andas cavilando próximos proyectos y de qué van a ir.

Bueno, de momento espero a que se pueda tocar en directo. Va a pasar algún tiempo, pero es que tengo un disco por presentar por varios lugares del país. Aunque al paso que vamos voy a tener que hacer Días de alarma vol. 2. Ahora mismo está todo un poco en modo espera.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #277

Comprar versión impresa

Te puede interesar...

¿Te ha gustado este artículo y quieres saber más?
Aquí te dejamos una cata selecta de nuestros mejores contenidos relacionados:

Suscríbete a Cáñamo