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Algo más que un fantasma

Max Aub

Cada documento del legado de Max Aub (París, 1905-México, 1972) es al mismo tiempo una regla de sabiduría. Testigo capital del siglo XX, sus Diarios (1939-1972) contienen luminosos enunciados que se insertan como inscripciones lapidarias en la impetuosa corriente testimonial. Aunque habíamos albergado ya una muestra de su escritura fragmentaria, teníamos pendiente realizar el inventario de las anotaciones diarísticas. Un apunte de 1964 resume su teoría del género breve: “Aforismo: cara y cruz; si no, falso”. Inspiración poética y meditación filosófica componen las dos caras del arte de vivir. Pensador emocional y emocionante, se desvivió, como Unamuno, Américo Castro o María Zambrano, por comprender el destino de tres generaciones de españoles —98, 14, 27— que, como recapitula en 1941, lo perdieron todo tras elevar la cultura española al nivel más alto de su historia. En 1958, se pregunta: “¿Seré para los españoles algo más que un fantasma?” 

Solo la bajeza no tiene límites. (29-IV-1941)

Solo quien se declara vencido perece. (31-V-1941)

Epitafio del poeta: “Algo queda”. (22-VI-1944)

Solo salva el riesgo. (3-V-1948)

Vais a un desastre feroz si no tenéis en cuenta en el hombre sino su etiqueta política y nada os importa la condición moral. Despreciáis a los buenos si son reaccionarios; tenéis en mucho a los peores con tal de que aprueben vuestras consignas. En un mundo así no vale la pena vivir.  (28-V-1950)

Queramos o no, siempre somos responsables de la casualidad. (8-VIII-1951)

Escribir es ir descubriendo lo que se quiere decir. (11-I- 1952)

¿Qué es eso de la “crítica constructiva”? Si de verdad es crítica, siempre es constructiva. (28-III-1953)

La grandeza del hombre: su impotencia. (17-IX-1953)

Nunca se pierde todo hasta morir. ¿Y morir, qué curiosidad no despierta? (18-II-1954)

Siempre hubo cine: los sueños. (16-IV-1954)

Tardarán todavía muchos años en darse cuenta de que soy un gran escritor. ¿Lo siento? Sí, lo siento, pero no puedo llorar. (13-VII-1954)

No solo tener fe: tener fe en la fe. (27-VII-1955)

En la duda no te abstengas nunca. (14-VIII-1956)

¿Por qué tomas las cosas tan en serio? Porque sin eso no me divierto. (30-VIII-1960)

La mayor fuerza de la juventud es la ignorancia; la de la madurez, el olvido. Entre ambos corre la vida. (3-X-1960)

Solo quien se decide a morir por una causa es libre. De ahí tantos esclavos. (14-I-1961)

Lo terrible es que solo nos une lo que nos divide. (26-III-1962)

Ver la cara de quienes haces felices, sobre todo si son niños. No hay más allá. Por eso no creo en Dios. (17-VI-1962)

La vejez consiste en no hacer lo que se piensa. (27-I-1963)

Solo la literatura es totalmente humana, porque depende de los nombres que nosotros le pusimos a las cosas. (23-VI-1963)

Dos cosas, para ser diferentes, deben, ante todo, ser parecidas. (9-VI-1964)

Mi nieta en el Museo de Arte Moderno: “¿Por qué hay tantos cuadros repetidos?” (26-II-1965)

Lo que me gusta de la vejez es la juventud. Y pensar que no volveré a perder el tiempo. (21-IV-1966)

La suerte, esa trampa. (27-VI-1966)

Abril: un mes que no existe. No sé por qué. (3-IV-1969)

Tal vez lo único que mueve –e iguale el mundo– sea la ingratitud. (29-XII-1969)

Pase lo que pase: solo la ignorancia es mala. (13-VI-1972)

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #308

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